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lunes, 12 de septiembre de 2022

31. TODO ES LO MEJOR


Cuando Banzan paseaba por un mercado, acertó a oír una conversación entre un carnicero y su cliente.

–Dame el mejor pedazo de carne que tengas –dijo cliente.

–Todo lo que hay en mi tienda es lo mejor –replicó el carnicero–. Aquí no puedes encontrar ningún pedazo de carne que no sea el mejor.

Al oír estas palabras, Banzan quedó iluminado.



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet

miércoles, 31 de agosto de 2022

30. TARJETA DE VISITA


Keichu, el gran maestro zen de la era Meiji, estaba al frente de Tofuku, un gran templo de Kyoto. Un día, el gobernador de la ciudad le llamó por primera vez.

Su ayudante le presentó una tarjeta del gobernador que decía: «Kitagaki, gobernador de Kyoto».

–No tengo nada que ver con esa persona –dijo Keichu a su ayudante–. Dile que se vaya.

El ayudante devolvió la tarjeta al tiempo que ofrecía excusas.

–Ha sido un error mío –dijo el gobernador, y con un lápiz tachó las palabras «gobernador de Kyoto»–. Toma, dásela de nuevo a tu maestro.

–Ah, ¿se trata de Kitagaki? –exclamó el maestro cuando vio la tarjeta–. Quiero ver a ese hombre.



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet

miércoles, 3 de agosto de 2022

29. SI NO HAY AGUA, NO HAY LUNA


Cuando la monja Chiyono estudiaba zen con Bukko de Engaku, era incapaz de retener durante largo tiempo los frutos de la meditación.

Por fin, una noche iluminada por la luna, acarreaba agua en un viejo cubo reforzado con una tira de bambú. El bambú se rompió, el fondo del cubo se desprendió ¡y en aquel momento Chiyono quedó liberada!

Para conmemorarlo, escribió un poema:

De una y otra manera traté de salvar el viejo cubo
Puesto que la tira de bambú se debilitaba y amenazaba con romperse
Hasta que al final cayó el fondo.
¡No hay más agua en el cubo!
¡No hay más luna en el agua!



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet

domingo, 17 de abril de 2022

28. ABRID VUESTRA PROPIA CASA DEL TESORO


Daiju visitó al maestro Baso en China. Baso preguntó: «¿Qué estás 
buscando?».

«Iluminación», replicó Daiju.

«Tienes tu propia casa del tesoro. ¿Por qué buscas fuera?», preguntó Baso.

Daiju preguntó: «¿Dónde está mi casa del tesoro?».

Baso respondió: «Lo que estás preguntando es tu casa del tesoro».

¡Daiju estaba encantado! A partir de entonces, decía continuamente a sus amigos: «Abrid vuestra propia casa del tesoro y utilizad sus riquezas».




Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet

lunes, 4 de abril de 2022

27. LA VOZ DE LA FELICIDAD


Tras la muerte de Bankei, un hombre ciego que vivía cerca del 
templo del maestro le dijo a un amigo: «Desde que soy ciego, no puedo ver el rostro de una persona, así que debo juzgar su carácter por el sonido de su voz. Habitualmente, cuando oigo a alguien felicitar a otro por su buena suerte o su éxito, oigo también un secreto tono de envidia.

Cuando se expresa condolencia por la desgracia de otro, oigo placer y satisfacción, como si el que se conduele estuviera contento viendo el fracaso del otro como algo a ganar para sí mismo».

«En toda mi experiencia, sin embargo, la voz de Bankei siempre fue sincera. Siempre que expresaba felicidad, no oí nada más que felicidad, y cuando expresaba tristeza, tristeza era todo lo que oía».



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet

domingo, 27 de marzo de 2022

26. DIÁLOGO POR ALOJAMIENTO


Cualquier monje vagabundo puede quedarse en un templo zen 
siempre que proponga, y gane, un debate sobre budismo con los que viven en él.

En un templo situado al norte de Japón, vivían solos dos hermanos que eran monjes. El mayor era docto, pero el menor era estúpido y le faltaba un ojo.

Un buen día, un monje vagabundo llegó y pidió alojamiento, proponiendo a los hermanos un debate sobre la sublime enseñanza. El hermano mayor, cansado ese día de mucho estudiar, dijo al menor que ocupara su lugar. «Ve y propón que el diálogo se haga en silencio», le advirtió.

De modo que el joven monje y el forastero se dirigieron al oratorio y tomaron asiento.

Poco después, el viajero se levantó y fue hacia donde se encontraba el hermano mayor, al que dijo: «Tu hermano menor es fantástico. Me ha derrotado».

«Cuéntame cómo fue el diálogo», dijo el hermano mayor.

«Bien», explicó el viajero, «primero levanté un dedo, representando a Buda, el iluminado. Él levantó dos dedos, indicando a Buda y a sus enseñanzas. Levanté tres dedos, representando a Buda, sus enseñanzas y sus seguidores, llevando una vida armoniosa. Entonces agitó su puño cerrado frente a mi rostro, indicando que las tres cosas proceden de una realización única. Por tanto, ha ganado y no tengo derecho a quedarme». Tras decir esto, partió.

«¿Dóndes está ese tipo?», preguntó el hermano menor corriendo hacia su hermano mayor.

«Tengo entendido que ganaste el debate».

«No gané nada. Le voy a dar una paliza».

«Cuéntame el tema del debate», pidió el hermano mayor.

«Vaya, en cuanto me vio me levantó un dedo, insultándome al insinuar que tenía un solo ojo. Dado que era un forastero, pensé que debía ser cortés con él, de modo que levanté dos dedos, felicitándole porque tenía dos ojos. Entonces el muy miserable levantó tres dedos sugiriendo que entre los dos sólo teníamos tres ojos. De modo que me enfureció y empecé a darle puñetazos, pero se escapó corriendo y así acabó todo».



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet

sábado, 12 de marzo de 2022

25. TRES DÍAS MÁS


Suiwo, el discípulo de Hakuin, era un buen maestro. Durante un 
período de retiro veraniego, recibió la visita de un pupilo de una isla del sur de Japón.

Suiwo le dio el siguiente problema: «Escucha el sonido de una sola mano».

El pupilo se quedó tres años, pero no pudo resolver el problema.

Una noche se presentó ante Suiwo con lágrimas en los ojos. «Tendré que regresar al sur en la vergüenza y el oprobio», dijo, «pues no he conseguido resolver mi problema».

«Espera una semana más y medita constantemente», le aconsejó Suiwo. Pero, a pesar de ello, la iluminación no llegaba al pupilo.

«Inténtalo otra semana más», dijo Suiwo. Y el pupilo obedeció, pero todo su esfuerzo fue de nuevo en vano.

«Permanece otra semana». Pero era inútil. Desesperado, el estudiante rogó que lo dejara marchar, pero Suiwo propuso cinco días más de meditación. No hubo resultado. Entonces dijo: «Medita tres días más, si no alcanzas la iluminación, será mejor que te suicides».

Al segundo día el pupilo se iluminó.



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet

sábado, 5 de marzo de 2022

24. RECITANDO SUTRAS


Un granjero hizo llamar a un sacerdote de la secta Tendai para que 
recitara sutras en memoria de su esposa, que había fallecido. Cuando la lectura terminó, el granjero preguntó: «¿Crees que mi mujer ganará algún mérito con esto?».
«No sólo tu mujer, sino todos los seres vivos se beneficiarán de la recitación de los sutras», contestó el sacerdote.

«Si, como dices, todos los seres vivos se beneficiarán», dijo el granjero, «puede que otros se beneficien de la debilidad de mi mujer, quedándose con los méritos que a ella le corresponden. Le ruego que recite los sutras sólo para ella».

El sacerdote explicó que el anhelo de un budista era ofrecer bendiciones y desear méritos para todo ser vivo.

«Es una enseñanza hermosa», aceptó el granjero, «pero te ruego que hagas una excepción. Tengo un vecino que se comporta de un modo grosero y mezquino conmigo. Exclúyelo de todos esos seres vivos».


Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet 

sábado, 15 de enero de 2022

23. LA PARTIDA DE ESHUN


Cuando Eshun, la monja zen, había pasado de los sesenta años y 
estaba a punto de dejar este mundo, pidió a algunos monjes que apilaran leña en el patio.

A continuación se sentó con decisión en el centro de la pira funeraria y prendió fuego por los bordes.

«¡Oh, hermana!», gritó uno de los monjes, «¿no hace calor ahí dentro?».

«Semejante cuestión sólo puede preocupar a una persona tan estúpida como tú», contestó Eshun.

Las llamas se levantaron y ellá murió.



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet

martes, 2 de noviembre de 2021

22. MI CORAZÓN ARDE COMO EL FUEGO


Soyen Shaku, el primer maestro de zen que llegó a Estados Unidos, decía: «Mi corazón arde como el fuego, pero mis ojos están tan fríos como cenizas apagadas». Compuso las siguientes reglas que practicó todos los días de su vida.

Por la mañana, antes de vestirte, enciende incienso y medita.

Retírate a una hora regular. Toma alimentos a intervalos regulares. Come con moderación y nunca hasta quedar saciado.

Recibe a un invitado con la misma actitud que tienes cuando estás solo. Y cuando estés a solas, mantén la misma actitud que tienes al recibir invitados.

Ten cuidado con lo que dices y, digas lo que digas, practícalo.

Cuando se presenta una oportunidad, no dejes que pase de largo, pero piensa siempre dos veces antes de actuar.

No lamentes el pasado. Mira hacia el futuro.

Ten la actitud valiente de un héroe y el corazón tierno de un niño.

Al retirarte a descansar, duerme como si ése fuera tu último sueño. Al despertar, abandona de inmediato la cama, como si hubieras tirado un par de zapatos viejos.



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet

viernes, 29 de octubre de 2021

21. EL SONIDO DE UNA SOLA MANO


El maestro del templo Kennin era Mokurai, Trueno Silencioso. Tenía un pequeño protegido llamado Toyo que sólo contaba doce años de edad. Toyo veía que los discípulos mayores visitaban la habitación del maestro cada mañana y cada tarde, a fin de recibir instrucción en el sanzen o una guía personal, en la que les facilitaban koanes a fin de detener las divagaciones de la mente.

Toyo también quería practicar el sanzen.

–Espera un poco –le dijo Mokurai–. Eres demasiado joven.

Pero el niño insistía, por lo que el maestro finalmente accedió.

A la hora apropiada, cuando atardecía, Toyo se presentó en el umbral de la sala de sanzen de Mokurai. Hizo sonar el gong para anunciar su presencia, se inclinó respetuosamente tres veces ante la puerta y fue a sentarse ante el maestro en respetuoso silencio.

–Cuando bates palmas oyes el sonido de ambas manos –le dijo Mokurai–. Ahora muéstrame el sonido de una sola mano.

Toyo hizo una reverencia y fue a su habitación para reflexionar sobre esta cuestión. Hasta su ventana llegaba la música de las geishas.

–¡Ah, ya lo tengo! –exclamó.

A la mañana siguiente, cuando su maestro le pidió que ilustrara el sonido de una sola mano, Toyo empezó a tocar la música de las geishas.

–No, no –le dijo Mokurai–. Eso nunca servirá, no es el sonido de una sola mano. No lo has comprendido en absoluto.

Pensando que aquella música podría interrumpirle, Toyo se trasladó a un lugar tranquilo y meditó de nuevo. «¿Cuál puede ser el sonido de una mano?» Entonces acertó a oír el goteo de agua. «Ya lo tengo», imaginó Toyo.

Cuando se presentó de nuevo ante su maestro, Toyo imitó el goteo del agua.

–¿Qué es eso? –le preguntó Mokurai–. Eso es el sonido del agua que gotea, pero no el sonido de una mano. Vuélvelo a intentar.

En vano Toyo meditó para oír el sonido de una sola mano. Oyó el suspiro del viento, pero su maestro lo rechazó.

Oyó el ulular de un búho, pero tampoco le fue aceptado.

El sonido de una mano no era el de la cigarra.

Toyo visitó más de diez veces a Mokurai con diferentes sonidos. Todos eran erróneos. Durante casi un año reflexionó sobre cuál podría ser el sonido de una mano.

Finalmente Toyo emprendió la verdadera meditación y trascendió todos los sonidos.

–No pude reunir más –explicó más tarde–, así que llegué al sonido insonoro.

Toyo había comprendido cuál era el sonido de una sola mano.



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet

lunes, 25 de octubre de 2021

20. EL CONSEJO DE UNA MADRE


Jiun, un maestro del Shogun, era un reconocido estudiante de sánscrito 
en la era Tokugawa. Cuando era joven, solía dar conferencias a sus compañeros de estudios.

Su madre tuvo noticia de ello y le escribió una carta:

«Hijo, no creo que puedas convertirte en un devoto de Buda si lo que deseas es convertirte en un diccionario ambulante para los demás.

No hay final para la información y los comentarios, la gloria y el honor. Me gustaría que dejaras esta actividad. Retírate a un pequeño templo en algún lugar remoto de la montaña. Dedica tu tiempo a la meditación y alcanza de este modo el verdadero conocimiento».



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet

viernes, 15 de octubre de 2021

19. EL PRIMER PRINCIPIO


Cualquiera que vaya al templo de Obaku, en Kioto, verá grabadas sobre la puerta de entrada las palabras «El Primer Principio». Las letras tienen un tamaño inusualmente grande, y aquellos que aprecian la caligrafía, siempre las admiran como una obra maestra. Las realizó Kosen hace doscientos años.

Cuando las creó, el maestro las dibujó sobre un papel, a partir del cual se hizo el tallado de mayor tamaño sobre la madera. Mientras Kosen realizaba las letras, en todo momento estuvo junto a él un osado discípulo que había preparado varios galones de tinta para la caligrafía y que no dejaba de criticar la obra de su maestro.

«Eso no está bien», dijo a Kosen tras el primer esfuerzo.

«¿Y ahora?».

«Pobre. Peor que antes», dijo el pupilo.

Pacientemente, Kosen escribió una hoja después de otra hasta acumular ochenta y cuatro Primeros Principios, sin conseguir la aprobación de su discípulo.

Entonces, cuando el joven salió por un momento, Kosen pensó:

«Ahora es mi oportunidad de escapar a su ojo vigilante», y escribió apresuradamente, con la mente libre de toda preocupación: «El primer Principio».

«Una obra maestra», afirmó el discípulo.



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet

jueves, 14 de octubre de 2021

18. UNA PARÁBOLA


Buda explicaba la siguiente parábola en un sutra:

Un hombre que paseaba por un campo se encontró con un tigre.

Huyó corriendo y el tigre corrió detrás de él. Al llegar a un precipicio, se agarró a la raíz de una parra y se quedó colgando sobre el abismo. El tigre lo olfateaba desde arriba. Temblando, el hombre miró hacia abajo, donde otro tigre lo estaba esperando. Sólo la parra lo sostenía.

Dos ratones, uno blanco y otro negro, comenzaron a roer poco a poco la raíz. A su lado, el hombre vio una fresa de aspecto suculento.

Agarrándose a la parra con una mano, alcanzó la fresa con la otra.

¡Qué deliciosa estaba!



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet

lunes, 4 de octubre de 2021

17. TACAÑO EN ENSEÑANZA


Un joven médico de Tokio llamado Kusuda se encontró con un 
colega que había estado estudiando zen. El joven doctor le preguntó qué era el zen.

«No puedo explicarte lo que es», replicó su amigo, «pero una cosa es cierta. Si comprendes el zen, no tendrás ningún miedo a morir».

«Eso está bien», dijo Kusuda. «Lo probaré. ¿Dónde puedo encontrar un maestro?».

«Ve a buscar al maestro Nan-in», le dijo su amigo.

De modo que Kusuda fue al encuentro de Nan-in. Llevaba una daga de nueve pulgadas y media de longitud para determinar si el maestro tenía o no miedo a morir.

Cuando Nan-in vio a Kusuda exclamó: «Hola, amigo. ¿Cómo estás?

¡Hace tanto tiempo que no nos veíamos!».

Esto dejó perplejo a Kusuda, quien replicó: «Nunca antes nos habíamos visto».

«Tienes razón», contestó Nan-in. «Te he confundido con otro médico que está aquí recibiendo instrucción».

Con dicho comienzo, Kusuda perdió su oportunidad de poner a prueba al maestro, de forma que preguntó de mala gana si podría recibir la enseñanza zen.

Nan-in dijo: «El zen no es una tarea difícil. Si eres médico, trata a tus pacientes con amabilidad. Eso es zen».

Kusuda visitó a Nan-in tres veces, y en cada ocasión Nan-in le dijo lo mismo. «Un médico no debería perder su tiempo aquí. Ve a casa y ocúpate de tus pacientes».

Para Kusuda no estaba claro en qué modo esa enseñanza podía erradicar el miedo a la muerte. Así que, en su cuarta visita, se quejó: «Mi amigo me dijo que cuando se estudia zen se pierde el miedo a la muerte.

Cada vez que vengo, lo único que me dices es que me ocupe de mis pacientes. Eso ya lo sé. Si esto es a lo que llamáis zen, no te visitaré más».

Nan-in sonrió y dio unas palmaditas al doctor. «He sido muy estricto contigo. Permíteme darte un koan». Y a continuación le di el koan de Joshu para que trabajara, siendo éste el primer supuesto para la iluminación recogido en el libro La entrada sin puerta.

Kusuda consideró con atención el problema de Mu (la nada o no cosa) durante dos años. Al final creyó haber encontrado una respuesta, pero su maestro comentó: «Aún no».

Kusuda continuó meditando durante otro año y medio. Su mente se volvió plácida. Los problemas se disiparon. El vacío, la no-cosa o nada se convirtió en la verdad. Atendía bien a sus pacientes y, sin ni siquiera darse cuenta, se liberó de la preocupación sobre la vida y la muerte.

Entonces, cuando visitó a Nan-in, su viejo maestro se limitó a sonreír.



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet

viernes, 1 de octubre de 2021

16. NO LEJOS DEL ESTADO DE BUDA


Un estudiante de la universidad visitó en una ocasión a Gasan y le 
preguntó: «¿Has leído alguna vez la Biblia cristiana?».

«No, léemela», dijo Gasan.

El estudiante abrió la Biblia y leyó desde San Mateo: «¿Y por qué preocuparse por lo que vestiréis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen. No trabajan, ni hilan, pero os digo que ni aún Salomón en toda su gloria se atavió como uno de ellos... De modo que no os inquietéis por el día de mañana, pues el mañana traerá su propia inquietud”.

Gasan dijo: “Quienquiera que dijera tales palabras, lo considero un hombre iluminado».

El estudiante continuó leyendo: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abre».

Gasan remarcó: «Eso es excelente. Quienquiera que dijera eso no se halla lejos del estado de Buda».



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
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martes, 28 de septiembre de 2021

15. SHOUN Y SU MADRE


Shoun llegó a ser un maestro de soto zen. Cuando aún era estudiante, su padre murió, dejándolo al cuidado de su anciana madre.

Siempre que Shoun iba a la sala de meditación, llevaba consigo a su madre. Pero al estar acompañado por ella, cuando visitaba monasterios no podía cohabitar con los monjes. De modo que construyó una pequeña casa y allí cuidó de ella. Se dedicó a copiar sutras y versos budistas, y de esta forma recibía unas pocas monedas para comer.

Cuando Shoun compraba pescado para su madre, la gente se burlaba de él, pues se sabe que un monje no debe comer pescado. Pero a Shoun no le importaba. Su madre, sin embargo, se sentía dolida al ver que se reían de su hijo. Por fin, un día le dijo a Shoun: «Creo que voy a ordenarme monja. Puedo hacerme vegetariana también». Así lo hizo, y se dedicaron a estudiar juntos.

Shoun era muy aficionado a la música y tocaba con destreza el arpa, que también tocaba su madre. En las noches de luna llena solían tocar juntos al unísono.

Una noche, una joven pasó por su casa y oyó la música. Profundamente impresionada, invitó a Shoun a visitarla la noche siguiente y a tocar para ella. Él aceptó la invitación. Algunos días después, se encontró con la joven en la calle y le dio las gracias por su hospitalidad.

La gente se rió de él. Había estado en la casa de una mujer de la calle.

En cierta ocasión, Shoun tuvo que ir a un templo algo distante para dar una conferencia. Unos meses más tarde, regresó a casa y vio que su madre había muerto. Sus amigos no habían sabido dónde encontrarle, de modo que el funeral ya se estaba celebrando.

Shoun se dirigió hacia la comitiva y dio un golpe en el ataúd con su bastón. «Madre, tu hijo ha vuelto», dijo.

«Estoy contenta de ver que has regresado, hijo», respondió él por su madre.

«Sí, yo también estoy contento», contestó Shoun. Entonces anunció a las personas que le rodeaban: «El funeral ha terminado. Podéis enterrar el cadáver».

Cuando Shoun se hizo mayor, supo que su fin se acercaba. Pidió a sus discípulos que se congregaran a su alrededor a la mañana siguiente, y les dijo que iba a morir al mediodía. Mientras quemaba incienso ante los retratos de su madre y de su maestro, escribió un poema:

Durante cincuenta y seis años he vivido lo mejor que he podido, 
Cumpliendo mi propósito en este mundo.
Ahora que la lluvia ha cesado, las nubes desaparecen, 
En el cielo azul hay una luna llena.

Sus discípulos le rodearon, recitando un sutra, y Shoun falleció durante la invocación.



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet

viernes, 24 de septiembre de 2021

14. UN CAMINO EMBARRADO


En una ocasión, Tanzan y Ekido caminaban juntos por un camino 
embarrado. Caía una fuerte lluvia.

Al doblar un recodo, se encontraron con una encantadora joven vestida con un kimono de seda, que no podía cruzar.

«Ven, muchacha», dijo Tanzan al punto. Y tomándola en sus brazos, la alzó por encima del lodo.

Ekido no volvió a hablar hasta la noche, cuando llegaron a un monasterio.

Entonces no pudo contenerse más. «Nosotros los monjes debemos mantenernos apartados de las mujeres», dijo a Tanzan, «especialmente si son jóvenes y encantadoras. Es peligroso. ¿Por qué hiciste eso?».

«Yo dejé a la muchacha allí», dijo Tanzan. «¿Tú todavía la llevas contigo?».



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet

domingo, 19 de septiembre de 2021

13. UN BUDA


En Tokio, durante la era Meiji, vivían dos prominentes maestros de 
características opuestas. Uno de ellos, Unsho, instructor de Shingon, guardaba escrupulosamente los preceptos de Buda. Nunca bebía alcohol, ni comía después de las once de la mañana. El otro maestro, Tanzan, profesor de filosofía en la universidad imperial, nunca observaba los preceptos. Cuando tenía hambre, comía, y si tenía sueño durante el día, dormía.

Un día, Unsho visitó a Tanzan, que en ese momento se encontraba bebiendo vino, del que se supone que ni una sola gota debe tocar la lengua de un budista.

«Hola, hermano», le saludó Tanzan. «¿No quieres un trago?».

«¡Nunca bebo!», exclamó Unsho solemnemente.

«Alguien que no bebe no es ni siquiera humano», dijo Tanzan.

«¿Pretendes llamarme inhumano sólo porque no transijo en beber líquidos embriagantes?», exclamó Unsho enfadado. «Entonces, si no soy humano, ¿qué soy?».

«Un buda», respondió Tanzan.



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
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sábado, 11 de septiembre de 2021

12. EL CHINO FELIZ


Cualquiera que pasee por alguno de los barrios chinos de Estados 
Unidos observará las distintas estatuas de un rechoncho personaje con un saco de lino a sus espaldas. Los comerciantes chinos lo llaman Chino Feliz o Buda Sonriente.

Dicho personaje se llamaba Hotei, y vivió durante la dinastía T’ang. No tenía ningún deseo de ser considerado un maestro zen ni de reunir a muchos discípulos a su alrededor. En lugar de eso, se dedicaba a recorrer las calles con un gran saco que llenaba de caramelos, frutas o roscos, que regalaba a los niños que se se unían para jugar. De este modo, creó un jardín de infancia callejero.

Cuando quiera que se encontraba a un devoto del zen, extendía su mano y decía: «Dame una moneda».

En una ocasión, cuando iba a comenzar a trabajar-jugar, otro maestro zen pasó por su lado y le preguntó: «¿Cuál es el significado del zen?»

Hotei dejó caer inmediatamente su saco al suelo en silenciosa respuesta.

«Entonces», preguntó el otro, «¿cuál es la realización del zen?».

Al punto, el Chino Feliz cargó el saco sobre su hombro y continuó su camino.



Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet
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