Desde el principio mismo hasta el final, mirar en nuestro propio corazón para descubrir la verdad no es sólo cuestión de honestidad, sino también de compasión y de respeto por lo que vemos.
EN MI OFICINA TENGO un rollo de pergamino con una caligrafía japonesa y un cuadro de Bodhidharma, el maestro Zen. Bodhidharma es un hombre gordo, con aspecto enojado y las cejas muy pobladas. Parece que tuviera indigestión. La caligrafía dice: «Encuentras al Buda mirando directamente a tu propio corazón.»
Escuchar charlas sobre el dharma y sobre las enseñanzas del Buda o practicar la meditación no es otra cosa que estudiarnos a nosotros mismos. Estemos comiendo, trabajando, meditando, escuchando o hablando, la única razón por la que estamos en este mundo es para estudiarnos a nosotros mismos. De hecho, se ha dicho que el estudiarnos a nosotros mismos nos proporciona todos los libros que necesitamos.
Quizá la razón por la que existan charlas y libros sobre el dharma sea la de ayudarnos a entender esta enseñanza tan simple: que toda la sabiduría acerca de cómo nos causamos sufrimiento a nosotros mismos, y toda la sabiduría sobre lo alegres, vastas y simples que son nuestras mentes —ambas cosas: la comprensión de lo que podríamos llamar neurosis y la sabiduría de la verdad incondicionada— sólo pueden hallarse en nuestra propia experiencia.
Bodhidharma, que llevó el budismo Zen de India a China, era muy conocido por su fiereza e inexorabilidad.
Una de las historias que se cuentan sobre él dice que, como se quedaba dormido en la meditación, se corté los párpados, Cuando los tiró al suelo se convirtieron en la planta del té, y ¡entonces se dio cuenta de que, simplemente, podría beber té para mantenerse despierto!
Era inexorable en el sentido de que quería conocer la verdad por sí mismo y no estaba dispuesto a hacerlo a través de otros. Su gran descubrimiento consistió en que mirando directamente a nuestro propio corazón encontramos al Buda despierto, la experiencia completa y transparente de cómo las cosas son en realidad.
Extracto del libro:
Cuando Todo Se Derrumba
Pema Chödron
Fotografía de Internet
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