viernes, 17 de junio de 2022
CONCEPTOS DE AUTOESTIMA
La autoestima es mostrarse capaz de decir lo que pienso. Hacer lo que quiero. Insistir cuando me enfrento a una dificultad. No tener vergüenza de renunciar. No dejarme llevar por la publicidad o las modas, que quieren hacerme creer que no estoy en la onda si no llevo una determinada marca o pienso de cierta manera. Reír de buena gana si se burlan de mí amablemente. Saber que puedo sobrevivir a mis fracasos. Atreverme a decir «no» o «stop». Atreverme a decir «no lo sé». Seguir mi camino, aunque esté solo(a).
Concederme el derecho a ser feliz. Sentirme digno de ser amado(a). Soportar dejar de ser amado(a), aunque esto me haga infeliz de momento. Sentirme tranquilo conmigo mismo. Decir «tengo miedo» o «soy infeliz» sin sentirme avergonzado(a). Amar a los otros sin vigilarlos o ahogarlos. Hacer lo que pueda para lograr mis deseos, pero sin someterme a presión. Concederme el derecho de decepcionar o fracasar. Pedir ayuda sin sentirme inferior por ello. No avergonzarme ni hacerme daño cuando no estoy contento(a) conmigo mismo(a). No sentirme envidioso(a) del éxito o la felicidad de los demás. Saber que puedo sobrevivir a mis desgracias. Concederme el derecho a cambiar de opinión tras reflexionar. Demostrar sentido del humor respecto a mí mismo(a). Decir lo que tengo que decir, aunque tenga miedo. Extraer lecciones de mis errores. Ponerme el bañador aunque mi cuerpo no sea perfecto. Sentirme en paz con las heridas del pasado.
No tener miedo al futuro. Descubrir que soy una buena persona, con sus virtudes y sus defectos. Sentir que progreso y extraigo lecciones de la vida. Aceptarme tal como soy hoy, sin renunciar a cambiar mañana. Y, por último, pensar en otras cosas aparte de en mí mismo.
Christophe André
Extracto del libro:
365 semillas de conciencia para una vida plena
Fotografías tomadas de Internet
jueves, 16 de junio de 2022
EL PRÍNCIPE GAMANI
En el pasado había un rey que tenía cien hijos. El más joven y último en la sucesión era el Príncipe Gamani. Tenía un carácter emprendedor, paciente y amable.
Para educar e instruir a cada príncipe, el rey le asignó un maestro. El Principe Gamani, aunque era el último en la sucesión, tuvo la suerte de recibir el mejor maestro. Tenía más sabiduría que los demás y trató al príncipe como un padre trata a su hijo. A su vez, el Príncipe Gamani quería mucho a su maestro, lo trataba siempre con gran respeto y obedecía a todos sus mandados.
En aquél tiempo y según la costumbre, el rey envió a cada uno de los príncipes a una de las provincias del país para que pudiera entrenarse en el arte de gobernar y en el trato con la gente. Cuando el Príncipe Gamani llegó a la edad para ser enviado, fue a ver a su maestro para preguntarle cuál de las provincias debía escoger. El maestro le aconsejó:
"No te conviene irte a ninguna provincia. En su lugar, dile a tu padre si él envía a su hijo heredero número cien a una provincia, entonces no le quedará ninguno para servirle en la ciudad."
El Príncipe Gamani obedeció a su maestro y se quedó en la ciudad para complacer a su padre con afecto y lealtad.
Después de un tiempo, el príncipe volvió a ver a su maestro y le preguntó: "¿Cuál es la mejor manera para servir a mi padre y al pueblo de la capital?―El sabio maestro le contestó: ― Pídale al rey ponerte a cargo de las finanzas para recolectar los pagos e impuestos y distribuir las ganancias y beneficios entre la gente.
Si lo acepta, entonces haz tu trabajo con honestidad y rectitud, mostrando siempre buena disposición y amabilidad para con la gente."
El príncipe siguió el consejo de su maestro. Como el rey confiaba en su hijo, estaba feliz de encargarlo de esas funciones. Cada vez que el príncipe salió para la difícil tarea de recolectar los pagos e impuestos, actuó con amabilidad, rectitud y apegado a la ley. Cada vez que distribuyó alimentos y medicinas a los pobres, se mostró generoso y cordial. En poco tiempo el príncipe Gamani se ganó el respeto y la admiración de toda la gente.
Entonces, la vida del rey se acercó a su fin. Sus ministros se juntaron alrededor de su lecho y preguntaron cuál de sus hijos debía heredar el trono.
El rey dijo que como todos sus cien hijos tenían el mismo derecho, sería mejor que el mismo pueblo escogiera al príncipe que debía ser su próximo rey.
Después que el rey murió, todos los ciudadanos eligieron a Gamani, el príncipe número cien, como sucesor de su padre.
Debido a su bondad y nobleza le coronaron como Rey Gamani el Recto.
Cuando sus noventa y nueve hermanos se enteraron, se sintieron muy mal, ya que todos eran mayores. Lleno de rabia y envidia se prepararon para pelear. Enviaron un mensaje al Rey Gamani, diciendo: "Todos tus hermanos somos mayores que tú. Los países vecinos se van a reír de nosotros si aceptamos que el príncipe número cien sea el que gobierne.
Es mejor que abandones el trono o te lo quitaremos por la fuerza."
Después de recibir este mensaje, el Rey Gamani se lo enseñó a su maestro y le pidió su orientación.
En verdad, este honorable maestro era la encarnación de un Ser Iluminado y le aconsejó con gran sabiduría:.
"Comunícales que no vas a pelear contra tus hermanos y que no les darás la oportunidad de matar a las gentes inocentes del pueblo que amas.
Diles que en lugar de pelear decidiste repartir las riquezas del reino entre todos los cien príncipes.
Entonces, mándales a cada uno la parte que le pertenece."
Nuevamente, Gamani aceptó el consejo de su maestro y dividió el tesoro del rey entre cien.
Mientras tanto, cada uno de los noventa y nueve príncipes trajo su pequeño ejército para atacar a la capital. Cuando recibieron el mensaje de Gamani, junto con sus respectivas porciones del tesoro real, se juntaron para decidir qué hacer.
Al ver que luego de dividir el tesoro real cada una de las cien partes era tan pequeña que no servía de nada. Por lo tanto, no querían aceptar que se dividiera. De igual modo, se dieron cuenta de que si pelearían en contra del Rey Gamani y dividieran el reino entre ellos, a cada uno le tocaría una porción muy insignificante que cualquier vecino enemigo se la quitaría con facilidad. De este modo, todo el reino se perdería y ninguno de ellos podría beneficiarse. Finalmente, decidieron devolver su porción del tesoro real como ofrenda de paz y aceptaron el reinado de Gamani.
Muy contento, Gamani invitó a sus hermanos al palacio para celebrar la paz y la unidad. Los atendió de la manera más noble y generosa y los trató con gran fraternidad y cortesía.
De este modo, el rey y sus noventa y nueve hermanos llegaron a hacerse los mejores amigos y prometieron siempre apoyarse mutuamente.
Esto llegó a conocerse en todos los países vecinos y nadie jamás se atrevió a atacar el territorio de Gamani y sus noventa y nueve hermanos.
Luego de unos meses, cada uno de los hermanos retornó contento y en paz a su respectiva provincia.
Entonces, el Rey Gamani invitó a su viejo maestro al palacio para agradecerle su ayuda. Le colmó de riquezas y de regalos. Preparó una gran fiesta en su honor y dijo a los señores de la corte: "Yo era el número noventa y nueve entre cien príncipes. Todo mi éxito lo debo a los sabios consejos de mi generoso maestro. ¡Ojalá todos sigan las recomendaciones de sus maestros sabios para experimentar gran felicidad y prosperidad en su vida! En nuestro caso, incluso debemos la unidad y la fuerza de nuestro reino a mi querido maestro."
El reino prosperó ampliamente bajo las reglas generosas y justas del Rey Gamani el Recto.
DEBEMOS APRENDER: LAS RECOMPENSAS SE MULTIPLICAN CUANDO UNO SE ATIENE A LOS CONSEJOS DE UN MAESTRO SABIO.
Extracto del libro:
Recopilaciones "Cuentos y Fábulas del Buda"
Sri Deva Fénix
Fotografía de internet
miércoles, 15 de junio de 2022
NECESIDAD DE APROBACIÓN
Efectivamente, sentimos que debemos complacer para cubrir una necesidad de aprobación, valoración o cariño. El no haber sido reconocidos tal y como somos con nuestras diferencias, o incluso el haber sido rechazados por nuestros potenciales porque nuestros mayores no los «entendían», ha creado la dependencia de un afecto que seguimos buscando ya de adultos y se manifiesta cumpliendo unas expectativas que no son nuestras.
Solo el desapego a la necesidad de recibir lo que no tuvimos y la decisión personal de obtenerlo apostando por darse a uno mismo lo que no tuvo, nos pueden dar la fuerza suficiente para decidir sin culpas que cada uno ha venido a hacer lo suyo y que solo tú puedes decidir lo que es mejor para ti y tu felicidad, independientemente de lo que piensen o digan los demás.
Arancha Merino
Extracto del libro:
365 semillas de conciencia para una vida plena
Fotografías tomadas de Internet
martes, 14 de junio de 2022
EL AMANTE HABLADOR
Un amante estuvo durante meses pretendiendo a su amada sin éxito, sufriendo el atroz padecimiento de verse rechazado. Al fin su amada cedió: «Acude a tal lugar a tal hora», le dijo.
Y allí, a la hora fijada, al fin se encontró el amante junto a su amada. Entonces metió la mano en su bolso y sacó un fajo de cartas de amor que había escrito durante los últimos meses. Eran cartas apasionadas en las que expresaba su dolor y su ardiente deseo de experimentar los deleites del amor y la unión con ella. Y se puso a leérselas a su amada. Pasaron las horas y él seguía leyendo.
Por fin dijo la mujer: «¿Qué clase de estúpido eres? Todas esas cartas hablan de mí y del deseo que tienes de mí. Pues bien, ahora me tienes junto a ti y no haces más que leer tus estúpidas cartas».
«Ahora me tienes junto a ti», dijo Dios a su ferviente devoto, «y no haces más que darle vueltas a tu cabeza pensando en mí, hablar acerca de mí con tu lengua y leer lo que dicen de mí tus libros. ¿Cuándo te vas a callar y me vas a probar?».
Del libro:
Anthony de Mello
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet
lunes, 13 de junio de 2022
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