CONTINUAMOS ALGO DE HISTORIA SOBRE LA NATURALEZA DEL HOMBRE:.....
Adam Smith es el primero en decir que la indiferencia del afuera es tan terrible que puede llegar a matar. La frase: “lo mato con la indiferencia” está originada en su pensamiento. La mirada del otro es para él una necesidad, no podemos sobrevivir si no hay por lo menos alguien que nos dé su aprobación, y los bienes materiales son exactamente para esto. El sujeto, decía Smith, está incompleto y necesita de los otros para forjarse su identidad.
Como única alternativa para resolver esta dependencia sin colgarse de los demás, propone una posibilidad que estará reservada sólo para algunos: Dios.
Si yo no quiero vivir dependiendo de que otro me califique, siempre me queda la posibilidad de creer que Dios es el que me puede dar esta aprobación.
La fe aparece como un recurso que me devuelve la independencia y la fortaleza sobre mi mismo, reconociendo mi necesidad social pero otra vez volviendo a la primera idea de La Bruyère: la soledad. Ahora puedo estar sin nadie, no me importa, El Jefe me va a dar su aprobación y nunca me sentiré solo, inseguro ni
incompleto.
La evolución posterior ha dado algunas otras soluciones para este tema: la conciencia, el superyo. La idea moral y ética de los principios no es ni mas ni menos que la introyección, la puesta adentro, de la aprobación supuesta de los demás.
Yo me siento completo únicamente si hago las cosas de acuerdo con mi conciencia, de lo contrario me siento mal, insatisfecho.
El superyo, la moral, la ética, la sociedad como una abstracción, en última instancia son la respuesta a la necesidad de la búsqueda de simpatía y aprobación de los demás.
Georg Hegel (1770-1831), el último pensador de la época, es tan importante y revolucionario que va a influenciar a todos los que le siguen (Freud, Lacan, Adler, Perls, Pichón Riviera, etc.).