domingo, 26 de mayo de 2013

4 LEYES DE LA ESPIRITUALIDAD (INDIA)

Primera Ley:

"La persona que llega a tu vida es la persona correcta".

Es decir que nadie llega a nuestras vidas por casualidad, todas las personas que nos rodean, que interactúan con nosotros, están ahí por algo, para hacernos aprender y avanzar en cada situación.

Segunda Ley:

"Lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido". 

DEMONIOS PERSONALES Y SUS DISFRACES


Nuestros demonios personales tienen diversos disfraces. Los experimentamos como vergüenza, como celos, como abandono, como ira. Son cualquier cosa que nos haga sentirnos tan incómodos que tenemos que huir
constantemente.

Nos escapamos a lo grande: expresamos nuestras 
emociones reprimidas, gritamos, damos un portazo, 
pegamos a alguien o tiramos un tiesto para no tener que 
enfrentar lo que está ocurriendo en nuestro corazón. U 
ocultamos los sentimientos amortiguando de alguna 
manera el dolor. Podemos pasar toda la vida huyendo de 
los monstruos que viven en nuestra cabeza.

Del libro:
Cuando Todo Se Derrumba
Pema Chödron

INTENTAR VENCER EL MIEDO



Intentar vencer el miedo. Con seguridad, y aunque no puedas creerlo, eres mucho más valiente de lo que piensas. En situaciones límite es cuando más nos conocemos. Muchas personas que se han pasado la vida muertas del miedo, sacan a relucir una fortaleza asombrosa ante la adversidad. No estoy diciendo que tengas que ser una versión de Mel Gibson en Corazón valiente, sino que de tus limitaciones puedes sacar el lado audaz que has ocultado. No hablo de ganar y vencer, sino de intentarlo. Cuando de verdad lo intentamos, nuestro “yo” se fortalece. Ese día dormimos mejor. No habrá remordimientos ni autorreclamaciones. En paz: “Al menos lo intenté”.

Elige un miedo cualquiera que sea irracional y que no sea objetivamente dañino (es decir, una fobia) y enfréntalo. Puedes hacerlo por aproximaciones sucesivas, o de una sola vez, sin anestesia. Si son cucarachas, sal a buscarlas. No escapes al asco o a las sensaciones. Siente el temor a fondo. No lo evites, siéntelo. Métete en el miedo. Aplástalas. Salta sobre ellas. Puedes gritar, insultar y sacudir tu cuerpo al compás de la adrenalina. Pero no dejes que un mísero y asqueroso insecto proclame victoria. Si lo intentas una vez, la próxima será más fácil. Si la vida de un ser querido dependiera de tu miedo a las cucarachas, ya lo hubieras vencido. Lo mismo puedes intentar con otras aprensiones. A hablar en público, al rechazo, a las alturas, al agua, a la oscuridad, en fin, cualquiera que sea la fuente de tu miedo, no hay más opción. Hay que enfrentarlo.

Ponte a prueba. Haz exactamente lo que temes. No esperes que la situación llegue, provócala. Llama al miedo. Rétalo. A la hora de la verdad, no es más que química corriendo por tus venas. Es incómodo, pero no duele. Trata de estar atento a las oportunidades. Cuando algún evento te produzca temor, míralo como una ocasión para fortalecer tu coraje. Ésa es la clave.

El principio de autonomía te enseña a ser independiente. A ver por ti mismo sin convertirte en antisocial. Te muestra el camino de la emancipación psicológica y afectiva. Cuando una persona decide tomar las riendas de su vida, los apegos no prosperan tan fácilmente. Se caen, se apagan. Si ejerces el derecho a ser libre, serás capaz de enfrentar las situaciones difíciles (problemas afectivos incluidos), la soledad será una oportunidad para crecer (no estarás tan pendiente de que te amen), confiarás más en tus capacidades (no esperarás que la pareja te proteja), fortalecerás tu vulnerabilidad al daño y no temerás tanto el abandono. En conclusión, serás más valiente. En palabras de Tagore: “No deseo que me libres de todos los peligros, sino valentía para enfrentarme a ellos. No pido que se apague mi dolor, sino coraje para dominarlo. No busco aliados en el campo de batalla de la vida, sino fuerzas en mí mismo. No imploro con temor ansioso ser salvado, sino esperanza para ir logrando, paciente, mi propia libertad”.

Del libro:
AMAR O DEPENDER
Walter Riso

sábado, 25 de mayo de 2013

DISFRUTAR LA SOLEDAD


Disfrutar la soledad. Haz las paces con la soledad. Ya no le tengas tanto miedo. Ella no muerde, acaricia. Incluso puede hacerte cosquillas. Es verdad que a veces nos sobresalta, pero nos enseña. Quédate con ella unos días. Pruébala, a ver a qué sabe. Puedes empezar por salir solo. Sin compañías de ningún tipo, ni parientes ni amigos. Ve un día al cine, a la hora pico, cuando todo el mundo va acompañado, y haz la fila con cara de ermitaño despechado. Muéstrate solitario. Deja que algunos te miren con pesar (“Pobre, no tiene con quién venir”) ¡Y qué importa! ¿Acaso necesitas tener un bulto al lado para ver la película? Un sábado por la noche, reserva lugar en el restaurante de moda de la ciudad. Ponte tu mejor gala y llega sin compañía. Acércate a la mesa sin más séquito que el camarero, y cuando te pregunten si esperas a alguien más, contesta con un lacónico “no” (como diciendo “hoy no necesito a nadie”). Pide un buen vino y degusta la comida como si fuera la mayor exquisitez. Compórtate como un epicúreo. Ignora las miradas. Descubrirás que, afortunadamente, no eres tan importante. A los cinco minutos nadie se fijará en ti. Pasarás totalmente desapercibido hasta para los más chismosos. Saca a pasear tu soledad con garbo y decoro. Airéala. No la escondas como si fuera un acto de mal gusto. No te avergüences de andar con ella. Muéstrate como un ser independiente. A la hora de la verdad, no eres más que un ser humano al que a veces le gusta estar a solas.

Busca el silencio. Contémplalo. Acércate a él sin mucho ruido. Saboréalo. Cuando llegues a tu casa, no corras a conectarte al televisor, la radio, la computadora o el equipo de música. Primero relájate. Quédate un rato incomunicado con el mundo. ¿No te has dado cuenta de que tu cerebro está sobreestimulado? Desagótalo. Intérnate unas horas en el sosiego de la falta de noticias. Elimina toda nueva información por un tiempo. No hables con nadie. Enciérrate por dos o tres días. Descuelga el teléfono. Aíslate. Practica la mudez.

También puedes quedarte unas horas sin estímulos visuales. Tápate los ojos y juega a ser no vidente. Desplázate por tu casa y trata de hacer algunas actividades sin mirar. Utiliza los sentidos silenciosos como el tacto, el olor y el movimiento.

Busca un lugar apartado, donde la naturaleza esté presente. Escápate por unos días. Aléjate del bullicio artificial y busca el sonido natural. Deja que tu atiborrada mente se oiga a sí misma sin tanta interferencia. Medita y mírate por dentro en la calma de una quebrada, o en el concierto de los animales nocturnos (no discutas con los grillos). Disfruta del “tic tac” de la lluvia. Reposa bajo un árbol y deja que la brisa se insinúe. Esto no es sensiblería de segunda, sino ganas de vivir intensamente los sonidos del silencio.

Si eres una persona que no tiene pareja y se siente sola, no te apresures a buscar a alguien con la desesperación del adicto. No te pegues de la primera opción. La experiencia me ha enseñado que cuando menos se busque el amor, más se encuentra. El deseo descontrolado asusta a los candidatos de cualquier sexo. Si la ansiedad se nota y las ganas te salen por las orejas, espantarás a cuanto ser humano se te acerque. Borra el cartel de tu frente: “Busco pareja”, y cambia su contenido por uno más decente: “Estoy bien así”. Declárate en estado de soledad por un año. Pero no porque eres de malas, sino porque tú lo decidiste: “No voy a tener a nadie durante un tiempo” (claro que si aparece el amor de tu vida la cosa cambia). Cuando hagas las paces con la soledad, los apegos dejarán de molestar.

Del libro:
AMAR O DEPENDER
Walter Riso

EL SUFRIMIENTO ES FAMILIAR


LA IRA UN CARBÓN CALIENTE


EL NOMBRAR


Y bien, ¿por qué nombramos algo? ¿Por qué asignamos un rótulo a una flor, a una persona, a un sentimiento? Lo hacemos, o bien para comunicar nuestro sentimiento, para describir la flor, y así sucesivamente, o para identificamos con este sentimiento, ¿no es así? Nombro algo, un sentimiento, para comunicarlo: "estoy furioso". O me identifico con ese sentimiento a fin de fortalecerlo, de disolverlo o de hacer algo al respecto.

Es decir, damos un nombre a algo, a una rosa, para comu nicar esto a otros; o bien, nombrándolo pensamos que lo hemos comprendido. Decimos: "es una rosa", la miramos rápidamente y proseguimos nuestro camino. Al darle un nombre creemos haberla comprendido; hemos clasificado esa flor y pensamos que así hemos captado todo su contenido y su belleza.

Ahora bien, si no es tan sólo para comunicar, ¿qué ocurre cuando damos un nombre a una flor, a cualquier cosa? Por favor, sigan esto, examínenlo conmigo. Aunque sea yo quien se expresa en voz alta, ustedes también participan en lo que se dice. Dando un nombre a algo nos hemos limitado a ponerlo en una categoría, y pensamos que lo hemos comprendido; no lo miramos más atentamente. Pero si no lo nombramos estamos obligados a mirarlo. O sea, abordamos la flor, o lo que fuere, con un sentido de novedad, con una calidad nueva de examen: la miramos como si nunca la hubiésemos mirado antes. [El conocimiento de uno mismo].

La Esencia de las Enseñanzas de:
JIDDU KRISHNAMURT

viernes, 24 de mayo de 2013

PLACER Y DOLOR



¿Por qué busca uno el placer y descarta el dolor? Porque uno piensa que el placer es más conveniente, ¿no es así? El sufrimiento es doloroso.

Usted quiere aferrarse a uno y evitar el otro. ¿Por qué? Evitar el dolor es un instinto natural, ¿no? Si yo tengo un dolor de muelas, quiero evitarlo.

Quiero dar un paseo que es placentero. El problema no radica en el placer y el dolor, sino en el eludir uno u otro. La vida es ambas cosas, placer y dolor, ¿no es cierto? La vida es tanto oscuridad como luz. En un día como éste hay nubes y brilla el sol; luego están el invierno y la primavera; son parte de la vida, parte de la existencia. ¿Pero por qué debemos evitar lo uno y aferramos a lo otro? ¿Por qué nos adherimos al placer y escapamos del dolor? ¿Por qué no vivir simplemente con ambos? En el momento que usted quiere eludir el dolor, el sufrimiento, comienza a inventar escapes, cita al Buddha, al Gita, va al cine o inventa creencias. El problema no se resuelve ni por el dolor ni por el placer. De modo que no se aferre al placer ni escape del dolor. ¿Qué sucede cuando se aferra al placer? Usted queda atado, ¿no es así? Y si algo ocurre con la persona a la que está apegado, o con su propiedad, o con su opinión, usted está perdido. Entonces dice que debe haber desapego. No esté apegado ni desapegado; sólo mire los hechos, y cuando usted comprende los hechos, entonces no hay placer ni dolor; simplemente existe el hecho. 

[Krishnamurti y la educación].

La esencia de las enseñanzas de Krishnamurti
Jiddu Krishnamurti

HACERSE CARGO DE UNO MISMO


Hacerse cargo de uno mismo. Aunque la comodidad te ofrezca sus ventajas, ya es hora de que dejes la inutilidad a un lado. Hacerte cargo de ti mismo es un placer indescriptible, mucho más que ser cómodo. Cuando seas capaz de resolver las cosas sin ayuda, tendrás la maravillosa sensación de andar por la vida a doscientos kilómetros por hora. Desde hoy, no delegues lo que puedas hacer. Los intermediarios nunca hacen bien el mandado. No les duele. Si tienes la manía de consultarlo todo, dáte el gusto de equivocarte. Entrégate a la tentación de los yerros. Es el único pecado que Dios patrocina en persona. Si te equivocas, creces; si no te equivocas, te estancas.

Empieza por hacer una lista de las cosas que tienes por arreglar o solucionar, y que has dilatado por no contar con un “experto” disponible. Define tus prioridades, haz un orden del día y de las tareas a cumplir. Eso sí: ¡no postergues más! Simplemente empieza. Tómate el trabajo de llamar por teléfono y averiguar. Desplázate al lugar. Incomódate hasta los huesos. Aunque llueva y truene, irás. No habrá excusas. No más desidia. No descuides lo que amas. Tus pertenencias son importantes. Cuídalas, quiérelas. Dále mantenimiento a tu vida de vez en cuando. Nadie lo hará mejor que tú. Cuando dejes de encomendarte a otros y te hagas responsable de tus actos, descubrirás tu verdadera fortaleza.

Si has jugado con tu pareja el papel de ser la o el inútil, cámbialo. Cuestiona ese rol. Desecha la minusvalía. No necesitas ser débil para que te quieran. Tranquiliza a la persona que amas, díle que la querrás mucho más. La amarás con la fuerza del que no busca seguridad. Simplemente, la amarás en libertad.

Del libro:
AMAR O DEPENDER
Walter Riso

CUANDO TE DICEN TÚ NO PUEDES...


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