miércoles, 3 de julio de 2013

PAUSA


AMA ALGO MÁS GRANDE


Ama algo más elevado, algo más grande, algo en lo que te pierdas; solo puedes ser poseído por ello, pero no puedes poseerlo.

El amor puede crear muchos problemas y también grandes gozos. Hay que estar muy alerta, porque el amor es nuestra química básica. Si uno está alerta acerca de la energía del propio amor, entonces todo marcha bien. 

Ama siempre algo más elevado que tú y nunca tendrás problemas; ama siempre algo más grande que tú. Las personas tienden a amar algo más bajo, más pequeño que ellas mismas. Lo más pequeño se puede controlar, se puede dominar, y te puedes sentir muy bien con lo inferior porque te hace parecer superior... entonces el ego queda satisfecho. Y en cuanto empiezas a crear ego de tu amor, estas condenado al infierno. 

Ama algo más elevado, algo más grande, algo en lo que te pierdas y no puedas controlar; solo puedes ser poseído por ello, pero no puedes poseerlo. Entonces el ego desaparece, y cuando el amor es sin ego, es una plegaria.

Del libro:
DÍA A DÍA
Osho
Día 148

"TODAVÍA NO TIENE A OTRA PERSONA", "TODAVÍA ESTÁ DISPONIBLE"


Distorsión cognitiva: Minimizar los defectos de la pareja o la relación, impiden alcanzar la posición realista mencionada, y fortalece irracionalmente la conducta del apego.

DÉCIMO PRIMER EXCUSA. Todavía no tiene otra persona”, Todavía está disponible”

El pensamiento que alimenta la esperanza del reencuentro es el siguiente: “Si la persona que quiero aún sigue sola, tengo oportunidad”. O, en una versión más entusiasta y atrevida: “Soy irremplazable” o “No ha podido olvidarme”.

Si embargo, los hechos también pueden significar otra posibilidad menos optimista y más dolorosa: “La persona que amo prefiere estar sola a estar conmigo”. Mortal para cualquier ego.

Si la persona que dices que te quiere prefiere estar sola a estar contigo, pon en duda su amor. Por definición, ningún enamorado, pudiendo elegir, prefiere la soledad afectiva a estar con la persona amada. En estos casos, es mejor irse con el amor a otra parte.

Del libro:
AMAR O DEPENDER
Walter Riso

martes, 2 de julio de 2013

EQUIPAMIENTO

La discriminación es el odioso punto de partida de este tramo del camino. Palabra grave y complicada si las hay, porque evoca desprecio, racismo, exclusión de los otros.

Sin embargo, no es éste el único sentido que tiene la palabra, no es éste el sentido en el que la uso; hablo de discriminación en cuanto a conciencia de otredad. Es decir, la capacidad de discriminarse o, si suena menos lesivo, distinguirse de los otros que no son yo.

Saber que hay una diferencia entre lo que llamo yo y el no-yo.

Que vos sos quien sos y yo soy quien soy.
Que somos una misma cosa, pero no somos la misma cosa.
Que no soy la misma cosa que vos, que soy otro.
Que no soy idéntico a vos y que vos no sos idéntico a mí.
Que somos diferentes. A veces muy diferentes.

Esto es lo que llamo conciencia de otredad o capacidad de autodiscriminarse.

Y debo empezar por allí, porque así empezó nuestra historia.

Nacimos creyendo que el universo era parte de nosotros, en plena relación simbiótica, sin tener la más mínima noción de límite entre lo interno y lo externo.

Durante esta “fusión” (como la llama Winnicott), mamá, la cuna, los juguetes, la pieza y el alimento no eran para nosotros más que una prolongación indisoluble de nuestro cuerpo.

Sin necesidad de que nadie nos lo enseñe directa-mente, dice el mismo Winnicott que la “capacidad innata de desarrollo y de maduración” con la que nacimos nos llevará a un profundo dolor (posible-mente el primero): el darnos cuenta, a la temprana edad de siete u ocho meses, que esa fusión era sólo ilusión. Mamá no aparecía con sólo desearlo, el chiche buscado no se materializaba al pensarlo, el alimento no estaba siempre disponible.

Tuvimos que asumir en contra de nuestro deseo narcisista que entre todo y nosotros había una distancia, una barrera, un límite, materializado en lo que aprendimos después a llamar nuestra propia piel.

Aprendimos sin quererlo la diferencia entre el adentro y el afuera. 
Aprendimos a diferenciar entre fantasía y realidad. 
Aprendimos a esperar y, por supuesto, a tolerar la frustración.

Pasamos del vínculo indiscriminado e ilusoriamente omnipotente a la autodiscriminación y el proceso de individuación.

Una vez que puedo separarme comienzo progresivamente a construir lo que los técnicos llaman mi identidad, el self, el yo.

Aprendo a no confundirme con el otro, a no creer que el otro siente o debe sentir necesariamente igual que yo, los demás no piensan ni deben pensar como yo. Que el otro no está en este mundo para satisfacer mis deseos ni para llenar mis expectativas.

Discriminado, confirmo definitivamente que yo soy yo y vos sos vos.

Recién entonces puedo avanzar en este tramo para tomar la dirección del autoconocimiento.

Y digo tomar la dirección, no conquistar. Porque saber que vos no sos yo y que yo no soy vos no alcanza para saber quién soy. La autodiscriminación es necesaria, pero no es suficiente.

Del libro:
El Camino de la Auto-Dependencia
Jorge Bucay

PUREZA


La pureza que reside en el corazón es incorruptible; lo que haces no la afecta en absoluto.

Hasta el mayor pecador permanece puro en el núcleo más profundo de su ser. De modo que incluso el pecador más profundo sigue siendo un santo; el pecado solo puede tocar la periferia, la circunferencia. No puede ir hasta tu núcleo porque el acto está en la superficie, el ser está en el núcleo. 

Y cuando empiezas a mirar el ser de las personas, entonces nadie es un pecador, nadie lo ha sido jamás. Eso es imposible. La pureza es tan absoluta que todo lo que hacemos no es más que sueños; ese es el enfoque oriental. Este no le presta mucha atención a lo que haces. Dice que sin importar lo que hayas hecho, simplemente puedes ir al interior y tener un contacto con el ser, que siempre es cristalino y siempre puro, y esa fuente permanece impoluta. En la periferia solo están las caras: santo y pecador, bueno y malo, el famoso y el notorio. Solo son actos, como si se representara un drama. Alguien se ha convertido en un Jesucristo y alguien en un Judas. Los dos son necesarios: Jesús no puede ser sin Judas, ¿y qué sería Judas sin Jesús? Ambos son necesarios para que acontezca toda la historia de Cristo. Pero detrás del escenario se sientan juntos para beber té y fumar. 

Esa es la realidad. Todo este mundo es un vasto escenario, un gran drama representado.

Así que no te preocupes demasiado al respecto. Sea cual fuere el papel que te haya correspondido, desarrollalo con el máximo gozo posible, y recuerda siempre que en lo más hondo permaneces puros.

Del libro:
DÍA A DÍA
Osho
Día 147

lunes, 1 de julio de 2013

ILUSIONES DE SATISFACCIÓN


Solo al ser un Buda existe satisfacción; las demás formas de satisfacción son meros consuelos, un simple confort en el máximo de los casos, ilusiones creadas por la mente.

Vivir constantemente en la insatisfacción es tan doloroso que la mente crea ilusiones de satisfacción; esas ilusiones mantienen en marcha a la gente, la ayudan. Si te llevas todas las ilusiones, una persona no dispondrá de ningún motivo para vivir ni siquiera durante un momento más. Son necesarias. En la inconciencia, las ilusiones son obligatorias, porque a través de ellas creamos falsos significados en la vida, y naturalmente, hasta que lo real haya sucedido, debemos continuar creando significados falsos. Cuando una persona se harta de un falso significado, crea otro. Cuando se harta del dinero, se traslada a la política; cuando se harta de la política, empieza a trasladarse a otra cosa. Hasta la así llamada religión no es más que una ilusión sutil. 

La religión verdadera no tiene nada que ver con las así llamadas religiones: el cristianismo, el hinduismo, el islam. La religión verdadera es la destrucción de todas las ilusiones. Es vivir en insatisfacción, en profundo sufrimiento, en absoluto dolor, y buscar lo real. 

El sendero es de gran dolor y solo unos pocos lo alcanzan, porque en primer lugar las personas no pueden lanzarse a él; no pueden aceptar el dolor de la vida, pero ese dolor es la fuente de todo crecimiento. Ver la verdad desnuda del todo -sin evitarla ni huir de ella, mirándola de frente- es el comienzo de la inteligencia, el comienzo de la atención, el inicio de la conciencia.

Del libro:
DÍA A DÍA
Osho
Día 146

FRESIAS


Un Rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo.

El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino.

Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid. Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa.

La Rosa lloraba por no ser fuerte y sólida como el Roble.

Entonces encontró una planta, una Fresia, floreciendo y más fresca que nunca.

El rey preguntó:

—¿Cómo es que creces tan saludable en medio de este jardín mustio y umbrío?

La flor contestó:

—No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías fresias. Si hubieras querido un Roble o una Rosa, los habrías plantado. En aquel momento me dije: Intentaré ser Fresia de la mejor manera que pueda.

Ahora es tu turno. Estás aquí para contribuir con tu fragancia.

Simplemente mirate a vos mismo.

No hay posibilidad de que seas otra persona.

Podés disfrutarlo y florecer regado con tu amor por vos, o podés marchitarte en tu propia condena.

Del libro:
El Camino de la Auto-Dependencia
Jorge Bucay

TODAVÍA HACEMOS EL AMOR


Distorsión cognitiva: Minimizar los defectos de la pareja o la relación, impiden alcanzar la posición realista mencionada, y fortalece irracionalmente la conducta del apego.

DÉCIMA EXCUSA. “Todavía hacemos el amor”

Como vimos en el apartado del apego al sexo, la sexualidad puede moverse exclusivamente en el terreno de lo fisiológico y crear adicción. Se puede hacer sexo sin hacer el amor, o se puede tener sexo sin tener amor. Cualquier persona puede apegarse sexualmente a otra, aunque no haya afecto. En un número considerable de parejas separadas, el deseo sexual sigue presente, no obstante que el afecto haya desaparecido. En otros casos, a pesar de haber tenido una relación sexualmente fría, la libido se alborota inesperadamente después del distanciamiento. De la noche a la mañana, la “ex” o el “ex2 comienzan a transformarse misteriosamente en los seres más sensuales y eróticos del universo. Una atracción tardía y desconocida hasta entonces hace su aparición, sacude el sistema límbico y los impulsa a un éxtasis de consecuencias impredecibles.

La verdadera problemática surge cuando el sexo se convierte, ilusamente, en la prueba reina de que el amor está vivo. Seguir haciendo el amor con la persona que queremos, pero que no nos corresponde, es un disparate. Cada encuentro clandestino es la confirmación de un “sí” con sabor a “no” , y una afrenta para la autoestima. La esperanza en carne viva. No olvidemos que ser deseable no implica ser querible. En suma: deseo no es amor.

Del libro:
AMAR O DEPENDER
Walter Riso

domingo, 30 de junio de 2013

SOLIDARIDAD DE IDA Y SOLIDARIDAD DE VUELTA


Para mí, hay por lo menos dos tipos de solidaridad. Hay una solidaridad que yo llamo de ida y otra que llamo de vuelta. Porque estoy seguro de que hay dos maneras de querer ayudar al prójimo.

En la solidaridad de ida, lo que sucede es que veo al otro que no tiene, veo al otro que sufre, veo al otro que se lamenta, y entonces me pasa algo. Por ejemplo, me pasa que me doy cuenta que yo podría estar en su lugar y me identifico con él, y siento el miedo de que me pase lo que a él le está pasando. Entonces lo ayudo.

Me vuelvo solidario porque me da miedo que me pase a mí lo que le pasa a él.

Esta ayuda está generada por el miedo que proviene de la identificación y actúa como una protección mágica que me corresponde por haber sido solidario. Es la solidaridad del conjuro. Una ayuda “desinteresada” que, en realidad, hago por mí. No por el otro.

Pariente cercana de esta solidaridad es la solidaridad culposa, aquella que se genera de la nefasta matriz de algunas ideas caritativas... Cuando veo al que sufre y padece, un horrible pensamiento se cruza por mi cabeza sin que pueda evitarlo: “Qué suerte que sos vos y no yo”.

Y decido ayudar porque no soporto la autoacusación que deviene de este pensamiento.

Otra razón de ida es que yo crea en una suerte de ley de compensaciones. Se anda diciendo por ahí que, si te doy, en realidad me vuelve EL DOBLE...

Hay gente que sostiene con desparpajo que da porque así va a recibir. Es la solidaridad de inversión.

Esto no quiere decir que no suceda, pero en todo caso es una razón de ida.

Existe también una solidaridad obediente, que parte de lo que mi mamá me enseñó: que tenía que 
compartir, que no tenía que ser egoísta y tenía que dar... Estoy satisfaciendo a mi mamá, o al cura de mi 
parroquia, o a la persona que me educó. Estoy haciéndole caso, no sé si me lo creo, pero así me enseñaron y
así repito. Nunca me puse a pensar si esto es lo que quiero hacer. Sólo sé que hay que hacerlo, y entonces lo 
hago. Esta es la solidaridad más ideológica, más ética y más moralista, pero de todas maneras es de ida.

Por último, existe una solidaridad que yo llamo la solidaridad de “hoy por ti mañana por mí”; la que piensa 
en la protección del futuro. Desde el imaginario futuro negro aseguro que si me toca, algún otro será solidario 
conmigo, cuando yo esté en el lugar del que padece.

Cualquiera sea el caso, de conjuro, culposa, de inversión, de obediencia o de “hoy por ti, mañana por mí”, 
toda esta solidaridad es de ida y, por supuesto, no tiene nada de altruista.

Y ahora yo sé que puedo elegir dar o no dar.
Entonces, conquisto el espacio donde todo esto no es más... importante.
Conquisto lo que yo llamo la autodependencia.
Y ahí descubro que mi valor no depende de la mirada del afuera.
Y me encuentro con los otros, no para mendigarles su aprobación, sino para recorrer juntos algún trecho 
del camino.

Y descubro el amor y, con él, el placer de compartir.

Acá es donde aparece la segunda posibilidad de ser solidario.
Acá me encuentro con alguien que sufre y descubro el placer de dar.
Y doy por el placer que me da a mí dar.
Esa es la solidaridad del camino de vuelta.

Del libro:
El Camino de la Auto-Dependencia
Jorge Bucay

TODAVÍA ME MIRA, TODAVÍA PREGUNTA POR MÍ


Distorsión cognitiva: Minimizar los defectos de la pareja o la relación, impiden alcanzar la posición realista mencionada, y fortalece irracionalmente la conducta del apego.

NOVENA EXCUSA. "Todavía me mira”,“Todavía pregunta por mí”

La necesidad de mantener el amor a toda costa, puede llevar a interpretar ciertos hechos aislados como indicadores de que todavía hay amor. Una llamada telefónica de la persona que “supuestamente” nos ama, puede estar motivada por muchas cosas distintas al amor: una simple nostalgia pasajera, confirmar un chisme, sentimientos de pesar o de culpa. Uno de mis pacientes, recién separado, interpretaba las llamadas de su ex mujer para pedirle dinero como indicios de reconciliación: “Creo que le estoy haciendo falta”. Sus ilusiones terminaron abruptamente cuando le llegó una demanda por alimentos.

Una mirada puede significar que todavía le gustas a tu “ex”, pero eso nada tiene que ver con el afecto. Puede tratarse de “atracción recordatoria”, reminiscencias hormonales o incluso estéticas. Una mirada puede estar originada en la intriga de ver “cómo se vistió o con quién anda. Si la mirada está impregnada de picardía y seducción, es posible que haya algo más, pero no significa necesariamente proximidad afectiva.

De manera similar, si preguntan por ti el motivo puede ser pura y simple curiosidad. Antes de entusiasmarte, asegúrate de la razón. Una de mis pacientes se alegraba muchísimo de que su ex novio (que la había dejado por otra después de cinco años de noviazgo, sin previo aviso y a “palo seco”) indagara de vez en cuando por ella. La duda se había vuelto preocupante y metódica: “¿Por qué pregunta por mí?”, “Si ya no me quiere, ¡por qué anda averiguando cosas mías?”. La mala interpretación la llevaba a vislumbrar rastros de un afecto que había dejado de existir hace tiempo. Cuando le pedí que eliminara la incertidumbre, se quitara el dilema de encima y hablara con él, accedió. El experimento fue muy productivo, aunque doloroso. Descubrió que el supuesto “interés” del amor de su vida, no era otra cosa que una forma de expiar la culpa por haberla abandonado. El hecho determinante y cruelmente definitivo fue cuando él decidió hacer de Cupido: “Yo sé que no soportas la soledad y quiero ayudarte…Me gustaría presentarte un amigo que llegó de estados Unidos y quiere conocer gente…”. A veces hay que sujetar al toro por las astas y destruir las quimeras que nos impiden enterrar la relación. La estrategia más recomendable en estos casos es cambiarse inmediatamente de carril: eliminar la angustia de la espera: “ojalá fuera posible”, por el sufrimiento realista de la sana resignación: “No hay nada que hacer”.

El amor no es un mapa de indirectas y claves que hay que descifrar las veinticuatro horas para saber cuándo, dónde y cómo nos van a amar. En una buena relación no hay mucho que traducir porque se habla el mismo idioma, y aunque existen dialectos, son variaciones de una misma lengua. La mejor manera de ser un buen decodificador afectivo es conectar la antena a tierra.

Del libro:
AMAR O DEPENDER
Walter Riso
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