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sábado, 16 de abril de 2022

EL ACTO MÁS DESPIADADO DE UNA VIDA


Los libros sagrados y los grandes maestros han dicho 
frecuentemente que un ser despierto es una rareza. Esto ha sido verdad en el pasado. Que siga siendo verdad en el presente y en el futuro depende de ti. Esto requiere una resolución tal que es inconmensurable. Cuando esta es total, entonces tenerla es lo más sencillo.

A menudo puedo leer las cartas más exquisitas de apertura y profunda realización. Son cartas que te han inspirado y que me han inspirado a mí, pero, en definitiva, estas cartas no significan nada. No representan nada cuando hasta el escritor de las cartas más profundas acaba cayendo en la tentación de los fenómenos. Reflejan la verdad, la despliegan, pero tu vida, tal como la vives ahora, es el reflejo de lo que realmente quieres.

Si lo que realmente deseas es la verdad, entonces vivirás rendido a ella, y no al despliegue fenoménico. Tanto si se trata del fenómeno del poder personal, de la excitación sexual o del poder espiritual, todo ello son trampas de la mente.

Cuando los fenómenos que han sido dejados de lado se presentan de otra manera, por otra puerta, prometiendo más gloria, más belleza, más emociones, el patrón habitual es volver a caer en el trance de los placeres pensando: ¡Oh!, sí. He estado esperando esto eternamente. Ya volveré después a la verdad.

¿No das la verdad por hecha cuando haces esto?

Si te rindes a la Verdad que ningún fenómeno puede tocar, eres libre. Entonces tu vida es un faro de libertad. Esta no tiene nada que ver con la comodidad o la incomodidad, con lo que te gusta o te disgusta, con la excitación o el aburrimiento. Es verdadera libertad. La verdad de tu ser es ella, y los fenómenos que se despliegan no son sino simples máscaras, vestimentas, nubes que pasan, momentos químicos/eléctricos.

La resolución no es algo casual. No es trivial. Es la posibilidad más extraordinaria, más rara, y más inusual de una vida. Al abrazar y rendirte a esta excepcional oportunidad, cuentas con el apoyo de todos los seres despiertos, en todos los reinos, a lo largo del tiempo, y después de él. Aún así, depende totalmente de ti. Recibes su apoyo, te animan, te activan, te seducen, pero todo sigue dependiendo de ti.

La verdadera rendición es el acto más despiadado de la vida. Es estar dispuesto a morir a toda esperanza de placer, a todos los deleites. Y después mira a ver qué recibes. No puedes rendirte a la verdad para conseguir más dicha. Has intentado hacer ese negocio y lo que has conseguido es más sufrimiento. Incluso el placer extremo viene acompañado de más padecimiento.

Debes esperar los despliegues más profundos, más vastos, más emocionantes de la tentación fenoménica. Debes aguardar que surja aquello que has ansiado en los rincones más ocultos de tu mente. Tanto si es una realización de poder personal, como la aparición de la anhelada pareja del alma, como de conseguir riquezas, o reconocimiento personal: cualquier cosa que te esté esperando se presentará.

La resolución no es un asunto trivial y lo que la hace complicada es el intento de aferrarse a cierta idea de gratificación personal. Paradójicamente, esto en sí es el infierno. Cuando estás dispuesto a afrontar plenamente cualquier tentación, sea horrible o exquisita, y a morir a todas las fantasías de gratificación personal, descubres que tú eres la gratificación misma.

Esta es la invitación de Rarnana y de Papaji. Puedes esperar que se te empuje, que tiren de ti, que te den la vuelta, que te ataquen por detrás y por el costado, que te ofrezcan dulces y flores, que te aporreen. A esto se le llama Leela, el divino teatro de la conciencia. Leela juega muy duro. Si estás rendido a la verdad, entonces el juego sólo introducirá tu mente todavía más en ella. Si, de hecho, estás rendido a alguna experiencia fenoménica, tu mente saldrá de la experiencia de que tú eres la gratificación misma y volverá a buscar "más", o algo "diferente", o "mejor": los nombres de las puertas del infierno.




Extracto del libro:
Libertad y resolución
Gangaji
Imágenes tomadas de internet

lunes, 7 de marzo de 2022

SUPERVIVENCIA, SEXO Y PODER PERSONAL


A medida que se produce el cambio desde la capacidad 
proyectiva de la mente hacia su capacidad de descansar, vamos tomando conciencia de que para perpetuar "mi" historia tiene que haber tres grandes líneas arguméntales, tres impulsos. En el punto de cambio puedes empezar a reconocer más claramente la obsesión por estas tres grandes líneas y la fijación en ellas.

Todos los hilos de la historia se basan en la supervivencia. La línea argumental inicial y fundacional guarda relación con la supervivencia del cuerpo, con todas las ramificaciones más evidentes o sutiles de ese impulso primario. A partir de ese fundamento todas las demás líneas arguméntales guardan relación con el sexo y/o con el poder.

Mantienes estos hilos volviendo a contar tu historia innumerables veces, incluso en el mismo día. Inicialmente los hilos se establecen por muy buenas razones. La identificación del "yo" con un cuerpo individual favorece la supervivencia del cuerpo: si el bebé no llora, probablemente morirá. Y se necesita sexo para tener más bebés. También existe la preocupación por la propia posición en el rebaño, de modo que el cuerpo esté protegido (incluso exaltado) para poder sobrevivir.

En este momento, en esta etapa de tu vida, puedes reconocer que estos hilos guardan relación con "mi" historia y con la perpetuación del cuerpo, equiparando el "yo' con el cuerpo.

Ahora bien, puede darse un reconocimiento más profundo de que ciertos pensamientos ya no tienen que continuar siendo pensados. De hecho, el problema del hambre ya está resuelto y no tienes necesidad de pensar, planear u obsesionarte con ello.

Lo mismo es válido para el sexo. La perpetuación de la especie ya no es un problema. La energía sexual puede presentarse, pero sentir la necesidad de obcecarse con ella sólo causa un sufrimiento innecesario.

La obstinación por el poder personal —formar parte del rebaño para estar protegido o llegar a lo más alto para tener más poder — conlleva el mismo sufrimiento.

En este momento tienes la oportunidad de detener esta historia innecesaria, de modo que su continuidad inconsciente pueda hacerse consciente. Cuando es consciente, existe la oportunidad de dejar de obsesionarse, de detener la adicción, de dejar de proyectar la historia, de dejar de ensayarla y de confiar en que todos los mecanismos de supervivencia apropiados ya están en su lugar.

Ahora mismo, en tu vida, tienes la capacidad de reconocer que esta corriente de vida, gracias a las bendiciones y a la suerte, tiene alimento y abrigo, tiene tiempo libre y tiene el apoyo necesario para poder ponerse a considerar aquello que es más profundo y significativo que la supervivencia, la procreación y el poder. Este es un tesoro raro y precioso. A lo largo de nuestra historia, y en nuestra situación mundial actual, la mayoría de la gente no tiene esta oportunidad. Pero para ti, que vives en la abundancia, la supervivencia no es un problema. Por supuesto, puedes convertirlo en ello. Puedes preocuparte por tener una existencia cada vez mejor, con más garantías, pero, si dices la verdad, la supervivencia ya no es una traba para ti. Tienes que convertirlo en un obstáculo. Tienes que perpetuar la lucha, la presión, el llanto, el sufrimiento, la exigencia de garantías. Esa perpetuación es la práctica de contar la historia una, otra, y otra vez —pasado, presente y futuro—, evaluando, comprobando, sopesando y fijando.

Tienes una vida muy privilegiada. Siempre puedes encontrar a otros más favorecidos, pero más fácilmente encontrarás a otros que lo son menos. ¿Qué vas a hacer con este privilegio? ¿Qué vas a hacer con las luchas y con los esfuerzos de tus antepasados para que pudieras tener esta vida afortunada?

¿Cómo vas a pasar tu tiempo? ¿A qué vas a dedicar esta existencia particular? ¿Hacia dónde dirigirás tu atención?

Nadie puede responder a estas preguntas por ti. Cualesquiera que sean tus circunstancias, hay grandes santos, sabios y seres despiertos que pueden llamarte a una vida más profunda. La mayoría de vosotros habéis saboreado todo tipo de placeres sensuales. ¿Dónde está vuestra atención ahora? ¿Está en volver a saborearlos una y otra vez o está liberada para poder hacer una exploración nueva y más profunda?

Ya sabes cómo conseguir comida. Ya sabes cómo conseguir abrigo. Sabes cómo conseguir sexo. Sabes cómo conseguir poder personal. Y sabes que, si tu atención se queda fijada en eso, nunca podrás tener suficiente. Jamás poseerás bastante. Si tu atención está liberada de eso, entonces lo que tienes siempre es más que sobrado. Lo que eres siempre es más que suficiente.

Cuando hablo de libertad estoy hablando de liberar la atención, de permitirle que explore libremente y no de atender obsesivamente aquello de lo que ya te encargaste hace mucho tiempo.

Esa batalla ya ha sido librada y, por fortuna, ganada. Ahora, ¿qué vas a hacer con este tiempo de paz?

La mayoría de la gente generará otra guerra. Eso los hace sentirse vivos. Les da algo que hacer, un enemigo con el que enfrentarse, aliados que reunir. El verdadero reto consiste en ser pacífico, en ser quien eres, en honrar lo que de algún modo ya te ha sido dado en esta vida. Honrarlo es compartirlo. Entonces tu existencia se convierte en paz que reconoces por doquier, independientemente de las circunstancias.



Extracto del libro:
Libertad y resolución
Gangaji
Imágenes tomadas de internet

domingo, 27 de febrero de 2022

LAS CUATRO MANIFESTACIONES DE LA MENTE


La mente se manifiesta como cuatro aspectos básicos.

Está el aspecto mental, responsable de la construcción de los pensamientos y las imágenes. El aspecto físico, a través del cual experimentamos las sensaciones físicas, los sentimientos y la energía. El aspecto emocional, en el que los pensamientos se vinculan con ciertos sentimientos y experiencias, que después se constelan como emociones. Y, finalmente, el aspecto circunstancial, por el que las circunstancias de la vida que aparecen en la mente retroalimentan las sensaciones físicas, las emociones, los pensamientos, la visión del mundo, los puntos de vista, la verdad personal, etc. Esta es la experiencia común. No hay nada inusual en ella. Sin embargo, también suele ir acompañada por otra experiencia igualmente común de un enorme sufrimiento.

Finalmente, en una vida concreta, en medio de ese enorme sufrimiento, surgen pensamientos inusuales: "Quiero ser libre", o "quiero que el sufrimiento tenga un final", o "quiero ser salvado", o "quiero encontrar a Dios o que Dios me encuentre".

Estos son pensamientos diferentes de cualquier otro que hayas tenido anteriormente. Indican un distanciamiento radical de la experiencia habitual de la encarnación, del pensamiento, de la emoción, de la sensación física, de la del sentimiento o la de circunstancias. Son una gran llamada de clarín a algo desconocido.

En el mundo hay enseñanzas infinitamente diversas que nos orientan a seguir muchos caminos diferentes. De una manera u otra, la mayoría de ellas ofrecen directrices para practicar o favorecer ciertos pensamientos, emociones, sensaciones físicas o circunstancias. Nos instruyen para que tengamos mejores ideas, o para que consigamos mayores condiciones, o para que nos sintamos mejor, o para que nos divirtamos más. Y, por supuesto, ya hemos probado todo eso. Sin embargo, siempre que perseguimos algo dictado por la mente, es decir, cualquier percepción, cualquier emoción, cualquier impulso, cualquier sentimiento o cualquier circunstancia, tenemos que acabar reconociendo la limitación de esa experiencia.

En este punto de la existencia es donde aparece la más radical de todas las enseñanzas, una que, de hecho, no lo es en absoluto. Cuando uno vislumbra en un instante la absoluta falta de límites del silencio puro (eso que ningún pensamiento, ninguna emoción, ningún estado mental, ni ninguna circunstancia ha podido, ni podrá, captar o contener nunca) resulta tentador tomar ese vislumbre y ofrecérselo a la mente como otro objeto mental. Resulta tentador intentar captar la verdad y obligarla a hacer lo que tú deseas.

Comprende que este es el funcionamiento natural de la mente.

Su misión es tomar objetos, sean burdos o sutiles, y apropiarse de ellos. El reto que nos plantea esta misteriosa encarnación es ser completamente consciente de tal funcionamiento.

Como he dicho antes, hay muchas enseñanzas que te orientan hacia la persecución de los objetos mentales. En Occidente, todos nosotros hemos experimentado con ello. La radicalidad de esta no-enseñanza es tomar conciencia de esa tendencia y dejar que se queme a medida que la identificación se traslada del movimiento de la mente al silencio del Ser.

Cuando la mente oye este reto, no puede entenderlo. Esa es su belleza. La libertad del silencio puro e ilimitado sólo puede ser alcanzada y experimentada en el momento presente. No tiene nada que ver con ninguna experiencia del pasado. No tiene nada que ver con nada. Está libre de todos los pensamientos, emociones, cuerpos y circunstancias; y es la verdad de quien eres.

En las enseñanzas espirituales se dice frecuentemente que es extremadamente raro que uno realice la verdad de su ser. Ha sido raro, pero no tiene por qué seguir siéndolo, porque es la verdad de quien uno es. La verdad definitiva es que tú eres ese silencio.

Hasta que el cuerpo se vaya y la mente se acabe completamente, hasta que exhales tu último aliento, debes estar dispuesto a mantenerte completamente consciente del impulso mental de ir hacia o de ir en contra de todos los objetos mentales, emocionales, físicos y circunstanciales. En esa disposición puedes ver la libertad que es la verdad de nuestro ser revelada en la pureza de la no-enseñanza: aquiétate.

Presta atención a lo que ya está aquietado.

Cuanto más experimentas esta quietud, más profundos y sutiles son los retos de detectar la tendencia mental a moverse, a tomar, mantener alejado o negar el movimiento. 

Puedes usar tu tiempo de una manera extremadamente rara y preciosa para ver qué objeto está siguiendo tu mente. El silencio no se puede seguir, no va a ninguna parte. Sólo es posible encontrarse con el silencio estando en silencio.

Te invito a renunciar a todos los conceptos sobre tu vida, tu destino, tu propósito, tu pasado, tu presente, tu futuro y a ver lo que no ha sido tocado por este pronombre posesivo del sufrimiento. Y cuando digo "sufrimiento" no estoy excluyendo el placer. El placer y el dolor más intensos están incluidos en el sufrimiento.

La invitación de Ramana, que habla desde el núcleo de tu propio ser, te llama con esta simple frase: "Aquiétate".



Extracto del libro:
Libertad y resolución
Gangaji
Imágenes tomadas de internet

martes, 8 de febrero de 2022

MI HISTORIA (GANGAJI)


Cuando miras a un bebé y haces un seguimiento de su crecimiento 
individual, puedes ver que la diferencia entre ese bebé y el niño de seis años es muy notable, como lo es la diferencia entre un niño de seis años y un joven de dieciséis, o entre los dieciséis y los treinta y cinco, o entre los treinta y cinco y los ochenta. Puedes empezar a ver cierta pauta de acumulación.

Evidentemente, el niño nace con cierta predisposición genética, tendencias y personalidad, pero, en general, es abierto y lozano, por eso queremos a los niños. La apertura es digna de amor. Incluso cuando los bebés son difíciles, suelen ser amables por su manera fresca, abierta, inquisitiva y libre de mirar la vida. A medida que el niño madura, hay un influjo de la forma y de la percepción sensorial que concuerda con el proceso evolutivo de ese individuo y con el de su especie. En el caso del joven de dieciséis, el impulso ya ha cambiado de la apertura hacia la acumulación y la ganancia personal. Las luchas de la adolescencia son una liberación de la infancia y de la inocencia hacia la independencia, el conocimiento y el poder.

Incluso en las vidas más maravillosas, generalmente, se arrastra cierta carga. Nace de la identificación con las denominadas acumulaciones personales. Este lastre de la vida, o carga individual, es "la historia".

Una historia tiene que estar magnetizada por un punto de vista. Ese punto de vista es la misteriosa identificación de uno mismo como un individuo particular. Llamémosle el "yo" genérico. El "yo" es el imán que atrae sensaciones y experiencias, que traduce en un relato: la historia de tu vida.

Esa crónica es un sueño. Y de ese sueño es posible despertar.

Me encantan las buenas historias. No hay nada de malo en una buena historia. Puede ser profunda, hermosa y entretenida, tanto en sus aspectos sublimes como en su horror. Una buena historia, generalmente, tiene complejidad, misterio, éxito y fracaso; y una verdadera historia tiene una resolución final que la unifica.

Ciertos individuos, en ciertos momentos de su vida, reconocen que no la quieren. Al menos la parte de la historia que no les gusta, que les pesa y que les mantiene identificados con algo menos de lo que anhelan ser.

Puede haber muchos intentos de ver la crónica personal individual bajo una luz mejor. Tal vez, incluso, pueda ser vista desde la perspectiva de la verdad. Esto es glorioso y maravilloso, porque, en una vida mejor, uno deja de identificarse como víctima y empieza a reconocerse como héroe o heroína, o incluso, posiblemente, como "un ser iluminado".

La mayoría de los que leéis esto estáis en una posición especial. Con relación a la carga de vuestra vida a los seis años, o a los dieciséis, estáis en el cielo o al menos habéis vislumbrado el estado celestial. Como mínimo lo habéis visitado y reconocéis: "Aquí es donde quiero vivir. El cielo. Porque en esta tierra prometida me dan la bienvenida. Soy ungido, glorificado, adorado y reconocido como el propio hijo de Dios". Esta es una historia preciosa, y no se la quiero quitar a nadie, excepto para los propósitos de nuestra investigación. La verdadera indagación revela lo que está más allá del cielo y del infierno. Mi maestro me pidió que te aportara esta oportunidad de investigar.

Te estoy pidiendo que averigües cuál es tu historia actual. Si aún hay agresión, victimismo o heroísmo -alguien que te haga algo, o que haga algo por ti, o incluso contigo; cualquier escenario de escape, de logro, de ganancia, de pérdida- reconócelo como un punto de vista y di la verdad al respecto.

Esta historia puede ser sutil, y en su sutileza es donde reside su gran poder. En tu voluntad de decir la verdad, ves la historia que se está contando una y otra vez, la crónica basada en un individuo particular llamado "yo". Tiene muchos sabores, colores y sensaciones y es exquisita por derecho propio. Pero no es verdad. "Yo" no existe. El "yo" ha sido fabricado durante al menos tantos años como los años que ese cuerpo concreto que identificas como "mío" ha existido en el planeta. Ha sido producido total, completa y arbitrariamente.

Para oír esto, para realmente oír esto, debes aceptar la invitación a dejar caer toda la historia y preguntarte: Si todo es una elaboración, un montaje, si el "yo" no existe, ¿qué es real? ¿Quién soy yo? ¿Qué es verdad? ¿Qué perpetúa la historia de "yo"? El deseo impulsa la historia.

Aunque puede haber un afán de soltar la historia, de ver qué es verdad, también hay un ansia de seguir fabricándolo. Es imprescindible reconocer esto. El deseo de continuar con la historia, tanto si ha sido visto como si no, se basa en el miedo a no ser nada. Este miedo está apoyado por la creencia de que si sueltas la biografía que has contado tan diligentemente a lo largo de esta vida, no serás nada, morirás. Será el final de ti.

Si miras con cuidado, verás el esfuerzo consciente, sutil pero poderoso, de mantener la "yoidad" en su lugar. Tal vez ahora sea un "yo' iluminado, pero sigue siendo un "yo". Tienes miedo de que, si no haces un esfuerzo consciente, el cuerpo tal vez se desintegre. Tienes miedo de que si el organismo desaparece, tú también desaparezcas.

En la medida en que hay miedo, en esa misma medida, hay una identificación errónea con tu historia, como si ella fuera la verdad sobre ti. En la misma proporción en que hay identificación entre tu historia y la verdad sobre ti, hay sufrimiento, porque tú no eres una historia. La historia es una mentira, y una mentira es una carga. Un lastre que se mantiene cada mañana, cada día, cada noche. Tal vez al anochecer dejes la mentira de lado para poder dormir profundamente, pero en cuanto el cuerpo despierta la retomas. La historia se aumenta, decora, reordena, fija, equilibra y mejora: se convierte en una carga mejor. No hay nada malo en esto. Si vas a dejarte entretener por una historia, entonces sí, equilíbrala, enderézala, decórala. Pero, generalmente, lo que ocurre es que la historia se convierte en un objeto de adoración, bien en nombre del odio a uno mismo o en el del narcisismo. Entonces "mi" historia se convierte en una carga de sufrimiento.

El primer reto consiste en reconocer que la estás contando.

Seguidamente, el desafío es estar dispuesto a dejar de narrarla, en estar presto a morir y, al hacerlo, en estarlo a no ser nada en absoluto. Entonces eso que hemos llamado Ser, o Verdad, o Dios se revela como esa misma nada en absoluto. Te reconoces a ti mismo como esa no-cosa, como nada.

No estoy hablando de la nada tal como la mente escucha esta palabra, como algún tipo de vacío nihilista, plano, muerto. La pura nadeidad es inteligencia consciente. El niño no conoce su nombre y, por tanto, no se relaciona consigo mismo como nombre. Lo hace como inteligencia consciente. La historia del niño pequeño, del adolescente y del humano maduro es la historia del emerger, de la adoración, de la carga y de la liberación del "yo" —fin de la historia— y vuelta a la inteligencia consciente. Se trata de conocerse conscientemente como la inteligencia consciente en la que todos los "yoes" aparecen y desaparecen.

Muchos individuos han despertado a la verdad de que la conciencia individual es inseparable de la universal. Entonces, lo que pueda quedar del impulso de la aparente conciencia individual se ha ido a un convento o se ha aislado de la sociedad. Durante un tiempo, mientras tuvo lugar la absorción de la aparente conciencia individual de Ramana en la conciencia pura del Ser universal, este tuvo que ser alimentado. No había un interés por mantener su cuerpo vivo. Mi profesor Sri H. W. L. Poonjaji (Papaji) tendió el puente entre la vida del sadhu —una vida retirada de las interacciones con la sociedad— y la vida de una persona activa. Papaji vivía fuera del ashram protegido. Tenía una familia, y un trabajo, y mantenía interacciones cotidianas con otras personas de mentalidad muy diferente, sabiendo en todo momento que él era la totalidad de todo ello.

No sé cuál es el destino de tu vida. Pero, tanto si la vives como un ermitaño como en medio del mercado, estás plenamente capacitado para reconocer la verdad de tu "nadeidad" inherente.



Extracto del libro:
Libertad y resolución
Gangaji
Imágenes tomadas de internet

lunes, 22 de noviembre de 2021

FORZAR LA VIDA PARA QUE ENCAJE CON CONCEPTOS


En la cultura occidental se nos educa para saber lo que vendrá a 
continuación y para intentar conformarlo en función de nuestros deseos.

Por eso hay tanto sufrimiento, porque tratamos de forzar la vida para que encaje con un concepto particular. Después buscamos a quien esté de acuerdo con ese concepto y luchamos contra quien esté en desacuerdo con él. Pero aunque salgamos victoriosos de nuestra lucha, nos sentimos insatisfechos, sin plenitud.

"Esperar y ver" no significa necesariamente que te quedes sentado en el sofá y no te muevas más ni tampoco que te levantes del sofá y te muevas.

Es mucho más profundo que eso. Una vida activa puede ser vivida en actitud vigilante, y también una vida inactiva puede ser vivida de la misma manera.

Habrá muchas comprensiones. Habrá muchas revelaciones y experiencias cada vez más profundas. Y, en medio de todo ello, mantente vigilante a lo que no se ha movido, a lo que siempre ha sido pleno, radiante e impoluto. Las comprensiones serán aún más profundas. Disfrútalas cuando vengan, diles adiós al pasar y mantente vigilante a lo que no se ha movido, a lo que no se ha desvanecido en la experiencia de pérdida, a lo que no ha aumentado con la experiencia de ganancia.

Sé vigilancia. La alegría más profunda de la experiencia humana es mantenerse vigilante. No es una tarea. Es pura dicha. Una dicha que se mantiene despierta y vigilante a lo que nunca se mueve, a lo que siempre está presente. Sé eso. Entonces verás esta entidad de tu vida actual desplegarse exquisitamente, como se abre una flor. Cuando empiece a morir, morirá con elegancia, como muere una flor. No tienes que sumergirla en cera a fin de conservarla para siempre. La muerte no es el enemigo. El miedo a la muerte es el adversario. Es el resultado de haberte identificado erróneamente como una entidad particular. Tu verdadera identificación es el cielo del Ser.



Extracto del libro:
Libertad y resolución
Gangaji
Imágenes tomadas de internet

miércoles, 27 de octubre de 2021

LA VIGILANCIA: LA LLAMADA A UNA RENDICIÓN MÁS PROFUNDA


Muchas personas afortunadas y agraciadas han podido gustar o tener un 
vislumbre de lo inmortal, del Ser eterno. A partir de esa experiencia surge la pregunta: "¿Qué viene ahora?" O,"¿qué debería hacer ahora?" "¿Qué debería hacer con esto?" "¿Qué hago con esto?" Estas preguntas indican que se necesita una rendición más profunda. Siempre hay una invitación a ello. Esta capitulación es vigilancia.

A menudo no se entiende qué es esta. Generalmente, lo que se considera vigilancia es una cuidadosa supervisión o seguimiento por parte del superego. Estoy seguro de que eres consciente de este tipo de revisión: ¡Oh!, no debería haberlo hecho así. No debería haberlo dicho así. No debería haber pensado eso. Debería haberme rendido. Esta supervisión o monitorización no es vigilancia, sino una imitación de la vigilancia.

Vigilancia viene de la palabra "vigilia", que significa "guardar vigilia". 

Guardar vigilia es un tipo de adoración. La vigilancia es una vigilia sagrada, serena y pacífica ante la llama de la Verdad.

Mantén la vigilia mientras quepa la posibilidad de que percibas a alguien separado de la Verdad, mientras sigas desactivando los viejos deseos, mientras quede un aliento en tu cuerpo.

Asumiendo que es probable -o, al menos, posible- que te percibas separado de la Verdad, tienes la oportunidad de mantenerte vigilante ante Su llama.

Si te mantienes muy alerta descubrirás que no estás separado de Ella. ¿Y qué viene después de eso? Una vigilancia aún más profunda, descubrimientos más internos. El verdadero descubrimiento no tiene fin. Lo que sí podría acabar es tu preocupación por quien creías ser: tu cuerpo, tus pensamientos y tus emociones. De hecho, la preocupación sólo continúa mientras sigues alimentándola.

Nutre tu cuerpo. Hacerlo no es gran cosa. Pero sustentar tus pensamientos sí que es muy importante y tus emociones, muy relevante.

Deja de alimentar tus pensamientos y emociones, contempla lo que no necesita ser nutrido para existir. Mantente vigilante a eso. Ríndete a ello.

Si te ha atravesado la flecha de la verdad y lo sabes, si has tenido esta experiencia, entonces también conoces los pensamientos arrogantes que pueden surgir: "Bueno, sé que soy uno con la Verdad, entonces, ¿quién queda ahí para mantener la vigilancia?" Probablemente te has dicho esto, ¿correcto? Y entonces, de repente, vuelven el sufrimiento y el lamento: "¡Lo he perdido! ¿Cómo ha podido ocurrir?". La vigilancia corrige la percepción y la experiencia de perder lo que no puede ser perdido.

No estoy hablando de esfuerzo. No estoy hablando de que la vigilancia sea un hacer. Estoy hablando de ser vigilancia y de reconocer que es natural serlo. Eres pura conciencia. La conciencia se mantiene vigilante de manera natural, lo hace hacia sí misma, y en realidad siempre es consciente de sí misma.

Cuando el cuerpo está profundamente dormido y no hay puntos de referencia ni impresiones sensoriales, cuando no hay percepción de él ni de ningún otro elemento mental, emocional o físico, sigue habiendo conciencia consciente de sí misma, y eso es la dicha. Es la dicha del sueño profundo. Cuando el organismo despierta y vuelves a percibir las cosas, sabes que ha habido una experiencia profunda y sin objetos. No tienes ninguna impresión sensorial de ella, pero lo sabes porque la conciencia de ella sigue estando presente. A medida que aparecen los objetos, nuestro condicionamiento tiende a fijarse en ellos y a pasar por alto ese profundo alimento que siempre está presente. Vigilancia es la conciencia de lo que no desaparece cuando aparecen los objetos. Tanto si estos son exquisitos como si son horribles o mundanos, siempre está presente una conciencia que es consciente de sí misma, una conciencia que es consciente de sí misma, sean esos objetos emocionales, mentales o físicos.

La vigilancia pura debe ser reconocimiento fácil, porque de otro modo hay un practicar la vigilancia, y eso ya es no estar vigilante. Cuando oigas el pensamiento: "Ahora voy a practicar la vigilancia", pregúntate quién está haciéndolo. Esto es autoindagación directa. Verás que allí no hay nadie, que sólo hay vigilancia. Entonces constata que es muy natural ser consciente de los objetos que pasan, y que también es ser consciente del que es consciente, es decir, ser consciente tanto de los objetos que pasan como de uno mismo.

Descansa en la vigilancia y ve. Simplemente espera y ve. Ve cuál es el destino del cuerpo. Ve cuál es el impulso de esta vida. Habrá objetos que pasarán ante el altar de la vigilancia: deja que pasen como nubes. Las nubes no son un problema, ciertamente no lo son desde el punto de vista del cielo.

Tú eres el cielo. No eres una entidad que está mirando al cielo. Eres el cielo mirando a la entidad aparente.

Suponer que la vigilancia es una carga es una equivocación. La verdadera carga es negar que eres la conciencia misma. La idea de que la vigilancia es una carga viene de la práctica espiritual. Se te conmina a que practiques. 

Tienes que mantener tu práctica. No sé de dónde viene la palabra "práctica", pero está mal empleada, porque practicar significa hacer algún tipo de preparativo para un suceso real. Practicas para el partido de fútbol.

Practicas para tu recital. No puedes practicar para la vida. La vida es ahora mismo. De modo que no uso la palabra practicar cuando hablo de vigilancia. Estoy hablando de ser vigilancia. Sé ello ahora. Tú ya eres eso.

Reconócete como tal, y mantente vigilante a tu verdadera naturaleza.

Después ve. Sin buscar nada, ve.



Extracto del libro:
Libertad y resolución
Gangaji
Imágenes tomadas de internet

sábado, 29 de mayo de 2021

LA ELECCIÓN ES TUYA


Después de siglos de contar la historia de la separación de Dios, parece que 
esa narración no ha sido elegida por nadie. Aparenta eso, pero no es así.

Simplemente has seguido escogiendo el relato trasmitido por tus antepasados, por tus vidas pasadas, por tus errores y deseos anteriores. Pero lo que tú eres es aquello que está más allá de cualquier elección.

La elección reside en nuestra capacidad mental de negar esta verdad o aceptar. Esta elección es el libre albedrío: la libertad de elegir. No tienes libre albedrío con respecto a quién eres. Eres eso plena y completamente.

Pero tienes libre albedrío con relación a los poderes de la mente y de la imaginación. Puedes actuar como si no fueras quien eres. Puedes actuar como si casi lo fueras, pero no del todo. Puedes llevar a cabo todo tipo de variaciones y permutaciones al elegir o negar quien eres.

Has jugado a esto durante siglos y, por fin, acabas cansándote de jugar, porque este juego es limitado. A pesar de todo su despliegue, a pesar de toda su belleza, a pesar de todo su dolor, el juego es limitado porque se basa en la suposición de que, de algún modo, estás separado de la Verdad, de la comprensión, del amor, de Dios. Todo el juego se basa en la suposición de la separación, y esta presunción raras veces se investiga. Se cree que esta hipótesis es real, y a partir de ese momento el juego se complica mucho.

Te invito a ver quién está jugando en realidad.

De manera natural, tú eres conciencia. Lo que llamamos "Dios" es conciencia suprema. Eres uno con Dios de manera natural. Eres la Verdad de manera natural. Todo el resto no natural. Es posible que sea normal, pero no natural. Puede que sea habitual, pero no es natural. Incluso el juego tiene su propósito, porque al creer en el juego y en la normalidad no natural que lo caracteriza, cabe la oportunidad de que te imagines perdido, de que experimentes el dolor y el sufrimiento de estar extraviado, de estar expulsado, de estar separado de Dios. Entonces, esa imaginación, ese juego con todo su dolor, puede generar el anhelo de reunirse con la Verdad en toda su gloria.

Si descubres que das por sentada la verdad de que eres conciencia, de que eres uno con Dios, de que eres la Verdad, ese dar por sentado es una especie de trance o estado de sueño en el que un día imaginarás que estás separado, que estás perdido, y la búsqueda comenzará de nuevo.

En la invitación que extiende Ramana, la llamada a la autoindagación directa, tienes la oportunidad de averiguar quién está perdido, quién se siente separado. No encontrarás a nadie. Nadie está perdido. La persona perdida fue fabricada en la mente para que comenzara el juego. Si has tomado la resolución de investigar intensamente de manera fresca y completa, en lugar de seguir durmiendo y creyendo en la supuesta separación, entonces te encontrarás a ti mismo como esa misma conciencia en la que jugador, buscador, unión y separación aparecen y desaparecen.



Extracto del libro:
Libertad y resolución
Gangaji
Imágenes tomadas de internet
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