miércoles, 17 de enero de 2018

LA MADERA DE SÁNDALO


Era un hombre que había oído hablar mucho de la preciosa y aromática madera de sándalo, pero que nunca había tenido ocasión de verla. Había surgido en él un fuerte deseo por conocer la apreciada madera de sándalo. Para satisfacer su propósito, decidió escribir a todos sus amigos y solicitarles un trozo de madera de esta clase. Pensó que alguno tendría la bondad de enviársela. Así, comenzó a escribir cartas y cartas, durante varios días, siempre con el mismo ruego: “Por favor, enviadme madera de sándalo”. Pero un día, de súbito, mientras estaba ante el papel, pensativo, mordisqueó el lápiz con el que tantas cartas escribiera, y de repente olió la madera del lápiz y descubrió que era de sándalo.

***

El Maestro dice: Si la percepción está embotada, se estrella en las apariencias de las cosas.

SOBRE EL SUFRIMIENTO


LO QUE CREES ES LO QUE CREAS


Vale la pena ser conscientes de cómo miramos al mundo y ser cuidadosos con nuestra mirada, porque el mundo acaba siendo como lo miramos. En realidad, nuestras creencias acaban deviniendo realidades, es decir, lo que creemos tiende a ser lo que creamos. Si somos capaces de ver el mundo como un lugar de posibilidades extraordinarias donde hay muchas cosas por hacer, un universo lleno de oportunidades que se pueden traducir en soluciones que mejoren la vida de miles de millones de personas que tanto lo necesitan, y trabajamos con buen criterio y eficacia para aplicar tales soluciones de una manera distinta, que aporte valor añadido diferencial y beneficio para todos, la prosperidad tiene muchas posibilidades de materializarse.

Cada uno de nosotros construye la realidad en la que cree, y es que la realidad no es lo que ocurre en el exterior, sino lo que ocurre dentro de nosotros y, en definitiva, para cada uno de nosotros solo es posible lo que somos capaces de imaginar. Conviene prestar atención a cómo miramos al mundo, porque será exactamente como lo miremos. Este es un punto de partida muy importante que debe tener en cuenta cualquiera que salga en busca de su tesoro.

LA RISA Y EL TIEMPO


martes, 16 de enero de 2018

LA VENTOLERA


Aquella mañana Diego López cumplía cuatro años y le brincaba en el pecho la alegría, la alegría era una pulga saltando sobre una rana saltando sobre un canguro saltando sobre un resorte, mientras las calles de Montevideo volaban al viento y el viento batía las ventanas de la casa. Y Diego abrazó a su abuela Gloria y en secreto, al oído, le ordenó:

—Vamos a entrar en el viento.
Y la arrancó de la casa.

FELICIDAD Y EL SUFRIMIENTO


lunes, 15 de enero de 2018

EL HOMBRE ECUÁNIME


Era un hombre querido por todos.

Vivía en un pueblo en el interior de la India, había enviudado y tenía un hijo. Poseía un caballo, y un día, al despertarse por la mañana y acudir al establo para dar de comer al animal, comprobó que se había escapado. La noticia corrió por el pueblo y vinieron a verlo los vecinos para decirle:

--¡Qué mala suerte has tenido!

Para un caballo que poseías y se ha marchado.

--Sí, sí, así es; se ha marchado -dijo el hombre.

Transcurrieron unos días, y una soleada mañana, cuando el hombre salía de su casa, se encontró con que en la puerta no sólo estaba su caballo, sino que había traído otro con él. Vinieron a verlo los vecinos y le dijeron:

--¡Qué buena suerte la tuya! No sólo has recuperado tu caballo, sino que ahora tienes dos.

--Sí, sí, así es -dijo el hombre.

Al disponer de dos caballos, ahora podía salir a montar con su hijo. A menudo padre e hijo galopaban uno junto al otro. Pero he aquí que un día el hijo se cayó del caballo y se fracturó una pierna. Cuando los vecinos vinieron a ver al hombre, comentaron:

--¡Qué mala suerte, verdadera mala suerte! Si no hubiera venido ese segundo caballo, tu hijo estaría bien.

--Sí, sí, así es -dijo el hombre tranquilamente.

Pasaron un par de semanas. Estalló la guerra. Todos los jóvenes del pueblo fueron movilizados, menos el muchacho que tenía la pierna fracturada. Los vecinos vinieron a visitar al hombre, y exclamaron:

--¡Qué buena suerte la tuya! Tu hijo se ha librado de la guerra.

--Sí, sí, así es -repuso serenamente el hombre ecuánime.

EL PRINCIPIO O EL FIN


domingo, 14 de enero de 2018

SEMBRANDO LAS SEMILLAS DE LA FELICIDAD


En ti hay tanto semillas de felicidad como de infelicidad que han sembrado tus padres, tus antepasados o tus amigos. Cuando las semillas de la felicidad se manifiestan, te sientes muy contento. Pero cuando se manifiestan las semillas del sufrimiento, la ira y el odio, te sientes muy infeliz. La cualidad de nuestra vida depende de la cualidad de las semillas que hay en nuestra consciencia.

Cuando practicas el respirar, el sonreír y el contemplar las bellas cosas que hay a tu alrededor, estás sembrando las semillas de la belleza y la felicidad. Por eso hacemos la práctica de inspirar y vernos como una flor y de espiral y sentirnos frescos; de inspirar y vernos como una montaña y de espirar y sentirnos sólidos como una montaña. Esta práctica nos ayuda a sembrar las semillas de la estabilidad y el frescor en nosotros. Cada vez que caminamos con calma y tranquilidad, o que sonreímos y nos relajamos, estamos sembrando las semillas que fortalecerán nuestra felicidad. A cada paso feliz que damos, sembramos una semilla de la felicidad.

ESPACIO PARA EL NO SABER


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