martes, 29 de octubre de 2019

CREAR ARMONÍA


Krishnamurti pregunta:
¿Cuál cree usted que es la cuestión esencial en la vida? Vamos a hablar de ello unos minutos.

Interlocutor: Crear armonía.

Krishnamurti responde
¿Dónde? ¿Internamente, externamente o en ambos niveles? ¿Cómo se puede crear armonía fuera de uno mismo si no se es armónico internamente? La armonía interior es lo primero, no la exterior. ¿Es esa la cuestión esencial? ¿O podría ser que la armonía fuera un resultado y no un fin en sí mismo? Existe, sobreviene. Es como estar muy saludable y salir a dar un paseo. Pero el buscar la armonía como un fin en ella misma… ¿es eso posible? Tiene uno que hallarla internamente. Para lograrlo tiene que haber una investigación tremenda dentro de sí: ver las contradicciones, los esfuerzos, la disciplina, todo lo que entraña el problema. ¿Es esa la cuestión esencial? Dice usted que la cuestión esencial puede ser la armonía, pero puede ser el placer. Por favor, escuche lo que acabamos de decir. Hemos dicho que la cuestión esencial, para la mayoría de las personas, puede ser la urgencia de placer, su continuidad y reforzamiento. El placer que se deriva de la seguridad, de la experiencia sexual, es deliberado, no una cosa en sí misma. No sé si está siguiendo la discusión. Saco placer de algo: el hacerlo me da placer. Por eso es importante el acto del cual derivo placer: este no es un fin en sí mismo, sino que resulta de algún acto. De modo que ¿es ese el reto?, ¿es esa la cuestión esencial?

Por favor, mire el mundo, mire todas las cosas que están sucediendo: el extraordinario progreso técnico, las guerras, la sociedad opulenta y la pobreza, una nación luchando contra otra por su seguridad, por su gloria, etc. Todo eso es lo que esta pasando, está ahí, ante usted. Si lo mira de modo objetivo, como miraría un mapa, tendría la respuesta, que es: mirar.



Del libro:
La libertad interior
J. Krishnamurti
Fotografía tomada de la internet

QUERER SER UNO DONDE HAY DOS


lunes, 28 de octubre de 2019

MIENTRAS USTED CREA QUE ES SU MENTE


SENDEROS


EL SENDERO ES LA META

Si existe alguna posibilidad de iluminarse, es ahora mismo, no en algún momento futuro. El momento es ahora. 



¿QUÉ HACE FALTA para emplear la vida que se nos ha dado en hacernos más sabios, en vez de atascarnos más? ¿Cuál es la fuente de sabiduría a nivel personal e individual? 

En la medida en que comprendemos las enseñanzas, la respuesta a estas preguntas parece estar relacionada con llevar hacia el sendero todo aquello con lo que nos encontramos. Cada cosa tiene su base natural, su camino de desarrollo y su florecimiento. Esto equivale a decir que cada cosa tiene un principio, un medio y un final. Pero también se dice que el sendero es tanto el terreno de base como el florecimiento. Por eso a veces leemos: «El sendero es el objetivo.» 

Este sendero tiene una característica distintiva: no está prefabricado, no existe todavía. El sendero por el que caminamos es la evolución momento a momento de nuestra experiencia, la evolución momento a momento del mundo fenoménico, la evolución momento a momento de nuestros pensamientos y emociones. 

El sendero no es la ruta 66 con destino a Los Ángeles. No podemos sacar el mapa y planificar que este año llegaremos a Gallup, Nuevo México, y que quizá para el 2001 lleguemos a Los Ángeles. El sendero no está dibujado. Viene a la existencia momento a momento, y al mismo tiempo desaparece detrás de nosotros. Es como ir sentados en un tren mirando hacia atrás. No podemos ver hacia dónde vamos, sólo vemos dónde hemos estado. 

Esta enseñanza es muy estimulante porque dice que la fuente de la sabiduría es lo que nos pasa hoy. La fuente de la sabiduría es cualquier cosa que nos pase en este mismo instante. 

Siempre estamos en cierto estado de ánimo; podemos estar tristes o enfadados y podemos estar en un estado no muy concreto, en una especie de bruma. También podemos estar alegres y divertidos. En cualquier caso, sea cual sea nuestro estado de ánimo, ése es el camino. 

Cuando algo nos duele en la vida no solemos pensar que ése sea nuestro camino y la fuente de nuestra sabiduría. De hecho, pensamos que estamos en el camino para librarnos de esa sensación dolorosa. («Cuando llegue a Los Ángeles ya no me sentiré así.») Al mismo nivel en que queremos librarnos de nuestros sentimientos y sensaciones, cultivamos inconscientemente una sutil agresión contra nosotros mismos. 

Sin embargo, el hecho es que cualquiera que haya empleado los momentos y días y años de su vida en llegar a ser más sabio, más bondadoso y a sentir más el mundo como su hogar, ha aprendido de lo que ha ocurrido justamente ahora. Podemos aspirar a ser bondadosos justo en este momento, a relajarnos y a abrir nuestro corazón y mente a lo que hay frente a nosotros justo en este momento. El momento es ahora. Si hay alguna posibilidad de iluminarnos, es justamente ahora, no en cualquier momento futuro. El momento es ahora.




Extracto del libro:
Cuando Todo Se Derrumba
Pema Chödron
Fotografía de Internet

domingo, 27 de octubre de 2019

MENTE DISFUNCIONAL


PRODIGIO


Un día, el hijo de Malik estuvo invitado en casa de Enes. Después de la comida, Enes, al ver que su servilleta estaba muy manchada, ordenó a su servidor que la echase al fuego. Este obedeció sin vacilar.

Los invitados estaban estupefactos, pero su asombro subió de grado cuando vieron que la servilleta salía del fuego completamente limpia. Dijeron:

"¿Cómo es eso posible? ¿Cómo ha podido limpiarse esta servilleta sin consumirse?"

Enes respondió:

"¡El profeta Mustafá se secó la boca y las manos con esta servilleta!"

Los invitados dijeron entonces al servidor:

"Tú, que sabías eso, ¿cómo has podido echarla al fuego?"

El servidor respondió:

"Los hombres de Dios merecen nuestra confianza. ¡Incluso si me hubiese ordenado echarme yo mismo al fuego, lo habría hecho!"

¡Oh, hermano mío! ¡Si la fidelidad de un hombre es menor que la de una mujer, entonces su corazón no merece ser llamado corazón, sino tripas!



150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

viernes, 25 de octubre de 2019

BAÑO


Un día, un emir sintió el deseo de ir al baño. Llamó a su esclavo, que se llamaba Sungur, y le dijo:

"¡Prepara mi sábana, mi barreño y mi jabón! ¡Vamos al baño!"

Sungur ejecutó sus órdenes y ambos tomaron el camino del baño. Ahora bien, en este camino, había una pequeña mezquita. Cuando pasaba ante ella, Sungur oyó la llamada a la oración. Dijo a su amo:

"¡Oh, amo! ¿Podríais esperar unos instantes ante esos almacenes mientras hago mi oración?"

El emir aceptó y se puso a esperar...

Esperó mucho tiempo. Vio salir a los fieles y al imán, pero Sungur seguía en el interior. Perdiendo la paciencia, el emir se puso a gritar:

"¡Oh, Sungur! ¿Porqué no sales?"

Desde el interior de la mezquita, Sungur le respondió:

"Estoy retenido aquí. No pierdas la paciencia. Ya voy. ¡Sobre todo no creas que olvido que me esperas!"

El emir reiteró siete veces su llamada y, cada vez, Sungur respondía:

"¡No tengo permiso para ir junto a ti!"

Al fin, el emir le dijo:

"Pero no hay nadie en la mezquita. Tengo curiosidad por saber lo que te impide salir."

Sungur respondió:

"El que te encadena en el exterior me ha encadenado en el interior. El que no te permite entrar me impide salir."

El océano no deja escapar a los peces y, del mismo modo, la tierra no deja a su fauna precipitarse al mar.



150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

TU ROSTRO NO ES TU ROSTRO


jueves, 24 de octubre de 2019

PENSAMIENTOS CONDICIONADOS


EL CÍRCULO DEL NOVENTA Y NUEVE


Un rey muy triste tenía un sirviente que se mostraba siempre pleno y feliz. Todas las mañanas, cuando le llevaba el desayuno, lo despertaba tarareando alegres canciones de juglares. Siempre había una sonrisa en su cara, y su actitud hacia la vida era serena y alegre. Un día el rey lo mandó llamar y le preguntó:

-Paje, ¿cuál es el secreto?

-¿Qué secreto, Majestad?

-¿Cuál es el secreto de tu alegría?

-No hay ningún secreto, Alteza.

-No me mientas. He mandado cortar cabezas por ofensas menores que una mentira.

-Majestad, no tengo razones para estar triste. Su Alteza me honra permitiéndome atenderlo. Tengo a mi esposa y a mis hijos viviendo en la casa que la corte nos ha asignado, estamos vestidos y alimentados, y además Su Alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas que nos permiten darnos pequeños gustos. ¿Cómo no estar feliz?

-Sino me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar --dijo el rey- Nadie puede ser feliz por esas razones que has dado.

El sirviente sonrió, hizo una reverencia y salió de la habitación. El rey estaba furioso, no conseguía explicarse cómo el paje vivía feliz así, vistiendo ropa usada y alimentándose de las sobras de los cortesanos. Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le preguntó:

-¿Por qué él es feliz?

-Majestad, lo que sucede es que él está por fuera del círculo.

-¿Fuera del círculo? ¿Y eso es lo que lo hace feliz?

-No, Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz.

-A ver si entiendo: ¿estar en el círculo lo hace infeliz? ¿Y cómo salió de él?

-Es que nunca entró.

-¿Qué círculo es ese?

-El círculo del noventa y nueve.

-Verdaderamente no entiendo nada.

-La única manera para que entendiera sería mostrárselo con hechos. ¿Cómo? Haciendo entrar al paje en el círculo. Pero, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el círculo. Si le damos la oportunidad, entrará por si mismo.

-¿Pero no se dará cuenta de que eso es su infelicidad?

-Si se dará cuenta, pero no lo podrá evitar.

-¿Dices que él se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en ese ridículo círculo, y de todos modos lo hará?

-Tal cual, Majestad. Si usted está dispuesto a perder un excelente sirviente para entender la estructura del círculo, lo haremos. Esta noche pasaré a buscarlo. Debe tener preparada una bolsa de cuero con noventa y nueve monedas de oro.

Así fue El sabio fue a buscar al rey y juntos se escurrieron hasta los patios del palacio y se ocultaron junto a la casa del paje. El sabio guardó en la bolsa un papel que decía: "Este tesoro es tuyo. Es el premio por ser un buen hombre. Disfrútalo y no le cuentes a nadie cómo lo encontraste".

Cuando el paje salió por la mañana, el sabio y el rey lo estaban espiando. El sirviente leyó la nota, agitó la bolsa y al escuchar el sonido metálico se estremeció. La apretó contra el pecho, miró hacia todos lados y cerró la puerta.

El rey y el sabio se acercaron a la ventana para ver la escena. El sirviente había tirado todo lo que había sobre la mesa, dejando sólo una vela, y había vaciado el contenido de la bolsa. Sus ojos no podían creer lo que veían: ¡una montaña de monedas de oro! El paje las tocaba, las amontonaba y las alumbraba con la vela. Las juntaba y desparramaba, jugaba con ellas... Así, empezó a hacer pilas de diez monedas. Una pila de diez, dos pilas de diez, tres, cuatro, cinco pilas de diez... hasta que formó la última pila: ¡nueve monedas! Su mirada recorrió la mesa primero, luego el piso y finalmente la bolsa.

"No puede ser", pensó. Puso la última pila al lado de las otras y confirmó que era mas baja. "Me robaron -gritó-, me robaron, ¡malditos! "Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas. Corrió los muebles, pero no encontró nada. Sobre la mesa como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que había noventa y nueve monedas de oro. "Es mucho dinero -pensó- pero me falta una moneda. Noventa y nueve no es un número completo. Cien es un número completo, pero noventa y nueve.

El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del paje ya no era la misma, tenía el ceño fruncido y los rasgos tensos, los ojos se veían pequeños y la boca mostraba un horrible rictus. El sirviente guardó las monedas y, mirando para todos lados con el fin de cerciorarse de que nadie lo viera, escondió la bolsa entre la leña. Tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos. ¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar para comprar su moneda número cien? Hablaba solo en voz alta. Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla; después, quizás no necesitaría trabajar más. Con cien monedas de oro un hombre puede dejar de trabajar. Con cien monedas de oro un hombre es rico. Con cien monedas de oro se puede vivir tranquilo. Si trabajaba y ahorraba, en once o doce años juntaría lo necesario. Hizo cuentas: sumando su salario y el de su esposa, reuniría el dinero en siete años. ¡Era demasiado tiempo! Pero, ¿para qué tanta ropa de invierno?, ¿para qué más de un par de zapatos? En cuatro años de sacrificios llegaría a su moneda cien.

El rey y el sabio Volvieron al palacio.

El paje había entrado en el círculo del noventa y nueve. Durante los meses siguientes, continuó con sus planes de ahorro. Una mañana entró a la alcoba real golpeando las puertas y refunfuñando.

-¿Qué te pasa? -le preguntó el rey de buen modo.

-Nada -contestó el otro.

-No hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo.

-Hago mi trabajo, ¿no? ¿Qué querría Su Alteza, que fuera también su bufón y juglar?

No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente. No era agradable tener un paje que estuviera siempre de mal humor.

La mayoría de nosotros hemos sido educados en esta psicología: siempre nos falta algo para estar completos, y sólo entonces podremos gozar de lo que tenemos; siempre nos faltan "cinco centavos para el peso". Nos enseñaron que la felicidad deberá esperar a completarlo que falta. Y como siempre nos falta algo, la idea retoma el comienzo y nunca podemos gozar de la vida.

Otra cosa sería si nos diéramos cuenta así de golpe, de que nuestras noventa y nueve monedas son el cien por cien de nuestra fortuna, de que no nos falta nada, de que nadie se quedó con lo nuestro. Es sólo una trampa, una zanahoria puesta frente a nosotros para que, por codicia, arrastremos el carro, cansados, malhumorados, infelices o resignados. Un engaño para que nunca dejemos de empujar, sin ver los enormes tesoros que tenemos alrededor, aquí y ahora.

Añoramos lo que nos falta y dejamos de disfrutar de lo que tenemos.


Extracto del libro:
La culpa es de la vaca 1a parte
Lopera y Bernal
Fotografía de Internet

LA HUMANIZACIÓN DE LA CONQUISTA


martes, 22 de octubre de 2019

LA CONQUISTA DEL VARÓN EN EL MUNDO CIVILIZADO


2. La conquista del varón en el mundo civilizado

El abrumarte panorama animal presentado adquiere en el mundo de los humanos matices distintos, aunque la tendencia básica subsiste: la energía libidinosa sigue siendo el motor. Los rituales de conquista masculina crean un derrotero más amañado, menos cruento y más civilizado, pero igualmente competitivo, desgastador y, la mayoría de la veces, tonto. El cortejo social interpersonal, especialmente en los varones, aporta nuevos ingredientes culturales como mentir, exagerar, esconder, disimular, utilizar prótesis, aparentar, fingir y engañar. El galanteo humano está diseñado para exhibir las cualidades y sacar partido de ellas, o inventarlas si fuera el caso.

Ovidio, poeta y pensador romano, algunos años antes de Cristo publicó un manual para seductores llamado Ars amandi, cuya traducción es el Arte de amar (nada que ver con Fromm). El manual consta de infinidad de consejos para triunfar en el arte de la seducción. El éxito del texto fue de tal envergadura que el emperador Augusto lo consideró una de las causas de la corrupción moral reinante en Roma, así que lo prohibió y desterró al pobre Ovidio.

Aunque el escrito también va dirigido a la mujer, la parte central se refiere a como seducir y mantener el amor femenino. El autor no escatima esfuerzos para animar a los varones: "Hasta aquélla que creas más difícil, se rendirá al fin"; advierte sobre el poder de la paciencia: "Tal vez recibas una ingrata contestación, pidiéndote que ceses de solicitarla; ella en su fuero interno teme que la obedezcas y lo que quiere es que sigas insistiendo"; recomienda el acoso sexual moderado como forma de halago: 'A todas les gusta que se lo pidan, tanto a las que lo conceden como a las que lo niegan"; alerta sobre el riesgo de que una vez hechos los regalos, la dama se niegue a dar más: 'Los regalos que le hubieras hecho podrían obligarla a abandonarte, y de momento se lucraría de tu generosidad sin conceder nada a cambio. Por esto hay que mantenerla en la esperanza de que recibirá mucho más. Que confíe en que siempre le vas a dar lo que nunca pensaste... No seas parco en prometer'; recomienda darla impresión de poseer cierta cultura general, aunque no se tenga: "Si alguna muchacha te pregunta los nombres de los reyes vencidos y por las tierras, montes o ríos que figuran en la procesión, responde a todo y afirma lo que no sabes como si lo supieras perfectamente"; y también sugiere un estilo expresivo particular: "El amante ha de estar pálido..., que el semblante demacrado manifieste las angustias que sufres..., para alcanzar tus deseos debes convertirte en un ser digno lástima; que quien te vea exclame al punto: está enamorado".

Como resulta evidente, el costo de este tipo de conquistas, más que la grasa del carnero (como en el caso de los carneros montañeses descrito anteriormente), es la integridad personal. A la larga, vamos en pos de lo mismo que persiguen nuestros predecesores animales, pero de una forma mucho menos honesta y elegante. El Ars armandi es el arte de engatusar a través de la mentira y la propia deshonra.

El ave del paraíso arriba mencionada se cansa y fatiga en su seducción, pero embellece el ritual porque no necesita mentir; lo ennoblece y lo enriquece con lo que verdaderamente es.

La humanización de la conquista requiere dar un gran salto cualitativo, donde la aproximación del varón a la mujer permita un contacto más pacífico, menos depredador, y sin tanta premura sexual. La mayoría de las veces, cuando nos acercamos a ellas, el deseo nos nubla la mente y otras funciones. Al estar absorbidos y empujados por la necesidad sexual, no alcanzamos a reconocerlas como personas. Ni siquiera las vemos. Muchos hombres, luego de la conquista y la culminación del acto, no se acuerdan del rostro de la mujer con la que estuvieron. No tienen la más remota idea de cómo piensa, qué hace, cómo vive y qué siente aquella mujer que hace un rato abrazaban y besaban con pasión. No hubo contacto humano. No estoy diciendo que cada relación necesite de un curso prematrimonial de meses para acceder a la intimidad sexual; lo que propongo es arrojar algo de luz sobre "el oscuro objeto del deseo", y quitarle un poco de sexo al arte de seducir.

Pese a que la paranoia femenina de ver al hombre como un especie de pulpo descontrolado está justificada, a veces se les va la mano. A muchas mujeres les gustaría castrar a más de un varón para poder ser sus amigas y evitar, de esta manera, cualquier interferencia del deseo. Querer descuartizar al hombre para ser su amiga, así sea psicológicamente, no deja de ser una perversión. Aunque la amistad intersexos es una realidad (todos tenemos buenas amigas "con las que no pasa nada"), casi siempre esta "asexualidad" permanece dormida o latente, pero no muerta. Los casos de "íntimos amigos" que ahora son esposos, son innumerables. Muchas amigas que no nos provocan sexualmente, pasarían a ser un manjar luego de algunos meses con ellas en una isla desierta. Para ser amigos de las amigas, o viceversa, no necesitamos despojarnos de la sexualidad que define el propio género. Ser amiga de un varón implica correr el riesgo de un piropo, un chiste o algún comentario con "olor a hombre".

Una mujer de 20 años, supremamente atractiva, se ofendía cuando los amigos le hacían algún comentario sobre sus atributos físicos. En cualquier parte del planeta hubiera pasado lo mismo, pero ella "exigía" que se hiciera caso omiso de sus escotes, sus provocativas minifaldas y sus pantalones ajustados. Las afirmaciones masculinas: "Puedo ser tu amigo, te estimo, pero no puedo dejar de reconocer tus encantos físicos..." o "Como pienso que nuestra amistad es muy valiosa y no la quiero perder, de manera consciente alejo mis malos pensamientos", eran marcadamente ofensivas para ella.

Muchas mujeres se sorprenden de que sus íntimos amigos, "hermanitos"del alma, reconozcan atractivos físicos en ellas y se lo manifiesten. Nadie puede quitarle al otro el derecho al deseo. No estoy diciendo que el amigo hombre necesariamente deba ser un “acoston" sexual, molesto y empalagoso, sino que esa "malicia", en el buen sentido, no se cura ni se extirpa. El hombre lleva su carga de masculinidad las veinticuatro horas. Ser amigo de una mujer es entrar en contacto con su feminidad y no con un ser angelical asexuado, por eso es "amiga" y no "amigo". Lo interesante en cualquier amistad hombre-mujer es, precisamente, compartir la variedad que ofrece la diferencia de género en la manera de ver y sentir la vida; como es obvie, teniendo el sexo relegado, alejado, diluido y bajo estricta vigilancia. Ser amiga de un varón es reconocerlo como tal, como una amalgama de sentimientos masculinos entrelazados, donde el sexo puede estar en un cuarto o quinto plano, casi imperceptible, pero"vivito y coleando". La otra opción es la que asume la sabiduría popular, y eso ya va en gustos: "El mejor amigo de una mujer es un homosexual”

En lo humano, la libido juega muchos más papeles que la mera reproducción mecánica. Los varones debemos aceptar que cuando dejarnos nuestro comportamiento en manos de las ganas sexuales la embarramos, nos equivocamos, entregamos reinos, violarnos, robamos y hacemos el ridículo. Cuando la conquista masculina está dirigida por la típica sobreexcitación instintiva carnal, el varón involuciona, suplica, miente, paga, ruega, en fin, se humilla. Quizá sea hora de sosegarse y permitir que ellas también hagan harte del trabajo. El irrespeto con uno mismo empieza cuando olvidamos el ¡actor humano y dejamos que la urgencia fisiológica elija por nosotros. Nos degradamos cuando nos vendemos al mejor postor, sin pensarlo dos veces y sin importar quién sea. El acercamiento amable es legitimizar y refrendar a la otra persona como una opción aceptable y merecedora de lo que somos. Ni obligarse ni obligar, sino facilitar la concordancia mutua. Hace algunos años, en un baño para caballeros encontré esta poesía anónima, escrita en una pared: 

Exigió un seguro de Vida y le di tres.
Exhortó honestidad comprobada no volví a robar.
Sugirió cumplimiento y jamás llegué tarde.
Aconsejó moderación e intenté el celibato.
Reclamó sigilo y discreción y me volví invisible.
Alentó mi olvido y contraje amnesia.
Pidió que la amara con pasión y desenfado.
Pero estaba ya tan cansado que no fui capaz.

Aunque el sexo esté inmerso en la esencia misma de la seducción masculina (cortejo sin deseo no es cortejo, sino asunto de negocios), y probablemente así va seguir siendo por muchos miles de años, hay que aceptar que no es el único motivador de la conquista del varón. La aproximación hacia el sexo opuesto también está motivada por la búsqueda de compañía, por el compartir las gracias y desgracias de la civilización (por ejemplo hamburguesas y papitas fritas, cine y televisión), por la conversación informal, por el filosofar de bar en bar, por la increíble fuerza que genera la genuina amistad hombre-mujer, por la lujuria oculta y la fantasía anticipada. Lo psicológico, la autoconsciencia para ser más exacto, le da una nueva extensión al galanteo, y lo lanza mucho más allá del simple cuerpo a cuerpo.

Desde mi punto de vista, la conquista sana en humanos no es más que un conjunto de acuerdos implícitos (cuanto más silenciosos mejor) para invadirse mutuamente sin perder la soberanía personal. O dicho de otra forma, es romper en forma respetuosa el territorio del otro, reconociéndolo como un genuino ser que vale la pena explorar por fuera y, sobre todo, por dentro.



Extracto tomado del libro:
Intimidades masculinas
Walter Riso
Imágenes tomadas de internet

TU ROSTRO VERDADERO


lunes, 21 de octubre de 2019

SERES HUMANOS TÍPICOS


CONTRATIEMPOS


Somos hijos de los días. Según los mayas, hemos sido fundados por el tiempo, desde que el tiempo creó a los dioses que nos crearon. Todos somos tierra encantada y todos somos tiempo, y de tiempo en tiempo andamos. El tiempo reina, y se burla: se burla de los pasatiempos que quieren matarlo, de las cirugías que quieren borrarlo, de las píldoras que quieren callarlo, de las máquinas que quieren medirlo y de la gente que quiere ganarlo. 

En las reuniones de San Andrés Larráinzar, los funcionarios del gobierno no han conseguido entender a los indígenas zapatistas. 

—Ya déjense de fastidiar con esta cosa del tiempo —dijo uno de los funcionarios. Y señalándose la muñeca, y señalando las muñecas de los indios, sentenció: 

—Nosotros usamos relojes japoneses, y ustedes también usan relojes japoneses. Para nosotros, son las nueve de la mañana. Para ustedes, también son las nueve de la mañana. 

Los indios sonrieron, y callaron.


Tomado de:
Cuentos de Galeano en la Jornada
Eduardo Galeano
Fotografía de internet

domingo, 20 de octubre de 2019

SOBRE HISTORIAS DE TU VIDA


LA CONQUISTA DEL MACHO EN EL MUNDO ANIMAL


La conquista sexual masculina:
un desgaste agotador

1. La conquista del macho en el mundo animal

Por alguna razón todavía no identificada por los biólogos, el ciclo reproductivo en la naturaleza ha sido organizado de una manera especialmente exigente para los machos. En todas las especies animales la actividad sexual requiere de una inversión de tiempo y esfuerzo sorprendente, que: muchas veces es nefasta para la propia supervivencia. Es realmente impresionante ver el gasto competitivo, ya sea intimidando a los rivales o persuadiendoa las hembras, al cual deben recurrir los machos para cumplir su designio reproductor. Parecería que en toda la escala zoológica la misión del sexo masculino es la misma: reproduccción a cualquier precio. Algunos ejemplos hablan por sí solos.

Se ha encontrado que los carneros montañeses de cuernos más largos son sexualmente más exitosos, pero este éxito tiene un costo: mueren más jóvenes. Los investigadores han demostrado que la causa de su muerte prematura se debe al gasto que ocasiona tener que estar defendiendo constantemente a sus hembras de otros machos. Esta "defensa del harén" elimina gran parte de las reservas de grasa necesarias para sobrevivir en el invierno y, por lo tanto, envejecen o fallecen antes que aquellos carneros de cuernos más pequeños. Parecería que en el reino animal los "cuernos" también son un problema.

La exhibición sexual del ave del paraíso de Nueva Guinea consiste en fabricar un paisaje completo para atraer a las hembras. Primero limpia un tronco grueso y fuerte, luego teje a su alrededor una especie de manta y la decora con flores, alas de escarabajos fosforescentes y frutos. Después hace un techo de un metro de largo y una ventana donde pueda ser observado desde afuera por las interesadas. Para darle un toque de distinción a la construcción, coloca un tapete de musgo a la entrada, que adorna nuevamente con frutos y flores. Para terminar, rodea todo el lugar con una cerca pequeña. Cuesta creer que toda esta inversión de recursos esté destinada exclusivamente a la conquista. Claro que el saltamontes americano común no está mejor que digamos, ya que su forma de cortejar consta de un especie de baile de dieciocho posiciones diferentes, más complicado que la salsa y el tango arrabalero juntos. Y la razón, una vez más, es definitiva: cuanto mejor ejecute su danza, más novias tendrá.

La regla está definida como sigue: mientras las hembras muestran un mayor grado de eficiencia y distribución adaptativa de sus recursos básicos de supervivencia, los machos hacen gala de un despilfarro lamentable y de unas extravagancias seductoras poco prácticas y, en muchos casos, peligrosas. ¿Por qué es así?

Según los expertos, el ciclo reproductivo está definitivamente monopolizado por las hembras y, por lo tanto, a los machos les toca competir por sus favores, incluso cuando el número de hembras es mayor. Y esto no es machismo, sino hembrismo. Toda la estructura biológica animal gira alrededor de un desfase de apetencias sexuales, donde el poder está concentrado en quien menos necesite sexualmente al otro. Hapgood dice al respecto: "Todo esto [la competencia por las hembras en el mundo animal] parece una imagen muy directa de un sistema bastante común donde las hembras son todas altamente deseables por igual a los machos, y todos los machos uniformemente poco interesantes para la hembras".

En casi todos los cortejos de apareamiento, el macho debe rivalizar para obtener los encantos femeninos. Ya se trate del secuestro de la hembra, como ocurre con la abeja de la arena, de la lucha agresiva y directa que utiliza la serpiente no venenosa, del llamar la atención de manera incansable como lo hace el salmón, de la definición de territorios de exhibición masculina, como ocurre en millones de las libélulas machos, o del derecho de residencia que demarca el león, siempre hay que generar algún tipo de confrontación de género. Peleamos y nos matamos por ellas. Incluso los espermatozoides compiten. De doscientos millones de células espermáticas, sólo triunfa una. El óvulo los llama químicamente, los seduce, los atrae hasta que queden unos cuantos: los más aptos. Por último, con el poder que le confiere la naturaleza, el óvulo decide quién es el donante.

Los machos braman, chillan, corretean, saltan, lanzan destellos, gritan, aúllan, bailan, corren, hacen cualquier cosa con tal de ganarse el derecho a la reproducción sexual. Es tanto el apremio, que algunas especies han creado métodos indirectos para salvar su honor y, de todas maneras, procrearse. Por ejemplo, ciertas sabandijas insertan su propio esperma en el conducto espermático de otros machos, para garantizar así que sus genes sean transmitidos: un acto sexual indirecto. Algunos gusanos parásitos, después de aparearse, sellan el tracto genital de la hembra con una secreción coagulante, creando un verdadero cinturón de castidad bioquímico. En cierto tipo de moscas, el macho suelda, por así decirlo, sus genitales con los de la hembra, para no ser removidos jamás. La lista de estratagemas que utilizan los machos para competir sexualmente entre sí, es interminable; y todo por las hembras, por el placer de fabricar vida en ellas.



Extracto tomado del libro:
Intimidades masculinas
Walter Riso
Imágenes tomadas de internet

sábado, 19 de octubre de 2019

DESCANSANDO EN NADA


SEGÚN LEES ESTO, RELÁJATE. Simplemente. En esa relajación, observa si surge la tendencia a hacer algo, a hacer algo de este momento, a tratar de conservar este momento o bien a intentar deshacerse de él. Sugiero que todas estas tendencias se construyen en torno a algún tipo de defensa contra la revelación y el profundo auto reconocimiento de que en realidad no eres un cuerpo individual, en realidad no eres una personalidad, y , de hecho, no eres nada en absoluto. Cuando “nada en absoluto” es interpretado por la mente, surge un pensamiento pavoroso: un pensamiento de muerta, de falta de valía, de que uno es prescindible. Por tu profunda identificación con el cuerpo y con los pensamientos, este miedo puede ser muy intenso.

Los patrones mentales de defensa contra la nada, contra el vacío, se enredan sobre este miedo. Estos patrones son respuestas estratégicas al miedo. La mente puede activarse mucho de repente: “Sí, pero ¿qué significa eso? No puede ser. “¿Cómo voy a poder hacer mi trabajo? Por un momento deja todos esos pensamientos de lado. Deja que tu mente descanse sobre nada: Que no sea nada, que no haga nada, que no tenga nada, que no consiga nada, que no guarde nada. En ese momento si puedes realmente, voluntariamente, conscientemente, simplemente no ser nada en absoluto, puedes descubrir en un destello la paz, la expansión, la liberación de los límites que es inherente a la nada.

Lo cierto es que realmente no eres nada, pero esa nada está llena, es completa, infinita, está en todo y por todas partes, esta nada es la consciencia misma. Ya es total, plena, completa. Esa es la increíble paradoja, ¡Aquello que buscas y de lo que huyes es lo mismo!

Sé que debes experimentar al menos un atisbo o un eco de la paz ilimitada que está aquí. Este es un eco de tu verdadera identidad, que siempre está presente. Por muchas estrategias mentales que surjan-para hacer, para conservar, para ocultar, para proteger o para defender-, esta paz ilimitada siempre está presente, y es tu verdadero refugio. Esto es, de hecho, tu verdadero rostro. No necesitas año de práctica espiritual para hallar tu verdadero rostro, porque siempre está presente. Y tampoco hace falta ser una persona mejor para hallar tu verdadero rostro.

Ahora mismo, exactamente donde estás, quién quiera que imagines ser, tu verdadero rostro está brillando. Pero en realidad no es un rostro en absoluto, no tiene género, no tiene planes. Simplemente brilla tal como es, brilla como brillo.

A menudo me preguntan por qué nos identificamos erróneamente y encubrimos nuestro rostro original. Existen muchas teorías espirituales y metafísicas a ese respecto, pero hay una que tiene más sentido para mí que ninguna otra: El extraordinario deleite de descubrir tu verdadero rostro sólo es posible después del extraordinario sufrimiento de encubrirlo.

Seguramente recordaras la emoción que sentías de niño jugando al “escondite”, la extraordinaria emoción de esconderte durante un rato hasta que esta se desvanecía. En ese momento, aunque el deseo mantenía su intensidad, era de signo contrario, pues lo que querías era que te encontraran.

Si en tu vida ha surgido el deseo de que te encuentren, entonces es hora de ser encontrado. Es la hora de dejar de esconderse del concepto de la nada y de volver a la verdad de la nada.

Es la hora de descansar en ese sentido. Cuando así sucede, los hábitos de la identificación errónea, las estrategias de control y ocultación, las creencias condicionadas en la necesidad de esconderse…, todo ello queda expuesto y quedas libre para simplemente ser.

La experiencia y el poder de la individuación son imponentes, y no hay nada malo en ella. Pero es una experiencia de ocultación, por la cual la totalidad se disfraza de individuo. Ahora la totalidad puede brillar a través del disfraz del individuo. Lo único que se necesita es que estés preparado; se necesita tu disposición, tu declaración expresa: “sí, ahora estoy preparado, realmente preparado, para ser encontrado”.

Por supuesto, como te has estado escondiendo durante millones de años en distintas versiones de esta forma genética particular, grandes fuerzas surgirán en ti y te dirán: “no, todavía no, todavía no, aún no, un poco más adelante. Este no es un buen momento”. Pero lo que yo digo es sí, ahora; aunque estén surgiendo todas esas fuerzas del pasado, este es el momento de ser encontrado. Entonces estas fuerzas del condicionamiento se convierten en combustible para una enorme hoguera que ilumina tu camino
de vuelta a casa.



Extracto del libro:
El Diamante en tu bolsillo: Descubre tu verdadero resplandor
Gangaji
Imágenes tomadas de internet
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