viernes, 1 de noviembre de 2013

EL HOMBRE: NATURALEZA SOLITARIA O VIDA SOCIAL PARTE V

CONTINUAMOS ALGO DE HISTORIA SOBRE LA NATURALEZA DEL HOMBRE:.....

Adam Smith es el primero en decir que la indiferencia del afuera es tan terrible que puede llegar a matar. La frase: “lo mato con la indiferencia” está originada en su pensamiento. La mirada del otro es para él una necesidad, no podemos sobrevivir si no hay por lo menos alguien que nos dé su aprobación, y los bienes materiales son exactamente para esto. El sujeto, decía Smith, está incompleto y necesita de los otros para forjarse su identidad.

Como única alternativa para resolver esta dependencia sin colgarse de los demás, propone una posibilidad que estará reservada sólo para algunos: Dios. 

Si yo no quiero vivir dependiendo de que otro me califique, siempre me queda la posibilidad de creer que Dios es el que me puede dar esta aprobación.

La fe aparece como un recurso que me devuelve la independencia y la fortaleza sobre mi mismo, reconociendo mi necesidad social pero otra vez volviendo a la primera idea de La Bruyère: la soledad. Ahora puedo estar sin nadie, no me importa, El Jefe me va a dar su aprobación y nunca me sentiré solo, inseguro ni
incompleto.

La evolución posterior ha dado algunas otras soluciones para este tema: la conciencia, el superyo. La idea moral y ética de los principios no es ni mas ni menos que la introyección, la puesta adentro, de la aprobación supuesta de los demás.

Yo me siento completo únicamente si hago las cosas de acuerdo con mi conciencia, de lo contrario me siento mal, insatisfecho.

El superyo, la moral, la ética, la sociedad como una abstracción, en última instancia son la respuesta a la necesidad de la búsqueda de simpatía y aprobación de los demás.

Georg Hegel (1770-1831), el último pensador de la época, es tan importante y revolucionario que va a influenciar a todos los que le siguen (Freud, Lacan, Adler, Perls, Pichón Riviera, etc.).

Hegel toma las ideas de Rousseau y las desarrolla a niveles inconmensurables. Dicen los que han estudiado que el pensamiento de Hegel era tan avanzado para su época que nadie lo entendía. Pasaron muchos años antes de que la humanidad pudiera entender lo que Hegel quería decir.

Todo lo que nosotros sabemos de este pensador es lo que Kojeve escribió en el libro Interpretando a Hegel (muchos dicen que tampoco Kojeve era muy fiel a lo que Hegel decía).

A la idea de Rousseau, Hegel le agregó que la incompletud no se resuelve ni con el reconocimiento, ni con la aprobación del otro. Hegel decía que lo que el individuo necesita, no como una cosa aprendida, sino cono condición de su humanidad, es mucho mas: es la admiración de otro.

El individuo necesita que haya alguien que lo valore, que lo reconozca, que lo aplauda, no alcanza con que el otro le diga “Eres Aristófanes” (porque cuando Aristófanes recibe esta mirada, no es la mirada de alguien que lo reconoce, es la mirada de alguien que le da el reconocimiento que implica su admiración, dice Hegel).

Para él, la continua lucha del ser humano es por conseguir que alguien lo valore, le dé un lugar de importancia. Si no fuera así, se quedaría con esta sensación de incompletud, se sentiría mutilado, no tendría la posibilidad de sentirse satisfecho.

Hegel coincide con Rousseau en que la esencia del ser humano es sociable. El dice: 

el ser humano solo y único en el mundo no sería un ser humano, sino un animal.

Estamos en 1780 y, a partir de ahí, el gran plateo hegeliano nos complica porque las cosas empiezan a mezclarse...

Así como en el pensamiento de Nietzsche se basaron algunas ideas políticas, las nazis entre otras, en las ideas de Hegel, su filosofía y el planteo del amo y el esclavo, se apoyaron varias corrientes ideológicas, entre otras, el marxismo y la fundamentación del materialismo dialéctico.

Hegel dice: 

siempre que hay dos individuos, cada uno de ellos quiere la admiración del otro, y en esa competencia, uno va a triunfar y el otro no. 

La historia de la humanidad es la sociabilidad a partir del esquema donde entre dos que se encuentran uno tiende a ser el amo y el otro tiende a ser el esclavo.

No es una idea complicada, miremos la historia de la humanidad y veremos que en realidad siempre hay dos bandos que están peleando por ser el amo y dejar al otro en el lugar del esclavo. Y esto no tiene que ver con conseguir el placer sádico de esclavizar al otro, sino con lograr, dice Hegel, su admiración conseguir que me idolatre, que me ponga en un lugar superior, el lugar de amo. Hace recordar un poco a Nietzsche, a la moral del superhombre y el cordero, ¿verdad?.

Establecido el ganador, todo parece resuelto, pero aquí aparece la paradoja: 

Recordemos que estamos partiendo de la idea que la completud humana se consigue solamente cuando uno recibe la admiración del otro, y por lo tanto, los que no la reciban quedarán incompletos y perderán su condición mínima de dignidad humana.

En esta batalla entre futuros amos y futuros esclavos, donde estamos compitiendo por ver quién es quién, supongamos que sos el que gana. Vos sos el amo y por ende yo soy el esclavo y lo admito. Ahora, sos un ser humano completo, has conseguido la admiración de alguien, la mía. Yo soy el esclavo y he perdido, vos no me admirás, todo lo contrario, me despreciás. Vas a decir. Yo gané, vos sos el esclavo, vos no sos ni siquiera un ser humano vos no valés. Y cuando no soy ni siquiera un ser humano completo y soy despreciable... mi admiración deja de servirte. Entonces Hegel dice: el final del camino del amo es irremediablemente el vacío existencial, porque cuando finalmente consigue la admiración que necesita, ésta pierde sentido y la desprecia.

(Pequeña derivación cotidiana que veo todos los días: “Quiero que me quieras, quiero que me quieras, quiero que me quieras,.. Pero cuando consigo que me quieras, me doy cuenta de que sos un tarado, quizás por querer a un tipo como yo y ahora te desprecio, y ahora no me importa tu cariño”).

¿Qué hace entonces el amo?. Busca a alguien más, porque la verdadera historia del amo es que siempre tiene que buscar a alguien valioso que le dé la admiración que necesita.

Para Hegel, irremediablemente, los amos están condenados a buscar un tercero, el mundo no se puede plantear de a dos, el mundo se plantea de a tres. ¿Por qué?. Porque hace falta un testigo, alguien que testifique que yo sometí al otro. Con lo cual ese tercero, que no es mi sometido, me va a admirar por haber
sometido a mi esclavo.

La trama vital por lo tanto requiere de tres personajes: 

A que pelea con B y lo vence y C que es testigo de la batalla y concede a A la admiración por ser el vencedor (sin el testigo del triunfo éste no tiene mérito ni trascendencia). Los tres personajes, nos aclara Hegel, son igualmente necesarios aunque sus roles distan mucho de ser rígidos o permanentes.

En efecto, una vez que A vence a B, y B es descalificado como admirador, pasado el primer momento de plenitud frente al aplauso de C, se plantea lo irremediable: entre A y C ¿quién está por encima y quién por debajo?. Deberán competir entre sí, y cuando esto suceda, no importa quién triunfe – y esto es lo más interesante -, el vencedor necesitará que B, el antes esclavo, sea testigo.
El ciclo se ha completado y vuelve a comenzar infinitamente.

La paradójica lucha del amo y el esclavo. La eterna lucha de quién está por debajo de quién y hasta cuándo.

Hegel dice que la historia de la humanidad está cifrada por esta lucha, quién somete a quién en presencia de quién.

Necesito que me den admiración pero en esta búsqueda siempre voy a terminar compitiendo con alguien, en una lucha dinámica donde el derrotado se transformará tarde o temprano en un personaje importante: el testigo de una nueva situación.

Por supuesto que las ideas de Hegel existían antes de Hegel, como las ideas de Nietzsche existían antes de Nietzsche, y las ideas de Aristóteles antes de Aristóteles, porque las ideas no son patrimonio de aquellos que las dijeron, pertenecen a la humanidad. Y esta historia que la izquierda utilizó para explicar la lucha de clases es para Hegel la historia de la humanidad.

Esta es, dice el filósofo, la verdadera historia del hombre y la mujer frente al pecado original, es la historia de Caín y Abel, es la historia de Zeus y Cronos, es la historia de Castor y Polux, es la historia de todos los duelos míticos donde, en realidad, nunca hay sólo dos, siempre hay tres: dos que pelean por la aprobación de un tercero.


Extracto del libro:
El Camino del Encuentro
Jorge Bucay

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