viernes, 24 de junio de 2022

LAS PASTILLAS NO PODRÁN JAMÁS PROCURARTE LA INTEGRIDAD


 

EL DOLOR SANA


La gente que experimenta dolores terribles dice cosas como: «Parece que mi cuerpo se haya vuelto en mi contra». Pero cuando descubres quién eres realmente, ves que no es posible que tu cuerpo se vuelva contra ti. 

Hace unos años, me practicaron una operación en una parte muy sensible del cuerpo, y, pasé varias semanas en cama en medio de un dolor extremo. Aparecía una sensación aguda, punzante, que a menudo hacía que se me saltaran las lágrimas. Hoy en día, como ser humano inteligente, sé que no tiene sentido experimentar más dolor del necesario. Ese es otro de esos conceptos espirituales que hemos ido adoptando: la idea de que, cuanto más suframos, más cerca estaremos de la libertad. Pero sufrir no es el camino a la libertad futura; sufrir es una invitación a la libertad presente. Así que, naturalmente, pedí un sedante para mitigar el dolor. Me administraron morfina, y sin duda fue una ayuda. A pesar de todo, seguía habiendo dolor.

La gente suele preguntarme: «Dime, Jeff, si de verdad lo permitías todo, incluido el dolor, ¿por qué recurrir a un sedante?». La respuesta que normalmente doy es: «Todo está permitido aquí, incluidos los sedantes». También los sedantes forman parte de la vida. No me parece una postura inteligente experimentar más dolor del necesario. Y si eliges no recurrir a los medicamentos, también eso está bien.

Al final, ni los sedantes ni la ausencia de ellos conduce a la verdadera sanación, que es lo que de verdad anhelamos y sobre lo que trata este libro. Los sedantes quizá consigan aliviar el dolor físico, pero el verdadero dolor de la vida está en el sufrimiento, en la búsqueda, en la identificación, en el intento de controlar la experiencia presente. Y para eso no hay ninguna píldora mágica. No existe ninguna píldora que ponga fin al sufrimiento. Si la hubiera, los maestros espirituales, los gurús y los terapeutas se habrían quedado sin trabajo hace ya muchos años. No, este libro trata sobre una clase de sanación que ninguna sustancia o persona (ni la ausencia de ellas) puede procurarte; trata sobre el todo completo que eres. Las pastillas pueden acallar una sensación o un sentimiento. Las pastillas pueden alterar la química del cerebro. Las pastillas pueden «colocarte». Pero las pastillas no podrán jamás procurarte la integridad; nunca podrán ofrecerte la aceptación más profunda. Quizá puedan hacer que te sientas más a gusto, pero no despertarte de las imágenes que tienes de ti mismo.

¿Puede encontrarse la más profunda aceptación de la vida incluso en la experiencia del dolor más extremo? Postrado en cama todos aquellos años, con continuas descargas de dolor agudo que atravesaban una zona muy delicada de mi anatomía, lo que descubrí es que, en el nivel más profundo, todo estaba bien, incluido el dolor. Fue un descubrimiento impactante que incidió de lleno en la esencia del sufrimiento. El dolor no era el enemigo. El dolor era sencillamente la vida, que aparecía en forma de dolor..., e incluso más allá de este relato, era sencillamente una danza de sensaciones eternamente cambiante. El dolor no obstaculizaba la vida; era la vida, en el momento. El dolor no interfería en la vida; era una expresión plena y completa de la vida. El dolor estaba intensamente vivo; era el océano, que aparecía en forma de ola de dolor. Seguía siendo doloroso, no vamos a negar la realidad ni a fingir que no era así. Seguía doliendo, pero, en el nivel más profundo, estaba bien, no era un problema. Dolía, pero yo no era «el dolorido». Dolía, pero, inexplicablemente, no podía dolerme a mí, y tenía permiso para seguir estando todo el tiempo que quisiera; tenía en mí un hogar.

Fue verdaderamente impactante descubrir la vastedad, la inclusividad total y la naturaleza omnímoda de esta profunda aceptación. Todo estaba profundamente bien tal como era. Había una total aceptación del dolor..., y también una total aceptación de mí, del personaje Jeff, que no quería que hubiera ningún dolor. Creo que hay un gran malentendido entre los buscadores espirituales, y es la idea de que ellos, personalmente, han de estar de acuerdo con todo lo que sucede. Qué carga tan enorme creer que todo tiene que parecerte bien todo el tiempo..., tener que aparentar que todo te parece bien incluso cuando no es así! Como he dicho, la aceptación profunda no exige necesariamente que estés de acuerdo con que haya dolor. Que el dolor no te parezca bien es algo que la vida acoge totalmente. ¡Esta profunda aceptación te «saca» de escena! Es un «todo está bien» de naturaleza cósmica, que va más allá de que a mí me parezca bien o no.

El dolor está presente, y lo que también puede aparecer es un rechazo, una aversión hacia el dolor. ¡Fue tal alivio —y tal revelación— ser capaz de estar en cama y no tener que hacer valer ninguna imagen de mí mismo, ni siquiera una imagen de mí mismo de persona iluminada o despierta, o de alguien a quien el dolor no le importaba! Era totalmente libre de volver a responder al dolor de una manera auténtica, sincera, humana otra vez, después de años de evasivas espirituales^ y de fingir y negar la realidad. Era libre de decir: «No me gusta este dolor», de admitir mi aversión hacia el dolor; y, en un nivel más profundo, experimentar una aceptación total de la situación entera. Por debajo de todo, hay un saber que todo está bien tal como es, un saber cósmico que no puede morir.

No se trataba de que me dijera a mí mismo que el dolor me era indiferente cuando en realidad no era así. No se trataba de fingir que todo me parecía bien, ni de intentar que todo me pareciera bien..., intentar ser espiritual, intentar estar en calma, intentar ser algo diferente de lo que era. Se trataba de ser radicalmente sincero. Se trataba de percibir el dolor, de reconocerlo, de admitirlo y de descubrir que la vida lo aceptaba plenamente. Y admitir la existencia del dolor significó admitir el dolor. Así que había dolor, y a Jeff no es que le gustara, precisamente; a fin de cuentas, ¿a quién le gusta el dolor? ¿Quién lo elegiría, si tuviera elección?

Pero el dolor es un maestro incomparable, porque te enseña que, al final, en el momento, no tienes elección. No tienes control sobre nada. «Hágase tu voluntad, no la mía», como dijo Jesús. Y ahí está la liberación, justo ahí.

Fue acogido el dolor, y también el que intentaba inútilmente escapar de él. Fue acogido el dolor, y también el que quería estar libre de él. ¿Había entonces algún problema? En el dolor, en el malestar, me descubrí completo. En el dolor, en el malestar extremo, me curé, me curé totalmente; me curé más allá de lo que se pueda comprender, más allá de todo lo que pueda entender la mente. Me curé de la carga de ser «el que estaba sumido en el dolor». Me curé del relato de «mi dolor pasado y futuro». Me curé de la ilusión de que el dolor me estaba ocurriendo a mí. La sanación no significó que el dolor desapareciera de inmediato, pero misteriosamente pasó a ser algo secundario. Esta sanación eternamente presente era lo que de verdad había estado buscando.

«Y por su herida fuisteis sanados», dice la Biblia... Y por mis heridas, sané. Este fue el descubrimiento verdaderamente impactante: que la sanación —en otras palabras, la integridad, la completud, el hogar que de verdad buscamos— está en realidad justo aquí, en las heridas, en medio del dolor, justo en el fondo de cada experiencia de la que tratamos de escapar. Sanamos en medio de todo aquello de lo que huimos. No es que sanemos del dolor; sanamos, estamos ya sanados, en nuestro dolor.

Podríamos ir todavía más lejos y decir que de hecho el dolor nos sana. Visto como lo que es, el dolor redirige nuestra atención al aquí y ahora, y al espacio plenamente abierto que abarca toda experiencia que viene y va. Trae nuestra atención de vuelta al hecho de que nadie está sumido en el dolor, sino que simplemente hay dolor que aparece aquí, en el espacio que soy. Así que el dolor te sana de la idea de que eres una víctima del dolor. Te sana de la ilusión de que puedes controlar las cosas. Te trae de vuelta a este momento, a tu verdadero hogar. Dice: «Se me permite estar aquí, pienses lo que pienses. Mira, ya se me ha permitido entrar en lo que eres. Ya estoy presente. No has sido capaz de impedirme entrar. Pero no hay nada que temer. Estoy hecho solo de ti. No puedo destruir a quien de verdad eres».

Así es, de un modo que nunca comprenderemos, el dolor te sana del dolor. La sanación forma parte intrínseca de todo aquello de lo que intentamos escapar. La tristeza te sana de la tristeza. El miedo te sana del miedo. La ira te sana de la ira. En el fondo del miedo más intenso, no hay «nadie» que esté sumido en el miedo. No hay nadie que esté separado del miedo. Nadie que esté asustado. En el centro de la crucifixión, en el centro del dolor físico más atroz, hay sanación. Quizá, al final, todas las religiones y enseñanzas espirituales apunten a esta verdad.

La profunda aceptación de la que hablo revoluciona la actitud que tenemos frente al dolor, la relación que tenemos con él, los miedos de los que lo rodeamos. De repente el dolor, por muy doloroso que sea, ya no es un enemigo, es una señal que nos indica el camino de vuelta a quienes somos realmente en este momento, que destruye todas nuestras ideas falsas sobre quiénes somos. El dolor es en cierto modo compasivo., en el verdadero sentido de la palabra; destruye todas las ilusiones que albergamos sobre nosotros mismos. Nada que sea irreal puede sobrevivir a la fiereza de su amor.




Extracto del libro:
La más profunda aceptación
Jeff Foster
Fotografías tomadas de Internet

jueves, 23 de junio de 2022

DESHACERTE DE LAS FALSAS IDEAS, ILUSIONES Y FANTASÍAS


 

40.LOS SUPERHÉROES, MODELOS DE HOY.


Desde pequeñitos añadimos detalles a nuestro personaje, recursos y habilidades 
de la presentación, de la apariencia, del reclamo. Tomamos prestadas todas las formas. Imitamos sin darnos cuenta y a veces, nos sorprendemos en un gesto, una expresión verbal… que identificamos con alguien conocido o televisto entre los famosos, los admirados,… gentes que quisiéramos ser. Se imita tanto lo constructivo como lo destructivo, lo escandaloso, lo llamativo, lo que vende, lo que va con tu personalidad, con tus máscaras. Al look se le remoza con apariencias de cambios y novedades para estar más in. Teatro desesperado.

Los superhéroes de hoy nos lo ponen más difícil. Cada siglo son más cercanos pero más inalcanzables. Son los dioses de la modernidad. Sus poderes son tan mágicos que se ven. La animación pone alma donde no la hay. Es un milagro tecnológico que expresa nuestra impotencia para realizar los sueños a los que se nos invita diariamente. El consuelo está en que son nuestras creaciones, nuestros inventos, nuestros hijos… ¡Nosotros!

Los héroes de la antigüedad, los mitos, las leyendas de gnomos, ángeles, hadas y brujas y hasta de santos también se convertían en dioses cuyo culto se intenta resucitar pero quizás tenían algo de inimitable positivo. Explicaban lo malo que puede ser el mal y lo bueno que puede ser el bien.

Los dioses de hoy son tan pedagógicos, fantasías del entretenimiento y videojuegos, que parecen humanos. Es llamativo que sean tan creíbles, como inverosímiles. Dicen que la gente de los Estados Unidos juegan con estas producciones más que ven las películas. ¡Y los americanos son los héroes de Occidente!

La historieta continúa casi como antes. La realidad es la gran desconocida.



Bibliografía:
La luciérnaga ciega: Soko Daido Ubalde
Fotografía tomada de internet

miércoles, 22 de junio de 2022

NO EXISTE NINGUNA PÍLDORA QUE PONGA FIN AL SUFRIMIENTO


 

NO ESPERES PERAS DEL OLMO


EPÍLOGO

Cómo amar sin renunciar a lo que somos: Una guía reflexiva.

No esperes peras del olmo.

A veces, el amor o la esperanza nos ciegan. Como un corolario del punto anterior, es importante partir de lo que en verdad somos y tenemos. He visto mujeres y hombres sufrir de la manera más angustiosa a la espera de un cambio de su pareja que nunca llega. No esperar peras del olmo, como dicen, significa no hacerse falsas ilusiones y ser realista. 

Si tu pareja te ha sido infiel varias veces, ¿por qué deberías esperar fidelidad? ¿Perdonar? Sí, claro, pero eso nada tiene que ver con la reincidencia. Puedo perdonar y dejar de amar, o puedo perdonar y alejarme por pura previsión y salud mental. Si a lo largo de la relación afectiva, la persona que amas ha sido indiferente, introvertida o poco cariñosa, ¿todavía esperas que se levante una mañana cualquiera y te llene de besos y abrazos? No digo que la gente no pueda cambiar, pero debes estar segura o seguro de que tal cambio sea posible y que valga la pena esperarlo. Una de mis pacientes me decía con orgullo que había encontrado la forma de salvar su relación: "Cada vez que me siento descuidada por él, lo amenazo con que lo voy a dejar y el hombre reacciona de inmediato". Gustos son gustos, pero un amor amenazado no es un amor confiable.



Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet

martes, 21 de junio de 2022

NO ENCAJAR AL OTRO DE ACUERDO A LA IMAGEN DE UNO


 

UN CABELLO BLANCO EN LA CABEZA DEL REY


En un pasado muy lejano, la vida de la gente duraba muchísimos 
más años que en la actualidad. Disfrutaban de una vida de miles de años. En ese tiempo, el gran Ser Iluminado (el Buda, en una vida anterior) nació como hijo primogénito de un Rey y lo llamaron Makadeva. Su infancia se extendía por 84,000 años.

Como adulto llegó a ser rey y en el tiempo de esta historia, su reino ya había durado 80,000 años.

Un día, Makadeva dijo al barbero real: "Si encuentras un cabello blanco en mi cabeza, debes informarme enseguida."

Naturalmente, el barbero lo prometió y siempre se fijó cuidadosamente.

Cuando pasaron otros 4,000 años, un día el rey fue a recortarse como de costumbre donde su barbero. Pero, ese día, el barbero descubrió un pequeño cabello blanco en la cabeza del rey.

Entonces dijo: "Su Majestad, debo informarle que acabo de encontrar un cabello blanco en su cabeza." El rey contestó: "Si este es el caso, sácalo y pónmelo en la mano." El barbero, con la ayuda de su pinza dorada sacó el cabello blanco y lo colocó en la mano del rey.

En ese tiempo, al rey todavía le restaban por lo menos otros 84,000 años para vivir su vejez. Mirando ahora este cabello blanco en su mano, se asustó mucho pensando en la muerte.

Inevitablemente debía morir muy pronto y se sentía como alguien atrapado en una casa en llamas. Tenía mucho temor y el sudor frío le corría por la espalda. Entonces, el Rey Makadeva pensó: "He desperdiciado toda esta larga vida en cosas fútiles y ahora la muerte se está acercando. No he hecho ningún intento para acabar con la codicia, la envidia, el odio y la ignorancia, ni me he interesado en aprender la verdad detrás de las apariencias para adquirir sabiduría."

Ponderando su situación, su cuerpo se sentía como en medio de llamas y el sudor corría desde la cabeza hasta los pies.

Entonces, con gran determinación, el rey decidió renunciar a su reino y ordenarse como monje para practicar la meditación.

Con este pensamiento en mente, recompensó al barbero con una gran suma de dinero que le permitía vivir cómodamente durante el resto de su vida.

Luego, el rey llamó a su hijo mayor y dijo: "Mi hijo, estoy llegando a la vejez; ya encontré un cabello blanco. Disfruté los placeres mundanos, las riquezas y el poder ampliamente.

Cuando muera quiero renacer en un reino celestial para estar entre los dioses.

Por eso he tomado la decisión de renunciar y ordenarme como monje.

Ahora te toca ti la responsabilidad de gobernar el país. En adelante viviré la vida de un monje en el bosque."

Cuando los ministros y el resto de la corte se enteraron de esta decisión, enseguida se presentaron delante del rey y preguntaron: "Majestad, ¿qué le está pasando, por qué quiere de pronto renunciar y ordenarse como monje?" El rey, con su cabello blanco en la mano, contestó:

"Estimados ministros y ayudantes, mi di cuenta que este cabello blanco me enseñó que las tres etapas de la vida - juventud, adultez y vejez - llegan a su final.

Este cabello, mensajero de la muerte, se encontró en mi cabeza. Cabellos como estos son como ángeles enviados por el dios de la muerte. Por lo tanto, llegó el tiempo para renunciar y ordenarme como monje."

Todo el pueblo lloró cuando el Rey Makadeva abandonó de su reino y salió al bosque para aceptar la vida de un monje.

En el bosque él practicó los llamados "Cuatro Estados Celestiales de la Mente", que incluyen la benevolencia amorosa con todos los seres, la compasión hacia todos los que sufren, la alegría por el bienestar de otros y la ecuanimidad en todas las situaciones y dificultades, manteniendo la mente en equilibrio y calma.

Después de 84,000 años de grandes esfuerzos en la meditación, practicando estos estados mentales sublimes y llevando la vida de un monje, el Bodhisattva o gran Ser Iluminado, murió.

Renació en un elevado reino celestial donde vivió feliz durante un millón de años.

DEBEMOS APRENDER: AUN UNA VIDA LARGA ES DEMASIADA CORTA CUANDO ES DESPERDICIADA.



Extracto del libro:
Recopilaciones "Cuentos y Fábulas del Buda"
Sri Deva Fénix
Fotografía de internet

ERES TÚ


 

LO QUE LA AUTOESTIMA NO ES


La autoestima no es la confianza que necesitamos para salir a la calle y llevar la vida que 
queremos, sino la confianza que sentimos cada vez que salimos a la calle y tenemos la valentía de llevar la vida que queremos, cueste lo que cueste. 

La autoestima no es lo que necesitamos para afrontar retos, sino la consecuencia de afrontarlos. 

La autoestima no se hereda, se construye día a día, con esfuerzo, lejos del sofá de casa.

Sergi Rufi



Extracto del libro:
365 semillas de conciencia para una vida plena
Fotografías tomadas de Internet
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