lunes, 23 de octubre de 2017

LA EXISTENCIA ES PARADÓJICA


La existencia es paradójica. La paradoja es su esencia misma. Se manifiesta a través de los opuestos; es un equilibrio de opuestos. Y quien aprende el equilibrio logra saber lo que es la vida, lo que es la existencia, lo que es Dios. El secreto está en el equilibrio. 

Si Aristóteles hubiera tenido razón, sólo habría hombres y no habría mujeres, o sólo mujeres y ningún hombre. Si el mundo hubiera sido creado según Aristóteles, habría sólo luz y no habría oscuridad, o sólo oscuridad y no luz. Lógico: habría vida o muerte, pero no ambas. Pero la vida no se basa en la lógica aristotélica, y tiene de ambas. La vida es posible porque existen ambos, los opuestos: hombre y mujer, yin y yang, día y noche, nacimiento y muerte, amor y odio. La vida consiste en ambos. 

El amor es una especie de pelea, es una pelea. Sin esta pelea el amor no puede existir. Parece un contrasentido porque pensamos que los amantes no deberían pelear. Es lógico: si amas a alguien, cómo puedes pelear con esa persona? Es absolutamente claro y obvio para el intelecto que los amantes no deberían pelear. Pero lo hacen. Es más, son enemigos íntimos; pelean constantemente. Es en la pelea misma que se libera la energía que llamamos amor. 

EXPRES-ARTE


domingo, 22 de octubre de 2017

ECOS


Sonaba como el zumbido de los mosquitos en verano, aunque no era verano. Aquella noche de 1964, Arno Penzias y Robert Wilson no podían trabajar tranquilos. Desde una montaña de Nueva Jersey, los dos astrónomos estaban tratando de medir las ondas emitidas por alguna galaxia, pero la antena captaba un zumbido que no los dejaba en paz. El zumbido atormentaba los oídos, como ocurre cuando las hembras de los mosquitos, hambrientas, enloquecidas por el calor, llaman a sus machos y acosan a la gente.

Después, se supo. Por increíble que pueda parecer, el zumbido era el eco de la tremenda explosión que había dado origen al universo hace 15 mil millones de años, días más, días menos. Aquella vibración de la antena no venía de las hembras de los mosquitos, sino del estallido que había fundado el tiempo y el espacio y los astros y todo los demás. Y quizá, quién sabe, digo yo, un suponer, el eco estaba todavía allí, resonando, zumbando en el aire, porque quería ser escuchado por nosotros, terrestres personitas, que al fin y al cabo también somos eco de aquel remoto llanto del universo recién nacido.

TU PROPIA VIDA


viernes, 20 de octubre de 2017

ACABADO DE NACER


La próxima vez que no encuentres suelo bajo tus pies, no lo consideres un obstáculo en absoluto; considéralo más bien un notable golpe de suerte. No tenemos suelo bajo los pies, y esa misma situación puede suavizarnos e inspirarnos. Finalmente, después de todos estos años, quizá consigamos crecer realmente. Como dijo Trungpa Rinpoche en una ocasión: el mejor de los mantras es: «OM, crece, swaha.»

Estamos en continuo cambio. Podemos apegarnos a nuestra seguridad o podemos exponernos como si acabáramos de nacer, como si acabáramos de surgir al resplandor de la vida y estuviéramos totalmente desnudos.

Quizá esto suene demasiado incómodo u horrendo, pero, por otro lado, es nuestra oportunidad de tomar conciencia de que este mundo terrenal es todo lo que hay; puede que lo veamos con ojos nuevos y al fin despertemos del largo sueño de los prejuicios.

TU PROPIO JUEZ


jueves, 19 de octubre de 2017

CAMINANDO EN LA CUERDA FLOJA


Había dos amigos del rey, y ambos fueron declarados culpables de un crimen. Como los amaba a ambos, el rey deseaba ser magnánimo con ellos, pero no podía absolverlos, pues ni siquiera la palabra de un rey puede imponerse a la ley. Entonces pronunció este veredicto: Se extendería una cuerda floja por encima de un profundo precipicio y, uno tras otro, los dos debían cruzar, y al que llegara al lado opuesto se le perdonaría la vida.

Se hizo la voluntad del rey y el primero de los amigos alcanzó el otro lado. El otro, aún parado en el mismo lugar, le gritó al primero: 

-Dime, amigo, ¿cómo lograste cruzar? 

Y el primero le contestó

-Sólo sé una cosa: en cuanto sentía que me tambaleaba hacia un lado, me inclinaba hacia el lado opuesto. 

EVOLUCIÓN


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