lunes, 19 de abril de 2021
ESA EXTRAÑA COSA: LA MENTE HUMANA
Muchas veces pensé qué cosa tan extraña es la mente humana. Ha inventado la computadora, ha desintegrado el átomo, ha hecho posible enviar naves al espacio pero, no ha solucionado el problema del sufrimiento humano, de la angustia, la soledad, la depresión, el vacío, la desesperación! Honestamente no creo que tú estés libre de todos esos sentimientos. ¿Cómo puede ser que no hayamos encontrado la solución para ellos?
Hemos logrado toda clase de adelantos tecnológicos. ¿Ha elevado esto nuestra calidad de vida en una sola pulgada?
¡No!, ni en una pulgada. Tenemos - eso sí - más comodidad, más velocidad, más placeres, más entretenimientos, más erudición mayores adelantos tecnológicos. Pero, ¿se ha logrado superar en algo la soledad, el vacío, la congoja, la avaricia, el odio, los conflictos? ¿Hay menos lucha, menos crueldad? Yo pienso que estamos peor...
La tragedia es, tal como lo descubrí diez o doce años atrás, que ¡el secreto se ha encontrado! Tenemos la solución a mano.
¿Por qué no la usamos? No la queremos.
Ese es el motivo, ¿lo crees? ¡No la queremos! ¡No la queremos! Imagina que yo le diga a alguien:
- Mira, voy a darte una fórmula que te va a hacer feliz por el resto de tu vida; disfrutarás cada minuto del resto de tu vida...
Imagina que te digo eso a ti... Te lo diré; te daré la fórmula. ¿Sabes lo que probablemente me responderás?:
- ¡No me la diga! ¡Basta! No quiero oírlo.
La mayoría de la gente no quiere escuchar la fórmula, aunque ni siquiera debe aceptarla por fe... Voy a demostrarte que es así.
Alrededor de seis meses atrás, el verano pasado, estuve en Saint Louis, Missouri, para dar una especie de seminario de fin de semana. Había allí un sacerdote, que se me acercó y me dijo:
- Acepto cada una de las palabras que usted ha dicho durante estos tres días, cada una de las palabras..., ¿y sabe por qué? No porque haya hecho lo que usted nos alentó a hacer: seccionar, frotar, raspar y analizar.
No.
Y explicó:
- Unos tres meses atrás, asistí a una víctima del sida en su lecho de muerte. Y el hombre me contó lo siguiente: "Padre, hace seis meses, el doctor me dijo que yo tenía seis meses de vida y yo le creí." ¡Cuánta razón había tenido!, pues el hombre se estaba muriendo. "¿Sabe algo, padre? Éstos han sido los seis meses más felices de toda mi malgastada vida... ¡los más felices!
En realidad, nunca había sido feliz hasta estos seis meses. He descubierto la felicidad."
Y agregó: "Ni bien el doctor me lo dijo, abandoné la tensión, la presión, la ansiedad, la esperanza y, en lugar de caer en la desesperación, finalmente fui feliz."
Y el sacerdote concluyó:
- ¿Sabe?, muchas veces he reflexionado sobre las palabras de aquel hombre.
Cuando lo escuché a usted este fin de semana, pensé: "Este hombre ha vuelto a vivir.
Usted está diciendo exactamente lo que él dijo..."
Extracto del libro:
Redescubrir la vida
Anthony de Mello
Fotografías tomadas de Internet
domingo, 18 de abril de 2021
LA VIDA ESTÁ DONDE MENOS SE LA ESPERA
Echa una mirada al mundo y luego te invitaré a echar una mirada a tu propia vida.
Echa una mirada al mundo: pobreza por doquier.
Leí en el New York Times que los obispos de los Estados Unidos afirman que hay 33 millones de personas en el país que viven por debajo del umbral de pobreza, trazado por el propio gobierno.
Si crees que eso es pobreza, deberías ir a otros países a ver la consunción, la suciedad, la miseria. ¿A eso se puede llamar vida?
Pero hay algo asombroso.
Te mostraré que la vida existe aun en esas condiciones.
Alrededor de 12 años atrás me presentaron, en Calcuta, a un hombre que arrastraba un ricksha, un vehículo de tres ruedas de tracción humana...
¡Es terrible! Se trata de un ser humano; no es un caballo el que tira, sino un ser humano.
Estos pobres seres no duran mucho tiempo; viven 10 a 12 años después de que comienzan a tirar del ricksha, pues enferman de tuberculosis.
Pese a su trabajo, Ramchandra - que así se llamaba este hombre- tenía esposa e hijos, e incluso televisión.
En ese entonces había un pequeño grupo de personas dedicadas a una actividad ilegal llamada "exportación de esqueletos", que finalmente fueron apresadas.
¿Sabes qué hacían?
Si una persona era muy pobre, ellos se le acercaban y le compraban el esqueleto por el equivalente de unos 10 dólares.
Así fue como le preguntaron a Ramchandra:
-¿Desde cuánto tiempo atrás trabajas en la calle?
- Desde hace diez años... - respondió Ramchandra.
Entonces ellos pensaron: "No va a vivir mucho más..." Y dijeron:
- Muy bien, aquí está tu dinero.
En el momento en que la persona moría, se apoderaban del cuerpo, se lo llevaban y, luego, cuando el cuerpo estaba descompuesto, mediante un proceso que tenían, descarnaban todo el esqueleto.
Ramchandra había vendido el suyo, tanta era su miseria; estaba rodeado de consunción, pobreza, desgracia, incertidumbre.
Nunca creerías posible encontrar la felicidad allí, ¿no es cierto?
A este hombre, al que nada parecía molestarlo, que estaba perfectamente bien, al que nada parecía preocuparlo, le pregunté un día:
-¿No estás preocupado?
-¿Por qué?
-¿Sabes?, por tu futuro, por el futuro de los niños... - agregué.
- Bueno, hago lo mejor que puedo, pero el resto está en manos de Dios...
- Pero dije yo- ¿y qué hay de tu enfermedad?; te hace sufrir, ¿no es cierto?
- Un poco; tenemos que tomar la vida como viene - fue su respuesta.
Jamás lo vi de mal ánimo.
Pues bien, un día, cuando estaba hablándole, me di cuenta de repente de que estaba en presencia de un místico, me di cuenta que estaba en presencia de la vida.
¡Él estaba allí! ¡Estaba vivo! yo estaba muerto...
Era un hombre que era plenamente él mismo, de acuerdo con aquellas bellas palabras de Jesús: "Mirad los cuervos del cielo, que no siembran ni cosechan...; mirad los lirios del campo, que no hilan ni tejen..." (Lc 12, 24 y 27; Mt 6, 26); ellos no se preocupan ni por un momento del futuro; no como tú.
Ramchandra estaba allí mismo.
No sé, hoy seguramente estará muerto.
Mi encuentro con él fue muy breve, en Calcuta; y después seguí hasta donde vivo ahora, hacia el sur de la India.
¿Qué le sucedió a este hombre? No lo sé.
Pero sé que conocí a un místico.
Era una persona extraordinaria; descubrió la vida, la redescubrió.
Extracto del libro:
Redescubrir la vida
Anthony de Mello
Fotografías tomadas de Internet
sábado, 17 de abril de 2021
NO NOS GUSTA LO NUEVO
No nos gusta lo nuevo; es demasiado molesto, demasiado liberador. Si rechazamos lo nuevo, no estamos dispuestos a escuchar. Pero si lo aceptamos sin discriminar, tampoco estamos escuchando. Buda lo dijo de una manera muy hermosa: "Monjes y discípulos no deben aceptar mis palabras por respeto, sino que deben analizarlas, de la misma manera que un orfebre trabaja el oro: seccionando, raspando, frotando, fundiendo." Así debe ser también con mis palabras.
Extracto del libro:
Redescubrir la vida
Anthony de Mello
Fotografías tomadas de Internet
viernes, 16 de abril de 2021
25.LAS PREGUNTAS DE BUDA.
Cuando Sidharta, el que después sería Buda, (antes había habido desde seis a veintisiete) salía de su casa a observar la noche y encontraba enfermos, viejos, muertos, heridos, hambrientos, huérfanos, gentes miserables, abandonadas, delincuentes, locos, desaprensivos, ladrones…, se entristecía pero también se preguntaba por el sentido de todo aquello, de tantos sufrimientos, ¿qué podría hacerse, cómo vivir una existencia atacada por tantos males, de los que no podemos escapar, del temor a padecerles y finalmente a la muerte segura?
¿Cómo vivir sin quejas, sin amargura, sin resentimiento, sin agresividad, sin codicia…? ¿Cómo vivir en Paz?
Entonces Sidharta se hizo un buscador del secreto de la liberación de todo eso.
Abandonó todos sus privilegios, su familia y se marchó a los bosques a donde iban tradicionalmente los que, habiendo cumplido con los deberes sociales les había llegado el momento de ocuparse de sí mismos, sin ataduras, comiendo frugalmente de lo que la gente les daba mientras pedían por las puertas.
Esta Práctica existe todavía. En Japón se llama TAKUHATSU. Yo mismo la he realizado con el maestro Moriyama en mi segunda estancia en aquel país y en su templo de montaña Zuigakuin. En algunas estaciones se ven monjes vistiendo el Colomo negro, sombrero cónico de paja, getas de madera en los pies, cantando el sutra con la mirada baja, una mano en gassho y la otra sosteniendo el cuenco. La gente al pasar, a veces deja caer una moneda.
El sutra del monje mendicante se canta con una campanilla ante cada puerta y dice, en español: Homenaje a todos los Budas, y a la Enseñanza que permite comprender que no hay obstáculo real (para la iluminación). Actúa con firmeza, que se queme la ilusión y brote. ¡Desapégate y observa!
Bibliografía:
La luciérnaga ciega: Soko Daido Ubalde
Fotografía tomada de internet
jueves, 15 de abril de 2021
CUENTO ZEN #21
Maestro, sé que no has acumulado nada para vivir en tu vejez. ¿Qué vas a hacer? Hijo, cuando me llegue la vejez, espero no estar viviendo. Mientras viva, sigo generando y construyendo. La vejez me llegará cuando no sea capaz de levantarme ni de comunicarme ni de convencer; para ese entonces, cerraré los ojos, me despediré de los que amo, y me iré al otro lado a esperarlos.
¿Qué llamas vida? ¿Estar respirando sentado en una silla sin poderse valer? Eso no es vida.
Tomado del libro:
Cuentos Zen para la Vida Diaria y los Negocios
Diálogos para una aproximación zen a una vida plena
Mariano Merino
Fotografía tomada de internet
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