lunes, 10 de febrero de 2014
LAS TRES PATAS EN LA INTIMIDAD
Para poder construir una relación de intimidad hay ciertas cosas que tienen que pasar.
Tres aspectos de los vínculos humanos que son como el trípode de la mesa en la cual se apoya todo que constituye una relación íntima.
Esas tres patas son:
Amor
Atracción
Confianza
Uno puede estudiar y trabajar para comunicarse mejor, uno puede aprender a respetar al otro porque no sabe, uno puede aprender a abrir su corazón... pero hay cosas que no se aprenden porque no se hacen, suceden. Hay cosas que tienen que pasar.
Sin estas tres patas, la intimidad no existe. Tan así es, que si en una relación construida con intimidad desaparece el afecto, la confianza y la atracción, toda la intimidad conquistada se derrumba. El vínculo se transforma en una buena relación interpersonal, una relación intensa o agradable, pero no tendrá mas la característica de una relación íntima.
Para que la relación íntima perdure, es decir, para que el trípode donde se apoya la relación permanezca incólume, tengo que ser capaz de seguir queriéndote, tengo que poder confiar en vos, tenés que seguir resultándome una persona atractiva.
Para que tengamos intimidad, es imprescindible que me quieras, que confíes en mi y que te guste.
Extracto del libro:
El Camino del Encuentro
Jorge Bucay
domingo, 9 de febrero de 2014
CONTEMPLA LA RESPIRACIÓN
El mero hecho de contemplar la respiración tranquiliza la mente y el ser
Un sannyasin que va a regresar a su país le dice a Osho si le puede indicar alguna meditación para practicar en el avión.
Osho le dice que se siente en una posición relajada y que contemple su respiración...
"...pero no cambies su ritmo, respira como haces normalmente. Limítate a contemplarla, fluye con ella; la respiración llega al vientre... el vientre se alza. Limítate a seguir la respiración. A continuación se para durante unos segundos... párate tú también. Después vuelve, viaje de retorno, vuelve tú también... después sale...espera un segundo.
SINCERIDAD Y SINCERICIDIO
La franqueza, la sinceridad y la confianza son cosas demasiado importantes como para andar regalándoselas a cualquiera. Siempre digo que hay una gran diferencia entre sinceridad y sincericidio (decirle a mi jefe que tiene cara de caballo se parece mas a una conducta estúpida que a una decisión filosófica).
sábado, 8 de febrero de 2014
INTENSIDADES EN LOS VÍNCULOS AFECTIVOS
Como ya sabemos, hay diferentes intensidades en los vínculos afectivos que establecemos con los demás.
En un extremo están los vínculos cotidianos sin demasiado compromiso ni importancia, a los que mas que encuentros prefiero llamar genéricamente cruces. Y los llamo así porque funcionan como tales: el camino de un hombre y de una mujer se acerca, y se acercan hasta que consiguen tocarse, pero en ese mismo instante de unión empiezan a alejarse, alejarse y alejarse.
NO TE ENFRASQUES EN EXPLICACIONES Y DISCUSIONES INÚTILES
Cómo afrontar la ambigüedad afectiva
y no caer en el juego de una espera inútil.
3. NO TE ENFRASQUES EN EXPLICACIONES Y DISCUSIONES INÚTILES
Estar con alguien «ni contigo, ni sin ti» puede llevarte a creer que, recurriendo a razones lógicas y bien sustentadas, él o ella se dará cuenta de la causa de sus dudas y cambiará positivamente.
viernes, 7 de febrero de 2014
EL USO CREATIVO DE LA MENTE
Si necesitas usar la mente para un propósito específico, úsala en combinación con tu cuerpo interno. Sólo si eres capaz de mantenerte consciente sin pensamientos podrás usar la mente creativamente, y el camino más fácil para entrar en ese estado es a través del cuerpo.
NO SALTES AL COMPÁS DEL OTRO
Cómo afrontar la ambigüedad afectiva
y no caer en el juego de una espera inútil.
2. NO SALTES AL COMPÁS DEL OTRO
Este punto es un corolario del anterior, una reafirmación del «se acabó». Si decides seriamente salirte del juego, notarás que poco a poco tus emociones empezarán a depender de ti. Este proceso se conoce como autorregulación y permitirá que la actitud dubitativa del otro te afecte menos. Cuando uno es íntimamente fuerte —lo cual significa hacerse cargo de uno mismo («Yo mando sobre mí»)—, lo externo te mueve, pero no te tumba.
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