sábado, 13 de abril de 2019

SIN VENIR Y SIN PARTIR


Nuestro mayor miedo es que al morir nos convirtamos en nada. 

Son muchas las personas que creen que su existencia está limitada a un lapso denominado “vida”. Creen que todo comenzó en el momento en que nacieron (cuando, a partir de la nada, se convirtieron en algo) y que todo finalizará en el momento en que mueran (cuando volverán de nuevo a convertirse en nada). De ahí, precisamente, se deriva el miedo a la aniquilación. 

Pero si contemplamos nuestra existencia con cierto detenimiento, tendremos una visión completamente diferente. Entonces nos daremos cuenta de que el nacimiento y la muerte no son realidades, sino meras nociones. El Buda enseñó que no existe nacimiento ni muerte. Nuestra creencia de que las ideas sobre nacimiento y muerte son reales crea una poderosa ilusión que genera mucho sufrimiento. 

Pero cuando nos damos cuenta de que no podemos ser destruidos, nos liberamos del miedo. Esta es una liberación extraordinaria que nos permite valorar y disfrutar la vida de un modo nuevo. 

Cuando perdí a mi madre, sufrí mucho. El día en que murió, escribí en mi diario: «La peor adversidad de mi vida ha ocurrido». 

Lloré su muerte durante más de un año. Entonces una noche, mientras dormía en mi ermita, una cabaña ubicada detrás de un templo en la falda de una colina cubierta de plantas de té, en las regiones montañosas de Vietnam, soñé con ella. Me vi sentado y charlando con ella. Ella parecía muy joven y estaba muy hermosa con su cabello flotando sobre sus hombros. Fue muy agradable sentarme con ella a hablar como si aún estuviese viva. 

Desperté con la sensación clara e intensa de que mi madre seguía a mi lado y de que jamás la había perdido. Entonces me di cuenta de que la idea de haber perdido a mi madre no era más que eso, una simple idea. Desde entonces, me resulta evidente que mi madre sigue y seguirá siempre viva en mí. 

Entonces abrí la puerta y salí al exterior. La luz de la luna bañaba la ladera de la montaña. Y, al ver las plantas de té perfectamente alineadas bajo la suave luz de la luna, me di cuenta de que mi madre seguía conmigo. Mi madre estaba en la luz de la luna acariciándome con la misma ternura y amabilidad de siempre. Cada vez que mis pies tocaban la tierra, sentía a mi madre conmigo. Supe que este cuerpo no es solo mío, sino la prolongación viva de mi madre, de mi padre, de mis bisabuelos y de todos mis ancestros. Estos pies, que tan “míos” creo, no son, en realidad, míos, sino “nuestros”, y las huellas que dejan al caminar sobre el suelo mojado no son solo mías, sino también de mi madre. 

La idea de haber perdido a mi madre se desvaneció. Desde entonces me basta con mirar la palma de mi mano, sentir la brisa en mi rostro o la tierra bajo mis pies para recordar que mi madre sigue viva y que, en cualquier momento, puedo conectar con ella. 

Es cierto que cuando pierdes a un ser querido sufres. Pero si sabes mirar profundamente, tienes la oportunidad de darte cuenta de que tu verdadera naturaleza es, en realidad, la naturaleza del no nacimiento y de la no muerte. Existe la manifestación y, para que una nueva manifestación tenga lugar, también existe la cesación de la manifestación. Tienes que estar muy atento para reconocer las nuevas manifestaciones de una persona. Pero, para ello, necesitas ejercicio y esfuerzo. Presta atención al mundo que te rodea, presta atención a las hojas, las flores, los pájaros y la lluvia. Si puedes pararte y mirar profundamente, reconocerás a tu ser querido manifestándose una y otra vez en formas muy diversas. Entonces te liberarás del miedo y del dolor y disfrutarás de nuevo de la alegría de vivir. 



Extracto del libro:
Miedo
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet

TUS PENSAMIENTOS RESPECTO AL MUNDO


jueves, 11 de abril de 2019

NO EMPUJAR


La meditación y la imitación externa del comportamiento de Jesús no sirven. No se trata de imitar a Cristo, se trata de convertirse en lo que Jesús era. Se trata de convertirse en Cristo, de ser consciente, de comprender lo que sucede en usted. Todos los otros métodos que usamos para cambiar podrían compararse con empujar un automóvil. Supongamos que tenemos que viajar a una ciudad distante. Por el camino el automóvil se descompone. Qué lástima; el automóvil se descompuso. De manera que nos remangamos y empezamos a empujar el automóvil. Y empujamos, y empujamos, y empujamos, hasta que llegamos ala ciudad distante. "Bueno" decimos, "Lo logramos". Y después empujamos el automóvil ¡hasta otra ciudad!Ustedes dicen: "bueno, llegamos, ¿no es verdad?" Pero ¿a eso llaman ustedes vida? ¿Saben lo que necesitan? Necesitan un experto, un mecánico que levante la tapa y cambie el sistema de encendido. De modo que cuando ustedes muevan la llave del encendido, el automóvil se mueva. Ustedes necesitan al experto 

- Necesitan comprensión, visión, consciencia - no es necesario que empujen. No se necesita ningún esfuerzo. Por eso la gente se cansa tanto, se fatiga. A ustedes y a mí nos prepararon para estar insatisfechos con nosotros mismos. Psicológicamente de ahí proviene el mal. Siempre estamos insatisfechos, siempre estamos descontentos, siempre estamos empujando. Continúen, hagan más esfuerzo, más y más esfuerzo. Pero siempre hay ese conflicto interior; hay muy poca comprensión.




Extracto del libro:
Despierta (charlas sobre la espiritualidad)
Anthony de Mello
Fotografía tomada de internet

ESCUCHAR TONTERÍAS


miércoles, 10 de abril de 2019

TÚ NO ERES QUIEN CREES SER


EN NUESTRA CULTURA, llegamos a una conclusión, comprensible pero trágica, basada únicamente en la percepción: como tú y yo parecemos estar separados, debemos estar separados. Esto eleva la percepción a una posición de autoridad.

El pecado original, el error original, consiste en creer que es posible la separación de la fuente, de la conciencia, de Dios. Como vivimos en la experiencia de separación, creemos que ésa es la realidad. Esta percepción errónea es la raíz de todo sufrimiento.

Si has tenido conciencia de la percepción durante algún tiempo, sabes que está sometida a cambio. Si haces tuya esta comprensión fundamental, que es muy profunda en su simplicidad, tienes la oportunidad de reconocer que todo lo que puedes percibir ha de estar limitado por el condicionamiento de tu especie, por tu cultura o subcultura, por tu familia, por tus simples gustos o aversiones.

El mundo no es como tú crees que es. Tú no eres quien crees ser. Yo no soy quien tú crees que soy. Tus pensamientos respecto al mundo, respecto a ti mismo, o respecto a mí, se basan en percepciones. Sean percepciones internas o externas, son limitadas. Reconoce eso, y oirás la invitación a entrar en la verdad de ti mismo, que no puede ser percibida o imaginada, y sin embargo lo impregna todo.

Cuando detienes toda actividad mental en torno a quien crees ser o a lo que crees necesitar para tu felicidad, se abre una grieta en la autoridad de la percepción, en estructura de la mente. Te invito a entrar por esa grieta.

Entra por esa abertura. Cuando lo haces, la mente se vacía de sus autodefiniciones. En ese momento sólo hay silencio. Y, en ese silencio, es posible reconocer la plenitud absoluta: la verdad de quien eres.

Cualquier pensamiento que hayas tenido respecto a ti mismo, por inflado o desinflado que fuera, no es quien eres. Sólo es un pensamiento. La verdad de quien eres no puede ser pensada, porque es la fuente de todo pensamiento. La verdad de quien eres no puede ser nombrada o definida.

Aunque palabras como alma, luz, Dios, verdad, yo, conciencia, inteligencia universal o divinidad son capaces de evocar la dicha de la verdad, son muy inadecuadas para describir la inmensidad de quien verdaderamente eres.

Comoquiera que te identifíquese a ti mismo: como hijo, como adolescente, como madre, padre, anciano, persona sana, persona enferma, persona sufriente o persona iluminada, siempre, detrás de todo eso, está la verdad de ti. No es algo ajeno a ti. Está tan cerca que no puedes creer que eso eres tú. Cargas con los condicionamientos de tus padres, de las culturas y religiones como si fueran tu realidad, en lugar de ver eso que siempre ha estado contigo…, más cerca que el latido del corazón, más cerca que cualquier pensamiento, más cerca que cualquier experiencia.

La verdad de tu ser permanece inmune a los conceptos sobre quién eres: ignorante o iluminado, alguien irrelevante o alguien muy valioso… la verdad de tu ser está libre de todo. Ya eres libre, y lo único que bloquear la conciencia de esa libertad es tu apego a algunos pensamientos respecto tu identidad. Esos pensamientos no te impiden ser quien verdaderamente eres.

Ya eres eso. El pensamiento te impide tomar conciencia de quién eres.

Te invito a sumergir tu atención en lo que siempre ha estado aquí, esperando abiertamente su propia autorrealización. ¿Quién eres realmente? ¿Eres alguna imagen que aparece en la mente? ¿Eres alguna sensación surgida en el cuerpo? ¿Eres alguna emoción que pasa por tu cuerpo y por tu mente? ¿Eres algo que alguien dijo que eras, o eres la rebelión contra algo que alguien dijo que eras? Éstos son algunos de los muchos cursos posibles de la identificación errónea. Todas estas identificaciones vienen y van, nacen y mueren. La verdad de quién eres no viene ni va. Está presente antes del nacimiento, a lo largo de la vida y después de la muerte.

Descubrir tu verdadera identidad no sólo es posible: es tu derecho de nacimiento. Los pensamientos de que este descubrimiento no es para ti: “ahora no es el momento”, “no te lo mereces”, “no estás preparado”, “ya sabes quién eres”… sólo son trucos mentales.

Es hora de investigar este pensamiento - yo y ver la validez que tiene. En este examen se produce una abertura donde la inteligencia consciente que eres puede finalmente reconocerse a sí misma.




Extracto del libro:
El Diamante en tu bolsillo: Descubre tu verdadero resplandor
Gangaji
Imágenes tomadas de internet

LA MUERTE


martes, 9 de abril de 2019

EL CONFLICTO CON LA PATERNIDAD


El conflicto con la paternidad

Sobre el amor por los hijos
el oficio de la paternidad maternal

Como veo las cosas, más allá de cualquier cliché romántico, ser padre es una bendición: ¿qué se puede transmitir más grande que la vida? Reconocemos un origen casi sagrado en la maternidad, pero no le otorgamos demasiada trascendencia al hecho de ser padres. La teoría del instinto maternal ha creado un efecto de halo antipaternal y una evidente distorsión sobre su desempeño, como si el varón sufriera de una especie de incapacidad congénita que lo inhabilita para la crianza infantil. Las escenas de papás "encartados"cargando bebés recién nacidos mientras las felices parturientas, cuñadas y suegras miran con condescendencia la natural torpeza masculina, es claramente sexista, además de ofensiva. Claro que, para suavizar las cosas, en algunas propagandas de seguros de vida y talcos para niños, el padre derrama una o dos lágrimas antes de "desencantarse"rápidamente del bebé (no vaya a ser cosa que lo estrangule sin darse cuenta), mostrando que el primate civilizado posee un lado tierno.

Estos estereotipos sociales, manejados y divulgados sobre todo por los hombres, han bloqueado en parte las potencialidades masculinas para ejercer una adecuada paternidad. Mientras la maternidad es un factor de realización personal donde la felicidad es lo determinante, la paternidad es experimentada por muchos varones con miedo y una enorme carga de responsabilidad. A veces, el sentimiento de alegría por ser padres se ve empañado con preocupaciones de otra índole, y el placer se nos va de las manos. Los hijos sólo son asimilables desde una actitud más positiva. La vivencia de la paternidad debe romper con el angustioso sentido del deber que ha instaurado el mito del proveedor, para regresar a la sensibilidad básica que produce el mero hecho de ser papá. No estoy diciendo que ignoremos los problemas obvios que conlleva la crianza, sino que veamos también el lado bueno de la misma. Crear vida es uno de los hechos más significativos de la existencia humana, y si no alcanzamos a vislumbrar la magia que esto encierra, la paternidad se disipará en un conflicto de intereses, mal planteado e inexistente: "Mis hijos o yo", en vez de: "Mis hijos y yo".



Extracto tomado del libro:
Intimidades masculinas
Walter Riso
Imágenes tomadas de internet

EL GATO Y LA FELICIDAD


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