miércoles, 16 de septiembre de 2020

DESPERTAR


 

EL CIELO AZUL MÁS ALLÁ DE LAS NUBES



Más allá del miedo, del sufrimiento, de la violencia, de la desesperación y de la confusión que afectan a nuestra sociedad, el cielo nunca deja de resplandecer. A veces, el cielo se nos muestra completamente azul, mientras que, en otras ocasiones, solo vemos un pedacito y, en otras, parece haber desaparecido. Y, de la misma manera que la niebla, las nubes o las tormentas ocultan el cielo azul, el Reino de los Cielos puede parecer también oculto tras las nubes de la ignorancia o la tempestad del enfado, la violencia y el miedo. Pero la plena consciencia nos ayuda a cobrar conciencia de que, por más nublado, brumoso o tormentoso que sea al día, el cielo azul siempre se halla presente más allá de las nubes. Su simple recuerdo impide que nos hundamos en la desesperación. 

Mientras predicaba en el desierto de Judea, Juan el Bautista conminaba a la gente a arrepentirse «porque el Reino de Dios está cerca». Yo entiendo el término “arrepentirse” como detenerse. Lo que Juan quería decir era que dejásemos de implicarnos en actos de violencia, apego y odio. Arrepentirse significa, en suma, despertar y ser consciente de que el miedo, el enfado y el apego están ocultando el cielo azul. 

Arrepentirse también significa empezar de nuevo. Para ello, hay que admitir nuestras transgresiones y bañarnos en las aguas claras de la enseñanza espiritual que afirma la necesidad de amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. También debemos comprometernos a desprendernos de todo nuestro odio, resentimiento y orgullo y empezar de nuevo con una mente fresca y un corazón renovado dispuestos a mejorar. Esta enseñanza, que cuadra perfectamente con la doctrina budista, fue lo que Jesús empezó a predicar después de ser bautizado por Juan. 

Si sabemos cómo transformar nuestra desesperación, violencia y miedo, el inmenso cielo azul no solo se nos revelará a nosotros, sino a todos los que nos rodean. Todo lo que hemos estado buscando –incluida la Tierra Pura, el Reino de Dios y nuestra naturaleza búdica– puede ser encontrado en el momento presente. Es posible llegar a percibir, aquí y ahora, el Reino de Dios con nuestros ojos, nuestros pies, nuestros brazos y nuestra mente. Cuando estamos concentrados y nuestra mente y cuerpo devienen uno, solo tenemos que dar un paso para entrar en el Reino de los Cielos. Cualquier cosa que tocamos, cuando prestamos atención y somos libres, mora en el Reino de los Cielos, independientemente de que se trate de la nieve o de las hojas de un roble. Y todo lo que entonces escuchamos –el canto de los pájaros, el silbido del viento– pertenece también al Reino de los Cielos. 

La condición indispensable para conectar con el Reino de Dios consiste en liberarnos del miedo, la desesperación, el enfado y el apego. 

La práctica de la plena consciencia nos permite reconocer la presencia de la nube, la niebla y la tormenta sin olvidarnos, no obstante, del cielo azul que se oculta detrás de ellos. Tenemos suficiente inteligencia, valor y estabilidad para contribuir a que el cielo azul se nos revele de nuevo en todo su esplendor. 

«¿Qué puedo hacer –me pregunta la gente– para contribuir a poner de manifiesto el Reino de los Cielos?». Esa es una pregunta sumamente práctica, que muchos nos hemos formulado y que equivale a preguntar: «¿Qué puedo hacer para reducir la violencia y el miedo que sobrecogen a nuestra comunidad y a la sociedad en su conjunto?». 

Cualquier paso que demos con estabilidad, solidez y libertad puede contribuir a despejar el cielo de la desesperación. Cuando cientos de personas caminamos juntas conscientemente, produciendo la energía de la solidez, la estabilidad, la libertad y la alegría, estamos ayudando a nuestra sociedad. Cuando sabemos cómo mirar con ojos compasivos a los demás y cómo sonreírles con el espíritu de la comprensión, estamos contribuyendo a que el Reino de los Cielos se manifieste. Y cuando respiramos conscientemente, también estamos contribuyendo a que se revele la Tierra Pura. En cualquier momento de nuestra vida cotidiana, siempre cabe la posibilidad de hacer algo para contribuir a que el Reino de Dios se manifieste. No te dejes vencer por la desesperación. Puedes hacer un buen uso de todos y cada uno de los instantes de tu vida cotidiana. 

Cuando actuamos como una comunidad de practicantes, imbuidos con la energía de la plena consciencia y la compasión, somos más poderosos porque, al formar parte de una comunidad espiritual, contamos con mucha más alegría y podemos resistir mejor la tentación de rendirnos a la desesperación. La desesperación es la gran tentación de nuestra época. Aislados, somos vulnerables y tenemos miedo. Si somos una pequeña gota de agua y tratamos de aproximarnos al océano, nos evaporaremos antes de llegar siquiera. Pero si nos acercamos como lo hace un río, es decir, si lo hacemos como una colectividad, acabaremos llegando con toda seguridad al océano. Si vamos acompañados de una comunidad que nos brinda su apoyo y nos recuerda la existencia del cielo azul, nunca perderemos nuestra fe y el miedo acabará disolviéndose. Con independencia de que seamos líderes políticos, empresarios, trabajadores sociales, padres o profesores, todos podemos servirnos de algo que nos recuerde que el cielo azul sigue siempre con nosotros. Todos necesitamos una comunidad o sangha que impida que nos hundamos en la ciénaga de la desesperación. 




Extracto del libro:
Miedo
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet

martes, 15 de septiembre de 2020

LA LEY DEL ESFUERZO INVERTIDO


 

TOMÁS DE AQUINO DEJA DE ESCRIBIR



Cuentan las crónicas que Tomás de Aquino, uno de los teólogos más portentosos de la historia, hacia el final de su vida dejó de Pronto de escribir. Cuando su secretario se le quejaba de que su obra estaba sin concluir, Tomás le replicó: «Hermano Reginaldo, hace unos meses, celebrando la liturgia, experimenté algo de lo Divino. Aquel día perdí todas las ganas que tenía de escribir. En realidad, todo lo que he escrito acerca de Dios me parece ahora como si no fuera más que paja». 

¿Cómo puede ser de otra manera cuando el intelectual se hace místico? 

Cuando el místico bajó de la montaña se le acercó. el ateo, el cual le dijo con aire sarcástico: 

«¿Qué nos has traído del jardín de las delicias en el que has estado?». 

Y el místico 'le respondió: «En realidad tuve intención de llenar mi faldón de flores para, a mi regreso, regalar algunas de ellas a mis amigos. Pero estando allí, de tal forma me embriagó la fragancia del jardín que hasta me olvidé del faldón». 

Los Maestros de Zen lo expresan más concisamente: «El que sabe no habla. El que habla no sabe».




Del libro:
Anthony de Mello 
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet

lunes, 14 de septiembre de 2020

VIVIR EN EL MOMENTO


 

¿TODAVÍA TIENES ESO EN MENTE?



Una mañana, una monja budista acudió a visitar al Maestro chan Chao Chou y le preguntó cuál era el significado del «misterio más profundo de todos los misterios». Chao Chou le dio un pellizco como respuesta, la monja se indignó mucho ante este descarado comportamiento. 

-¿Todavía tienes eso en mente?-exclamó. 

-No -clamó el Maestro-. ¡Eres tú quien todavía tienes eso en mente! 

Comentario: «El misterio más profundo de todos los misterios» constituye el principio más importante y elevado de todas las enseñanzas. Es la esencia del logro de la naturaleza del verdadero yo. A través de su pellizco, Chao Chou impulsó a la monja a comprender el hecho de que el misterio más profundo para ella era su propia naturaleza, su cuerpo, su ser. Al decir «todavía tienes eso en mente», demostró su error de dividir a las personas en hombres y mujeres, así como otras cosas en dos mitades opuestas. Alguien que hubiera alcanzado la plena realización no podría haber tenido ningún concepto opuesto de dualidad en su mente. Así pues, la mente iluminada no hace ninguna discriminación entre hombre y mujer. Chao Chou demostró la imposibilidad de alcanzar el misterio cuando se mantienen en la mente dos partes opuestas de la dualidad. Los maestros chan del pasado eran aficionados a decir: «Una mente pura producirá una tierra pura.» 

Quienes buscan desde dentro alcanzan instantáneamente la compresión del «misterio más profundo de todos los misterios».


Extracto tomado del libro:
100 Koans del budismo Chan
Alexander Holstein
Imágenes tomadas del Internet
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