jueves, 24 de octubre de 2019
miércoles, 23 de octubre de 2019
martes, 22 de octubre de 2019
LA CONQUISTA DEL VARÓN EN EL MUNDO CIVILIZADO
2. La conquista del varón en el mundo civilizado
El abrumarte panorama animal presentado adquiere en el mundo de los humanos matices distintos, aunque la tendencia básica subsiste: la energía libidinosa sigue siendo el motor. Los rituales de conquista masculina crean un derrotero más amañado, menos cruento y más civilizado, pero igualmente competitivo, desgastador y, la mayoría de la veces, tonto. El cortejo social interpersonal, especialmente en los varones, aporta nuevos ingredientes culturales como mentir, exagerar, esconder, disimular, utilizar prótesis, aparentar, fingir y engañar. El galanteo humano está diseñado para exhibir las cualidades y sacar partido de ellas, o inventarlas si fuera el caso.
Ovidio, poeta y pensador romano, algunos años antes de Cristo publicó un manual para seductores llamado Ars amandi, cuya traducción es el Arte de amar (nada que ver con Fromm). El manual consta de infinidad de consejos para triunfar en el arte de la seducción. El éxito del texto fue de tal envergadura que el emperador Augusto lo consideró una de las causas de la corrupción moral reinante en Roma, así que lo prohibió y desterró al pobre Ovidio.
Aunque el escrito también va dirigido a la mujer, la parte central se refiere a como seducir y mantener el amor femenino. El autor no escatima esfuerzos para animar a los varones: "Hasta aquélla que creas más difícil, se rendirá al fin"; advierte sobre el poder de la paciencia: "Tal vez recibas una ingrata contestación, pidiéndote que ceses de solicitarla; ella en su fuero interno teme que la obedezcas y lo que quiere es que sigas insistiendo"; recomienda el acoso sexual moderado como forma de halago: 'A todas les gusta que se lo pidan, tanto a las que lo conceden como a las que lo niegan"; alerta sobre el riesgo de que una vez hechos los regalos, la dama se niegue a dar más: 'Los regalos que le hubieras hecho podrían obligarla a abandonarte, y de momento se lucraría de tu generosidad sin conceder nada a cambio. Por esto hay que mantenerla en la esperanza de que recibirá mucho más. Que confíe en que siempre le vas a dar lo que nunca pensaste... No seas parco en prometer'; recomienda darla impresión de poseer cierta cultura general, aunque no se tenga: "Si alguna muchacha te pregunta los nombres de los reyes vencidos y por las tierras, montes o ríos que figuran en la procesión, responde a todo y afirma lo que no sabes como si lo supieras perfectamente"; y también sugiere un estilo expresivo particular: "El amante ha de estar pálido..., que el semblante demacrado manifieste las angustias que sufres..., para alcanzar tus deseos debes convertirte en un ser digno lástima; que quien te vea exclame al punto: está enamorado".
Como resulta evidente, el costo de este tipo de conquistas, más que la grasa del carnero (como en el caso de los carneros montañeses descrito anteriormente), es la integridad personal. A la larga, vamos en pos de lo mismo que persiguen nuestros predecesores animales, pero de una forma mucho menos honesta y elegante. El Ars armandi es el arte de engatusar a través de la mentira y la propia deshonra.
El ave del paraíso arriba mencionada se cansa y fatiga en su seducción, pero embellece el ritual porque no necesita mentir; lo ennoblece y lo enriquece con lo que verdaderamente es.
La humanización de la conquista requiere dar un gran salto cualitativo, donde la aproximación del varón a la mujer permita un contacto más pacífico, menos depredador, y sin tanta premura sexual. La mayoría de las veces, cuando nos acercamos a ellas, el deseo nos nubla la mente y otras funciones. Al estar absorbidos y empujados por la necesidad sexual, no alcanzamos a reconocerlas como personas. Ni siquiera las vemos. Muchos hombres, luego de la conquista y la culminación del acto, no se acuerdan del rostro de la mujer con la que estuvieron. No tienen la más remota idea de cómo piensa, qué hace, cómo vive y qué siente aquella mujer que hace un rato abrazaban y besaban con pasión. No hubo contacto humano. No estoy diciendo que cada relación necesite de un curso prematrimonial de meses para acceder a la intimidad sexual; lo que propongo es arrojar algo de luz sobre "el oscuro objeto del deseo", y quitarle un poco de sexo al arte de seducir.
Pese a que la paranoia femenina de ver al hombre como un especie de pulpo descontrolado está justificada, a veces se les va la mano. A muchas mujeres les gustaría castrar a más de un varón para poder ser sus amigas y evitar, de esta manera, cualquier interferencia del deseo. Querer descuartizar al hombre para ser su amiga, así sea psicológicamente, no deja de ser una perversión. Aunque la amistad intersexos es una realidad (todos tenemos buenas amigas "con las que no pasa nada"), casi siempre esta "asexualidad" permanece dormida o latente, pero no muerta. Los casos de "íntimos amigos" que ahora son esposos, son innumerables. Muchas amigas que no nos provocan sexualmente, pasarían a ser un manjar luego de algunos meses con ellas en una isla desierta. Para ser amigos de las amigas, o viceversa, no necesitamos despojarnos de la sexualidad que define el propio género. Ser amiga de un varón implica correr el riesgo de un piropo, un chiste o algún comentario con "olor a hombre".
Una mujer de 20 años, supremamente atractiva, se ofendía cuando los amigos le hacían algún comentario sobre sus atributos físicos. En cualquier parte del planeta hubiera pasado lo mismo, pero ella "exigía" que se hiciera caso omiso de sus escotes, sus provocativas minifaldas y sus pantalones ajustados. Las afirmaciones masculinas: "Puedo ser tu amigo, te estimo, pero no puedo dejar de reconocer tus encantos físicos..." o "Como pienso que nuestra amistad es muy valiosa y no la quiero perder, de manera consciente alejo mis malos pensamientos", eran marcadamente ofensivas para ella.
Muchas mujeres se sorprenden de que sus íntimos amigos, "hermanitos"del alma, reconozcan atractivos físicos en ellas y se lo manifiesten. Nadie puede quitarle al otro el derecho al deseo. No estoy diciendo que el amigo hombre necesariamente deba ser un “acoston" sexual, molesto y empalagoso, sino que esa "malicia", en el buen sentido, no se cura ni se extirpa. El hombre lleva su carga de masculinidad las veinticuatro horas. Ser amigo de una mujer es entrar en contacto con su feminidad y no con un ser angelical asexuado, por eso es "amiga" y no "amigo". Lo interesante en cualquier amistad hombre-mujer es, precisamente, compartir la variedad que ofrece la diferencia de género en la manera de ver y sentir la vida; como es obvie, teniendo el sexo relegado, alejado, diluido y bajo estricta vigilancia. Ser amiga de un varón es reconocerlo como tal, como una amalgama de sentimientos masculinos entrelazados, donde el sexo puede estar en un cuarto o quinto plano, casi imperceptible, pero"vivito y coleando". La otra opción es la que asume la sabiduría popular, y eso ya va en gustos: "El mejor amigo de una mujer es un homosexual”
En lo humano, la libido juega muchos más papeles que la mera reproducción mecánica. Los varones debemos aceptar que cuando dejarnos nuestro comportamiento en manos de las ganas sexuales la embarramos, nos equivocamos, entregamos reinos, violarnos, robamos y hacemos el ridículo. Cuando la conquista masculina está dirigida por la típica sobreexcitación instintiva carnal, el varón involuciona, suplica, miente, paga, ruega, en fin, se humilla. Quizá sea hora de sosegarse y permitir que ellas también hagan harte del trabajo. El irrespeto con uno mismo empieza cuando olvidamos el ¡actor humano y dejamos que la urgencia fisiológica elija por nosotros. Nos degradamos cuando nos vendemos al mejor postor, sin pensarlo dos veces y sin importar quién sea. El acercamiento amable es legitimizar y refrendar a la otra persona como una opción aceptable y merecedora de lo que somos. Ni obligarse ni obligar, sino facilitar la concordancia mutua. Hace algunos años, en un baño para caballeros encontré esta poesía anónima, escrita en una pared:
Exigió un seguro de Vida y le di tres.
Exhortó honestidad comprobada no volví a robar.
Sugirió cumplimiento y jamás llegué tarde.
Aconsejó moderación e intenté el celibato.
Reclamó sigilo y discreción y me volví invisible.
Alentó mi olvido y contraje amnesia.
Pidió que la amara con pasión y desenfado.
Pero estaba ya tan cansado que no fui capaz.
Aunque el sexo esté inmerso en la esencia misma de la seducción masculina (cortejo sin deseo no es cortejo, sino asunto de negocios), y probablemente así va seguir siendo por muchos miles de años, hay que aceptar que no es el único motivador de la conquista del varón. La aproximación hacia el sexo opuesto también está motivada por la búsqueda de compañía, por el compartir las gracias y desgracias de la civilización (por ejemplo hamburguesas y papitas fritas, cine y televisión), por la conversación informal, por el filosofar de bar en bar, por la increíble fuerza que genera la genuina amistad hombre-mujer, por la lujuria oculta y la fantasía anticipada. Lo psicológico, la autoconsciencia para ser más exacto, le da una nueva extensión al galanteo, y lo lanza mucho más allá del simple cuerpo a cuerpo.
Desde mi punto de vista, la conquista sana en humanos no es más que un conjunto de acuerdos implícitos (cuanto más silenciosos mejor) para invadirse mutuamente sin perder la soberanía personal. O dicho de otra forma, es romper en forma respetuosa el territorio del otro, reconociéndolo como un genuino ser que vale la pena explorar por fuera y, sobre todo, por dentro.
Extracto tomado del libro:
Intimidades masculinas
Walter Riso
Imágenes tomadas de internet
lunes, 21 de octubre de 2019
CONTRATIEMPOS
Somos hijos de los días. Según los mayas, hemos sido fundados por el tiempo, desde que el tiempo creó a los dioses que nos crearon. Todos somos tierra encantada y todos somos tiempo, y de tiempo en tiempo andamos. El tiempo reina, y se burla: se burla de los pasatiempos que quieren matarlo, de las cirugías que quieren borrarlo, de las píldoras que quieren callarlo, de las máquinas que quieren medirlo y de la gente que quiere ganarlo.
En las reuniones de San Andrés Larráinzar, los funcionarios del gobierno no han conseguido entender a los indígenas zapatistas.
—Ya déjense de fastidiar con esta cosa del tiempo —dijo uno de los funcionarios. Y señalándose la muñeca, y señalando las muñecas de los indios, sentenció:
—Nosotros usamos relojes japoneses, y ustedes también usan relojes japoneses. Para nosotros, son las nueve de la mañana. Para ustedes, también son las nueve de la mañana.
Los indios sonrieron, y callaron.
Tomado de:
Cuentos de Galeano en la Jornada
Eduardo Galeano
Fotografía de internet
domingo, 20 de octubre de 2019
LA CONQUISTA DEL MACHO EN EL MUNDO ANIMAL
La conquista sexual masculina:
un desgaste agotador
1. La conquista del macho en el mundo animal
Por alguna razón todavía no identificada por los biólogos, el ciclo reproductivo en la naturaleza ha sido organizado de una manera especialmente exigente para los machos. En todas las especies animales la actividad sexual requiere de una inversión de tiempo y esfuerzo sorprendente, que: muchas veces es nefasta para la propia supervivencia. Es realmente impresionante ver el gasto competitivo, ya sea intimidando a los rivales o persuadiendoa las hembras, al cual deben recurrir los machos para cumplir su designio reproductor. Parecería que en toda la escala zoológica la misión del sexo masculino es la misma: reproduccción a cualquier precio. Algunos ejemplos hablan por sí solos.
Se ha encontrado que los carneros montañeses de cuernos más largos son sexualmente más exitosos, pero este éxito tiene un costo: mueren más jóvenes. Los investigadores han demostrado que la causa de su muerte prematura se debe al gasto que ocasiona tener que estar defendiendo constantemente a sus hembras de otros machos. Esta "defensa del harén" elimina gran parte de las reservas de grasa necesarias para sobrevivir en el invierno y, por lo tanto, envejecen o fallecen antes que aquellos carneros de cuernos más pequeños. Parecería que en el reino animal los "cuernos" también son un problema.
La exhibición sexual del ave del paraíso de Nueva Guinea consiste en fabricar un paisaje completo para atraer a las hembras. Primero limpia un tronco grueso y fuerte, luego teje a su alrededor una especie de manta y la decora con flores, alas de escarabajos fosforescentes y frutos. Después hace un techo de un metro de largo y una ventana donde pueda ser observado desde afuera por las interesadas. Para darle un toque de distinción a la construcción, coloca un tapete de musgo a la entrada, que adorna nuevamente con frutos y flores. Para terminar, rodea todo el lugar con una cerca pequeña. Cuesta creer que toda esta inversión de recursos esté destinada exclusivamente a la conquista. Claro que el saltamontes americano común no está mejor que digamos, ya que su forma de cortejar consta de un especie de baile de dieciocho posiciones diferentes, más complicado que la salsa y el tango arrabalero juntos. Y la razón, una vez más, es definitiva: cuanto mejor ejecute su danza, más novias tendrá.
La regla está definida como sigue: mientras las hembras muestran un mayor grado de eficiencia y distribución adaptativa de sus recursos básicos de supervivencia, los machos hacen gala de un despilfarro lamentable y de unas extravagancias seductoras poco prácticas y, en muchos casos, peligrosas. ¿Por qué es así?
Según los expertos, el ciclo reproductivo está definitivamente monopolizado por las hembras y, por lo tanto, a los machos les toca competir por sus favores, incluso cuando el número de hembras es mayor. Y esto no es machismo, sino hembrismo. Toda la estructura biológica animal gira alrededor de un desfase de apetencias sexuales, donde el poder está concentrado en quien menos necesite sexualmente al otro. Hapgood dice al respecto: "Todo esto [la competencia por las hembras en el mundo animal] parece una imagen muy directa de un sistema bastante común donde las hembras son todas altamente deseables por igual a los machos, y todos los machos uniformemente poco interesantes para la hembras".
En casi todos los cortejos de apareamiento, el macho debe rivalizar para obtener los encantos femeninos. Ya se trate del secuestro de la hembra, como ocurre con la abeja de la arena, de la lucha agresiva y directa que utiliza la serpiente no venenosa, del llamar la atención de manera incansable como lo hace el salmón, de la definición de territorios de exhibición masculina, como ocurre en millones de las libélulas machos, o del derecho de residencia que demarca el león, siempre hay que generar algún tipo de confrontación de género. Peleamos y nos matamos por ellas. Incluso los espermatozoides compiten. De doscientos millones de células espermáticas, sólo triunfa una. El óvulo los llama químicamente, los seduce, los atrae hasta que queden unos cuantos: los más aptos. Por último, con el poder que le confiere la naturaleza, el óvulo decide quién es el donante.
Los machos braman, chillan, corretean, saltan, lanzan destellos, gritan, aúllan, bailan, corren, hacen cualquier cosa con tal de ganarse el derecho a la reproducción sexual. Es tanto el apremio, que algunas especies han creado métodos indirectos para salvar su honor y, de todas maneras, procrearse. Por ejemplo, ciertas sabandijas insertan su propio esperma en el conducto espermático de otros machos, para garantizar así que sus genes sean transmitidos: un acto sexual indirecto. Algunos gusanos parásitos, después de aparearse, sellan el tracto genital de la hembra con una secreción coagulante, creando un verdadero cinturón de castidad bioquímico. En cierto tipo de moscas, el macho suelda, por así decirlo, sus genitales con los de la hembra, para no ser removidos jamás. La lista de estratagemas que utilizan los machos para competir sexualmente entre sí, es interminable; y todo por las hembras, por el placer de fabricar vida en ellas.
Extracto tomado del libro:
Intimidades masculinas
Walter Riso
Imágenes tomadas de internet
sábado, 19 de octubre de 2019
DESCANSANDO EN NADA
SEGÚN LEES ESTO, RELÁJATE. Simplemente. En esa relajación, observa si surge la tendencia a hacer algo, a hacer algo de este momento, a tratar de conservar este momento o bien a intentar deshacerse de él. Sugiero que todas estas tendencias se construyen en torno a algún tipo de defensa contra la revelación y el profundo auto reconocimiento de que en realidad no eres un cuerpo individual, en realidad no eres una personalidad, y , de hecho, no eres nada en absoluto. Cuando “nada en absoluto” es interpretado por la mente, surge un pensamiento pavoroso: un pensamiento de muerta, de falta de valía, de que uno es prescindible. Por tu profunda identificación con el cuerpo y con los pensamientos, este miedo puede ser muy intenso.
Los patrones mentales de defensa contra la nada, contra el vacío, se enredan sobre este miedo. Estos patrones son respuestas estratégicas al miedo. La mente puede activarse mucho de repente: “Sí, pero ¿qué significa eso? No puede ser. “¿Cómo voy a poder hacer mi trabajo? Por un momento deja todos esos pensamientos de lado. Deja que tu mente descanse sobre nada: Que no sea nada, que no haga nada, que no tenga nada, que no consiga nada, que no guarde nada. En ese momento si puedes realmente, voluntariamente, conscientemente, simplemente no ser nada en absoluto, puedes descubrir en un destello la paz, la expansión, la liberación de los límites que es inherente a la nada.
Lo cierto es que realmente no eres nada, pero esa nada está llena, es completa, infinita, está en todo y por todas partes, esta nada es la consciencia misma. Ya es total, plena, completa. Esa es la increíble paradoja, ¡Aquello que buscas y de lo que huyes es lo mismo!
Sé que debes experimentar al menos un atisbo o un eco de la paz ilimitada que está aquí. Este es un eco de tu verdadera identidad, que siempre está presente. Por muchas estrategias mentales que surjan-para hacer, para conservar, para ocultar, para proteger o para defender-, esta paz ilimitada siempre está presente, y es tu verdadero refugio. Esto es, de hecho, tu verdadero rostro. No necesitas año de práctica espiritual para hallar tu verdadero rostro, porque siempre está presente. Y tampoco hace falta ser una persona mejor para hallar tu verdadero rostro.
Ahora mismo, exactamente donde estás, quién quiera que imagines ser, tu verdadero rostro está brillando. Pero en realidad no es un rostro en absoluto, no tiene género, no tiene planes. Simplemente brilla tal como es, brilla como brillo.
A menudo me preguntan por qué nos identificamos erróneamente y encubrimos nuestro rostro original. Existen muchas teorías espirituales y metafísicas a ese respecto, pero hay una que tiene más sentido para mí que ninguna otra: El extraordinario deleite de descubrir tu verdadero rostro sólo es posible después del extraordinario sufrimiento de encubrirlo.
Seguramente recordaras la emoción que sentías de niño jugando al “escondite”, la extraordinaria emoción de esconderte durante un rato hasta que esta se desvanecía. En ese momento, aunque el deseo mantenía su intensidad, era de signo contrario, pues lo que querías era que te encontraran.
Si en tu vida ha surgido el deseo de que te encuentren, entonces es hora de ser encontrado. Es la hora de dejar de esconderse del concepto de la nada y de volver a la verdad de la nada.
Es la hora de descansar en ese sentido. Cuando así sucede, los hábitos de la identificación errónea, las estrategias de control y ocultación, las creencias condicionadas en la necesidad de esconderse…, todo ello queda expuesto y quedas libre para simplemente ser.
La experiencia y el poder de la individuación son imponentes, y no hay nada malo en ella. Pero es una experiencia de ocultación, por la cual la totalidad se disfraza de individuo. Ahora la totalidad puede brillar a través del disfraz del individuo. Lo único que se necesita es que estés preparado; se necesita tu disposición, tu declaración expresa: “sí, ahora estoy preparado, realmente preparado, para ser encontrado”.
Por supuesto, como te has estado escondiendo durante millones de años en distintas versiones de esta forma genética particular, grandes fuerzas surgirán en ti y te dirán: “no, todavía no, todavía no, aún no, un poco más adelante. Este no es un buen momento”. Pero lo que yo digo es sí, ahora; aunque estén surgiendo todas esas fuerzas del pasado, este es el momento de ser encontrado. Entonces estas fuerzas del condicionamiento se convierten en combustible para una enorme hoguera que ilumina tu camino
de vuelta a casa.
Extracto del libro:
El Diamante en tu bolsillo: Descubre tu verdadero resplandor
Gangaji
Imágenes tomadas de internet
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