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martes, 16 de agosto de 2022

NO TE ESFUERCES EN EXPLICAR LO OBVIO


EPÍLOGO
Cómo amar sin renunciar a lo que somos: Una guía reflexiva.

No te esfuerces en explicar lo obvio.

Una mujer se pasaba gran parte de su tiempo explicándole al marido por qué era importante que no la insultara y no maltratara a los hijos, como si de tanto insistir, remachar y remachar, se fuera a generar en él una especie de iluminación tardía. Sus explicaciones pecaban de una ingenuidad asombrosa: "Mira, mi amor, cuando me dices idiota, loca o puta, estás produciendo una sensación humana llamada ofensa, la cual causa dolor... y es muy, pero muy incómoda. Lo mismo cuando golpeas al niño, a él le duele...". ¿Será que al hombre le faltaba información y por eso agredía a su mujer e hijos? 

Si tu pareja te maltrata o te impide ser tú, sólo hay que actuar, no tienes nada que explicarle o enseñarle. No quiero decir con esto que debamos reducir la comunicación a cero y nunca argumentar. Lo que digo es que hay situaciones en las que las palabras sobran y el solo hecho de querer deliberar nos hace indignos.



Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet

miércoles, 22 de junio de 2022

NO ESPERES PERAS DEL OLMO


EPÍLOGO

Cómo amar sin renunciar a lo que somos: Una guía reflexiva.

No esperes peras del olmo.

A veces, el amor o la esperanza nos ciegan. Como un corolario del punto anterior, es importante partir de lo que en verdad somos y tenemos. He visto mujeres y hombres sufrir de la manera más angustiosa a la espera de un cambio de su pareja que nunca llega. No esperar peras del olmo, como dicen, significa no hacerse falsas ilusiones y ser realista. 

Si tu pareja te ha sido infiel varias veces, ¿por qué deberías esperar fidelidad? ¿Perdonar? Sí, claro, pero eso nada tiene que ver con la reincidencia. Puedo perdonar y dejar de amar, o puedo perdonar y alejarme por pura previsión y salud mental. Si a lo largo de la relación afectiva, la persona que amas ha sido indiferente, introvertida o poco cariñosa, ¿todavía esperas que se levante una mañana cualquiera y te llene de besos y abrazos? No digo que la gente no pueda cambiar, pero debes estar segura o seguro de que tal cambio sea posible y que valga la pena esperarlo. Una de mis pacientes me decía con orgullo que había encontrado la forma de salvar su relación: "Cada vez que me siento descuidada por él, lo amenazo con que lo voy a dejar y el hombre reacciona de inmediato". Gustos son gustos, pero un amor amenazado no es un amor confiable.



Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet

lunes, 13 de junio de 2022

NO PIERDAS EL TIEMPO CON QUIEN NO QUIERE DIALOGAR NI NEGOCIAR


La calidad de vida no es negociable, como tampoco lo son tus principios. Para negociar se necesitan dos que quieran hacerlo. Respeto y ganas. Según la ética discursiva que propone el filósofo alemán Jürgen Habermas, para que exista diálogo, el lenguaje de los involucrados debe ser entendible, sincero y verdadero. Si alguna de las partes no es veraz, se está perdiendo el tiempo. Un diálogo en serio implica pasar del "yo quiero" al "nosotros argumentamos". No pierdas el tiempo con quien: no está interesado; no te toma en serio; no dice lo que piensa y siente; esconde alguna mala intención; no te escucha con el interés necesario, o todas las anteriores.



Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet

martes, 7 de junio de 2022

FLEXIBILIZAR LOS DOGMAS


EPÍLOGO

Cómo amar sin renunciar a lo que somos: Una guía reflexiva.

Flexibilizar los dogmas: "Todo depende". Hay que pasar del amor incondicional, a las condiciones que debe reunir el amor para que sea relajado y placentero.

Por tanto, si quieres mantenerte dentro de los límites de una relación madura y saludable, no utilices categorías absolutas. Flexibiliza la mente y reubica tus deseos en la realidad concreta que te toca vivir. Amar de manera racional es incluir las excepciones a la regla en la manera de procesar la información afectiva. .Por ejemplo:

• "El matrimonio es para toda la vida". (Depende: si todo va bien, probablemente).

• "La separación es un fracaso". (Depende: en ocasiones separarse puede ser una forma de éxito y liberación).

• "El amor es incondicional". (Depende: si mi pareja me maltrata, el amor incondicional es contraindicado).

• "Hay que sacrificarse por la pareja". (Depende: si la exigencia o la necesidad del otro es irracional, la dedicación deja de ser saludable).

• "El amor justifica nuestras actos". (Depende: si trata dé ser infiel o de explotar a la pareja, no justifica nada).

• "El amor todo lo puede". (Depende: hay amores alfeñiques).

Un amor dogmático, regido por un sinnúmero de reglas e imperativos, pierde la capacidad de ser creativo y reinventarse a sí mismo. Un amor flexible mantiene su capacidad de crítica y autocrítica e intenta evitar los extremos dañinos y la normatividad ciega.




Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet

martes, 17 de mayo de 2022

EL DERECHO A SER AMANDO CON DIGNIDAD


Cuando se ha doblegado al otro bajo el yugo de la dominación psicológica, la víctima pierde el "no", accede por miedo o por apego. La confusión interior es tal, que el sujeto vapuleado puede llegar a justificar al agresor para tratar de explicar lo inexplicable y buscar razones donde no las hay. Dejar sentado quién es el más fuerte y quién tiene el control suele ser la meta de quien maltrata al otro: "¡Yo soy la autoridad, yo soy el poderoso, el que decide y ahí les dejo el precedente!"

Hace poco, pude observar por la televisión española uno de estos depredadores, que había asesinado a su mujer, aunque no recuerdo el motivo. Lo que me quedó grabado fue su expresión cuando la policía lo llevaba esposado.

Realmente me impresionó. Su rostro no mostraba ningún rasgo de arrepentimiento o de culpa, sino la expresión típica del "deber cumplido". Su mirada dejaba en claro que ella se lo merecía. La idea del "castigo merecido" es la demostración más evidente de la dominancia y el abuso del poder.

El abuso psicológico muchas veces es el preludio o el anuncio del maltrato físico. Recuerdo el caso de una mujer brillante profesionalmente, casada hacía cinco años, a quien su marido no le perdonaba el éxito que tenía.

Siempre trataba de menospreciarla, pero frente a los demás halagaba su desempeño y decía sentirse muy orgulloso. Esta doble faz le daba la coartada perfecta.

Cuando ella les comentó a sus hermanos del maltrato psicológico al cual era sometida, nadie le creyó. Un día llegó a mi cita con los ojos morados y otras lesiones: "¡A lo que hemos llegado!", me dijo entre lágrimas y sollozos.

"¡Pero, esto se acabó, ya pasó el límite!" Y así fue. Sin embargo, algunas preguntas quedaron en el aire: ¿Hubo que esperar cinco años de maltrato para actuar? ¿Por qué unos golpes tienen más significación que cinco años de desprecio y menoscabo? La dignidad no tiene matices, no hay violaciones al derecho de primer y segundo grado.

Simplemente, ningún tipo de maltrato debe ser tolerable.

Los derechos humanos son universales, inalienables (forman parte de tu esencia) y están concebidos para todas las personas. Destacan la autonomía individual y el desarrollo de la libre personalidad del individuo (libertad de expresión de ideas, de tener una vida privada y de tener iniciativa), así como la inviolabilidad de la condición humana. No tienes que hacer ningún curso especial para ser adjudicatario de tales derechos, te corresponden en tanto estés vivo. Los límites del poder en general y del amor de pareja en particular se configuran precisamente en los derechos humanos, no importa cuánto ames. Bienvenido al mundo real. Tenías un tesoro que no sabías, un baluarte que no utilizabas.

Un breve repaso y extensión de la Declaración Universal de los Derechos Humanos a los vínculos afectivos nos muestra que muchos de estos derechos se violan sistemáticamente en las relaciones de pareja y que simplemente lo aceptamos porque están amparados por el manto sagrado del amor. Veamos:

Artículo 3: Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona. Es evidente: ninguna restricción a tu libertad ni riesgos para tu vida, así sea en el nombre del amor, es válida. La base segura no es negociable en ninguna relación. Debes tener la certeza de que no te lastimarán intencionalmente. Si deseas entregarte en alma y vida a tu pareja, que sea en pleno uso de tus facultades, sin presiones, culpa, miedo o apego. El altruismo no riñe con este artículo, si tú decides.

Artículo 4: Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre: la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas las formas. ¡Se prohíbe la esclavitud y la servidumbre! "Toda forma de esclavitud", incluso aquella ¿fue se ampara en un supuesto amor. Aunque no lo creas, mucha gente establece relaciones de pareja sin someterse. Si bien durante el enamoramiento una forma de esclavitud bioquímica, socialmente aceptada y glorificada por la cultura, hace su aparición, la naturaleza te libera al cabo de dos o tres años. La esclavitud se fundamenta en la idea macabra de que unos tienen más derechos o son esencialmente más valiosos que otros. ¿Habrá mayor dicha que amar de igual a igual, sin miedos y sin estratagemas, a corazón abierto? Eres esclava o esclavo cuando tu libertad no te pertenece. ¿Cuál es su consecuencia? La explotación.

Artículo 5: Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Las páginas de este libro están llenas de ejemplos de relaciones de pareja en las que se viola este artículo. Las palabras "cruel", "inhumano" o "degradante", no son sinónimos de silla eléctrica o cámara de gas. Menospreciar, ignorar o burlarse sistemáticamente de la pareja es inhumano. Desprestigiar a la persona que amas o denigrar de ella indica que no la amas sanamente o que no la amas. ¿Quién no ha levantado la voz o ha ofendido alguna vez a alguien en una discusión? ¿Y quién no se ha arrepentido luego? No hablo de esos brotes esporádicos que se dan al calor de una disputa (aunque no los justifico y reconozco que pueden llegar a ser peligrosos), me refiero a la tortura consistente, sistemática y a mansalva, cuyo fin es provocar deliberadamente el dolor ajeno. Recuerdo la película Durmiendo con el enemigo, que cuenta la historia de un hombre que se dedica obsesivamente a encontrarle errores y defectos a su mujer.

Artículo 12: Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en la vida privada, su familia, su domicilio o su correspondencia, ni de ataques a su honra o su reputación. Tienes derecho a la intimidad ¿Qué implica esto? Mantener tus espacios, tu territorialidad, tu microcosmos, sin que te invadan tu privacidad o te asalten en tu buen nombre. Los ataques a tu honra son una forma de discriminación y de maltrato psicológico. ¿Hay que contarle todo a la pareja o debe haber algunos secretos en una relación? Pues si te adscribes a la modalidad de fusión/ comunión, de ser una unidad, habría una sola mente y los pensamientos de tu pareja y los tuyos estarían entremezclados en un gran enredo informacional; cada quién tendría acceso libre y directo a todos los aspectos de la vida psicológica, afectiva y comportamental del otro. Tu soberanía personal quedaría al descubierto. Algunas personas piensan que "estar enamorados" y/o casados les da autorización para ejercer el papel de fiscal o de auditor permanente. Investigar al otro, revisar su base de datos, expropiar la vida privada sin ningún tipo de consideración: "Lo tuyo es mío", o peor: "Si no me das carta abierta para estar en cada rincón de tu mente y de tu corazón, tienes algo que esconder o no me amas". Paranoia y simbiosis. ¿De dónde sacamos que el vínculo afectivo justifica el "examen" y la fiscalización de la reserva personal? Sólo podemos llegar hasta donde la dignidad de nuestra pareja lo permita. Y si no nos gusta esa zona de exclusión, debemos revisar la relación que hemos establecido con ella. Es evidente que los miembros de una pareja, así haya amor, deben mantener cierta privacidad: mis ideas, mis sueños, mis amigos y nuestras ideas, nuestros sueños, nuestros amigos. El autoritarismo y el totalitarismo, siempre y sin excepción, se oponen al amor respetuoso.

Artículo 16: Los hombres y las mujeres, a partir de la edad núbil, tienen derechos, sin restricción alguna por motivo de raza, nacionalidad o religión, a casarse y a fundar una familia, y disfrutarán de iguales derechos en cuanto al matrimonio, durante el matrimonio y en caso de disolución del matrimonio. Derecho al matrimonio y a prescindir de él. Nada obliga al matrimonio ni a la soltería, tan válidos ambos como cualquier otra decisión. O mejor: derecho a no perder los derechos en ningún caso, sea cual sea el vínculo. Derecho a casarse y a separarse. Iguales privilegios, dentro y fuera de la relación. Nadie debe ser castigado por querer disolver un matrimonio o por permanecer en él.

Artículo 18: Todas las personas tienen derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual o colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia. Puedes creer en lo que quieras, si no violas el derecho de nadie. No tienes por qué esconder o disimular tus creencias, si a tu pareja no le gustan. Recuerdo el caso de una señora que mantuvo en secreto por años su adhesión a una congregación cristiana porque el marido era ateo y no le daba permiso para creer en Jesucristo. Su culto debía ser ejercido a escondidas, como si se tratara de un grupo terrorista. Cuando finalmente sacó el coraje para decirle la verdad, el ofendido señor se fue de la casa. La libertad de conciencia significa poder actuar de acuerdo con los propios códigos éticos y negarse a ir en contra de la propia fe, sea cual fuere. No niego que las parejas que profesan cultos religiosos distintos puedan llegar a tener problemas, pero lo que sostengo es que los valores, cuando son verdaderos y legítimos para quien los vive y siente, no son negociables. En el caso que acabo de señalar, la señora acumuló angustia y dolor durante años porque, al mejor estilo estalinista, le era "prohibido" ejercer libremente su religión. En una cita me dijo: "Nunca he sido tan feliz, puedo ir a mi parroquia y participar en los festejos cuando quiera. Es una sensación extraña, como si me hubiera liberado de una cárcel. Mi vida ha adquirido un nuevo sentido. Pero a veces me siento culpable conmigo misma por haber sido tan sumisa. Cuando decidí contarle todo a mi marido me sirvió mucho saber que estaba defendiendo un derecho universal y que no sólo era un capricho mío...". Si en el nombre del amor afectan tu libertad de opinión y expresión, sencillamente eres víctima de un amor dictatorial: es decir, no te aman.

Artículo 20 (1): Toda persona tiene derecho a la libertad de reunión y de asociación pacíficas. Parece sencillo, pero no lo es. Cualquier persona que mantenga una relación de pareja con alguien celoso o controlador sabe a qué me refiero: "No quiero que salgas con tus amigas o amigos" o "¿Dónde vas, con quién vas, a qué hora vuelves?" Amor policivo, el FBI en casa. El hombre dice:"¡Qué estupidez! ¡Sólo a ti se te ocurre meterte con ese grupo de locas! "Ella responde: "No son locas, son mujeres que trabajan en un voluntariado". Él indignado, replica:"¡Tu deber es no descuidar a tu familia, además, debes contar conmigo cuando tomas esas decisiones!" Ella, dice: "No estoy de acuerdo. No puedes impedirme que me reúna con la gente que quiero. Además, la familia es tanto responsabilidad tuya como mía". El marido tira la puerta con furia, sin antes expresar con indignación: "¡Vaya uno a saber quién te está llenado la cabeza de estupideces!" La mujer, que no necesita ayuda profesional ni consejos porque hace uso de sus derechos, se viste y sin una pizca de culpa o ansiedad sale para la reunión de los jueves, con la clara convicción de que la separación es cuestión de tiempo. En la mentalidad machista típica, el derecho a reunirse y a asociarse es poco menos que un trastorno psicológico o una desviación de la conducta normal. En el amor maduro y bien estructurado, nadie es de nadie. Algunas "posesiones amorosas" necesitan más de un exorcista que de un psicólogo.

Artículo 23 (2): Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual. Es el derecho a un trabajo digno. Yo agregaría a iguales privilegios por un trabajo similar en esfuerzo y entrega. Tal como dije antes, la división del trabajo en la pareja debe ser consensuado y equilibrado, si no queremos que se vayan acumulando rencores. El amor no escapa a la justicia, a la equidad fundamental que surge de considerar al otro como un sujeto válido que merece ser respetado en su condición. ¿Cuántas mujeres son discriminadas en su trabajo gracias a una tradición excluyente, tan irracional como milenaria? Si hay amor, hay igualdad en los derechos. Por eso, es importante buscar un balance costo/beneficio entre lo que se entrega y recibe. Descanso, uso del tiempo libre, disfrute, duración de las tareas, en fin, no permitir jamás que la filosofía del workaholic entre al hogar. ¿Cómo negociar el derecho a la intimidad, a la cultura, a la educación, a la libre expresión, a comportarte de acuerdo con las creencias religiosas, el derecho a la libre movilidad y asociación? ¿Cómo amar en paz, si debo hacer a un lado mi propia identidad? Renunciar a lo inalienable y a lo intransferible, a la esencia vital que te determina, así sea por amor, te pone en la cuerda floja. Eres el único o la única que puede saber si se justifica o no tal entrega. No obstante, el buen amor abre otras puertas. ¿Quién no daría la vida por un hijo o incluso por la persona que amamos limpiamente y con la cual hemos compartido una vida bien llevada? En muchos matrimonios felices, la muerte de uno de los cónyuges suele conducir rápidamente al fallecimiento del que sobrevive. Una relación sólidamente estructurada, cuyo vínculo está guiado por un propósito determinante, requiere de la buena distribución de eros, philia y ágape. Amor justo y digno, bajo los auspicios del erotismo y la ternura, tan honesto como alegre, tan respetuoso como arrebatador. Un amor sensible, compasivo y seguro que se mueva dentro de los derechos humanos, sin vestigios de esclavitud o servilismo, es una de las experiencias más maravillosas que nos puede ofrecer la vida. Y lo opuesto, la entrega enfermiza y el sometimiento decadente en nombre de un amor descabellado es una de las formas más tristes de autodestrucción. Depende de cada uno de nosotros elegir el camino.



Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet

miércoles, 27 de abril de 2022

LOS DERECHOS HUMANOS Y EL AMOR DE PAREJA


La mayoría de la gente piensa que el tema de los derechos humanos es algo que concierne a los políticos, la ONU o a los países del tercer mundo, y no se percatan de que su importancia se revela en todos los aspectos de la vida interpersonal. Creemos que el amor, por su magnificencia y glorificación, está por encima de la humanidad, que es algo tan limpio y puro que no puede contaminarse con lo mundano. Nada más falso. En las relaciones afectivas, llámese amistad, pareja o familia en general, los derechos humanos son violados sistemáticamente.

¿Quién no se ha visto enredado alguna vez con alguien que intenta engañarlo o manipularlo para imponer sus intereses personales? Los monstruos afectivos existen, así como existen los grandes amores. Además, debemos reconocer que, bajo los efectos de un fuerte amor pasional podemos hacer cualquier estupidez y aceptar cualquier cosa. La capacidad de enamoramiento o la hipersensibilidad al amor nos hace vulnerables a los depredadores afectivos, debilita nuestra autonomía y la autoafirmación del "yo". Debilidad placentera, pero peligrosa.

Las interacciones humanas pueden ser simétricas (entre personas que manejan un mismo nivel de poder) o asimétricas (entre personas que no manejan el mismo nivel de poder). Sin embargo, no conozco ningún vínculo interpersonal totalmente equilibrado, igualado por lo bajo y por lo alto, llámese matrimonio, noviazgo, amantes o amigovios. E, incluso, si pudiéramos concebir semejante igualdad, no tendríamos la certeza absoluta de que alguna de las partes, por diversas razones, pudiera intentar aprovecharse de la otra. El amor no impide necesariamente la lucha por el poder, ni garantiza que este forcejeo se realice acorde con los derechos humanos. La película La guerra de los Roses no es ficción. He visto parejas que se mantienen por años en pie de guerra y de batalla en batalla.

Como decía antes, un número considerable de personas se ve enredado en relaciones afectivas en las que uno de los miembros de la pareja de turno se aprovecha del otro y lo lastima profundamente. Muchos de estos abusos no solamente se enmarcan en las agresiones físicas sino en las psicológicas (v.g. descalificación, chantaje emocional, amenazas, culpabilización, sarcasmo), evidentemente más sutiles y encubiertas, frente a las cuales la opinión pública y la ley aún no están lo suficientemente sensibilizadas (intenta ir a una comisaría y denunciar a tu pareja porque te denigra psicológicamente, a ver qué cara pone el comisario en cuestión). La intromisión indebida en la mente de un individuo es quizás la peor forma de violencia, porque la víctima no siempre se da cuenta de lo que está ocurriendo y puede acostumbrarse a los ataques. No sólo hay una permisividad cultural del maltrato psicológico y del acoso moral, también existe en las personalidades débiles una resignación a la tortura psicológica que a veces Sorprende.

Una mujer me contaba: "Mi esposo me insulta todo el día y se burla de todo lo que hago... Eso sí, nunca me ha puesto la mano encima". Extraña manera de evaluar el maltrato'. "Puedes insultarme, pero no pegarme". Difícil de entender. La opción saludable resulta evidente: "No puedes ni insultarme ni pegarme".

Recuerdo un caso que podría ser considerado como un récord Guiness en cantidad de maltrato psicológico por unidad de tiempo. Desde que entraron a mi consultorio, el hombre empezó como una escopeta de perdigones a lanzar agravios, pullas, ironías e injurias de todo tipo a su mujer. El embate era a mansalva y sin clemencia: "inútil", poca cosa, "mala mujer", "para qué me habré casado contigo", "loca", "poco inteligente", "fea", "frígida", "gorda desagradable", "maldita sea la hora en que te conocí" y cosas por el estilo. La señora, al parecer ya curtida en estas lides, permanecía de brazos cruzados mirándome, como diciendo:"¡Mire y aprenda de qué se trata esto!" Pese a mis intentos por apaciguar al señor, él seguía expulsando sus demonios. Al principio, supuse que debía de haber existido alguna pelea reciente que explicara semejante conducta, pero una afirmación de la mujer me dejó de una pieza: "Siempre es así. Y eso no es nada, aquí se controla porque está usted presente...". Cuando le pregunté al señor por qué se comportaba de ese modo, me dijo: "Ya no me la aguanto". Mi respuesta fue apenas obvia: "¿Han pensado en la separación, así sea por un tiempo?" Él guardó silencio por primera vez y ella encogió los hombros.

Conclusión: el ser humano puede acostumbrarse a cualquier cosa. Nunca volvieron a terapia, quizás porque presentían que el resultado sería inevitablemente la separación. De todas maneras, lo que me interesa señalar es |que podemos volvernos indiferentes al maltrato como si éste fuera parte inevitable de nuestro destino.

Una forma especialmente inquisitiva y dolorosa de sancionar al otro es, sin lugar a dudas, la indiferencia. He conocido a personas que "castigan" a su pareja con un silencio sostenido cruel que puede llegar a durar meses.

¡Sí, meses ignorando al otro! Haciendo una analogía con el pensamiento que expresa Hannah Arendt, en su libro Los orígenes del totalitarismo, para estos castigadores, la pareja se convierte en un ser "superfluo". Una mujer me decía angustiada: "Se me olvidó darle a mi | marido un recado que le había mandado la secretaria y no me habla desde hace quince días". Hay que querer muy poco o estar psicológicamente muy enfermo para no dirigirle la palabra durante tanto tiempo a la pareja simplemente porque tuvo un olvido.

¿Cómo seguir en una relación si te ignoran olímpicamente, no te dirige la palabra, no te escuchan o te pasan por encima como si fueras un objeto simplemente para castigarte? Latigazos o silencio: ¿qué prefieres? ¿Qué se necesita para soportar la ausencia voluntaria del otro y luego seguir como si nada hubiera pasado? Creo que a nadie le gusta ser un cero a la izquierda, pero tal como dije antes, el miedo corrompe. ¡Cuando, por ejemplo, un hombre tiene que olerle la vagina a su pareja cada vez que llega de la calle para estar seguro de que no ha tenido relaciones con otro hombre, ¿por qué accede la mujer? Una paciente me respondió lo siguiente: "Con eso lo dejo tranquilo. Si él quiere husmear mi ropa interior o mis genitales, que lo haga, es un segundo y listo... Él es muy inseguro, pero me quiere mucho...". Sin palabras.




Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet

miércoles, 6 de abril de 2022

EL AMOR DIGNO


Ninguno de los tres valores mencionados (solidaridad, reciprocidad, autonomía) tendría sentido si no existiera el respeto a los derechos del otro. Expresiones como: "Me perteneces" o "Eres mía o mío" no son otra cosa que la sintomatología de una necesidad imperiosa de posesión que suele traducirse en emociones destructivas, como los celos, el rencor, la ansiedad o la depresión.

Aunque no siempre sea fácil lograrlo, el amor digno se ubica en un punto medio entre "ser totalmente para el otro" y "ser totalmente para sí". No es excluyente, sino asertivo, en tanto es capaz de discernir claramente el territorio de sus reivindicaciones y de marcar límites. El concepto del amor digno descansa sobre dos pilares que la cultura del amor incondicional ha desechado: el respeto y la defensa de los derechos humanos. La máxima que lo rige es tajante: "Si no eres capaz de amar y que te amen con dignidad, mejor no ames".

De la tolerancia al respeto ¿Hay que tolerarlo todo? Obvio que no. Al igual que cualquier principio de vida, la tolerancia tiene sus límites.

Karl Popper planteó en su momento la paradoja de la tolerancia: "Si somos absolutamente tolerantes, incluso con los intolerantes, y no defendemos la sociedad tolerante contra sus asaltos, los tolerantes serán aniquilados y junto con ellos la tolerancia". ¿Habría que tolerar la violación o los asesinatos? ¿Qué liaríamos si viéramos a un hombre golpeando a su pequeño hijo? ¿Debemos tolerar el abandono infantil, los genocidios, las estafas o el maltrato? Hay amores intolerables y relaciones insoportables, a nadie le quepa duda.

Una persona tolerante es permisiva, paciente y no impositiva.

Sin embargo, estas virtudes llevadas al extremo pueden resultar peligrosas si no están acompañadas de amor propio y algo de sabiduría. Si alguien dijera: "Yo tolero a mi pareja", en vez de decir: "Yo amo a mi pareja", no daríamos un peso por esa relación. "Tolerar", según el Diccionario de sinónimos de Aguilar, también quiere decir: "soportar, aguantar, sufrir, resistir, sobrellevar, cargar con, transigir, ceder, condescender, compadecerse, conformarse, permitir, tragar saliva y sacrificarse. Un" vínculo afectivo que se ubicara en este contexto semántico parecería más una reunión de masoquistas anónimos que una relación amorosa. Soportar con indulgencia las agresiones no es sinónimo de amor.

Pero la palabra tolerancia también tiene una acepción más positiva y no tan referida al sacrificio, como es: "Disposición a admitir en los demás una manera de ser, de obrar o de pensar distinta a la propia". Es decir, la tolerancia como un valor que promulga el pluralismo entre las personas, en tanto acepta que éstas tienen derecho a expresarse con libertad de culto y opiniones. ¿Tu relación de pareja se rige por el pluralismo? De todas maneras, si consideramos que la libertad del otro es un derecho, esta libertad no tendría que ser tolerada sino respetada. El respeto modula el amor, pone una distancia cognitiva útil y conveniente entre los enamorados y permite pensar sobre lo que piensa el otro, para no maltratar ni ser maltratado. Por eso, para que la tolerancia no viole los derechos ajenos debe ser limitada: si la persona que amas es peligrosa para tu integridad física o psicológica, la tolerancia está contraindicada.

Así como nos indignamos frente a la injusticia ajena, también tenemos la responsabilidad de indignarnos cuando nuestros derechos personales se vulneran. No debemos tolerar los abusos, vengan de donde vengan y así estén patrocinados por el amor. Para el abuso no hay disculpas.

Recuerda: de la tolerancia a la estupidez sólo hay un paso, y es la ingenuidad.

No quiero tolerarte (¡Dios me libre!), lo que quiero es amarte en la convivencia, en los acuerdos y en los desacuerdos. No quiero tolerarte, sino amarte y respetar tu esencia.



Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet

jueves, 31 de marzo de 2022

DE LA OBLIGACION, AL AMOR VOLUNTARIO


Los siguientes valores guía (solidaridad, reciprocidad y autonomía) te servirán para ubicar el amor en un sitio mejor y más gratificante. La ausencia de cualquiera de ellos hace insostenible cualquier relación, por más buena voluntad, que tengan los implicados.

Tercer valor: De la obligación, al amor voluntario

Las relaciones afectivas cuyo vínculo se instala exclusivamente sobre la base del deber y la obligación o cuando los deberes pesan mucho más que los derechos, se van agotando a sí mismas. Hay algo castrense en esto de la "imposición afectiva" que no deja de sorprenderme.

La relación amorosa no puede ser una exigencia. No se trata de estar con quien se debe estar, sino de estar quien se quiere estar.

Autonomía: del griego, autos (propio) y nomos (ley). Es decir, autogobierno, independencia personal con ayuda de la razón. ¿Cómo potenciar tu "yo" auténtico si no eres libre para querer lo que quieras y desear lo que deseas? Dos típicas manifestaciones del deber afectivo frustrado: Quisiera quererte o "Desearía desearte".

Así como el sentimiento amoroso no se obliga, tampoco puede imponerse a una persona vivir con alguien si no desea hacerlo o no le conviene. ¿Cómo estar seguro de que te amaré toda la vida? No puedo. ¿Cómo estar seguro de que nunca llegaré a desenamorarme, si el desamor no depende solamente de mí sino también de lo que tú hagas o intentes hacer conmigo? No digo que haya que fomentar una actitud laissez-faire y eliminar toda forma de convenio.

Como ya expliqué, los deberes son necesarios para cualquier tipo de convivencia, a lo que me opongo es a la exigencia de sacrificar la dignidad en nombre de los deberes adquiridos.

El deber razonable y bien concebido es un cimiento para el respeto, pero el deber inexorable e irracional tiende a justificar todo tipo de violaciones. Hay que convivir con el deber razonable y pasarle por encima al deber irracional.

¿Habrá mayor placer que amar con independencia? Al amor juramentado y vuelto a juramentar le falta espontaneidad. Mejor un amor sin gravámenes, sin la carga de los "debería", sin deudas adquiridas: "Quiero estar contigo porque me nace, con la menor cantidad posible de preceptos y disposiciones". El amor sano no es una tabla de mandamientos ni un listado de códigos, sino un proceso vital de descubrimiento y crecimiento personal. Amas a una persona cuando respetas su capacidad de crearse a sí misma.

Lipovetski, en su libro El crepúsculo del deber, dice: Lo que está en boga es la ética, no el deber imperioso en todas partes y siempre; estamos deseosos de reglas justas y equilibradas, no de la renuncia a nosotros mismos; queremos regulaciones no sermones, "sabios" o sabiondos; apelamos a la responsabilidad, no a la obligación de consagrar íntegramente la vida al prójimo, a la familia o a la nación, Entonces, en un amor inteligente y maduro, básicamente ético, la responsabilidad asumida libremente pesa más que el deber tajante, el querer amar, más que el deber amar.

Tu relación es libre y autónoma cuando:

• Puedes disponer de tu tiempo y tus cosas.

• Expresas tus puntos de vista cómodamente.

• Puedes desarrollar tus actividades tranquilamente.

• No debes pedir permiso.

• Las obligaciones no te asfixian.

• Tu pareja no te vigila.

• Sientes que creces como persona. No debes justificar y explicar cada comportamiento frente a tu pareja como si fuera un juez.

• Obras de acuerdo con tus decisiones.

• Puedes expresar el amor como quieras.

• Tu pareja escucha seriamente tus quejas.

No respeta tu autonomía, tu libertad y tu independencia quien te quita la posibilidad de actuar, querer o conocer de acuerdo con tu buen entender y parecer.



Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet

viernes, 21 de enero de 2022

DE LA GENEROSIDAD, AL AMOR RECÍPROCO


Los siguientes valores guía (solidaridad, reciprocidad y autonomía) te servirán para ubicar el amor en un sitio mejor y más gratificante. La ausencia de cualquiera de ellos hace insostenible cualquier relación, por más buena voluntad, que tengan los implicados.

Segundo valor: De la generosidad, al amor recíproco.

Les guste o no a los dadores compulsivos, debe existir un intercambio básico para que el amor de pareja pueda funcionar. Si le eres fiel a tu pareja, esperas fidelidad; si eres tierno, esperas ternura; si das sexo, esperas sexo, en fin: esperas. Aunque pueda haber momentos especiales en los que te desligues de cualquier retribución futura, una de las expectativas naturales que acompaña el amor de pareja es la reciprocidad. El amor recíproco va más allá del puro dar, que caracteriza a la generosidad, y propone una relación basada en el "dar" y el "recibir". La generosidad es moralmente superior, pero la reciprocidad es el motor de la vida en pareja. La comunicación y la capacidad de resolver problemas quedan incompletas sin la correlación dador-receptor.

No es posible aceptar una relación desigual, si queremos mantener un amor constructivo y saludable. Un joven me decía, no sin tristeza: "Mi novia cree que es una reina. Hay que atenderla, darle gusto, contemplarla. A mí antes me nacía, pero ya llevo mucho tiempo dando dando sin recibir nada a cambio... No se preocupa por mí como yo lo hago por ella. Necesito que alguien me consienta, necesito sentirme querido. Por ejemplo, cuando tenemos sexo, me toca a mí hacerlo todo... Ya no es placentero, sino extenúante. Tengo una amiga nueva que es lo opuesto...

Posiblemente quiera más a mi novia, pero prefiero empezar una relación de igual a igual con alguien más". Es difícil no darle la razón. No estoy diciendo que haya, que ser milimétrico en las relaciones, ya que no todos tenemos las mismas necesidades ni las, mismas capacidades (no somos idénticos) o que haya que tirar la generosidad a la basura. Lo que sugiero es mantener una correspondencia equitativa que nos haga sentir bien. La reciprocidad positiva está relacionada con la percepción de equilibrio y armonía, con el sentimiento le imparcialidad y justicia.

Haciendo una analogía con el pensamiento de Aristóteles y santo Tomás, un amor justo es él que combina tanto la justicia distributiva (repartir cargas y beneficios proporcionalmente entre los miembros de la pareja). Como la justicia conmutativa (evitar la estafa y el fraude en cualquiera de sus formas). No es que no podamos cambiar de opinión, pero es mejor hacerlo de manera honesta, tratando de salvaguardar el bien común y produciendo el menor daño posible. La reciprocidad supera el placer de la gratitud o el "celo de amor" del que hablaba el filósofo Baruch de Spinoza, es decir, hacer el bien a aquél que nos lo ha hecho, devolver el bienestar recibido.

Por su parte, Alain propuso (citado por Comte-Sponville en su Diccionario Filosófico) una máxima de cómo ser justo en las relaciones interpersonales: "En cualquier contrato y en cualquier intercambio, ponte en el lugar del otro, pero con todo lo que sabes, y, suponiéndote tan libre de necesidades como un hombre puede serlo, mira si en su lugar, aprobarías ese intercambio o ese contrato". Si pudiéramos aplicar la sugerencia de Alain, sin resquemores ególatras y de corazón, nuestras relaciones afectivas estarían libres de explotación y maltrato.

Tu relación se basa en la reciprocidad cuando:

El intercambio afectivo y material es equilibrado y justo.
Los privilegios son distribuidos equitativamente.
El acceso a los derechos y deberes es igual de parte y parte.
Ninguno de los miembros intenta sacar ventajas o explotar al otro.
No hay la sensación de "estafa" afectiva.
No tienes que recordarle a tu pareja lo que necesitas.
Ninguno piensa que merece más que el otro.
Existe una correspondencia mutua sobre lo fundamental.

Tu pareja no es recíproca, si no le importa lo que piensas y sientes. En el amor, el que da, casi siempre espera recibir o tiene expectativas al respecto, Es el equilibro natural del amor justo y equitativo.



Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet

miércoles, 15 de diciembre de 2021

VALOR: DE LA FUSIÓN/COMUNIÓN, AL AMOR SOLIDARIO




El amor democrático: Tres valores guía

Un amor sin valores que lo guíen es un amor a la deriva, desorientado no me refiero a las virtudes convencionales sino a una política del amor, en la cual podamos construir una relación pluralista, flexible y horizontal. Amor de igual a igual, duela a quien le duela. A veces, es conveniente poner el romanticismo en remojo, modular el arrebato que ocurre de la cintura para abajo y analizar con cabeza fría si la relación afectiva en la que estamos vale la pena. No estas pagando una penitencia, por tanto, el primer deber es para con tu persona.

Valentía y afrontamiento, así no seamos héroes y sólo estemos sentando precedentes.

Los siguientes valores guía (solidaridad, reciprocidad y autonomía) te servirán para ubicar el amor en un sitio mejor y más gratificante. La ausencia de cualquiera de ellos hace insostenible cualquier relación, por más buena voluntad, que tengan los implicados. Estos principios representan valores centrales, exigencias fundamentales, dentro de las cuales debe moverse el amor de pareja para construir una relación estable y satisfactoria. Por eso, ninguno de ellos es negociable, o al menos no debería serlo para alguien que se ama a sí mismo

Primer valor: De la fusión/comunión, al amor solidario

"Mi clon","mi media naranja","mi complemento","mi alma gemela": pura adicción, pura simbiosis. Querer ser uno, donde hay dos, ¿habrá mayor obstinación? Amor de comunión: cuerpo y alma fundidos. Y no me refiero necesariamente a lo sacramental, lo cual es respetable según las creencias religiosas de cada cual, sino a la connotación mística del término. La fusión radical implica tener la misma fe, la misma disciplina y la misma unidad de espíritus. Es apenas obvio que en semejante amalgama de personalidades no haya nada que dividir, ni partición de bienes ni de cuerpos. No habrá "yoes", no habrá individualidades.

Estar fusionado con la pareja es cambiar la autonomía por una conciencia que se pierde en el ser amado y ambos en el universo: amor cósmico. Cuando le pregunto a los asistentes a mis conferencias, cuántos de ellos se sienten totalmente identificados (fusionados, diluidos,"en comunión") con su pareja, sólo levantan la mano dos o tres personas. ¿No sería mejor, más fácil y pragmático, al menos para los que no vivimos en un "plano astral", aterrizar la cuestión y buscar una forma de unión más compatible con lo que en verdad somos?

Josefina era un ama de casa de 37 años de edad, con dos hijos pequeños, casada desde hacía seis años. Me la había remitido un dermatólogo debido a una alergia de corte psicosomática, probablemente relacionada con una personalidad encapsulada. Era una mujer tímida con dificultades para expresar emociones, especialmente las negativas. Pedro, su esposo, era un comerciante de temperamento fuerte, decidido y emprendedor. No sólo era el "rey de la casa", sino que actuaba de manera extremadamente paternalista con ella. Sin embargo, el amor que sentía por su mujer había disminuido considerablemente en el último año: "La veo tan débil e insegura. La gente la manipula, es demasiado ilusa y sumisa". Cada vez que Pedro expresaba sus quejas, la repuesta de Josefina era la misma:"No importa lo que digas, siempre estaremos juntos. Ninguno puede vivir sin el otro y tú lo sabes". Ella actuaba como si los años (estaban juntos desde la adolescencia) les hubieran otorgado una exención a los problemas naturales de la vida en pareja y Censaba que la situación con Pedro se subsanaría de forma milagrosa. Sin embargo, él se mostraba cada vez más indiferente y lejano. No había agresión física por parte de él, pero sí manifestaciones de desprecio y malestar. A pesar de todo, Josefina se mantenía firme en sus ideas: "Lo que el amor unió, nadie podrá separarlo". En una ocasión en que la confronté más directamente, me miró extrañada y me dijo:"¿Pero cómo se va terminar la relación, si él es mi esposo?" Cuando decidió ir a terapia, ya era tarde. Pedro ya no la amaba.

Lo que quiero destacar en este caso es de qué manera la idea de la comunión/fusión puede llevar, subrepticia o abiertamente, a que las personas asuman una curiosa forma de resignación patológica frente a una relación en decadencia.

Tres aclaraciones:

1. Ser una unidad afectiva significa estar inmerso en un conjunto indiferenciado de pasiones donde lo particular se anula en el todo. Es como si tuviéramos agua en la que no pudiéramos distinguir el hidrógeno del oxígeno. Va no eres tú, eres otra cosa producto de la mezcla. Por el contrario, estar unidos afectivamente implica tener un lazo, un vínculo, que por más estrecho que sea, mantiene la diferencia. Si eres "una unidad" con tu pareja, te perdiste. Debes buscarte a ti mismo en el revoltijo afectivo y pasar del "ser de" al "estar con". Es cuestión de dignidad y de respiro.

2. Hay, al menos, dos maneras de involucrarse en una relación: pertenecer o participar. Pertenecer es identificarse de lleno con la pareja y/o mimetizarse en ella, tal como lo hace el camaleón, cuando se confunde con el ambiente donde habita para sobrevivir a los depredadores. "Pertenecer" a la pareja es volverse totalmente semejante a ella y renunciar a la propia singularidad. Por eso, el sentido de pertenencia hay que tomarlo con pinzas. "Ser" de un equipo, un grupo o una institución puede convertirse fácilmente en fanatismo y extraviarse en la obediencia debida. Por el contrario, participar en una relación afectiva significa estar vinculado de manera activa y no pasiva. Se está allí porque se quiere, en pleno uso de la individualidad, ejerciendo el derecho a disentir. En esta lógica participativa, tal como la llama Savater, el autoritarismo y las distintas formas de dominación no tienen cabida. Si estás enamorado o enamorada, no perteneces a tu pareja, participas en una relación. No eres parte de la persona que amas. Aquí no hay costillas extirpadas ni nada por el estilo. Eres participante activo del enlace que ha producido la conjunción del amor, las metas, los valores, los deseos y muchas cosas más. En realidad, no formas parte del "club de los enamorados" ni de "la legión de súper casados", porque no existe tal cosa.

3. La palabra comunión no debe confundirse con "comunidad". En la comunión no hay división, sino un conjunto donde cada una de las partes desaparecen en el todo. Es la fusión psicológica, afectiva y espiritual del enamoramiento que genera un fenómeno emergente: una sola alma, al menos en teoría. En este tipo de exaltación, la percepción se distorsiona hasta crear la sensación y la convicción de que todo se incorpora a un nuevo compuesto que contiene a ambas personas. No es estar con, sino estar en. Por su parte, el sustantivo comunidad, según la Enciclopedia Oxford de filosofía, se define como: "Grupo de personas que llevan una vida en común asentada sobre relaciones recíprocas". Las relaciones de pareja pueden ser consideradas una comunidad amorosa de dos, una díada, donde los miembros se afectan mutuamente y establecen vínculos de correspondencia. La relación comunitaria se basa en lo que tenemos en común y no en una concordancia absoluta. El amor de dos es un intercambio de información, emociones, ternura y fluidos.

Ser "el uno para el otro" hace que la relación sea completamente predecible. En el canibalismo afectivo, ya no tendrás nada que compartir porque todo está dicho. Por eso, el amor/fusión, tarde que temprano, termina deslizándose peligrosamente hacia el más pesado aburrimiento.

Por todo lo anterior, te propongo adoptar el valor guía de la solidaridad en lugar de la tradicional fantasía de fusión y absorción emocional. Amor solidario: estar unidos, en comunidad y de manera participativa. Amarte en la diferencia es amarte dos veces.

La solidaridad implica actuar a favor de alguien cuyos intereses se comparten, es decir, al defender los suyos, defiendes también los tuyos (parafraseando a Comte-Sponville). Es una forma de administrar dos narcisismos: "Dado que nadie está exento de egoísmo, intentemos serlo juntos, inteligente y amorosamente", como dice la filósofa Adela Cortina. La solidaridad también tiene una dimensión universal. Cortina, en el libro El mundo de los valores, dice que esta solidaridad universal se da "cuando las personas actúan pensando no sólo en el interés particular de los miembros de un grupo, sino también de todos los afectados por las acciones que realiza el grupo. Si la benevolencia y la ternura se suman a la" solidaridad; no hay egoísmo que resista. No necesitas un viaje a la estrellas o .perderte en la fascinación de. los poetas (aunque no sobra) para encontrarle sentido a tu relación.

Tu relación es solidaria cuando:

En los momentos difíciles de la pareja, los dos están presentes.

Cada uno se preocupa por el bienestar del otro.

Cada quien defiende al otro y la relación, si se ven amenazados de cualquier forma.

Ninguno de los miembros cuenta intimidades a extraños que puedan afectarlos.

Ambos se hacen cargo de las responsabilidades asumidas y están al tanto de lo que le ocurre a la otra persona.

Ninguno desprestigia al otro, ni a la relación.

Luchan hombro a hombro por las metas comunes, sin recostarse en el otro.

Cada cual siente que puede contar con el otro.

Los dos se toman en serio.

Ninguno subestima los problemas que pueda tener la relación.

No es solidario contigo quien hace caso omiso de tus intereses, los subestima o no hace un esfuerzo para comprenderías, pese a tus pedidos y redamos racionales.



Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet

martes, 30 de noviembre de 2021

PONER EL AMOR EN SU SITIO


Poner el amor en su sitio es darle un nuevo significado a la experiencia afectiva. Es obvio que tienes la posibilidad de construir tu relación y modular el sentimiento implicado. No hablo solamente de eros, sino además de la conjunción de philia y ágape, de la convivencia amorosa que no culmina ni se define únicamente en lo pasional. También hay que querer amar, tal como dice la novelista Alice Ferney, también existe una dimensión que incluye esfuerzo y decisión: el que ama es el cerebro y no el corazón. Al amor hay que reubicarlo hacia arriba, más cerca de la razón y más lejos de la pretensión omnipotente y sentimentalista que lo ha caracterizado. Un amor fuera de control es definitivamente apasionante para las almas atrevidas y deseosas de emociones fuertes, pero igualmente puede resultar malsano si estamos con la persona equivocada.

Obviamente, como ya he dicho antes, no se trata de negar o reprimir el picante del enamoramiento, sino de tener claro'"que existe una línea delgada que no se puede traspasar si queremos amar saludablemente y disminuir la probabilidad futura de sufrir de manera intensa e innecesaria.

La reestructuración del amor de pareja que propongo sugiere sentir y pensar el amor de otra manera, revisar los principios tradicionales que lo sustentan y transformarlo en una experiencia más humanista y razonable: amor digno, amor ético, amor democrático, amor justo. Darle una nueva cualidad al amor, sin perder su esencia, implica asumir unos valores distintos a los convencionales, cambiar la cantidad por la calidad y destacar que, como lo he mencionado en otras oportunidades, no importa cuánto te amen, sino cómo lo hagan.

¿De qué sirve "tanto" amor, si ese amor te limita y apabulla? Así no haya mala intención (supongamos), así no haya golpes ni patadas, el aburrimiento y el maltrato psicológico pueden destruir cualquier relación. Perderse en un amor que pretende justificarse a sí mismo, que no necesita de ninguna virtud adicional, porque supuestamente ya las tiene todas, no deja de ser un despropósito.

Propongo dos cambios básicos en la manera de concebir el amor:

1. Revisar nuestra mitología del amor de pareja y reemplazar algunos de los valores tradicionales (fusión/comunión, generosidad y deber) por otros más orientados a fomentar el bien común y más adaptados a nuestros tiempos (solidaridad, reciprocidad, autonomía). Llamaré a esta modalidad amor democrático (cuya inspiración es la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano: libertad, igualdad, fraternidad).

2. Incluir en las relaciones afectivas los derechos humanos, considerando que lo privado, lo que ocurre de puertas para adentro, también debe ajustarse a los principios que definen la dignidad de las personas (respeto, consideración y no dominación). Llamaré a esta modalidad amor digno (cuya inspiración es la Declaración Universal de los Derechos Humanos).

Si una relación afectiva se mantiene dentro de los principios del amor democrático y del amor digno, además de contar con el soporte sentimental, será placentera, alegre, incitante y; estable. La pasión no tiene por qué perderse y puede seguir siendo horizontal, dentro y fuera de la cama. Si haces el amor “democráticamente", sentirás que tú también cuentas, que tu ser está tan presente como el deseo que te impulsa. Si haces el amor con "dignidad", nunca te convertirás en un objeto sexual. Y una vez asegurados estos dos pilares, podrás enloquecerte hasta donde se te dé la gana, porque existirá en ti la profunda convicción de que no harás lo que no quieras hacer.



Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet

jueves, 25 de noviembre de 2021

EN QUÉ QUEDAMOS: ¿EGOÍSMO O ALTRUISMO?


Las teorías clásicas sobre este lema postulan o bien que el egoísmo es una condición innata de los seres humanos (Hobbes) o que las personas estamos naturalmente inclinadas a la benevolencia y la simpatía (Hume). Como suele pasar en casi todos los debates, los extremos son válidos solamente para casos excepcionales. La mayoría de nosotros está ubicada entre el egoísmo narcisista y el altruismo de la madre Teresa: ni monstruos acaparadores ni bellas almas. La filósofa Victoria Camps, en el libro Paradojas del individualismo, sobre la oposición egoísmo/altruismo, afirma; Éstos no son tan dicotómicos, no es fácil distinguir en ellos el puro egoísmo de la voluntad del-bien. En la práctica, todo aparece más ambiguo y mezclado, porque en realidad, ni el individuo es tan egoísta ni su razón es capaz de conocer el bien absoluto, La vida interpersonal del día a día parece estar más cerca de una teoría pluralista: somos egoístas y altruistas a la vez. Los investigadores han encontrado que los comportamientos benévolos esconden tintes egoístas y que ponen en duda el desinterés total e inexorable. Cuando hacemos el bien, podemos sentirnos alegres ("Me siento feliz cuando hago el bien"), esperar una recompensa a largo plazo ("Iré al cielo"), recibir refuerzo social ("Soy un héroe") o evitar sentirnos mal ("Hago el bien porque sufro con el dolor ajeno"). Cuando le damos un caramelo a un niño para que deje de llorar, no somos altruistas ni generosos, sino pragmáticos.

El problema aparece cuando la entrega entra en conflicto con nuestras creencias y principios. Por ejemplo: si tu pareja te suplica que lo ayudes a conseguir su dosis personal de cocaína, ¿lo harías? Si tu marido te pide que le permitas seguir viendo a su amante por un tiempo porque no es capaz de renunciar a ella, ¿aceptarías? Si tu novio te pide que cambies de profesión porque se siente desplazado, ¿harías a un lado tu vocación? Si tu pareja necesita ir a jugar al casino y te pide parte del dinero que han ahorrado, ¿la complacerías? La abnegación que practicamos la mayoría de los humanos transita puntos medios, que no necesariamente son lo óptimos. Si aplicamos la fórmula aristotélica, diríamos que para alcanzar un justo medio entre el egoísmo y el altruismo, habría que entregar aquello que consideramos justo, en el momento y durante el tempo apropiado, por un motivo noble y correcto. La virtud de la moderación: razón, buen sentido y sabiduría. La pregunta que surge es apenas obvia: ¿quién es capaz de transitar esos caminos de templanza óptima y no salirse del cauce de vez en cuando? No sé de ninguno. ¿Qué hacer entonces? Una solución elegante es lo que se conoce como altruismo recíproco: yo te doy y esperó que tú me des, así sea algún día, no con avaricia, sino en aras de la supervivencia de la pareja o el grupo. Cuando se practica por todos los miembros de una comunidad determinada, el beneficio es general y si la comunidad es de dos, mucho más fácil. No se trata de recuperar necesariamente la "inversión" con creces, sino de cooperar sabiendo que si algún día estoy en las mismas, la retroalimentación estará disponible. A veces eres tú, a veces soy yo: acuerdo humanitario. No tiene que ser exacto el balance, pero sí proporcionado. Lo importante es que en todo intercambio, los "individualismos responsables" se conecten y trabajen conjuntamente a favor del bien común. Con eso basta. Por tanto, puedes decir un rotundo "no", cuando la exigencia de tu pareja se devuelve en tu contra o afecta tu bienestar y no sentir culpa por ello.

Miguel de Unamuno, en el libro el Sentimiento trágico de la vida, plantea una diferencia que resume muy bien lo que quiero decir. Una cosa es afirmar: "Ama a tu prójimo como a ti mismo" (que incluye el amor propio como punto de referencia) y otra muy distinta decir: "¡Ámate!", a secas (lo cual sería una invitación al narcisismo). Por eso, Unamuno se refiere al egoísmo bien entendido como el principio de la gravedad psíquica, el punto de conexión a tierra donde el yo se consolida.

Recapitulemos:

"¡Ámate!": inducción al narcisismo (tendencia al individualismo irresponsable).

"¡Ama a tu prójimo!": inducción al sacrificio por el sacrificio (tendencia al altruismo radical).

"¡Ama a tu prójimo como a ti mismo!": síntesis saludable; suma valorativa. Inducción a la ética como amor propio (individualismo responsable, altruismo recíproco, sabiduría afectiva).

¿Dónde quedan los sentimientos, entonces? Son el motor, la energía de la entrega. En la dedicación saludable, amorosa y sensata, existen tres posibilidades:

• Congratulación: "Tu alegría me alegra". (Ojo: cuando la alegría de tu pareja ya no te alegra y/o por el contrario te produce fastidio, ya no la amas).

• Compasión: "Tu dolor me duele". (Ojo: cuando el dolor de tu pareja ya no te duele y/o por el contrario te fastidia, ya no la amas).

• Empatia:"Me identifico con tus emociones, sean buenas o malas". (Ojo: cuando ya no hay conexión, no hay relación.

Si no procesas las emociones de tu pareja, ya no la amas).

El secreto de toda dedicación saludable, en la que nadie sobra y la independencia nos acerca a la persona amada, es la mezcla del individualismo y el altruismo, un poco de cada uno, pero ambos amenizados por el sentimiento del amor.



Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet
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