sábado, 17 de febrero de 2018

UN YOGUI AL BORDE DEL CAMINO


Era un yogui errante que había obtenido un gran progreso interior.

Se sentó a la orilla de un camino y, de manera natural, entró en éxtasis.

Estaba en tan elevado estado de consciencia que se encontraba ausente de todo lo circundante. Poco después pasó por el lugar un ladrón y, al verlo, se dijo: “Este hombre, no me cabe duda, debe ser un ladrón que, tras haber pasado toda la noche robando, ahora se ha quedado dormido. Voy a irme a toda velocidad no vaya a ser que venga un policía a prenderle a él y también me coja a mí”. Y huyó corriendo. No mucho después, fue un borracho el que pasó por el lugar.

Iba dando tumbos y apenas podía tenerse en pie. Miró al hombre sentado al borde del camino y pensó: “Éste está realmente como una cuba. Ha bebido tanto que no puede ni moverse”.

Y, tambaleándose, se alejó. Por último, pasó un genuino buscador espiritual y, al contemplar al yogui, se sentó a su lado, se inclinó y besó sus pies.

EL MUNDO Y LA PERSONA QUE CREEMOS SER


viernes, 16 de febrero de 2018

MALA SALUD


EL BLASFEMADOR


Clavado de una sola mano, Jesús de Nazaret colgaba de los restos de una cruz quemada. El otro Jesús, el de Cambre, colgaba del andamio.

Jesús Babío, el de Cambre, era maestro albañil, maestro carpintero, maestro fontanero y maestro blasfemador. Hacía bien todo lo que hacía, pero él había andado mucho y bien sabía que no había en el mundo quien pudiera superarlo en el arte de la blasfemia, que es, como la mística, un arte español. Y a blasfemazo limpio estaba Jesús, el de Cambre, reconstruyendo la iglesia de Santa María de Vigo, que había sido incendiada por los rojos en los años de la guerra, mientras Jesús, el de Nazaret, negro de tizne, escuchaba aquellos homenajes sin una mueca.

Una mañana, Angel Vázquez llegó de a caballo, y con caballo y todo se metió en la iglesia en ruinas. En lo alto del andamio, Jesús estaba en lo suyo, picando una pared y cagándose en el otro Jesús y en sus llagas y en sus espinas y en sus clavos y en la inmaculada madre que lo había parido.

Por cambiar de tema, Angel le preguntó por sus viajes. Aquel obrero errante había trabajado en Inglaterra, Holanda, Noruega, Alemania...

—Y en Cataluña y en Barcelona, también estuve— aclaró Jesús, mientras clavaba unas cuñas de madera:

HUMEANDO


jueves, 15 de febrero de 2018

EN REALIDAD NUNCA HAS NACIDO


Cuando observas la hoja de papel que estás leyendo, quizá creas que antes de ser fabricada no existía. Pero en esta hoja de papel hay una nube flotando. Si no la hubiera, no existiría la lluvia y el árbol no podría haber crecido ni producir esta hoja de papel. Aunque no seas un poeta, puedes ver en ella una nube flotando y si eliminas la nube del papel, éste se desintegra. Al observar con atención la hoja de papel y percibirla profundamente, estás percibiendo asimismo la nube.

¿Debemos preguntar si esta hoja de papel existía ya antes de ser fabricada? ¿O ha surgido de la nada? No, algo nunca surge de la nada. La hoja de papel “inter-es” con el sol, la lluvia, la Tierra, la fábrica de papel, los trabajadores de la fábrica y los alimentos que éstos comen cada día. La naturaleza del papel es la del interser. Si percibes el papel, estás percibiendo el cosmos entero. El papel, antes de nacer en la fábrica, era la luz del sol, era un árbol.

Tú también puedes creer que al nacer surgiste de la nada para convertirte de repente en algo; de no ser nadie te convertiste de pronto en alguien. Pero en realidad cuando naciste en el hospital o en casa fue sólo un momento de continuación, porque ya hacía nueve meses que existías en el seno de tu madre, y eso significa que la fecha de tu partida de nacimiento es incorrecta, ya que has de añadir nueve meses más.

Tal vez ahora creas haber dado en el clavo, que el momento en que tus padres te concibieron es cuando empezaste a existir. Pero hemos de seguir observando esta cuestión a fondo. Antes del momento de la concepción, ¿acaso no eras nada ni nadie? Antes de ese momento media parte de ti estaba ya en tu padre y la otra mitad, en tu madre, aunque bajo otra forma. Por eso incluso el momento de la concepción es un momento de continuación.

Imagínate el océano con sus innumerables olas. Las olas son todas distintas: algunas son grandes, otras pequeñas, unas son más bellas que otras. Puedes describir las olas de muchas formas, pero cuando percibes una ola, siempre estás percibiendo lo mismo: el agua.

PERSONAS CONSCIENTES


miércoles, 14 de febrero de 2018

NO ERES LO QUE CREES QUE ERES


La Guardia Nacional de la India estaba en maniobras. Estaba a punto de iniciar un simulacro de batalla entre el equipo "rojo" y el equipo "azul", cuando recibió un telegrama de Nueva Delhi que decía: "A causa de los recientes recortes presupuestales no estamos en capacidad de proveer armas y municiones; pero sírvanse proseguir con su batalla para fines de entrenamiento". 

El General reunió a sus tropas y les dijo: "Fingiremos la batalla. Si están a menos de cien metros de su enemigo, apunten con el brazo como si fuera un rifle y griten: 'Bang-Bang'. Si están a menos de cincuenta metros, suban los brazos a la cabeza y griten 'Pum', como si fuera una granada de mano. Si están a menos de cinco metros, agiten los brazos y griten 'Rach, Rach, como si fuera una bayoneta". 

El soldado Abul fue destinado a la patrulla de reconocimiento del terreno. Estuvo explorando durante tres días y tres noches, pero no vio a ningún otro ser humano. El cuarto día Abul estaba sentado debajo de un árbol desalentado, desanimado; en ese momento vio una silueta que cruzaba la colina y se dirigía hacia él. Se puso a gatas en el suelo y se arrastró por entre el lodo y la maleza, como había sido entrenado para hacerlo. Efectivamente, era un soldado del lado opuesto. 

Abul levantó el brazo y gritó: "¡Bang-Bang!", pero no hubo respuesta. Se aproximó un poco. Subió el brazo a la cabeza y gritó muy fuerte: "¡Pum!" Pero el otro soldado ni siquiera se volteó en dirección de Abul. Entonces éste se le acercó y le gritó al oído: "¡Rach, Rach!", pero tampoco hubo ninguna reacción. 

Abul estaba enojado. Agarró del brazo al otro soldado y le gritó: "Escucha! No estás jugando según las reglas! Yo te grité ¡Bang-Bang! iBum! y después muy de cerca te grité: ¡Rach, Racth y aún no me has hecho notar que me has visto". 

En ese momento, el otro soldado dio la vuelta hacia Abul y, en una voz profunda, dijo: Brrrm, Bbrrrmm! Yo soy un tanque!

CONVIVIR CON LAS DIFERENCIAS


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