Cuando observas la hoja de papel que estás leyendo, quizá creas que antes de ser fabricada no existía. Pero en esta hoja de papel hay una nube flotando. Si no la hubiera, no existiría la lluvia y el árbol no podría haber crecido ni producir esta hoja de papel. Aunque no seas un poeta, puedes ver en ella una nube flotando y si eliminas la nube del papel, éste se desintegra. Al observar con atención la hoja de papel y percibirla profundamente, estás percibiendo asimismo la nube.
¿Debemos preguntar si esta hoja de papel existía ya antes de ser fabricada? ¿O ha surgido de la nada? No, algo nunca surge de la nada. La hoja de papel “inter-es” con el sol, la lluvia, la Tierra, la fábrica de papel, los trabajadores de la fábrica y los alimentos que éstos comen cada día. La naturaleza del papel es la del interser. Si percibes el papel, estás percibiendo el cosmos entero. El papel, antes de nacer en la fábrica, era la luz del sol, era un árbol.
Tú también puedes creer que al nacer surgiste de la nada para convertirte de repente en algo; de no ser nadie te convertiste de pronto en alguien. Pero en realidad cuando naciste en el hospital o en casa fue sólo un momento de continuación, porque ya hacía nueve meses que existías en el seno de tu madre, y eso significa que la fecha de tu partida de nacimiento es incorrecta, ya que has de añadir nueve meses más.
Tal vez ahora creas haber dado en el clavo, que el momento en que tus padres te concibieron es cuando empezaste a existir. Pero hemos de seguir observando esta cuestión a fondo. Antes del momento de la concepción, ¿acaso no eras nada ni nadie? Antes de ese momento media parte de ti estaba ya en tu padre y la otra mitad, en tu madre, aunque bajo otra forma. Por eso incluso el momento de la concepción es un momento de continuación.
Imagínate el océano con sus innumerables olas. Las olas son todas distintas: algunas son grandes, otras pequeñas, unas son más bellas que otras. Puedes describir las olas de muchas formas, pero cuando percibes una ola, siempre estás percibiendo lo mismo: el agua.
Visualízate ahora como una ola en la superficie del océano. Observa cómo eres creado: surges a la superficie, te quedas en ella durante un rato y luego regresas al océano. Sabes que en un momento dado vas a desaparecer, pero si sabes sentir la base de tu ser -el agua- todos ms miedos desaparecerán. Comprenderás que compartes, al igual que una ola, la vida del agua con todas las otras olas. Ésta es la naturaleza del interser. Cuando sólo vivimos la vida de una ola sin ser capaces de vivir la vida del agua, sufrimos mucho.
En realidad nunca llegaste a nacer, si es que defines el nacimiento como convertirte en algo de la nada, como convertirte en alguien que antes no era nadie. Cada momento es un momento de continuación. Lo único que ocurre es que sigues viviendo bajo nuevas formas, eso es todo.
Cuando una nube está a punto de convertirse en lluvia no tiene miedo, porque sabe que ser una nube flotando en el cielo es algo maravilloso, y que ser la lluvia cayendo sobre los campos y los océanos también lo es. Por eso el momento en que una nube se convierte en lluvia no es un momento de muerte, sino de continuación.
Hay personas que creen poder reducir algo a la nada. Poder eliminar a la gente, asesinar a alguien como John F. Kennedy, Martin Luther King, Jr., o Mahatma Gandhi con la esperanza de que desaparecerán para siempre. Pero en realidad al matar a alguien, esa persona se vuelve más fuerte que antes. Ni siquiera esta hoja de papel puede ser reducida a la nada. Ya has visto qué sucede cuando acercas una cerilla encendida a una hoja de papel. No puedes reducirla a la nada, continúa existiendo como calor, cenizas y humo.
Extracto del libro:
A la sombra del manzano rosal
El budismo explicado a los niños
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet
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