Mostrando las entradas con la etiqueta Cuando Todo Se Derrumba. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Cuando Todo Se Derrumba. Mostrar todas las entradas

sábado, 1 de octubre de 2016

TONGLEN: LA PRÁCTICA DE ABORDAR EL DOLOR


Tonglen invierte la lógica habitual de evitar el sufrimiento y buscar el placer. En este proceso nos liberamos de los antiguos hábitos egoístas. Empezamos a sentir amor por nosotros mismos y por los demás; empezamos a cuidar de nosotros mismos y de los demás. Tonglen despierta nuestra compasión y nos presenta una visión de la realidad mucho más amplia.

PARA SENTIR COMPASIÓN por los demás tenemos que sentirla por nosotros mismos. En concreto, tener compasión y cuidar de la gente temerosa, iracunda, celosa, adicta a todo tipo de cosas, arrogante, orgullosa, avara, egoísta, mezquina o lo que tú quieras, significa no huir del dolor que supone encontrar dichos rasgos en nosotros mismos.

domingo, 24 de julio de 2016

EL VIAJE HACIA LA CIMA INVERTIDA


Accedemos a bodhichitta (corazón noble o despierto) en esos momentos en que cuidamos de las cosas, cuando limpiamos los cristales de nuestra gafas o cepillamos nuestro pelo. Está disponible en los momentos en que apreciamos las cosas, cuando percibimos el cielo azul o nos detenemos a escuchar la lluvia. Está disponible en momentos de gratitud, cuando recordamos un acto de bondad o reconocemos el coraje de otra persona. Está disponible en la música y en la danza, en el arte y en la poesía. Cuando dejamos de apegarnos a nosotros mismos y miramos al mundo que nos rodea, cuando conectamos con el dolor o con la alegría, cuando abandonamos el resentimiento y la queja, en esos momentos está presente la bodhichitta.

El despertar espiritual suele ser descrito como una viaje a la cima de una montaña: dejamos atrás nuestros apegos y nuestra mundaneidad y poco a poco vamos haciendo el camino hacia la cima, y al llegar a ella hemos trascendido todo dolor. El único problema de esta metáfora es que dejamos atrás a todos los demás: a nuestro hermano el borracho, a nuestra hermana esquizofrénica, a nuestros animales atormentados y a nuestros amigos. El sufrimiento continúa igual, nuestra huida personal no lo ha aliviado en nada.

domingo, 19 de junio de 2016

BODHICHITTA (CORAZÓN NOBLE O DESPIERTO)


Al espirar alivio y amplitud, también favorecemos la disolución de la armadura. La espiración es una metáfora que expresa la apertura de todo nuestro ser. Cuando tenemos algo precioso, en lugar de aferramos a ello estrechamente podemos abrir las manos y compartirlo, podemos regalarlo todo, podemos compartir la riqueza de nuestra indescifrable experiencia humana. 

Así, un hombre que sufrió abusos sexuales de niño empieza a recordar plenamente lo sucedido. Sin saber muy bien de dónde le viene el impulso, empieza a inspirar todo el dolor de ese niño desvalido y aterrorizado, y a continuación inspira el dolor de todos los niños en todas partes, de niños que apenas sobreviven debido a la falta de atenciones, a los abusos, a las enfermedades y a la guerra. De repente descubre la bodhichitta. 

domingo, 1 de mayo de 2016

DESEANDO LA FELICIDAD, EVITANDO EL DOLOR


Tonglen es una práctica que crea espacio, que ventila el aire de nuestras vidas para que la gente pueda respirar libremente y relajarse. Cuando nos encontramos con cualquier tipo de sufrimiento, la instrucción tonglen nos dice que debemos inspirarlo con el deseo de que todo el mundo se libere del dolor. 

Bo y Sita Lozoff llevan más de veinte años ayudando a personas que están en prisión. Enseñan meditación, dan conferencias y editan un boletín con consejos espirituales llenos de inspiración y muy realistas. Cada día su apartado de correos se llena de cartas de gente que espera su respuesta, y cada día responden todas las cartas que pueden. Sita me dijo que a veces las cartas están tan llenas de desgracias y miseria, que se siente agobiada. A continuación, sin haber oído nunca hablar de tonglen, empezó de manera natural a inspirar el dolor de las cartas y a enviarles alivio. 

Muchas personas que están muriendo de sida han empezado a hacer tonglen. Inspiran por todos los demás que están en el mismo barco, inspiran el sufrimiento de millones de hombres, mujeres y niños que tienen sida, y espiran bienestar y bondad. Como dijo un hombre: «No me hace daño, y me hace sentir que mi dolor no es en vano, que no estoy solo ni soy un inútil. Hace que todo esto merezca la pena.» 

viernes, 8 de abril de 2016

LA PRÁCTICA DE TONGLEN


Su Santidad el Dalai Lama describe a dos tipos de personas egoístas: los sabios y los que no lo son. Los egoístas no sabios son los que sólo piensan en sí mismos; el resultado es que sólo obtienen dolor y confusión. Los egoístas sabios saben que lo mejor que pueden hacer por sí mismos es estar disponibles a los demás, con lo que cosechan alegrías. 

Cuando vemos a una mujer con su niño mendigando por la calle, a un hombre pegando a su perro sin piedad, a un adolescente al que han dado una paliza o vemos el miedo en los ojos de los niños, ¿miramos hacia otro lado porque no podemos soportarlo? La mayoría de nosotros sí que podemos, pero alguien tiene que animarnos a no barrer a un lado lo que estamos sintiendo, a no sentir vergüenza del amor y de la pena que surge en nosotros, a no tener miedo del dolor. Alguien tiene que animarnos a despertar ese lugar blando en nosotros, porque cuando despierte, cambiará nuestras vidas.

miércoles, 3 de febrero de 2016

EL AMOR QUE NO MORIRÁ


Se dice que en los momentos difíciles, lo único que sana es Bodhichitta. Cuando la inspiración ha desaparecido, cuando estamos dispuestos a rendirnos, este es el momento en que puede hallarse la sanación en la ternura que hay en el dolor. Este es el momento en que puede tocarse el genuino corazón de bodhichitta. 

EL, PADRE DE UN NIÑO de dos años contó que un día puso la televisión y de repente se encontró con la noticia de la bomba que estalló en un edificio federal de Oklahoma City. Observó a los bomberos llevarse los cuerpos heridos y ensangrentados de los niños de la guardería que estaba en el primer piso. Dijo que en el pasado había podido distanciarse del sufrimiento de los demás, pero desde que fue padre las cosas cambiaron. Se sintió como si cada uno de aquellos niños fuera suyo. Sintió el dolor de todos los padres como algo propio. 

Esta conexión con el sufrimiento ajeno, esta incapacidad de mirarlo a distancia, es el descubrimiento de nuestro punto delicado, el descubrimiento de la bodhichitta. Bodhichitta es una palabra sánscrita que significa «corazón noble o despierto». Se dice que está presente en todas las cosas. Así como la mantequilla es inherente a la leche o el aceite es inherente a la aceituna, este lugar delicado es inherente a ti y a mí.

lunes, 18 de enero de 2016

AFRONTAR LO QUE SE ESTA SINTIENDO


En lugar de juzgar si los demás tienen razón o no, o de guardarnos el juicio dentro, existe el camino del medio, un camino que es muy poderoso. Podemos considerar que es como caminar por el filo de la navaja sin caerse. Este camino del medio implica no apegarnos tanto a nuestra propia versión de las situaciones. Implica mantener nuestros corazones y mentes lo suficientemente abiertos como para pensar que cuando nos equivocamos lo hacemos porque deseamos contar con algún tipo de base o seguridad. Asimismo, cuando hacemos las cosas bien seguimos tratando de buscar cierta base o seguridad. ¿Son nuestro corazón y nuestra mente lo suficientemente grandes como para mantenerse suspendidos en ese espacio en el que no estamos totalmente seguros de quién tiene razón y quién está equivocado? 

¿Podemos prescindir de un plan previo cuando vamos a dialogar con otra persona, podemos permitirnos no saber qué decir y no juzgar si la otra persona tiene razón o se equivoca? ¿Podemos ver, oír y sentir a los demás tal como son? Esta práctica es muy poderosa porque pronto nos descubriremos corriendo de aquí para allá tratando de encontrar una seguridad, de decidir si tenemos razón o no, o si la tienen los demás. 

domingo, 27 de diciembre de 2015

DEJAR DE CULPARSE


En cada uno de nosotros hay mucha delicadeza, mucho corazón. El punto de partida tiene que ser conectar con ese lugar delicado, de eso trata la compasión. Cuando dejamos de culparnos el tiempo suficiente como para concedernos un espacio abierto en el que sentir nuestra delicadeza, es como si nos inclinásemos a tocar la gran herida que está justo debajo de la armadura que desarrollamos debido a la culpa. Algunas palabras budistas, como compasión y vacuidad, no significan gran cosa hasta que empezamos a cultivar nuestra capacidad innata de estar ahí en compañía del dolor, con el corazón abierto y la voluntad de no tratar de ponernos inmediatamente un suelo bajo los pies. Por ejemplo, si sentimos rabia, habitualmente asumimos que sólo tenemos dos formas de relacionarnos con ella: una es culpar a terceros, cargárselo a otros, dirigir la culpa hacia todos los demás; la otra alternativa es culparnos a nosotros mismos por la rabia que sentimos. 

Culpar es una manera de solidificarnos, de agarrarnos a algo. Señalamos con el dedo porque algo es «incorrecto», pero también porque deseamos que las cosas se hagan de modo «correcto». En cualquier relación permanente (sea el matrimonio, la paternidad, la relación laboral, la pertenencia a una comunidad espiritual o cualquier otra) es muy posible que nos descubramos queriendo «mejorarla», porque nos sentimos un poco nerviosos. 

Quizá esa relación no está respondiendo a nuestras expectativas, por eso la justificamos, la seguimos justificando y tratamos de que sea excelente. Decimos a todo el mundo que nuestro esposo o esposa, hijo, profesor o grupo de apoyo está haciendo algún tipo de acción antisocial por muy buenas razones espirituales. O salimos con alguna creencia dogmática a la que nos aferramos denodadamente(valientemente) para poder contar con un suelo bajo nuestros pies. Sentimos que tenemos que hacer las cosas bien según nuestros criterios. Si no podemos continuar con una situación dada, la tiramos por la borda y la demonizamos porque pensamos que ésa es nuestra única alternativa. Las cosas han de estar bien o mal. 

domingo, 8 de noviembre de 2015

¿CÓMO TE SIENTES AL CULPAR, AL RECHAZAR, AL ODIAR O AL ESTAR INDIGNADO?


En la enseñanza mahayana*1 hay un lema que dice: 

«Dirige toda la culpa hacia ti mismo.» La esencia del lema es: «Si algo me duele mucho es porque me estoy aferrando muy intensamente.» No quiere decir que debamos golpearnos a nosotros mismos, no aboga por el martirio. Lo que el lema indica es que el dolor procede del apego a hacer las cosas a nuestro modo, y que cuando nos sentimos incómodos porque estamos en un lugar o situación en la que no queremos estar, una de las principales salidas que tomamos es culpar a alguien o algo. 

Generalmente erigimos una barrera llamada culpa que nos impide comunicar de manera genuina con los demás, y la fortificamos con nuestras ideas sobre quién tiene razón y quién no. Es algo que hacemos con las personas cercanas, con los sistemas políticos y con todo lo que no nos gusta de nuestros asociados o de la sociedad. Culpar a los demás es una herramienta muy común, antiquísima y muy perfeccionada con la que tratamos de sentirnos mejor. Culpar es una forma de proteger nuestros corazones, de proteger lo suave, lo abierto y lo tierno que hay dentro de nosotros. En lugar de adueñarnos de nuestro propio dolor, lo que hacemos es tratar de ponernos cómodos.

jueves, 8 de octubre de 2015

IMPERFECCIONES


Ser compasivos es un nivel bastante elevado. Todos estamos en relación cada día de nuestras vidas; pero cuando se da el caso particular de que queremos ayudar a los demás —a personas con cáncer o con sida, a mujeres o niños o animales abusados, a alguien que está padeciendo— hay algo que notamos en seguida, y es que la persona a la que nos disponemos a ayudar puede activar en nosotros pautas que aún tenemos pendientes de resolver. Aun cuando queramos ayudar, y puede que lo hayamos hecho durante unos pocos días o incluso un mes o dos, ocurre que antes o después alguien atraviesa la puerta y pulsa todos nuestras teclas. Entonces nos descubrimos odiando a esas personas, teniendo miedo de ellas o sintiéndonos incapaces de manejarlas. Si somos sinceros con nuestro afán de beneficiar a los demás, habremos de reconocer que esto es verdad siempre. Todas nuestras pautas irresueltas acaban por aflorar antes o después y nos vemos confrontados con nosotros mismos.

Roshi Bernard Glassman es un profesor Zen que dirige un proyecto para los vagabundos sin hogar en Yonkers, Nueva York. La última vez que le escuché comentó algo que me dejó impactada: dijo que en realidad no hace ese trabajo para ayudar a los demás; lo hace porque siente que tratar con las partes que ha rechazado de la sociedad es como trabajar con las partes rechazadas de sí mismo.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

AMPLIANDO EL CÍRCULO DE LA COMPASIÓN


Sólo podemos reconocer lo que estamos sintiendo si nos hallamos en un espacio abierto y libre de juicios. Es únicamente en un espacio abierto, en el que ya no estamos atrapados del todo en nuestra propia versión de la realidad, donde podemos ver y escuchar y sentir quiénes son realmente los demás, lo cual nos posibilita estar con ellos y comunicarnos con ellos apropiadamente.

CUANDO HABLAMOS de compasión, generalmente nos referimos a trabajar con los que son menos afortunados que nosotros. Como tenemos una buena educación, buena salud y más oportunidades que otros, deberíamos mostrarnos compasivos hacia los que no tienen nada de esto. Pero cuando trabajamos con las enseñanzas sobre el despertar de la compasión y la ayuda a los demás, nos damos cuenta de que la acción compasiva tiene tanto que ver con el trabajo sobre nosotros mismos como con el trabajo con los demás. La acción compasiva es una de las prácticas más avanzadas, porque no hay nada más avanzado que relacionarse con los demás. No hay nada más avanzado que la comunicación, la comunicación compasiva. Relacionarse compasivamente con los demás es un desafío.

sábado, 29 de agosto de 2015

LIBERACIÓN INDIVIDUAL


Cuando observamos nuestros pensamientos y emociones con humor y apertura, también percibimos así el universo. No estamos hablando sólo de nuestra liberación individual, sino de cómo ayudar a la comunidad en la que vivimos, de cómo ayudar a nuestras familias, a nuestro país y a todo el continente, por no mencionar el mundo, la galaxia y todo lo lejos que queramos ir.

Hay una transición interesante que ocurre de manera espontánea y natural: descubrimos que, en la medida en que hay valentía en nosotros —voluntad de mirar, de apuntar directamente a nuestro propio corazón— y en la medida en que sentimos cierta bondad hacia nosotros mismos, confiamos en poder olvidarnos de nosotros mismos y abrirnos al mundo.

La única razón por la que no abrimos nuestros corazones y mentes a los demás es porque activan en nosotros una confusión que no somos lo suficientemente valientes o cuerdos como para resolver. En la medida en que nos miramos clara y compasivamente a nosotros mismos, nos sentimos confiados e intrépidos mirando a los ojos a los demás.

lunes, 10 de agosto de 2015

COMPASIÓN Y RESPETO


La disciplina es importante. Cuando nos sentamos a meditar, se nos anima a practicar la técnica y a seguir fielmente las instrucciones. Pero una vez dentro del marco de la disciplina, ¿por qué tenemos que mostrarnos hoscos? ¿Meditamos porque «debemos» hacerlo? ¿Meditamos para ser «buenos» budistas, para agradar a nuestro profesor o para evitar ir al infierno? Nuestra forma de ver lo que surge durante la meditación es un entrenamiento para ayudarnos a ver todo lo que surge en nuestras vidas. Por eso, el reto es despertar la compasión junto con la visión lúcida; aligerarnos y animarnos, en lugar de sentirnos más culpables y desgraciados. De otro modo, lo que acaba ocurriendo es que reducimos a los demás y también a nosotros mismos: nada da nunca la talla, nada es lo suficientemente bueno. Sin bondad, humor y buen corazón, la honestidad puede ser más bien sombría. Desde el principio mismo hasta el final, dirigirnos a nuestro propio corazón para descubrir la verdad no es sólo cuestión de honestidad, sino también de compasión y respeto por lo que vemos.

domingo, 2 de agosto de 2015

BONDAD


En todo tipo de situaciones podemos averiguar la verdad simplemente estudiando todos nuestros rincones y escondrijos, cada agujero negro y cada punto brillante, sea lóbrego, tétrico, espeluznante, espléndido, espantoso, pavoroso, alegre, inspirador, pacífico o iracundo. Podemos mirarlo todo. Hacerlo nos da muchos ánimos, y el método que hemos de seguir es el de la meditación. Cuando me topé con el budismo me sentí muy aliviada al comprobar que éste no consistía sólo en enseñanzas, sino que también ofrecía una técnica que podía usar para explorar y verificar esas enseñanzas. Desde el primer día me dijeron que, como Bodhidharma, tenía que encontrar la verdad por mí misma.

Sin embargo, sentarnos a meditar y mirar nuestras mentes honestamente tiende a convertirse en un proyecto más bien mórbido y deprimente. Podemos perder el sentido del humor y sentarnos con la torva determinación de llegar al fondo de todo nuestro horrible lío. Cuando la gente practica con esta actitud, después de cierto tiempo empiezan a sentirse tan culpables y alterados que entran en crisis y podrían decir a alguien de confianza: «¿Dónde está la alegría en medio de todo esto?»

sábado, 25 de julio de 2015

CRECER


Desde el principio mismo hasta el final, mirar en nuestro propio corazón para descubrir la verdad no es sólo cuestión de honestidad, sino también de compasión y de respeto por lo que vemos.

EN MI OFICINA TENGO un rollo de pergamino con una caligrafía japonesa y un cuadro de Bodhidharma, el maestro Zen. Bodhidharma es un hombre gordo, con aspecto enojado y las cejas muy pobladas. Parece que tuviera indigestión. La caligrafía dice: «Encuentras al Buda mirando directamente a tu propio corazón.»

Escuchar charlas sobre el dharma y sobre las enseñanzas del Buda o practicar la meditación no es otra cosa que estudiarnos a nosotros mismos. Estemos comiendo, trabajando, meditando, escuchando o hablando, la única razón por la que estamos en este mundo es para estudiarnos a nosotros mismos. De hecho, se ha dicho que el estudiarnos a nosotros mismos nos proporciona todos los libros que necesitamos.

Quizá la razón por la que existan charlas y libros sobre el dharma sea la de ayudarnos a entender esta enseñanza tan simple: que toda la sabiduría acerca de cómo nos causamos sufrimiento a nosotros mismos, y toda la sabiduría sobre lo alegres, vastas y simples que son nuestras mentes —ambas cosas: la comprensión de lo que podríamos llamar neurosis y la sabiduría de la verdad incondicionada— sólo pueden hallarse en nuestra propia experiencia.

miércoles, 24 de junio de 2015

YAMA MARA (MIEDO A LA VIDA)


Pienso que quizá todos los maras surjan del miedo a la muerte, pero yama mara está particularmente enraizado en él. Cuando hablamos de la buena vida desde el punto de vista samsárico general, nos referimos a conseguir tenerlo todo en orden. Por fin sentimos que somos una buena persona: tenemos buenas cualidades, somos pacíficos y cuando nos tiran flechas no nos desequilibramos. Somos la persona que sabe convertir las flechas en flores. Nos sentimos muy bien con nosotros mismos, por fin hemos atado todos los cabos sueltos. Somos felices y pensamos que eso es la vida.

También solemos pensar que si meditásemos lo suficiente, o si hiciésemos suficiente ejercicio, o si comiéramos comida equilibrada, todo sería perfecto. Pero desde el punto de vista de alguien despierto, eso es la muerte. Buscar la seguridad o la perfección, regocijarnos por sentirnos seguros y completos, auto-contenidos y cómodos, es una especie de muerte. No cabe ni una ráfaga de aire fresco, no hay lugar para que entre algo nuevo que interrumpa todo lo anterior. Al controlar la experiencia estamos matando el momento, y así preparamos nuestro propio fracaso porque, antes o después, vamos a tener una experiencia que no podremos controlar: se nos va a quemar la casa, va a morir algún ser querido, vamos a enterarnos de que tenemos cáncer, va a caer un ladrillo del cielo y nos va a dar en la cabeza, alguien va a derramar zumo de tomate sobre nuestro traje blanco, o vamos a ir a nuestro restaurante favorito para descubrir que ese día han ido a comer allí otras setecientas personas.

jueves, 18 de junio de 2015

KLESHA NIARA (LAS EMOCIONES FUERTES)


TERCER MARA

El klesha niara está caracterizado por las emociones fuertes. Surge una simple emoción, y en lugar de dejarla estar, sentimos pánico. Empezamos a enlazar nuestros pensamientos creando una línea argumental que da lugar a emociones aún mayores. En lugar de sentarnos abiertamente con nuestra incómoda emoción, nos liamos a gritos y le damos alas. La mantenemos inflamada y caliente con nuestros pensamientos y sentimientos; no la dejamos ir.

Cuando todo se cae a pedazos y sentimos incertidumbre, decepción, conmoción o vergüenza, lo que queda es una mente clara, fresca y sin prejuicios. Pero no solemos verlo así. Por el contrario, sentimos la incomodidad y la incertidumbre de estar en tierra de nadie, e hinchamos ese sentimiento desfilando por la calle con banderas que proclaman lo mal que está todo.

martes, 2 de junio de 2015

NUESTRA FORMA DE REACCIONAR CUANDO NOS QUITAN LA ALFOMBRA O SOPORTE (Skhanda)


SEGUNDO  MARA.

Skhanda mara es nuestra forma de reaccionar cuando nos quitan la alfombra de debajo de los pies. Sentimos que nos han quitado todo lo bueno, que nos han echado del nido. Navegamos por el espacio sin tener la menor idea de lo que ocurrirá a continuación. Estamos en tierra de nadie: lo teníamos todo controlado y funcionando en armonía y de repente nos cae encima una bomba atómica que hace añicos nuestro mundo. No sabemos ni dónde estamos ni qué va a pasar. Entonces nos reconstruimos, volvemos a la tierra firme de nuestro concepto acerca de nosotros mismos todo lo rápido que podemos. Trungpa Rinpoche solía llamar a esto «nostalgia del samsara».

Cuando todo nuestro mundo está hecho trizas, se nos está dando una gran oportunidad. Sin embargo, no confiamos lo suficiente en que nuestra mente es básicamente sabia como para dejar la situación tal como está. Nuestra reacción habitual es querer recuperarnos, aunque sea recuperar nuestra ira, resentimiento, miedo o confusión. Por tanto, re-construimos nuestra personalidad sólida e inmóvil como si fuéramos el mismo Miguel Ángel esculpiéndonos en mármol. 

miércoles, 20 de mayo de 2015

LA BUSQUEDA DEL PLACER (Devaputra mara)


PRIMER MARA.

Devaputra mara es la búsqueda del placer. Funciona así: cuando nos sentimos raros o avergonzados, cuando tenemos que enfrentarnos al dolor de la manera que sea, salimos corriendo como locos en busca de una situación más cómoda. Cualquier obstáculo que nos encontremos es capaz de quitarnos el suelo bajo los pies, de estallar la burbuja de la realidad que considerábamos segura y cierta. 

Cuando nos sentimos amenazados somos incapaces de soportar el dolor, el nerviosismo, la ansiedad, la incomodidad estomacal, el fuego de la ira ascendente o el sabor amargo del resentimiento. Por tanto, tratamos de aferramos a algo placentero. Reaccionamos con ese hábito trágicamente humano de buscar el placer y tratar de evitar el dolor.

El devaputra mara describe perfectamente nuestra adicción a evitar el dolor. Cuando éste surge, buscamos una y otra vez algo que lo borre. Quizá nos demos a la bebida, tomemos drogas, masquemos chicle o encendamos la radio. Quizá incluso tratemos de emplear la meditación para evitar los aspectos más extraños, desagradables y penetrantes de estar vivos. Alguien acaba de lanzar una flecha o de levantar una espada, y en lugar de permitir que se convierta en una flor, corremos y tratamos de escapar de todas las forma posibles. Evidentemente, hay miles de formas de buscar el placer y evitar el dolor.

lunes, 13 de abril de 2015

¿QUÉ HACES CUANDO TE SIENTES APLASTADO?


Trungpa Rinpoche preguntó en una ocasión a sus estudiantes: «¿Qué hacéis cuando os sentís aplastados? ¿Qué hacéis cuando las cosas se vuelven insoportables?»

Todos nos quedamos allí sentados preguntándonos qué decir. A continuación nos fue llamando de uno en uno.

Teníamos tanto miedo que respondimos con mucha autenticidad. Casi todos dijimos algo así como que nos quedábamos destrozados, olvidábamos la práctica y teníamos las reacciones habituales. No hace falta añadir que después de aquello percibimos muy claramente lo que hacíamos cuando nos sentíamos atacados, traicionados o confundidos, cuando nos encontrábamos en situaciones insostenibles o inaceptables. Empezamos a darnos cuenta de ello de una manera muy precisa. ¿Nos abríamos o nos cerrábamos? ¿Sentíamos amargura y resentimiento o nos suavizábamos? ¿Nos volvíamos más inteligentes o más estúpidos? Como resultado del dolor, ¿sabíamos más o menos de lo que significa ser humano? ¿Éramos más críticos con nuestro mundo o más generosos? ¿Nos penetraban las flechas o podíamos convertirlas en flores?
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...