jueves, 23 de abril de 2020

LA CALMA EN MITAD DE LA TORMENTA


Cada vez que experimentamos una oleada de miedo, odio o envidia, podemos hacer algo para que esa energía negativa no nos destruya. No hay necesidad alguna de que los diferentes elementos de nuestro ser entren en conflicto. Solo debemos hacer, para transformarlos, el esfuerzo de prestarles la debida atención. 

Necesitamos mantener una actitud no violenta hacia nuestro sufrimiento, nuestro dolor y nuestro miedo. 

Cuando experimentamos una emoción poderosa, como el miedo o la desesperación, podemos sentirnos desbordados. Con la práctica, sin embargo, podemos aprender a abrazar nuestro miedo porque sabemos que en cada uno de nosotros yace la semilla de la plena consciencia. Si nuestra práctica conecta a diario con esa semilla mientras caminamos, estamos sentados, respiramos, sonreímos o comemos, estaremos cultivando la energía de la plena consciencia. 

Luego bastará, cada vez que necesitemos esa energía, con establecer contacto con esa semilla para que esa energía aflore y podamos emplearla para abrazar nuestras emociones. Si tenemos éxito en este empeño, aunque solo sea una vez, tendremos algo de paz y menos miedo a esa poderosa emoción la próxima vez que se presente. 



Extracto del libro:
Miedo
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet

martes, 21 de abril de 2020

UN ENCUENTRO MÁGICO: CUERPO Y MENTE


¿POR QUÉ TODO EL MUNDO FINGE SER LO QUE NO ES?


¿Por qué todo el mundo finge ser lo que no es?
¿Cuál es la razón psicológica?

Es porque todos están condenados desde la infancia. Cualquier cosa que haga una persona por sí misma, porque le gusta, se considera inaceptable. La gente, la multitud entre la que tiene que crecer un niño, tiene ideas e ideales propios. El niño tiene que encajar en esas ideas y esos ideales. El niño está indefenso.

¿Os habéis parado a pensar en eso? En la infancia, el ser humano es el más indefenso de todo el reino animal. Todos los animales pueden sobrevivir sin necesidad de la ayuda de los padres ni de la manada, pero el niño no puede sobrevivir; moriría inmediatamente. Es el ser más indefenso del mundo, vulnerable a la muerte, delicado. Y naturalmente, los que detentan el poder pueden moldearlo a su antojo.

Y así todo el mundo se convierte en lo que es, muy a su pesar. Ésa es la razón psicológica tras el hecho de que todo el mundo quiere fingir que es lo que no es.

Todo el mundo está esquizofrénico. Nunca les han permitido ser ellos mismos, les han obligado a ser otros, y su naturaleza no les permite ser felices con esos otros.

Por eso cuando crecemos y nos valemos por nosotros mismos, empezamos a fingir muchas cosas, que nos habría gustado que formaran parte de nuestro ser en la realidad. Pero en este mundo de locos se ha desviado a todo el mundo. Han obligado a cada persona a ser alguien distinto; no son eso, y lo saben. Todos saben que los han obligado a algo: a ser médico, a ser ingeniero, político, delincuente, mendigo. Hay muchas cosas que los han obligado.

En India, en Bombay, hay personas que se dedican a robar niños y a dejarlos lisiados, ciegos, cojos, para obligarlos a mendigar y entregar el dinero que han recogido durante el día. Sí; les ofrecen comida y cobijo, pero los usan como mercancías; no son seres humanos. Es una situación extrema, pero a todo el mundo le ha ocurrido lo mismo en uno u otro grado. Nadie se siente a gusto consigo mismo.

En este mundo sólo existe una clase de felicidad, que consiste en ser tú mismo. Y como nadie es como realmente es, todos intentan esconderse de alguna manera, con máscaras, pretensiones, hipocresías. Se avergüenzan de lo que son.

Hemos convertido el mundo en un mercado, no en un hermoso jardín al que todos pueden llevar sus flores. Obligamos a las caléndulas a dar rosas… ¿De dónde van a sacar rosas las caléndulas? Esas rosas serán de plástico, y en el fondo la caléndula llorará, derramará lágrimas de vergüenza, «porque no he tenido suficiente valor para rebelarme contra la masa. Me han obligado a tener estas flores de plástico, y yo tengo mis flores auténticas por las que fluyen mis jugos, pero no puedo mostrar mis verdaderas flores».

Te lo enseñan todo, pero no te enseñan a ser tú mismo. Es la peor cara posible de la sociedad, porque hace sufrir a todo el mundo.

Ser lo que no quieres ser, estar con alguien con quien no quieres estar, hacer algo que no quieres hacer, todo eso constituye la base de los sufrimientos.

Y por una parte la sociedad ha logrado que todos sean desgraciados y por la otra esa misma sociedad espera que no muestres tu sufrimiento, al menos no en público, no a las claras. Es asunto tuyo, algo privado.

Ellos lo han creado; en realidad es un asunto público, no privado. La misma masa que ha creado las razones de tu sufrimiento acabará diciéndote: «Tu sufrimiento es asunto tuyo, pero de cara al exterior tienes que sonreír. Que los demás no vean el sufrimiento en tu rostro». A eso lo llaman protocolo, buenos modales, cultura. En definitiva, hipocresía.

A menos que una persona se diga: «Quiero ser yo mismo, cueste lo que cueste, Que me condenen, que me critiquen, que pierda mi respetabilidad… Todo con tal de no seguir fingiendo ser otra persona». Esta decisión y esta declaración, esta declaración de libertad, de liberarse de la masa, da lugar a tu ser natural, a tu individualidad.

Entonces ya no necesitarás una máscara. Entonces podrás ser tú mismo, tal como eres.



Bibliografía: 
Alegría: Osho
Fotografía tomada de internet

lunes, 20 de abril de 2020

VIVE DESDE EL CORAZÓN


CUERPO Y MENTE SON UNO


Si relajamos nuestra mente, también relajamos nuestro cuerpo, porque cuerpo y mente son dos aspectos de la misma realidad. Y cuando nuestra mente está demasiado tensa o experimenta dificultades a diario, nuestro cuerpo acaba viéndose afectado. En tal caso, para que la tensión no se intensifique, debemos mover nuestro cuerpo. 

Detenerte mientras caminas o estas sentado en meditación te permite controlar la situación y, sin dejarte arrastrar por la agitación, el miedo o la ansiedad, adueñarte de tu cuerpo y de tu mente. A merced de la ansiedad y el miedo, eres como un rey o una reina destronado. La práctica consiste, en este sentido, en recuperar la soberanía de tu ser, algo que vas logrando en la medida en que caminas o te sientas conscientemente. 

Cuando tu mente está en el presente, puedes discernir lo que te hace sufrir de lo que te proporciona felicidad. La concentración y la visión profunda nos permiten actuar, pensar y hablar con más claridad. 

Aunque sabemos que los demás son en nuestra vida cotidiana provisionales, nos comportamos como si siempre fuesen a estar ahí. Y esa conciencia, la conciencia de que, más pronto o más tarde, se marcharán, nos ayuda a tratarlos más amorosa y compasivamente. Así acabamos entendiendo también cuál es el papel que desempeñamos en nuestro propio sufrimiento. En lugar de culpabilizar a los demás, siempre podemos investigar en nuestro propio ser y trabajar con cualquier falta de habilidad que pueda generar problemas de relación. 



Extracto del libro:
Miedo
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet
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