lunes, 18 de septiembre de 2017

MOMENTO EN QUE PUEDE AGRANDARSE LA MENTE


Siempre nos encontramos en este mismo aprieto. Es ese lugar donde buscamos alternativas al hecho de estar simplemente presentes. Es un lugar incómodo y vergonzante donde a menudo la gente como nosotros se rinde. Nos gustan la meditación y las enseñanzas cuando nos sentimos inspirados y en contacto con nosotros mismos, en el camino correcto. ¿Pero qué pasa cuando comenzamos a sentirlas como una carga y empezamos a pensar que hemos hecho una elección desacertada que no cumple en absoluto con nuestras expectativas? Las personas con las que practicamos no nos resultan ya del todo cuerdas. De hecho, parecen bastante confusas. La forma de llevar el lugar no es la adecuada. Incluso el profesor es cuestionable.

Este lugar de aprieto es precisamente el punto —tanto de la meditación como de nuestras vidas— en el que realmente podemos aprender algo. Este punto en el que no podemos tomarlo o dejarlo, en el que nos hallamos entre la espada y la pared, atrapados entre nuestras ideas elevadas y la crudeza de lo que está sucediendo ante nuestros ojos, éste es en verdad un lugar auténticamente fructífero.

Cuando estamos en un aprieto nuestra mente suele quedarse empequeñecida. Nos sentimos desgraciados, somos víctimas, casos patéticos y sin esperanza. Pero, lo creas o no, el momento en que nos sentimos atónitos, agobiados o vergonzosos es el momento en que nuestra mente puede agrandarse. En lugar de tomar lo ocurrido como una afirmación de nuestra debilidad personal o del poder del otro, en lugar de sentir que somos estúpidos o que la otra persona es desagradable, podemos abandonar toda queja sobre nosotros mismos y los demás. Podemos quedarnos allí, expuestos, sin saber qué hacer, simplemente permaneciendo en el sitio con la energía cruda y tierna del momento. Ese es el lugar en el que empezamos a aprender el significado que hay detrás de los conceptos y las palabras.

DEJARSE LLEVAR


sábado, 16 de septiembre de 2017

UNIVERSOS


La decisión más importante que podemos tomar es si vivimos en un universo amable o bien hostil. 
(Albert Einstein)

El psicólogo y pedagogo Bernabé Tierno afirmaba en una entrevista que «lo que hacemos nos hace, puesto que nuestros actos tienen consecuencias».

Debemos aprender a disfrutar de cada momento, ver las cosas por el lado bueno y ser flexibles como un junco, porque la felicidad, como dice este autor, es «un traje que cada cual se confecciona a sí mismo. Científicamente, se trata de un mecanismo bioquímico que se activa en nuestro cerebro mediante los neurotransmisores del bienestar — serotonina, dopamina, noradrenalina—. Pero, en términos no científicos, la felicidad es un alto nivel de satisfacción con la vida que nos ha tocado vivir, sabiendo que el valor más importante es la vida y que el hecho de vivir por sí mismo ya tiene que hacernos felices».

No existe una receta mágica para la felicidad, ya que en buena parte depende de nuestra capacidad de adaptación a las circunstancias. Una misma situación puede afrontarse de muchas maneras distintas.

Según Epicteto, no son los acontecimientos los que nos hacen felices o desgraciados, sino cómo los interpretamos.

En muchas encuestas realizadas a personas de edad avanzada, aquellas más felices y que han vivido más años afirman haber sido capaces de vivir de forma tranquila y sosegada, sin miedo a pesar de las circunstancias.

USO NATURAL DEL MIEDO


viernes, 15 de septiembre de 2017

LOS CAMBIOS


Se parecía a Carlitos Gardel, después de la caída del avión. Lo vi hace 30 años, y es como si lo estuviera viendo. Tosía, ajustaba el nudo del pañuelo que le protegía el pescuezo. El pañuelo había sido blanco alguna vez.

—¡Yo no vendo nada! —roncaba.

Trabajaba parado sobre un cajón, frente a la Caja de Jubilaciones de Montevideo. En las manos sostenía una caja de cartón, atada con piolines desflecados como él.

—¡Yo no vendo nada!

Algunos curiosos se acercaban, todos viejos y muy viejos. Poquito a poco, los curiosos se iban haciendo gentío.

—¡Yo no vendo nada!

Y cuando llegaba el momento, dos brasas se encendían en el fondo de sus ojeras cavernosas. Con ampuloso gesto se quitaba el sombrero y lo arrojaba al piso. Y alzando la caja de cartón, la ofrecía a los cielos:

—¡Yo no vendo nada, señoras y señores! Porque esto... ¡no tiene precio!

AGUA ESTANCADA


jueves, 14 de septiembre de 2017

FLORECIMIENTO


Éxtasis
Moksha 
Transformación 
Sannyas (movimiento de los buscadores de la verdad)

La sannyas no puede categorizarse. No es una categoría. Es de una cualidad de ser tan diferente que no existe categoría para ella. No se la puede analizar, no se la puede separar en fragmentos. No es un mecanismo: no pue­des desarmarlo, separar las piezas y volver a juntarlas. No; es una unidad orgánica. Si la ana­lizas, deja de estar allí y ya nunca podrás volver a armarla; es imposible. La sannyas es una fuer­za vital: orgánica, igual que una flor. Analiza la flor, sácale cada pétalo, arráncalo, examínalo, quédate satisfecho por haber investigado y, después, intenta volver a armar la flor. Para en­tonces, la flor ya no existe, los pétalos han muerto y jamás se los podrá volver a colocar en la misma forma, porque no era un mecanismo; era una unidad orgánica.

Sannyas es un florecimiento, un florecimien­to de la conciencia humana: así como las flores que nacen en un árbol muestran que el árbol ha llegado a un acabamiento y que, más tarde o más temprano, los frutos surgirán. Las flores son sólo indicadores de que el árbol está pre­parado para dar frutos. El árbol está listo, está satisfecho. Las flores son como el éxtasis que el árbol experimenta antes de empezar a dar fru­tos: porque la fruta da cuenta de la satisfacción. El árbol ha llegado a su punto máximo, a su clímax; ha llegado al crescendo de su ser. Está feliz, lo disfru­ta (su vida no fue inútil: ahora vendrán los frutos). El árbol se siente extático y da flores.
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