Tomar el teléfono y decir la palabra cariñosa que aplazamos. Abrir la puerta y dejar entrar a quien necesita nuestra ayuda. Aceptar un empleo. Abandonar un empleo. Tomar la decisión que estábamos dejando para más adelante. Pedir perdón por un error que cometimos y que no nos deja en paz. Exigir un derecho que tenemos. Recurrir con frecuencia a la floristería más que a la joyería. Poner la música muy alta cuando la persona amada esté lejos, bajar el volumen cuando esté cerca. Saber decir «sí» y «no», porque el amor contiende con todas las energías del hombre. Descubrir un deporte que puedan practicar dos al mismo tiempo. No seguir ninguna receta, ni siquiera las que figuran en este párrafo... porque el amor necesita creatividad.
Y, cuando nada de eso sea posible, cuando lo que queda solo es soledad, entonces recordar una historia que un lector me envió en una ocasión:
Una rosa soñaba día y noche con la compañía de las abejas, pero ninguna acudía a posarse en sus pétalos.
Sin embargo, la flor seguía soñando: durante sus largas noches, imaginaba un cielo en el que volaban muchas abejas, que acudían, cariñosas, a besarla. De ese modo, conseguía resistir hasta el próximo día, cuando volvía a abrirse con la luz del sol.
Una noche, al enterarse de la soledad de la rosa, la luna preguntó:
—¿No estás cansada de esperar?
—Tal vez, pero necesito seguir luchando.
—¿Por qué?
—Porque si no me abro, me muero.
En los momentos en que la soledad parece menoscabar toda la belleza, la única forma de resistir es seguir abierto.
Paulo Coelho
Extracto del libro:
365 semillas de conciencia para una vida plena
Fotografías tomadas de Internet