sábado, 31 de octubre de 2020

PON ATENCIÓN A UN MOMENTO SAGRADO


 

LA VERDAD DE QUIEN ERES NO TIEN NADA QUE VER CON PERDER O GANAR


 

MIRAR A SUS OJOS


El comandante en jefe de las fuerzas de ocupación le dijo al alcalde de la aldea: «Tenemos la absoluta seguridad de que ocultan ustedes a un traidor en la aldea. De modo que, si no nos lo entregan, vamos a hacerles la vida imposible, a usted y a toda su gente, por todos los medios a nuestro alcance». 

En realidad, la aldea ocultaba a un hombre que parecía ser bueno e inocente y a quien todos querían, Pero ¿qué podía hacer el alcalde, ahora que se veía amenazado el bienestar de toda la aldea? Días enteros de discusiones en el Consejo de la aldea no llevaron a ninguna solución. De modo que, en última instancia, el alcalde planteó el asunto al cura del pueblo. El cura y el alcalde se pasaron toda una noche buscando en las Escrituras y, al fin, apareció la solución. Había un texto en las Escrituras que decía: «Es mejor que muera uno solo por el pueblo y no que perezca toda la nación». De forma que el alcalde decidió entregar al inocente a las fuerzas de ocupación, si bien antes le pidió que le perdonara. El hombre le dijo que no había nada que perdonar, que él no deseaba poner a la aldea en peligro. Fue cruelmente torturado hasta el punto de que sus gritos pudieron ser oídos por todos los habitantes de la aldea. Por fin fue ejecutado. 

Veinte años después pasó un profeta por la aldea, fue directamente al alcalde y le dijo: «¿Qué hiciste? Aquel hombre estaba destinado por Dios a ser el salvador de este país. Y tú le entregaste para ser torturado y muerto». «¿Y qué podía hacer yo?», alegó el alcalde. «El cura y yo estuvimos mirando las Escrituras y actuamos en consecuencia».. 

«Ese fue vuestro error», dijo el profeta. «Mirasteis las Escrituras, pero deberíais haber mirado a sus ojos».



Del libro:
Anthony de Mello 
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet

viernes, 30 de octubre de 2020

LA VERDADERA LIBERTAD


 

NO RESISTIRSE AL MAL


 

LA NATURALEA MÁS ÍNTIMA


 

EL INVITADO


Un hombre recibió un día una visita inesperada. Abrazó a su invitado con fervor. Dispuso la mesa y le ofreció una hospitalidad intachable. Ahora bien, había aquella misma noche una fiesta de boda en la casa del vecino y el hombre dijo a su mujer: 

«Extiende dos literas. Pon la mía a un lado de la puerta y la de mi invitado al otro lado. 

—¡Oh, luz de mis ojos! respondió la mujer. ¡Cumpliré con alegría lo que me pides!». 

Preparó ella, pues dos lechos y después se fue a casa del vecino para participar en la fiesta de la boda. El hombre y su invitado pasaron la velada saboreando frutos y contándose las extrañas aventuras que les habían sucedido en el curso de su existencia. 

Cuando se hizo tarde, el invitado, ya con sueño, se dirigió al lecho situado cerca de la puerta y el amo de la casa no se atrevió a indicarle el lugar que le había asignado. 

Al volver de la fiesta, la mujer se desnudó y se acostó en el lecho del invitado. Tomándolo por su marido, le abrazó diciendo: 

«¡Oh, sabio! Mis temores se han realizado. Fuera cae una lluvia torrencial y eso va a retrasar la partida de nuestro invitado. ¡Se va a quedar pegado a nosotros como una lapa! Porque ¿cómo podría irse con semejante lluvia? ¡Ah! ¡Puedes estar seguro! ¡Va a quedarse y será como un estorbo para nuestras dos almas!». 

A estas palabras, el invitado se levantó como una flecha de su lecho y reclamó su calzado diciendo: 

«No temo ni el barro ni la lluvia. Estoy listo para partir. ¡Muy buenas noches! El alma que viaja no debería concederse el menor instante de descanso o de distracción. El que no está más que de paso debe volverse a su casa lo más aprisa posible». 

La mujer intentó hacerle creer que sólo se trataba de un juego, pero ni siquiera sus lágrimas lograron hacer ceder al invitado y ella y su marido se pusieron a lamentarse tras la partida de su huésped. 

Tristes y avergonzados por esta aventura, transformaron su casa en albergue pero, en todos los instantes, la imagen de su invitado les decía en su corazón: 

«Yo era amigo de Elías. Había venido para haceros compartir los tesoros de la misericordia. ¡Ay, era vuestro destino que las cosas sucedieran así!». 


150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

jueves, 29 de octubre de 2020

LA NADA Y EL TODO


 

DESEOS Y MIEDOS, PIGMENTOS DE LA IMAGINACIÓN


 

AÚN ESTÁS BUSCANDO AFUERA

He practicado la meditación, he ido a talleres, he leído muchos libros sobre espiritualidad, intento estar en un estado de no resistencia, pero si usted me pregunta si he encontrado paz interior verdadera y duradera, honestamente debo contestar que no. ¿Por qué no la he encontrado? ¿Qué más puedo hacer? 


Eckhart Tolle responde:

Todavía está buscando afuera, y no puede salir del estado de búsqueda. Quizá el próximo taller tendrá la respuesta, quizá esa nueva técnica. Yo le diría: no busque paz. No busque ningún otro estado que ese en el que se encuentra ahora; de lo contrario, establecerá un conflicto interior y una resistencia inconsciente. Perdónese a sí mismo por no estar en paz. En el momento en que usted acepte completamente su falta de paz, se transmutará en paz. Ese es el milagro de la entrega. 

Usted puede haber oído la frase "ponga la otra mejilla", que un gran maestro de la iluminación usó hace dos mil años. Estaba tratando de comunicar simbólicamente el secreto de la no resistencia y la no reacción. En esa afirmación, como en todas las otras que hizo, se refería sólo a su realidad interior, no a la conducta externa de su vida. 

¿Conoce la historia de Banzan? Antes de convertirse en un gran maestro Zen, pasó muchos años en la búsqueda de la iluminación, pero esta lo eludía. Entonces un día, cuando caminaba por el mercado, oyó una conversación entre un carnicero y su cliente. "Déme el mejor trozo de carne que tenga", decía el cliente. Y el carnicero replicó: "Todos los trozos de carne que tengo son el mejor. No hay un trozo de carne aquí que no sea el mejor". Al oír esto, Banzán se iluminó. 

Veo que espera una explicación. Cuando usted acepta lo que es, todo trozo de carne -todo momento- es el mejor. En eso consiste la iluminación. 



Del libro:
El Poder del Ahora
Eckhart Tolle
Imagen tomada del internet

miércoles, 28 de octubre de 2020

DESEOS Y TEMORES


 

PENSAMIENTOS BUENOS Y MALOS


 

EL MAESTRO NO SABE

El 'indagador' se acercó respetuosamente al 'discípulo' y le preguntó «¿Cuál es el sentido de la vida humana?». 

El 'discípulo' consultó las palabras escritas de su 'maestro' y, lleno de confianza, respondió con las palabras del propio 'maestro': «La vida humana no es sino la expresión de la exuberancia de Dios». 

Cuando el 'indagador' se encontró con el 'maestro' en persona, le hizo la misma pregunta; y el 'maestro' le dijo: 

«No lo sé». 

El 'indagador' dice: «No lo sé». Lo cual exige honradez. 

El 'maestro' dice: «No lo sé». Lo cual requiere tener una mente mística capaz de saberlo todo a través del no-saber. 

El 'discípulo' dice: «Yo lo sé». Lo cual requiere ignorancia, disfra­zada de conocimiento prestado.



Del libro:
Anthony de Mello 
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet

martes, 27 de octubre de 2020

EL EVANGELIO NO ESTÁ EN LA BIBILIA


 

DISCERNIR EL SABOR DE LA SOPA


 

LOCOS CONSCIENTES DE SU LOCURA


4. Un loco consciente de su
locura es por ello sabio; el loco que
se cree sabio es aquel al que hay
que llamar loco.

Confucio dijo: «¿Te enseño cómo saber algo? Date cuenta de que lo sabes cuando lo sabes, y de que no lo sabes cuando no lo sabes.»

5. Hasta un loco pegado a un
sabio durante toda su vida nunca
sabrá la verdad, al igual que una
cuchara nunca podrá discernir el
sabor de la sopa.

La situación del tipo «margaritas a los cerdos» que describe este aforismo suele estar representada normalmente en expresiones populares como «el nombre de Buda en la oreja de un caballo» o «una pieza de oro para un gato».



Extracto del libro:
Dhammapada Buda
Imágenes tomadas de Internet

lunes, 26 de octubre de 2020

LA ATENCIÓN Y LA INATENCIÓN


 

PARÁBOLA 001: EL DESTINO ESTA EN NUESTRAS MANOS

En un tiempo lejano, había un viejo monje que, a través de la práctica concienzuda, había alcanzado un cierto grado de discernimiento espiritual.

“Tenía un joven novicio de unos ocho años de edad. Un día el monje miró a la cara del niño y ahí vio que iba a morir en los próximos meses. Entristecido por esto, le dijo al niño que se tomase unas largas vacaciones y fuese a visitar a sus padres. ‘Tómate tu tiempo’, dijo el monje. ‘No tengas prisa por volver.’ Porque sentía que el niño debía estar con su familia cuando muriera. Tres meses después, ante su asombro, el monje vio al niño volviendo montaña arriba. Cuando llegó le miró intensamente a la cara y vio que el niño ahora viviría hasta una avanzada edad madura. ‘Cuéntame todo lo que pasó mientras estuviste fuera’, dijo el monje. Así que el niño empezó a contarle sobre su viaje fuera de la montaña. Le contó sobre pueblos y ciudades por las que había pasado, sobre ríos vadeados y montañas trepadas. Después le contó cómo un día llegó hasta un arroyo desbordándose. Se dio cuenta, mientras intentaba pasar con cuidado a través del arroyo que fluía, que una colonia de hormigas había quedado atrapada en una pequeña isla formada por el arroyo que se desbordaba. Movido por la compasión por estas pobres criaturas, cogió una rama de un árbol y la puso atravesando una corriente del arroyo hasta tocar la islita. A medida que las hormigas conseguían atravesar, el niño sujetaba la rama firmemente, hasta que estuvo seguro de que todas las hormigas habían escapado a tierra firme. Entonces continuó su camino. ‘Conque esa es la razón por la que los dioses han alargado sus días’, pensó el viejo monje para sí mismo.

Comentarios:
Los actos compasivos pueden cambiar tu destino. A la inversa, los actos depravados pueden incidir en tu destino desfavorablemente.



Del libro:
Parábolas y Relatos Buddhistas
Fotografía tomada del internet

PARA LA CÁTEDRA DE LITERATURA


No hacía mucho que había estrenado los pantalones largos, cuando recibí mi primera lección en el oficio del buen decir, por hablado o por escrito. 

Una noche, no recuerdo el dónde ni el porqué, fui invitado a un banquete. Recuerdo que me sentía perdido entre tantos señores respetables, mucha ceremonia, poca comida, y recuerdo que cuando yo ya había devorado el postre escuálido y estaba raspando el plato, escuché un tintineo de cucharitas. Entonces, en la cabecera de la mesa, un caballero se alzó, anunció: 

—Seré breve, y derramó su verba sobre todos nosotros. Y transcurrieron los minutos, y transcurrieron los años, mientras caían las cataratas de gorda prosa. El café se enfriaba, cabeceaban la cabezas, algunos ojos se cerraban y otros ojos se desorbitaban de pánico. No había quién pudiera detener al peligroso dueño de la palabra. Ni él podía. Jadeaba el orador en busca del punto final: no iba a encontrarlo, era evidente, jamás. Pero el perseguidor del punto no tenía más remedio que continuar su cacería. Y el punto huía. Cada vez que él estaba a punto de atrapar el punto, el punto pegaba un salto, salto de pulga, y se iba. 

Cuarenta años antes, muy lejos de la ciudad de Montevideo, Isaak Babel había escrito: 

—Ningún acero penetra tanto el pecho como un punto puesto a tiempo.



Tomado de:
Cuentos de Galeano en la Jornada
Eduardo Galeano
Fotografía de internet

domingo, 25 de octubre de 2020

POR QUÉ MUEREN LAS PERSONAS BUENAS

El predicador de la aldea se hallaba visitando la casa de un anciano feligrés y, mientras tomaba una taza de café, respondía las preguntas que la abuela no dejaba de hacerle. 

«¡Por qué el Señor nos envía epidemias tan a menudo?», preguntaba la anciana. «Bien...», respondía el predicador, «a veces hay personas tan malas que es preciso eliminarlas, y por ello el Señor permite las epidemias». 

«Pero», objetó la abuela «entonces, ¿por qué son eliminadas tantas buenas personas junto con las malas?». 

«Las buenas personas son llamadas como testigos», explicó el predicador. «El Señor quiere que todas las almas tengan un juicio justo». 

No hay absolutamente nada para lo que el creyente inflexible no encuentre explicación.



Del libro:
Anthony de Mello 
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet

AL ESCUCHAR, SE EL OÍDO QUE ESCUCHA


 

sábado, 24 de octubre de 2020

EL LENGUAJE DE LA MENTE


 

FORTALEZAS APARENTES BASADAS EN DEBILIDADES


 

OTORGAR INDULTOS Y APROBACIONES


 

PERDER AUTONOMÍA


El equilibro entre "tus derechos" y "mis derechos" es supremamente delicado. Por ejemplo: ¿habría que pedirle permiso a nuestra pareja para salir a algún sitio, desempeñar una nueva actividad o hacer un viaje? Una señora ya entrada en años me decía: "Mi marido es encantador, generoso y nada machista: siempre me da permiso para salir". Obviamente no se trata de "desaparecer" sin dejar rastro, es mejor avisar y si hace falta aclarar alguna incomodidad o mal entendido, si lo hubiera, Pero, ¿pedir permiso...? ¿Qué tipo de vínculo amoroso puede haber cuando uno de los dos detenta la autoridad para otorgar indultos y aprobaciones de todo tipo? Salir con las amigas o los amigos no tiene por qué terminar en una aventura, y si ésa es la preocupación del que se interpone, es mejor pedir ayuda profesional. Lo que debe pesar a la hora de tomar decisiones no es la ley del más fuerte sino la fuerza de los argumentos. Si todo va bien, tendremos una red de posibilidades funcionando al mismo tiempo: mis planes, tus planes y nuestros planes.

Una paciente recién casada consultó conmigo porque no podía ir a visitar a su familia sin el consentimiento del marido y no sabía qué hacer al respecto. Reproduzco parte de una entrevista que tuve con ella.

Paciente: Estoy sufriendo demasiado, yo quiero ir a visitar a mis padres con más frecuencia, pero él no me deja ir porque dice que mi nueva familia es él.
Terapeuta: ¿Tienes algún problema con tu familia, algo difícil de manejar?
Paciente: Todo lo contrario.
Terapeuta: ¿Dónde viven tus padres?
Paciente: A veinte cuadras de mi casa.
Terapeuta: ¿Por qué le pides permiso a tu esposo para ir? ¿No has pensado en simplemente ir sin preguntarle? Paciente: Se pondría furioso
Terapeuta: ¿Te agrediría físicamente?
Paciente: Probablemente me dejaría de hablar.
Terapeuta: ¿Y nada más?
Paciente: Eso es horrible
Terapeuta: ¿"Por qué horrible"? Lo veo más incómodo que "horrible".
Paciente: Vivir con alguien que no le habla a uno es terrible! ¡No es normal!
Terapeuta: En eso estamos de acuerdo, no es normal. Me pregunto qué es más importante: si tu libertad o que él te dirija la palabra. La aparente fortaleza de él está asentada en tu debilidad, en tu miedo a los silencios. Creo que debes dar la lucha. Si accedes ahora a sus peticiones irracionales, llegará un momento en que no podrás retroceder. Empieza a poner límites... Si no puedes decidir cuándo y cómo visitar a tu familia, no podrás decidir nada...
Paciente: Ya lo he pensado. Creo que una relación debe permitirle a uno ser como es...
Terapeuta: Bueno, depende... Si tu pareja tiene la costumbre de golpearte cada vez que se le antoje, no creo que debas aceptar eso como "normal" y "dejarlo ser", simplemente porque estaría violando tus derechos. Ése es el límite. Pero lo que tú pides es lógico y adecuado, así que no estás violando ningún derecho de tu pareja. Casarse no es enterrar a tu familia consanguínea.

El joven marido nunca quiso asistir a las citas. Finalmente se separaron cuando ella consiguió trabajo, porque el hombre comenzó a prohibirle las "llegadas tarde", así fueran por cuestiones laborales.



Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet

viernes, 23 de octubre de 2020

MANIPULACIÓN DE REDES SOCIALES


 

AMAR AL OPRESOR Y ODIAR AL OPRIMIDO


 

18. IDENTIDAD E IDENTIFICACIÓN DEL EGO.

Se están desarrollando tecnologías de identificación y localización de objetos, productos de venta y personas, incluidas sus conversaciones utilizando chips, teléfonos, GPS, Internet… la voz, el iris… La identidad de cada uno es manejable.

El consumidor de cualquier cosa, se está haciendo cada día más vulnerable porque proporciona, inocentemente, los datos personales que las empresas le piden cuando compra algo.
Hay Agencias privadas que trabajan para las Administraciones o particulares, elaborando fichas y perfiles con más datos que los que conoce el propio ciudadano entre ellos el genoma, historia médica, administrativa, tributaria, policial, bancaria, laboral, sexual,… que pueden complicar la existencia laboral, contratos de seguros…, a la seguridad, dependiendo de las manos en las que caiga esa información. “La información es poder”. La intimidad personal se está violando y está siendo utilizada ilegalmente sin que el interesado lo sepa.

Las empresas tienen sus ficheros confidenciales pero que en el momento en que son compradas, los ficheros están incluidos y hay empresas que las coleccionan cuando quiebran precisamente por lo ficheros.

Los perfiles indicados en cada ficha, ponen de manifiesto los gustos, compras, fechas, viajes, cantidades… que en manos de los operadores turísticos se diseñan ofrecimientos individuales de más compras y más viajes…etc. 

Hay países que están vendiendo sus listas electorales. “El país más moderno”, pretende disponer de una ficha de Todo el Mundo con el proyecto de planear la propaganda conveniente a sus fines condicionando la economía, el votante, el aspirante… etc.

Todo esto es un resultado más del individualismo egocéntrico perturbador e inquietante. La dictadura tecnológica, la egotecnología.

¿Se lograría el antídoto saliéndose de los parámetros vulgares, masivos que son los del control, que son los del Ego? ¿Bastará con conocer el juego para cortarlo?



Bibliografía: 
La luciérnaga ciega: Soko Daido Ubalde
Fotografía tomada de internet

jueves, 22 de octubre de 2020

¿A QUÉ DEDICAS ATENCIÓN?


 

FELIZ SIN RAZÓN ALGUNA


 

LA RENDICIÓN DE LA MENTE AL SILENCIO


NUESTRA IDENTIFICACIÓN MÁS intensa, tal vez incluso más que la 
identificación con el cuerpo, es la identificación con la mente. Cuando empleo la palabra «mente», me refiero a pensamientos como: «Creo que soy este cuerpo y esta persona, y por tanto esto es la realidad». Damos al pensamiento la autoridad de definir quiénes somos. Si pienso que estás separado de mí, basándome en mis sensaciones físicas y percepciones, ese pensamiento tiene autoridad como árbitro de la realidad.

En nuestras mentes, los pensamientos toman el lugar de Dios, y también el del diablo. Los pensamientos buenos y los malos libran una guerra. Así, surge el deseo de acumular más pensamientos buenos para poder derrotar a los malos, para que las fuerzas de la luz puedan derrotar a las fuerzas de la oscuridad. El condicionamiento te lleva a creer que si los buenos pensamientos ganan, tu yo superior ganará, y te sentirás en paz. Es cierto que la experiencia de vida se potencia cuando en tu corriente mental abundan los buenos pensamientos. Es igualmente cierto que los pensamientos malos o negativos producen un envenenamiento del cuerpo y de la mente. Sin embargo, lo que se pasa por alto es que en el núcleo siempre hay una conciencia pacífica, continua, inmóvil. Lo que pasas por alto es que lo que eres ya está en paz. Ganar y perder no tienen nada que ver con la verdad de quien eres. 

Nuestras mentes están inactivas durante muchos momentos del día, pero estamos condicionados a prestar atención únicamente a la actividad mental, y pasamos por alto estos momentos de silencio. Cuando hablo de «detener», me refiero a ese silencio entre pensamientos que es conciencia informe. Allí hay una presencia, y podemos reconocer que somos esa presencia. Se nos ha enseñado a creer en «pienso, luego existo», en lugar de la verdad, que es: «soy, luego pienso».

El trance de los pensamientos condicionados puede ser profundo y complejo, pero no resiste la comparación con algo tan simple como esta «detención». Cuando reconoces conscientemente este punto de detención, tienes verdadera capacidad de elección. Antes de ese reconocimiento, tus pensamientos sólo son acciones mentales mecánicas basadas en condicionamientos pasados, en deseos o aversiones. Después de ese reconocimiento, puedes elegir conscientemente decir la verdad respecto a lo que siempre está presente antes del pensamiento, durante el pensamiento y después del pensamiento. ¿Puede la presencia ser pensada? Esta pregunta, en efecto, hace añicos los nítidos patrones mentales. Causa un dejarse caer, una liberación, un alivio del enorme e ilusorio mundo del pensamiento. El equilibramiento y reequilibramiento, el reformar y reinventar lo que llamas «yo» no es más que un pensamiento, y otro proceso de pensamiento sobre ése, y después otro más. En el momento en que reconoces lo que no puede ser pensado, reconoces quién eres. Es un momento en el que la mente se rinde al silencio.

Hablo mucho de detener el pensamiento, pero tal vez no lo haya hecho de una manera suficientemente comprensible. En primer lugar, detenerse es reconocer que, según surgen los pensamientos, estás ante una elección: tu mente puede seguir los pensamientos o quedarse quieta y dejar que surjan sin tocarlos. Mi invitación a detenerte no es para que construyas un pensamiento sobre otro, no se trata de que fantasees o de que repases sucesos pasados. Elige que la mente se quede aquietada; en esa opción reside la posibilidad de reconocer lo que siempre está aquietado, haya pensamientos o no.

Esta detención empieza a ocurrir cuando reconoces la actividad mental y no la acompañas. No seguir la actividad mental es diferente de resistirse a la mente o reprimir los pensamientos. No acompañar los pensamientos conlleva un aspecto de apertura y relajación. Aunque pueda parecer poco familiar, y el miedo a lo no familiar puede generar actividad mental, dejar de seguir los pensamientos es algo que no requiere esfuerzo. Al seguir los pensamientos y dar vueltas a nuestras historias, pasamos por alto la simple y profunda facilidad de ser.

En este momento, te invito a no hacer nada. Es posible que aparezca un pensamiento... No hagas nada con él. Relájate en cualquier pensamiento o emoción que surja, y permite que la facilidad natural, la verdad natural de quien eres tome prioridad sobre el pensamiento. En esta detención puedes reconocer de nuevo la verdad que siempre está allí, la verdad de quien eres.

Ahora, en este momento, con tu mente, elige esa verdad. Vincula tu mente a esa verdad, de modo que cualquier cambio que se presente se encuentre con una mente unida a la verdad, una verdad que se confirma cada vez que la mente se detiene.

La detención de los pensamientos no es una práctica. Simplemente es la oportunidad de ver que existe la opción de no seguirlos. Al no seguir los pensamientos, la mente se detiene, y lo que está aquí, lo que está en silencio y siempre aquietado, puede revelarse.

En un instante de reconocimiento del silencio que siempre está aquí, reconoces tu verdadero rostro. Reconoces la presencia de Dios. Te das cuenta de la verdad. Entonces puedes abordar los desafíos de la vida, el dolor corporal, el torbellino emocional o la confusión mental con mayor claridad e intuición, porque ya no identificas esos estados con quien eres.

Tú eres la existencia misma. La existencia es conciencia, que está viva y enamorada de sí misma. Este teatro en el que aparecemos tú y yo, las circunstancias y emociones, los sucesos agradables y desagradables, es el teatro de Dios. No debe ser evitado, sino disfrutado. Es algo con lo que emocionarse, con lo que llorar, pero también con lo que reconocer: «Oh, Señor, ¡qué obra tan maravillosa! ¡Qué teatro!», y en ese reconocimiento, saber quién eres. Tú, como conciencia, eres el escenario en el que se mueven los actores, la pantalla donde se proyecta la película de la vida, y la fuerza que anima a cada actor. Quienquiera que imagines ser, cualquiera que sea el papel que imagines desempeñar, la verdad de quien eres es más profunda que el papel, más cercana, y también está más allá del papel. No quien serás algún día, sino ahora mismo: quien eres y siempre has sido.

La posibilidad siempre presente, en cualquier momento, es la de despertar a tu verdad como conciencia. Ese despertar ocurre en la rendición de la mente al silencio.



Extracto del libro:
El Diamante en tu bolsillo: Descubre tu verdadero resplandor
Gangaji
Imágenes tomadas de internet

miércoles, 21 de octubre de 2020

NO HAS PROBADO EL PRESENTE, EMPIEZA A PROBAR EL PRESENTE


 

HUESOS PARA PROBAR NUESTRA FE


Un intelectual cristiano que consideraba que la Biblia es literalmente verdadera hasta en sus menores detalles, fue abordado en cierta ocasión por un colega que le dijo: «Según la Biblia, la tierra fue creada hace cinco mil años aproximadamente. Pero se han descubierto huesos que demuestran que la vida ha existido en este planeta durante centenares de miles de años». 

La respuesta no se hizo esperar: «Cuando Dios creó la tierra, hace cinco mil años, puso a propósito esos huesos en la tierra para comprobar si daríamos más crédito a las afirmaciones de los científicos que a su sagrada Palabra». 

Una prueba más de que las creencias rígidas conducen a distor­sionar la realidad.



Del libro:
Anthony de Mello 
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet

lunes, 19 de octubre de 2020

COMPÓN LO QUE ELIGES


 

LA MENTE NUNCA TE DEJARÁ SER FELIZ


Pregunta 15: Continuación
¿Por qué estoy siempre fantaseando sobre el futuro?

Me han contado, y creo que me puedo fiar de quien me lo ha contado, que la gente que ha llegado al cielo está aburrida. Lo sé de fuentes fidedignas; podéis fiaros de ellas: se pasan todo el tiempo sentados bajo los árboles que cumplen los deseos, mortalmente aburridos. Porque en cuanto dicen algo, aparece el ángel y se cumple su deseo. Entre el deseo y su cumplimiento no hay intervalo. Que quieres una mujer maravillosa, una Cleopatra: ahí la tienes. ¿Y qué haces con una Cleopatra? Qué tontería; te aburres.

En los Puranas indios aparecen muchas historias de devas que se aburrían tanto en el cielo que empezaron a sentir nostalgia de la tierra. Allí lo tenían todo. Cuando estaban en la tierra, suspiraban por estar en el cielo. Habían sido ascetas, habían renunciado al mundo, a las relaciones, a todo, para alcanzar el cielo. Y una vez en el cielo, deseaban volver al mundo.

Otra anécdota:

Cuando el piloto de un avión sobrevolaba la zona de Catskills le señaló al copiloto un valle precioso: «¿Ves eso? Cuando era pequeño, pescaba ahí, en una barca. Cada vez que pasaba un avión miraba hacia arriba y me imaginaba que yo lo pilotaba. Ahora miro hacia abajo y me imagino que estoy pescando».

Así ocurre siempre. Cuando no eres famoso quieres ser famoso. Te duele que la gente no te reconozca. Vas por la calle y nadie te mira, nadie te reconoce. Te sientes un don nadie. Te esfuerzas por ser famoso, y un día lo consigues. De repente no puedes ir por la calle, porque la gente no para de mirarte. No tienes libertad, prefieres quedarte recluido en tu casa. No puedes salir; estás como en una cárcel. Te pones a pensar en aquellos días maravillosos en los que paseabas tranquilamente por la calle… como si estuvieras solo. Sientes nostalgia de esos días. Pregúntale a los famosos.

En sus memorias, Voltaire dice que cuando no era famoso —como todo el mundo, no siempre fue famoso—, lo deseaba y hacía todos los esfuerzos posibles, hasta convertirse en uno de los hombres más famosos de Francia. Su fama llegó a tal extremo que casi le resultaba peligroso salir de su casa, porque en aquella época de supersticiones se pensaba que si podías arrancar un trozo de tela de la ropa de un gran hombre te servía de protección, que tenía un enorme valor para protegerte. Era una protección contra los fantasmas, contra los accidentes y demás.

De modo que cuando tenía que ir a la estación a coger un tren llevaba escolta policial, porque si no la gente le arrancaba la ropa. No sólo eso; le arrancaban incluso la piel, y volvía a casa lleno de cardenales, ensangrentado. Se hartó tanto de su fama, de no poder salir de su casa, de que la gente se abalanzara como lobos sobre él, que empezó a pedirle a Dios: «¡Ya está bien! Ya he conocido la fama. Ya no la quiero. Estoy poco menos que muerto». Y entonces ocurrió. Llegó el ángel y dijo: «De acuerdo». Y poco a poco se desvaneció su fama.

Las personas cambian de opinión muy fácilmente; no tienen integridad. Al igual que la moda, las cosas cambian. Un día estás en la cima de la fama y al día siguiente la gente se ha olvidado de ti. Un día eres presidente de un país y al día siguiente un simple ciudadano. No le importas a nadie.

Y así ocurrió con Voltaire, que la gente cambió de opinión, cambió el clima y la gente se olvidó de Voltaire. Cuando iba a la estación tenía la esperanza de que alguien, al menos una persona, estuviera allí para saludarlo. El único que iba a recibirlo era su perro.

Cuando murió, sólo acudieron cuatro personas a darle el último adiós; más bien tres personas y su perro. Debió de morir muy triste, suspirando por la fama. ¿Qué le vamos a hacer? Así funcionan las cosas.

La mente nunca te dejará ser feliz. En cualesquiera circunstancias, la mente siempre encontrará algo para que no seas feliz. Voy a decirlo de otra manera: la mente es un mecanismo destinado a crear infelicidad. Su única función consiste en crear la infelicidad.

Si te libras de la mente, de repente eres feliz, sin razón alguna. La felicidad es entonces algo tan natural como respirar. No necesitas darte cuenta de que respiras. Simplemente respiras. Consciente, inconsciente, dormido o despierto, sigues respirando. La felicidad es exactamente así.

La felicidad es tu naturaleza más íntima. No necesita de circunstancias externas; simplemente está ahí, es tú. La dicha es tu estado natural, no un logro. Simplemente saliendo del mecanismo de la mente empezarás a sentirte dichoso.

Por eso vemos que los locos son más felices que los llamados cuerdos. ¿Qué les ocurre a los locos? También escapan de la mente —por supuesto de una forma errónea—, pero salen de ella. Un loco es quien ha caído por debajo de la mente, fuera de ella. Por eso ves a tantos locos tan felices que casi sientes envidia. Incluso fantaseas: «¿Cuándo viviré yo con esa dicha?». Se condena al loco, pero él es feliz.

¿Qué le ha ocurrido a un loco? Ya no piensa en el pasado ni piensa en el futuro. Se ha escapado del tiempo y ha empezado a vivir en la eternidad.

Lo mismo le ocurre al místico, porque se sitúa por encima de la mente. No os digo que os volváis locos, pero sí que existe una similitud entre el loco y el místico. Por eso los grandes místicos parecen un poco locos y los grandes locos parecen un poco místicos.

Observa los ojos de un loco y te darás cuenta de su misticismo, de un brillo, de un brillo espiritual, como si tuviera una puerta interior por la que se asoma al núcleo mismo de la vida. Está relajado. Puede no tener nada, pero es feliz. No tiene deseos, ni ambiciones. No va a ninguna parte. Está simplemente ahí… disfrutando, regocijándose.

Sí, los locos y los místicos tienen algo en común. Esa semejanza se debe a que ambos están fuera de la mente. El loco ha caído por debajo de ella, el místico ha llegado más allá. El místico también está loco, con un método; su locura tiene método. El toco simplemente ha caído por debajo.

No os digo que os volváis locos. Os digo que os hagáis místicos. El místico es tan feliz como el loco y tan cuerdo como el cuerdo. El místico es tan razonable, incluso más, que las llamadas personas racionales, pero tan feliz como los locos. El místico ha alcanzado la más hermosa de las síntesis. Está en armonía. Tiene todo lo que tiene un hombre razonable. Tiene ambas cosas, y es completo.

Me preguntas: «¿Por qué estoy siempre fantaseando sobre el futuro?». Fantaseas sobre el futuro porque no has probado el presente. Empieza a probar el presente. Encuentra momentos para deleitarte. Al mirar los árboles, sé la mirada. Al escuchar los pájaros, sé el oído que escucha. Deja que lleguen a lo más profundo de ti, que su canto se extienda por todo tu ser. Sentado en la playa, escucha el bramido de las olas, hazte uno con él… porque el bramido de las olas no tiene pasado, ni futuro. Si puedes sintonizarte con él, también serás un bramido. Abraza un árbol y relájate. Siente cómo se precipita en tu ser su forma verde. Túmbate en la arena, olvídate del mundo, comulga con la arena, con su frescor, siente cómo te saturas de ese frescor. Ve al río, nada, y deja que el río nade dentro de ti. Chapotea y conviértete en el chapoteo. Haz lo que crees que te hace disfrutar y disfrútalo plenamente. En esos momentos desaparecerán el pasado y el futuro y estarás aquí y ahora.

El evangelio no está en la Biblia. El evangelio está en los ríos y en el bramido del mar y en el silencio de las estrellas. La buena nueva está escrita en todos lados. El universo entero es un mensaje. Decodifícalo, aprende su lenguaje. Su lenguaje es el aquí y el ahora.

Tu lenguaje es el del pasado y el futuro. Por eso si sigues hablando el lenguaje de la mente jamás sintonizarás, jamás armonizarás con la existencia, Y si no pruebas esa armonía, ¿cómo vas a dejar de fantasear? Porque eso es tu vida.

Es como si un pobre llevase una bolsa de piedras corrientes, pensando que son diamantes, rubíes y esmeraldas, y le dijeras: «Tira eso. Eres tonto. No son más que piedras corrientes». No te creería; pensaría que quieres engañarlo. Se aferrará a la bolsa, porque es lo único que tiene.

Yo no le digo a ese hombre que renuncie a la bolsa. Intentaré mostrarle rubíes, esmeraldas y diamantes de verdad. Sólo con entreverlos tirará la bolsa. Ni siquiera renunciará a ella, porque no hay nada a lo que renunciar; son piedras corrientes. No se renuncia a unas piedras corrientes.

Simplemente se dará cuenta de que ha estado viviendo bajo la influencia de una ilusión. Ahora ve diamantes de verdad. Sus piedras se desvanecen, desaparecen, y vaciará la bolsa inmediatamente, sin decírtelo, porque ahora tiene otra cosa que meter. Tirará las piedras porque necesita sitio.

Por eso no te digo que dejes de adentrarte en el futuro, ni de retroceder al pasado. Lo que te digo es que me gustaría que tuvieras más contacto con el presente.



Bibliografía: 
Alegría: Osho
Fotografía tomada de internet
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