Si relajamos nuestra mente, también relajamos nuestro cuerpo, porque cuerpo y mente son dos aspectos de la misma realidad. Y cuando nuestra mente está demasiado tensa o experimenta dificultades a diario, nuestro cuerpo acaba viéndose afectado. En tal caso, para que la tensión no se intensifique, debemos mover nuestro cuerpo.
Detenerte mientras caminas o estas sentado en meditación te permite controlar la situación y, sin dejarte arrastrar por la agitación, el miedo o la ansiedad, adueñarte de tu cuerpo y de tu mente. A merced de la ansiedad y el miedo, eres como un rey o una reina destronado. La práctica consiste, en este sentido, en recuperar la soberanía de tu ser, algo que vas logrando en la medida en que caminas o te sientas conscientemente.
Cuando tu mente está en el presente, puedes discernir lo que te hace sufrir de lo que te proporciona felicidad. La concentración y la visión profunda nos permiten actuar, pensar y hablar con más claridad.
Aunque sabemos que los demás son en nuestra vida cotidiana provisionales, nos comportamos como si siempre fuesen a estar ahí. Y esa conciencia, la conciencia de que, más pronto o más tarde, se marcharán, nos ayuda a tratarlos más amorosa y compasivamente. Así acabamos entendiendo también cuál es el papel que desempeñamos en nuestro propio sufrimiento. En lugar de culpabilizar a los demás, siempre podemos investigar en nuestro propio ser y trabajar con cualquier falta de habilidad que pueda generar problemas de relación.
Extracto del libro:
Miedo
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
¡aho! Gracias comentar.
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.