martes, 27 de octubre de 2020

LOCOS CONSCIENTES DE SU LOCURA


4. Un loco consciente de su
locura es por ello sabio; el loco que
se cree sabio es aquel al que hay
que llamar loco.

Confucio dijo: «¿Te enseño cómo saber algo? Date cuenta de que lo sabes cuando lo sabes, y de que no lo sabes cuando no lo sabes.»

5. Hasta un loco pegado a un
sabio durante toda su vida nunca
sabrá la verdad, al igual que una
cuchara nunca podrá discernir el
sabor de la sopa.

La situación del tipo «margaritas a los cerdos» que describe este aforismo suele estar representada normalmente en expresiones populares como «el nombre de Buda en la oreja de un caballo» o «una pieza de oro para un gato».



Extracto del libro:
Dhammapada Buda
Imágenes tomadas de Internet

lunes, 26 de octubre de 2020

LA ATENCIÓN Y LA INATENCIÓN


 

PARÁBOLA 001: EL DESTINO ESTA EN NUESTRAS MANOS

En un tiempo lejano, había un viejo monje que, a través de la práctica concienzuda, había alcanzado un cierto grado de discernimiento espiritual.

“Tenía un joven novicio de unos ocho años de edad. Un día el monje miró a la cara del niño y ahí vio que iba a morir en los próximos meses. Entristecido por esto, le dijo al niño que se tomase unas largas vacaciones y fuese a visitar a sus padres. ‘Tómate tu tiempo’, dijo el monje. ‘No tengas prisa por volver.’ Porque sentía que el niño debía estar con su familia cuando muriera. Tres meses después, ante su asombro, el monje vio al niño volviendo montaña arriba. Cuando llegó le miró intensamente a la cara y vio que el niño ahora viviría hasta una avanzada edad madura. ‘Cuéntame todo lo que pasó mientras estuviste fuera’, dijo el monje. Así que el niño empezó a contarle sobre su viaje fuera de la montaña. Le contó sobre pueblos y ciudades por las que había pasado, sobre ríos vadeados y montañas trepadas. Después le contó cómo un día llegó hasta un arroyo desbordándose. Se dio cuenta, mientras intentaba pasar con cuidado a través del arroyo que fluía, que una colonia de hormigas había quedado atrapada en una pequeña isla formada por el arroyo que se desbordaba. Movido por la compasión por estas pobres criaturas, cogió una rama de un árbol y la puso atravesando una corriente del arroyo hasta tocar la islita. A medida que las hormigas conseguían atravesar, el niño sujetaba la rama firmemente, hasta que estuvo seguro de que todas las hormigas habían escapado a tierra firme. Entonces continuó su camino. ‘Conque esa es la razón por la que los dioses han alargado sus días’, pensó el viejo monje para sí mismo.

Comentarios:
Los actos compasivos pueden cambiar tu destino. A la inversa, los actos depravados pueden incidir en tu destino desfavorablemente.



Del libro:
Parábolas y Relatos Buddhistas
Fotografía tomada del internet

PARA LA CÁTEDRA DE LITERATURA


No hacía mucho que había estrenado los pantalones largos, cuando recibí mi primera lección en el oficio del buen decir, por hablado o por escrito. 

Una noche, no recuerdo el dónde ni el porqué, fui invitado a un banquete. Recuerdo que me sentía perdido entre tantos señores respetables, mucha ceremonia, poca comida, y recuerdo que cuando yo ya había devorado el postre escuálido y estaba raspando el plato, escuché un tintineo de cucharitas. Entonces, en la cabecera de la mesa, un caballero se alzó, anunció: 

—Seré breve, y derramó su verba sobre todos nosotros. Y transcurrieron los minutos, y transcurrieron los años, mientras caían las cataratas de gorda prosa. El café se enfriaba, cabeceaban la cabezas, algunos ojos se cerraban y otros ojos se desorbitaban de pánico. No había quién pudiera detener al peligroso dueño de la palabra. Ni él podía. Jadeaba el orador en busca del punto final: no iba a encontrarlo, era evidente, jamás. Pero el perseguidor del punto no tenía más remedio que continuar su cacería. Y el punto huía. Cada vez que él estaba a punto de atrapar el punto, el punto pegaba un salto, salto de pulga, y se iba. 

Cuarenta años antes, muy lejos de la ciudad de Montevideo, Isaak Babel había escrito: 

—Ningún acero penetra tanto el pecho como un punto puesto a tiempo.



Tomado de:
Cuentos de Galeano en la Jornada
Eduardo Galeano
Fotografía de internet

domingo, 25 de octubre de 2020

POR QUÉ MUEREN LAS PERSONAS BUENAS

El predicador de la aldea se hallaba visitando la casa de un anciano feligrés y, mientras tomaba una taza de café, respondía las preguntas que la abuela no dejaba de hacerle. 

«¡Por qué el Señor nos envía epidemias tan a menudo?», preguntaba la anciana. «Bien...», respondía el predicador, «a veces hay personas tan malas que es preciso eliminarlas, y por ello el Señor permite las epidemias». 

«Pero», objetó la abuela «entonces, ¿por qué son eliminadas tantas buenas personas junto con las malas?». 

«Las buenas personas son llamadas como testigos», explicó el predicador. «El Señor quiere que todas las almas tengan un juicio justo». 

No hay absolutamente nada para lo que el creyente inflexible no encuentre explicación.



Del libro:
Anthony de Mello 
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet

AL ESCUCHAR, SE EL OÍDO QUE ESCUCHA


 

sábado, 24 de octubre de 2020

EL LENGUAJE DE LA MENTE


 

FORTALEZAS APARENTES BASADAS EN DEBILIDADES


 

OTORGAR INDULTOS Y APROBACIONES


 

PERDER AUTONOMÍA


El equilibro entre "tus derechos" y "mis derechos" es supremamente delicado. Por ejemplo: ¿habría que pedirle permiso a nuestra pareja para salir a algún sitio, desempeñar una nueva actividad o hacer un viaje? Una señora ya entrada en años me decía: "Mi marido es encantador, generoso y nada machista: siempre me da permiso para salir". Obviamente no se trata de "desaparecer" sin dejar rastro, es mejor avisar y si hace falta aclarar alguna incomodidad o mal entendido, si lo hubiera, Pero, ¿pedir permiso...? ¿Qué tipo de vínculo amoroso puede haber cuando uno de los dos detenta la autoridad para otorgar indultos y aprobaciones de todo tipo? Salir con las amigas o los amigos no tiene por qué terminar en una aventura, y si ésa es la preocupación del que se interpone, es mejor pedir ayuda profesional. Lo que debe pesar a la hora de tomar decisiones no es la ley del más fuerte sino la fuerza de los argumentos. Si todo va bien, tendremos una red de posibilidades funcionando al mismo tiempo: mis planes, tus planes y nuestros planes.

Una paciente recién casada consultó conmigo porque no podía ir a visitar a su familia sin el consentimiento del marido y no sabía qué hacer al respecto. Reproduzco parte de una entrevista que tuve con ella.

Paciente: Estoy sufriendo demasiado, yo quiero ir a visitar a mis padres con más frecuencia, pero él no me deja ir porque dice que mi nueva familia es él.
Terapeuta: ¿Tienes algún problema con tu familia, algo difícil de manejar?
Paciente: Todo lo contrario.
Terapeuta: ¿Dónde viven tus padres?
Paciente: A veinte cuadras de mi casa.
Terapeuta: ¿Por qué le pides permiso a tu esposo para ir? ¿No has pensado en simplemente ir sin preguntarle? Paciente: Se pondría furioso
Terapeuta: ¿Te agrediría físicamente?
Paciente: Probablemente me dejaría de hablar.
Terapeuta: ¿Y nada más?
Paciente: Eso es horrible
Terapeuta: ¿"Por qué horrible"? Lo veo más incómodo que "horrible".
Paciente: Vivir con alguien que no le habla a uno es terrible! ¡No es normal!
Terapeuta: En eso estamos de acuerdo, no es normal. Me pregunto qué es más importante: si tu libertad o que él te dirija la palabra. La aparente fortaleza de él está asentada en tu debilidad, en tu miedo a los silencios. Creo que debes dar la lucha. Si accedes ahora a sus peticiones irracionales, llegará un momento en que no podrás retroceder. Empieza a poner límites... Si no puedes decidir cuándo y cómo visitar a tu familia, no podrás decidir nada...
Paciente: Ya lo he pensado. Creo que una relación debe permitirle a uno ser como es...
Terapeuta: Bueno, depende... Si tu pareja tiene la costumbre de golpearte cada vez que se le antoje, no creo que debas aceptar eso como "normal" y "dejarlo ser", simplemente porque estaría violando tus derechos. Ése es el límite. Pero lo que tú pides es lógico y adecuado, así que no estás violando ningún derecho de tu pareja. Casarse no es enterrar a tu familia consanguínea.

El joven marido nunca quiso asistir a las citas. Finalmente se separaron cuando ella consiguió trabajo, porque el hombre comenzó a prohibirle las "llegadas tarde", así fueran por cuestiones laborales.



Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...