Observa al vacío monarca de la mente; misterioso, sutil, insondable, carente de forma y de sustancia y, sin embargo, con gran poder espiritual, capaz de extinguir mil problemas y de perfeccionar diez mil virtudes. Aunque vacío en esencia, puede ser un guía. Si lo observas no tiene forma; si lo llamas, tiene una voz. Actúa como un gran líder espiritual; como una disciplina mental que transmite las escrituras.
De manera parecida a la sal en el agua, como la sustancia adhesiva del color, no cabe duda de que está allí, aunque no puedas ver su forma; así es el monarca de la mente; morando en el interior del cuerpo y saliendo y entrando a través de los sentidos responde libremente a los seres según sus diferentes estados, sin nada que se lo impida, triunfando en todo cuanto lleva a cabo.
Cuando comprendes lo fundamental, percibes la mente; cuando percibes la mente, ves a Buda. La mente es Buda y Buda es la mente. Al ser consciente de la mente búdica, la mente búdica es consciente de Buda. Si quieres realizarte pronto, disciplina tu mente, regúlate a ti mismo. Una vez purificados los hábitos y la mente, la mente misma es Buda; no existe otro Buda que el monarca de la mente.
Si quieres alcanzar la Budeidad, no permitas que nada te oscurezca. Aunque la esencia de la mente sea el vacío, la sustancia de la codicia y de la ira tiene solidez. Para entrar por la puerta que conduce a la fuente, siéntate con el cuerpo erguido y sé Buda. Una vez alcanzada la otra orilla, obtendrás las perfecciones.
Si buscas el camino, observa tu propia mente. Al hacerlo descubrirás que Buda está dentro de ti, y dejarás de buscarlo fuera, la mente es Buda, y Buda es la mente. Si tu mente es clara, percibes a Buda y comprendes la mente que percibe. La mente no está separada de Buda y Buda no está separado de la mente. A no ser por Buda, todo sería insondable; nada se podría comprender.
Si te apegas a la vacuidad, y permaneces en la quietud, fluctuarás hasta llegar a hundirte: la mente de los budas y bodisatvas no permanece en este estado. Las personas elevadas que han conseguido aclarar su mente comprenden este místico mensaje; al sublimar el cuerpo y la mente de modo natural, sus acciones se vuelven inmutables. De ahí que el sabio libere su mente para que sea libre e independiente.
No digas que el monarca de la mente carece de naturaleza esencial; de hecho, puede hacer que el cuerpo físico lleve a cabo acciones incorrectas o correctas. No es ni el ser ni el no-ser, se oculta y manifiesta con absoluta libertad. Aunque la mente en esencia sea vacía, puede ser vulgar o santa: por lo tanto te animo a que la cuides con gran esmero, un momento de extravío y puedes volver a fluctuar y hundirte.
El conocimiento de la pura y clara mente es equiparable al valor del amarillo oro para el mundo; todo el tesoro espiritual de sabiduría está en el cuerpo y en la mente. El tesoro espiritual no-creado no es ni superficial ni profundo. Los budas y bodisatvas comprendieron esta mente primordial; para los que tienen la suerte de encontrarla, no pertenece al pasado, ni al futuro, ni al presente.
Fu Shan-hui (487-569)
Extracto del libro:
Las enseñanzas del ZEN
Thomas Cleary
Fotografía de internet
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