Efectivamente, sentimos que debemos complacer para cubrir una necesidad de aprobación, valoración o cariño. El no haber sido reconocidos tal y como somos con nuestras diferencias, o incluso el haber sido rechazados por nuestros potenciales porque nuestros mayores no los «entendían», ha creado la dependencia de un afecto que seguimos buscando ya de adultos y se manifiesta cumpliendo unas expectativas que no son nuestras.
Solo el desapego a la necesidad de recibir lo que no tuvimos y la decisión personal de obtenerlo apostando por darse a uno mismo lo que no tuvo, nos pueden dar la fuerza suficiente para decidir sin culpas que cada uno ha venido a hacer lo suyo y que solo tú puedes decidir lo que es mejor para ti y tu felicidad, independientemente de lo que piensen o digan los demás.
Arancha Merino
Extracto del libro:
365 semillas de conciencia para una vida plena
Fotografías tomadas de Internet
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