lunes, 27 de mayo de 2019

LA MEZQUITA


Unos hipócritas se reunieron y decidieron construir una hermosa mezquita para honrar la fe.

Construyeron, pues, una, justamente al lado de la que el profeta había edificado él mismo. Su fin era en realidad, dividir a la comunidad. Cuando hubieron terminado el tejado, la cúpula y el techo, llegaron ante el profeta y, arrodillándose ante él, le pidieron que honrase su nueva mezquita con su presencia.

"Esta mezquita, dijeron, ha sido edificada para convertirse en un lugar de paz, en un lugar de abundancia para los necesitados. Ven a honrar este lugar con tu presencia para que todos se alegren."

¡Qué maravilla si tales palabras hubieran salido realmente de su corazón!

El profeta, que era comprensivo con todos, los escuchaba sonriente y nuestros hipócritas pensaban, por tanto, que iba a aceptar, pero él distinguía sus pretextos tan claramente como un pelo en un tazón de leche. Iba, sin embargo, a decidirse a ir allí, cuando Dios lo inspiró diciendo:

"¡Te han dicho todo lo contrario de lo que piensan!"

En efecto, su intención era hacer venir a esta mezquita a un predicador de Sham. El profetá les respondió:

"Habría aceptado con gusto vuestra petición, pero es la hora del combate y tengo que salir de viaje.

Cuando estemos de vuelta, iremos a haceros una visita."

A su vuelta, los hipócritas le recordaron su promesa y Dios dijo a su profeta:

"Desenmascara su hipocresía, aunque sea a costa de una guerra!"

El profeta dijo entonces a los hipócritas:

"No insistáis más si no queréis que yo desvele vuestros secretos ante todo el mundo."

Pretendía mostrar así que no lo engañaban, pero los hipócritas protestaron:

"¡Dios nos proteja! ¡Juramos que nuestras intenciones son puras!"

Juraron con gran insistencia, pero los justos no necesitan jurar.

El profeta preguntó:

"¿A quién debo creer a vosotros o a Dios ?-¡Juramos sobre el libro de Dios de que hemos edificado esta mezquita en su honor!"

A pesar de esas manifestaciones, el profeta se negó finalmente a ceder.

Ahora bien, uno de los compañeros del profeta se puso a pensar:

"¿Qué significa esto? El profeta siempre ha evitado avergonzar a cualquiera. ¿Qué quiere decir esta nueva manera de actuar? ¿No son los profetas los que cubren la vergüenza de los pecadores?"

Al mismo tiempo que pensaba esto, se arrepentía de este pensamiento y, con la cabeza llena de contradicciones, acabó por dormirse...

Tuvo entonces un sueño en el que vio la mezquita de los hipócritas llena de boñiga de vaca. De los muros de la mezquita rezumaba un acre humo negro que quemaba su nariz. Se despertó entonces y se puso a llorar:

"¡Oh, Señor mío! ¡Perdóname mi rebeldía para con tu mensajero!"



150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

GRANDEZAS Y GLORIAS


domingo, 26 de mayo de 2019

MADUREZ


¿ES VERDADERO, O ES UNA HISTORIA?


ES POSIBLE QUE EN LA ÚLTIMA investigación tomaras conciencia de alguna de las historias que te cuentas a ti mismo, o que tu cultura te ha contado, respecto a quién eres.

Contar historias es una actividad maravillosa y permite abordar todo el espectro de la existencia humana. Las historias pueden enseñar, entretener, seducir, fortalecer y aterrorizar.

Los seres humanos cuentan historias para expresar los infinitos aspectos del ser. Hay historias sobre seres físicos que pueden ser tocados, medidos y pesados; y también sobre seres sub atómicos, microscópicos, minerales, vegetales, animales, insectos, vertebrados, invertebrados, planetarios y cósmicos. Hay historias sobre seres que sólo pueden ser imaginados, soñados o conjurados.

Y después hay historias de tipo emocional: los complejos, interimbricados y siempre cambiantes vientos de la ira, el miedo, la tristeza, la desesperación, la alegría, el amor y la dicha. Hay historias mentales, con comienzos, desarrollos y finales, con explicaciones y justificaciones. Hay historias circunstanciales que interrelacionan los cuatro elementos básicos, fuego, aire, tierra y agua, con sus influencias físicas, emocionales y mentales en individuos, parejas, familias, tribus, sociedades, culturas, subculturas, naciones, religiones, clases, casas, planetas, etcétera.

Esta inabarcable inmensidad del ser expresa a través de la transmisión de una y otra historia. Cada cultura, familia y personas tiene una historia con pasado, presente, futuro, esperanza, miedos, dioses, demonios, milagros, desastres, éxitos, fracasos, caos, armonía, magnificencia y desesperación, desde las de mayor enjundia a las de menor calado.

Generalmente, traduces cada momento consciente de tu vida en función del contexto de una historia personal, compuesta por sucesivos sustratos físicos, emocionales y mentales de enfermedad, recuperación, valentía, debilidad, sexualidad, procreación, estatus, poder, conquista, rendición, posesión y pérdida. Las culturas de Mesopotamia y la antigua China, así como el holocausto de la Segunda Guerra Mundial, están codificados en nosotros. La historia del ser de cuenta por doquier, desde la capilla Sixtina hasta los pequeños restaurantes del delta del Mississippi. La historia, lo recordada y la olvidada, es el conjunto de las historias transmitidas.

¡Qué despliegue tan extraordinario! Que belleza exquisita y horrorosa. El único elemento trágicamente ausente en la mayoría de las historias es eso que no puede ser traducido a las dimensiones físicas, emocionales, mentales o circunstanciales. Sin embargo, este elemento está presente en cada suceso físico, emocional, mental o circunstancial de cualquier magnitud. La verdad que cualquier historia expresa brillante e imperfectamente es la verdad de la seidad misma. La verdad sobre ti.

¿Son ciertas las historias? Sí y no: sí como relatos de las experiencias, no como puntos finales del ser; sí como un aspecto de la totalidad, no como una totalidad misma.



Extracto del libro:
El Diamante en tu bolsillo: Descubre tu verdadero resplandor
Gangaji
Imágenes tomadas de internet

DEFINICIONES


sábado, 25 de mayo de 2019

EL CAMINO


CARTOGRAFIAR LA ISLA DEL TESORO


Aprender a aprender es la habilidad más importante de la vida.
Tony Buzan 

Un inversionista estadounidense dijo una vez a un hombre que le daba un grueso dossier para un negocio: «Sólo confío en las ideas que caben detrás de una tarjeta de visita». 

Cuando elaboramos cualquier proyecto, sea empresarial o personal, es importante representar de forma muy simple aquello que nos proponemos. Sólo así podremos hacer una hoja de ruta, lo que en este libro denominamos «mapa del tesoro», con las diferentes etapas que nos conducirán hacia el objetivo que nos hemos fijado. 

En esta línea, lo que el psicólogo británico Tony Buzan ha bautizado como mind maps, «mapas mentales», es un método para identificar nuestros deseos y planificar cómo cumplirlos. Estas hojas de ruta ya habían sido utilizadas por los pensadores clásicos o incluso por el místico Ramon Llull. Buzan asegura que la mente «lee» una hoja de notas globalmente, en vez de linealmente. Por este motivo desarrolló una técnica para representar de forma visual el tema principal y las diferentes ideas o derivaciones como ramas. 

Un mapa del tesoro es la representación de un objetivo que para nosotros es muy valioso. Sobre todo si se trata de un hito difícil de lograr, no tener un plan de acción, paso a paso, nos puede hacer abandonar nuestro propósito. Por eso es importante trazar un plan, dibujar en nuestro mapa los caminos que nos pueden llevar hacia el objetivo, indicando las diferentes etapas y también los peligros y dificultades que podemos encontrar en nuestro camino. 

Cuando no sabemos por dónde empezar, esta técnica no sólo nos ayuda a encontrar la salida y nos guía en esos momentos de confusión, sino que también nos enseña a desarrollar las herramientas necesarias. 



Del libro:
El mapa del tesoro
Álex Rovira/
Francesc Miralles
Fotografía tomada de internet

MAESTROS ZEN


viernes, 24 de mayo de 2019

NUESTRO AUTÉNTICO VIAJE


MUNDO ILUSORIO


HUELLAS


Un hombre corría tras un ladrón. Justo en el momento en que iba a apoderarse de él, oyó gritar a alguien:

"¡Socorro! ¡A mí! ¡Pronto!"

Pensando que había un segundo ladrón en los alrededores, dio media vuelta para socorrer a quien había gritado.

"¿Qué pasa? preguntó.

-¡Mira esas huellas! ¡Corre deprisa en esa dirección!

-¡Pedazo de imbécil! ¿Qué me dices? Yo había encontrado ya al ladrón casi lo tenía. ¡Si lo he dejado escapar, ha sido sólo por tu llamada!

-¡Yo te señalo sus huellas y esas huellas bastan para establecer la verdad!

-O eres idiota o eres cómplice de ese ladrón. ¡Porque lo has salvado en el momento en que iba yo a cogerlo! ¡Y todo para mostrarme sus huellas!"



150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

jueves, 23 de mayo de 2019

MI TRABAJO ES QUERERME


EL VARÓN "EMBARAZADO"


3. El varón "embarazado"

Aunque no podemos parir físicamente, siempre he pensado que los padres también nos embarazamos.

Sin desconocer las dificultades evidentes del embarazo físico femenino, es bueno saber que el varón también pasa por un estado de "gravidez psicológica". Nosotros esperamos, sufrimos, hacemos fuerza, nos asustamos, reímos, lloramos y fantaseamos a la par. Estamos todo el tiempo ahí, sin saber qué hacer y pujando a distancia. Muchos maridos se cambiarían gustosos por sus mujeres, aunque muertos del miedo, al ver la complejidad de un trabajo de parto. Es cierto que no sentimos lo mismo, pero sentimos.

No estoy subestimando, ni mucho menos, la labor femenina, sino explicando qué ocurre en el interior del varón. He conocido hombres que sienten las mismas náuseas de la mujer y vomitan más que ellas, he visto a algunos tener contracciones, y a otros hasta cambiar el caminado. No sé si se trata de una imitación, una solidaridad inconsciente o algún tipo de feromona femenina no detectada sino por los hombres, pero nos alteramos y descompensamos. En cierto sentido, también damos a luz; a nuestra manera, pero lo hacemos. Algo ocurre con el varón en estado de gestación, que aún no podemos explicar claramente desde la psicología.

Es curioso ver cómo reaccionan los hombres frente a sus esposas durante la espera de un hijo.

Aunque las respuestas psicológicas masculinas al embarazo pueden ser variadas y contradictorias, no obstante, pese a su diversidad, es posible definir cinco tipos básicos de varones en estado de gestación.

Un primer grupo ni se da por enterado. Para ellos, tener un hijo es como comprar un carro o un problema metafísico de otra galaxia. No se preocupan ni viven la espera, se muestran ajenos y totalmente ignorantes del evento, como si la embarazada fuera la vecina o el hijo fuera de otro. No hay placer, ni dudas, ni miedo, ni celos: nada. El asunto no es con ellos. Cuando por presiones de la mujer se ven obligados a intervenir de alguna manera, lo hacen de mala gana y mal hecho. Es apenas comprensible que semejante actitud genere un rechaza mortal en los familiares de la encinta, y depresión profunda en la mujer. Si hay algún vestigio de humanidad latente en ellos, al nacer el bebé y poder vivenciar de una manera más directa y real la paternidad, comienzan a comportarse de manera normal.

Un segundo grupo está conformado por aquellos maridos a quienes les da por el enamoramiento. El sentimiento por sus esposas se hace exponencial. Las adoran, las cuidan, las consienten y las aman profundamente, mucho más que antes de la concepción. En estos hombres, como el empaque es doble, se produce una curiosa mezcla entre sus roles de padre y esposo: por amar a su hijo, aman a su esposa, y al amar a su esposa, aman a su hijo. Un hombre orquesta afectivo y un derroche de cuidados a manos llenas. No importa el lugar, la hora o el precio, para ellos no hay limitaciones: "Tus deseos son órdenes para mí"; un genio sin lámpara, dispuesto y listo para lo que quieran mandar. Mientras dure la gestación, será el mejor yerno y el ejemplar marido que ella siempre añoró; pero en cuanto nazca el bebé, sufrirá' un inmediato retroceso a sus viejas costumbres afectivas. El "Ceniciento "vuelve al trabajo y a la lucha diaria.

Nacido el infante, se acaba el encanto y, otra vez, de príncipe a renacuajo. Para su mujer, cada parto es la oportunidad de sentirse amada, al menos por unos meses.

Un tercer grupo está configurado por padres que se sienten relegados. Estos maridos, al enterarse del estado de su señora, se vuelven paranoicos. Un temor oscuro y egoísta los lleva a sentirse desplazados antes de tiempo. Su pensamiento es que ese nuevo ser les quitará el cariño de su esposa o, al menos, los bajará de puesto. La relación con el bebé es claramente ambivalente y de competencia. Aunque disimulen, la preocupación se les hace manifiesta. Preguntan poco, intervienen lo mínimo, evitan el tema e intentan que su pareja cada día se acerque más a ellos, pero no por amor, sino por miedo a perder privilegios. Estos hombres desarrollan una celotipia filial. Aunque al comienzo no suelen aceptar mucho al recién nacido, al cabo de algunos meses se resignan a compartir el amor y los cuidados de su mujer con el nuevo invasor.

El cuarto grupo está constituido por aquellos maridos que muestran rechazo por la mujer embarazada.
El fastidio se hace evidente. Estos varones, al enterarse de que van a ser padres, sufren una profunda transfiguración emocional: si antes eran maridos tiernos y delicados, ahora no. La mera aproximación de la mujer les produce incomodidad. Algunos sienten repulsión ante la sola idea de tener sexo, y otros, de manera totalmente irracional e infundada, sienten miedo a lastimar la criatura que viene en camino. No sabemos, a ciencia cierta, por qué ocurre este fenómeno, pero en esta etapa de engorde un porcentaje considerable de hombres decide ser infiel. Más aún, muchos matrimonios se desbaratan en esta época. El marido, que había sido austero en cuestiones femeninas, se convierte en un don Juan empedernido, ávido de nuevas experiencias y desconsiderado con la situación. No es que sean antipáticos y groseros a propósito, simplemente no les nace. Pueden asumir sus responsabilidades y prepararse para recibir al niño en forma adecuada, pero el desamor que sienten por la madre de su futuro hijo es evidente, y duele. Un ambiente de frialdad, hasta entonces desconocido, envuelve a la pareja. Estas mujeres suelen ver la posibilidad de otro embarazo con verdadero terror.

El quinto grupo está formado por los hombres que disfrutan sanamente de la experiencia de la paternidad sin involucrar a la pareja en forma patológica. Pese al nerviosismo natural que acompaña el acontecimiento, la dicha es plena. La relación con sus esposas no cambia sustancialmente; aunque la calidad de los cuidados mejora (ahora son dos), no se establecen lazos enfermizos de inseguridad o dependencia extrema. Para los varones maduros y equilibrados, el embarazo es una buena oportunidad para estrechar nuevos vínculos con la mujer amada, y mejorar los anteriores.



Extracto tomado del libro:
Intimidades masculinas
Walter Riso
Imágenes tomadas de internet

SIN AMOR


miércoles, 22 de mayo de 2019

NADIE PUEDE LASTIMARME


LA DUDA


Muaviya, tío de todos los fieles, estaba durmiendo en su palacio. Su palacio estaba cercado y las puertas tenían cerrojos. Era imposible que un extraño pudiese penetrar en él. Sin embargo, alguien tocó a Muaviya para despertarlo. Cuando abrió los ojos, no vio a nadie y se dijo:

"Es imposible entrar en mi palacio. ¿Quién ha podido hacer esto?"

Después de muchas búsquedas, encontró a alguien que se ocultaba tras una colgadura. Le dijo:

"¿Quién eres y cómo te llaman?"

-¡El pueblo me llama Satanás!

-¿Y por qué me has despertado ?-Porque es la hora de la oración y tienes que ir a la mezquita.

No olvides que el profeta dijo que no debía tolerarse ningún retraso en la oración.

Muaviya le dijo:

"¡Es extraño que tú invoques esta razón, pues nada bueno ha venido nunca de ti! ¡Es como si un ladrón viniera pretendiendo querer montar la guardia!"

-En otros tiempos, replicó Satanás, yo era un ángel y mi alma se alimentaba con mis plegarias. Era entonces compañero de otros ángeles y eso ha quedado en mi naturaleza. iMe es imposible olvidar el pasado!

-Es cierto, pero eso no impide que hayas cerrado el camino a muchos sabios. ¡No puedes ser fuego sin quemar! Dios te ha hecho abrasador y quien se acerca a ti, necesariamente se quema. Tu pretendida sabiduría se parece al canto de las aves imitado por los cazadores.

-Aparta la duda de tu corazón, dijo Satanás, yo soy una piedra de toque para la verdad y la falsedad. No puedo afear lo hermoso. Mi existencia no es sino un espejo para lo hermoso y para lo feo. Soy como un jardinero que corta ramas muertas. El árbol protesta: "¡Soy inocente! ¿Por qué me destruyes?" Y yo respondo: "No porque estés torcido, sino porque estás seco y sin savia. Tu naturaleza, la esencia de tu semilla es mala. Nunca has sido cruzado con una buena esencia. Sin embargo tu naturaleza habría salido ganando si te hubiesen injertado un esqueje de buena esencia".

-¡Cállate! exclamó Muaviya, ¡es inútil que intentes convencerme!"

Se volvió hacia Dios y le dijo:

"¡Señor mío! ¡Sus palabras son como niebla! ¡Ayúdame! El es muy fuerte argumentando y temo su astucia."

Satanás dijo:

"El que es presa de una mala duda se vuelve sordo ante millares de testigos. No te lamentes ante Dios por mi causa. Llora más bien ante tu propia maldad. ¡Me maldices sin razón pero harías mejor mirándote a ti mismo!"

Muaviya respondió:

"¡Es la mentira la que hace nacer la duda en el corazón!"

-¿Y tienes tú un criterio para distinguir lo verdadero de lo falso ?-La verdad procura la paz del corazón, pero la mentira no lo conmueve. Es como un aceite que se ha mezclado con el agua: ya no puede arder. Dime: tú, el enemigo de todos los que velan, ¿porqué me has despertado? ¡Respóndeme y sabré si dices verdad!

Satanás intentó eludir la respuesta, pero Muaviya lo instó a que se explicara y acabó por confesar:

"Voy a decirte la verdad. Te he despertado para que no te retrases en la mezquita. Pues si te hubieras retrasado, tu arrepentimiento habría anegado el universo. Las lágrimas habrían brotado de tus ojos y el arrepentimiento de alguien para quien la oración es un placer es aún más fuerte que la oración. ¡Te he despertado, pues, para que tu arrepentimiento no te permita acercarte más aún a Dios!"

Muaviya exclamó:

"¡Ahora dices la verdad! No eres sino una araña en busca de moscas. ¡Y me has tomado por una mosca!"


150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

PROTECCIÓN DE LOS HIJOS


martes, 21 de mayo de 2019

EL TESORO ESCONDIDO


La Biblia nos cuenta la historia de un campesino que un buen día descubrió en sus tierras, un tesoro enterrado. Cuando volvió a casa, renunció al resto de sus tierras y a todo lo que poseía y solo conservó el pequeño pedazo de tierra que contenía el tesoro. Ese tesoro es el Reino de Dios. Sabemos que debemos buscar el Reino de Dios en el presente, porque el presente es el único momento que realmente existe. El pasado ya se ha ido y el futuro todavía no ha llegado. El presente es el único lugar en el que debes buscar el Reino de Dios o la Tierra Pura del Buda, el único lugar en el que puedes encontrar la felicidad, la paz y la plenitud. Así de simple y así de claro. Pero como tendemos a remontarnos al pasado o a escapar hacia el futuro, debemos, si realmente queremos establecernos en el presente, reconocer ese hábito y aprender a liberarnos de él. 

El núcleo del mensaje que el Buda dirigió a una gran asamblea de comerciantes fue el siguiente: «Es posible vivir felizmente en el momento presente». El Buda había visto que la mayoría de su audiencia estaba tan preocupada por su futuro que no podía disfrutar del presente. No tenían tiempo para ellos ni para sus familias, no tenían tiempo para amar y hacer felices a quienes les rodeaban. 

Continuamente estaban dejándose atrapar por el futuro. 

La Tierra Pura está en el presente. La Tierra Pura es ahora o nunca. Y lo mismo podemos decir con respecto al Reino de Dios. Es ahora o nunca. El Reino de Dios no es solo una idea hermosa, sino una realidad. Cuando respiras y caminas con atención, estás regresando a tu hogar en el presente y conectando con las muchas formas de la vida que hay en ti y a tu alrededor y con todo lo que pertenece al Reino de 

Dios. Ya no necesitas, si has encontrado el Reino de Dios, correr en pos de la fama, la riqueza y los placeres sensoriales. 

Cuando volvemos a nuestro hogar en el presente, nos damos cuenta de que disponemos ya de tantas condiciones que posibilitan la felicidad que no tenemos que correr detrás de ellas para conseguirlas. 

Ya tenemos suficientes condiciones para ser felices. La felicidad es completamente posible aquí y ahora. 

La enseñanza del Buda acerca de vivir feliz en el presente es muy placentera. Ya podemos ser felices ahora mismo. También la práctica es muy placentera. No necesitamos, cuando subimos una colina, hacer ningún esfuerzo, podemos disfrutar de cada paso. 

Caminando así, libres del pasado y del futuro, podemos conectar, a cada paso, con el Reino de Dios y con la Tierra Pura del Buda. 



Extracto del libro:
Miedo
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet

AL MORIR


lunes, 20 de mayo de 2019

COMPARTIR


LAS RAÍCES DE LA DESDICHA


EL HOMBRE ES DESDICHADO desde hace siglos. Raramente se encontrará a un ser humano que no viva en la desdicha. Es algo tan raro que casi parece increíble. Por eso mucha gente no cree que existieran seres humanos como Buda. La gente no se lo puede creer, y no se lo puede creer por su propia desdicha. Es tal su desdicha, y están tan metidos en ella que no ven ninguna salida.

La gente piensa que los Budas deben de ser algo imaginario, que las personas como Buda Gautama son sueños de la humanidad. Eso es lo que dice Sigmund Freud, que las personas como Buda son «satisfacciones del deseo». Queremos ser así, queremos salir del sufrimiento, nos gustaría disfrutar de ese silencio, esa paz, de esa bendición, pero no nos ha ocurrido. Y Freud dice que no hay esperanza, que no puede ocurrir por la naturaleza misma de las cosas. El hombre no puede ser feliz.

Hay que escuchar a Freud en profundidad, con mucha atención; no se le puede rechazar sin más. Es una de las mentes más agudas que hayan existido jamás, y cuando dice que la felicidad es imposible, que esperar la felicidad es esperar lo imposible, lo dice en serio. Esta conclusión no es la de un filósofo. Llegó a esa conclusión tras su estudio del sufrimiento humano. Freud no era pesimista, pero al estudiar a miles

de seres humanos, al profundizar en su psique, comprendió que el hombre está hecho de tal manera que sigue un proceso intrínseco para ser desdichado. En el mejor de los casos puede sentirse cómodo, pero jamás en éxtasis. En el mejor de los casos puede mejorar un poco la vida -mediante la tecnología, mediante los cambios sociales, una economía distinta y otras cosas-, pero seguirá siendo desgraciado. ¿Cómo podía creer Freud que existiera una persona como Buda? Tal serenidad parece un sueño: la humanidad ha soñado con Buda.

Se tiene esta idea porque Buda es raro, excepcional. No es la norma.

¿Por qué ha vivido el ser humano entre tanto sufrimiento? Y lo milagroso es que todo el mundo quiere ser feliz. No conocerás a una sola persona que quiera ser desgraciada; sin embargo, todo el mundo lo es.

Todos quieren ser felices, dichosos, vivir en paz, en silencio. Todo el mundo desea vivir con alegría, festejando la vida, pero parece imposible.

Debe de existir una causa profunda, tan profunda que el análisis freudiano no puede llegar hasta ella, que la lógica no puede penetrar en ella.

Hay que comprender algo fundamental. El ser humano desea la felicidad; por eso es desdichado. Cuanto más desees ser feliz, más desdichado serás. Parece absurdo, pero es la causa fundamental. Y cuando comprendas el proceso del funcionamiento de la mente humana lo entenderás.

El ser humano desea ser feliz, y por eso crea la desdicha. Si quieres salir de esa desdicha, tendrás que abandonar tu deseo de felicidad; así nadie podrá hacerte desdichado. Ahí es donde falla Freud. No comprendió que el deseo mismo de felicidad puede ser la causa del sufrimiento.

¿Cómo ocurre esto? En primer lugar, ¿por qué deseas la felicidad? ¿Y qué te produce ese deseo de felicidad?



Bibliografía: 
Alegría: Osho
Fotografía tomada de internet

sábado, 18 de mayo de 2019

EL BORRACHO


Un transeúnte encontró en plena noche a un borracho dormido junto a una pared. Lo sacudió y le dijo:

"¡Oh, borracho! ¿Qué has bebido para verte en este estado?"

El otro respondió:
"¡He bebido lo que había en esta cántara!"

-¿Y qué había en esa cántara?
-¡Lo que he bebido!

-Pero eso es justamente lo que te pregunto: ¿Qué has bebido?
-¡Lo que había en esta cántara!

-¡Escucha! dijo el transeúnte, ¡levántate y ven conmigo! ¡Te llevo a la cárcel porque estás borracho!

-¡Déjame ya tranquilo!

-¡Vamos, levántate y sígueme a la cárcel!

Entonces el borracho exclamó:
"¡Pero, bueno, si tuviera fuerza para andar, volvería a mi casa!"


150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

ÉPOCA DE LA PÍLDORA QUE HACE DE TODO


viernes, 17 de mayo de 2019

VIVIR ANTES DE MORIR


¿CÓMO SUCEDIÓ LA ILUMINACIÓN DE BUDA?


Nada te ayudará. Puedes vivir en un palacio, pero serás tan desdichado, o quizá más, que si vivieras en una vieja choza. En la choza al menos tendrías el consuelo de que eres desdichado porque vives en una choza vieja y espantosa. Así tendrías una excusa; podrías explicar tu desdicha, tu miseria, tu sufrimiento. Y también tendrías la esperanza de conseguir una casa mejor; si no un palacio, al menos una casita decente, bonita, tuya.

Es la esperanza lo que mantiene vivas a las personas, y son sus excusas y sus explicaciones lo que las impulsa a intentarlo una y otra vez.

Es la filosofía de Estados Unidos: intentar, intentarlo una y otra vez. Pero existen unas cuantas cosas que no se logran a base de intentarlo, que sólo ocurren cuando estás completamente harto de tentativas. Te dices:
«Ya está bien. No pienso volver a intentarlo».

Así le sobrevino la iluminación a Buda Gautama.

Debió de ser el primer estadounidense, porque iba en busca de la felicidad. Por esa búsqueda pasó de su reino. Fue pionero en muchos sentidos; el primer pasota, por ejemplo. Vuestros hippies no eran tan pasotas. Para pasar de algo, en primer lugar hay que tener algo de lo que pasar. Buda lo tenía, y más de lo que haya tenido jamás ningún hombre.

Estaba rodeado por las mujeres más hermosas del reino. De modo que no dejó de cumplir ninguno de sus deseos: tenía lo mejor, comida, cientos de criados, enormes jardines.

Buda dijo: «Renuncio a todo. Aquí no he encontrado la felicidad. Voy a buscarla, iré en pos de ella, haré cuanto sea necesario para encontrar la felicidad».

Y durante seis años Buda hizo todo lo que se puede hacer. Acudió a toda clase de maestros, profesores, eruditos, sabios, santos... Y en la India hay tantos que no hace falta buscar mucho; están por todas partes.

Si no los buscas tú, te buscarán ellos. Y sobre todo en la época de Buda estaban en la cresta de la ola. Pero tras seis años de tremendos esfuerzos, de penurias, ayunos y posturas de yoga, no había ocurrido nada. Y un día...

El Niranjana es un río pequeño, sin mucha profundidad. Buda estaba ayunando, sometiéndose a toda clase de penurias y tormentos, y estaba tan débil que cuando fue a bañarse al río no pudo atravesarlo. El Niranjana es pequeño, pero Buda estaba tan débil que sólo gracias a que se aferró a la raíz de un árbol que colgaba junto a la orilla logró mantenerse en pie; si no, el río lo habría arrastrado. Aferrado a la raíz se le ocurrió una idea: «Esos sabios dicen que la existencia es como un océano. Si la existencia es un océano, lo que estoy haciendo no tiene sentido, porque si no puedo cruzar este riachuelo, el Niranjana, ¿cómo voy a cruzar el océano de la existencia? He estado perdiendo el tiempo con todo lo que he hecho, he malgastado mi vida, mi energía, mi cuerpo».

Logró salir del río y, olvidándose de todos los esfuerzos, se sentó bajo el árbol. 

Aquella noche -había luna llena- durmió bien por primera vez desde hacía seis años, porque no había nada que hacer, ningún sitio al que ir al día siguiente. No tenía que practicar nada, que ejercitar nada... Al día siguiente ni siquiera tenía que levantarse temprano, antes del amanecer.

Podía dormir cuanto quisiera. Por primera vez se sintió libre de tanto esforzarse, de buscar, de indagar.

Por supuesto, durmió como nunca, relajado, y por la mañana, al abrir los ojos, empezaba a desaparecer la última estrella. Se cuenta que con la última estrella también desapareció Buda. Toda una noche de descanso, de paz, sin futuro, sin metas, sin nada que hacer... Había dejado de ser estadounidense. Tumbado, sin prisas ni siquiera para levantarse, comprendió que aquellos seis años parecían una pesadilla. Pero ya había pasado. La estrella desapareció, y desapareció Siddharta.

Ésa fue la experiencia de la dicha, de la verdad, de la trascendencia, de todo lo que llevas tanto tiempo buscando pero no has encontrado porque has estado buscando. Ni siquiera los budistas han llegado a comprender la importancia de esta historia. Es lo más significativo de la vida de Buda Gautama. Nada puede compararse con esta historia.

Pero a lo mejor os sorprende... Yo no soy budista y no estoy de  acuerdo con Buda en miles de cosas, pero soy la primera persona que se ha fijado en esta historia durante veinticinco siglos, que se ha centrado en esta historia, porque fue cuando se produjo el despertar de Buda. Pero los sacerdotes y los monjes budistas ni siquiera pueden contar esta historia, porque si lo hacen, ¿para qué sirven ellos? ¿Qué hacen? ¿Qué enseñan, qué ejercicios, qué oraciones? Naturalmente, si cuentas que eso fue lo que le ocurrió a Buda cuando se dejó de estupideces religiosas, la gente se preguntará: «Entonces, ¿por qué nos enseñáis esas estupideces de la religión? ¿Para que un día de éstos pasemos de ellas? Y si al final tenemos que pasar de ellas, ¿para qué empezar?».

Resultaría difícil convencer a los sacerdotes; su negocio, su profesión se irían al garete.

La dicha también nos llega así. La verdad también nos llega así, exactamente igual. Sólo tienes que sentarte, sin hacer nada, esperando - no a Godot, sino simplemente esperando; nada en concreto, sino simplemente esperando, en un estado de espera- y sucede.

Y ese acontecimiento se llama felicidad.



Bibliografía: 
Alegría: Osho
Fotografía tomada de internet
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