lunes, 18 de noviembre de 2019

CONTROLAR TODO


Muchas personas vienen a verme para decirme que les gustaría liberarse de la desdicha, pero no están dispuestas a pasar a un estado de descontrol. También quieren controlar la alegría. Siempre quieren controlar. Quieren ser siempre el amo, el jefe. Eso es imposible. El jefe tiene que marcharse. La alegría no estallará dentro de ti hasta que haya desaparecido todo control. La alegría no se somete a ningún control; es salvaje.

El éxtasis es salvaje; no puedes controlarlo. Tienes que perder todo control. Tienes que lanzarte al abismo, y es un abismo insondable. Caes y caes y nunca llegas al fondo porque la alegría no tiene fin. Es un proceso interminable, eterno. Y tan enorme que, ¿cómo vas a controlarlo? La sola idea parece absurda. Cuando bailes enloquecidamente, cuando cantes enloquecidamente, cuando sientas una alegría sin control, sin tu presencia, cuando tu alegría sea plena, desbordante, cuando te sientas inundado por ella y abandones todo control, verás un milagro. La vida y la muerte bailarán juntas, porque desaparecerá toda dualidad. Si tú estás dividido, aparece la dualidad. Si no estás dividido, desaparece la dualidad.

Cuando estás desdoblado, el mundo entero se desdobla. Es tu propio desdoblamiento lo que se proyecta en la pantalla del universo. Cuando no estás desdoblado, sino en un estado integrado, único, orgánico, orgásmico, desaparece toda dualidad. Entonces vida y muerte no son dos, dos opuestos, sino complementarios que bailan juntos, de la mano.

Entonces el bien y el mal no son dos: bailan juntos, de la mano. Entonces materia y consciencia no son dos. Eso es lo que ocurre en tu interior: el alma baila con el cuerpo; el cuerpo baila con el alma. No son dos. Son uno, absolutamente uno, manifestaciones de la unidad. El cuerpo no es sino el alma visible, y el alma no es sino el cuerpo invisible.

Y Dios no está allá arriba, en los cielos. Está aquí, ahora, en los árboles, las piedras, en ti, en mí, en todo. Dios es el alma de la existencia, el núcleo invisible más recóndito. Lo interior baila con lo exterior. Lo sublime baila con lo blasfemo. Lo sagrado baila con lo profano y el pecador con el santo.

En cuanto te haces uno, toda dualidad desaparece de repente. 

Por eso digo que una persona realmente sabia también es estúpida; tiene que serlo, porque la estupidez y la sabiduría bailan juntas. Y un verdadero sabio, un verdadero santo, es también un sinvergüenza; tiene que serlo, no se puede evitar. Dios y el diablo no son dos. ¿Os habéis parado a pensar en la palabra «diablo»? Deriva de la misma raíz que «divino»; son de la misma raíz, del sánscrito «diva», del que deriva «deva», y de ahí «divino» y «diablo».

En el fondo, el árbol es uno. Las ramas son muchas, moviéndose en diferentes direcciones y dimensiones; las hojas, millones. Pero cuanto más profundizas, llegas a un árbol único, uno solo.

Cuando bailas, todo baila contigo. Sí, el antiguo dicho es cierto: cuando lloras, lloras solo; cuando ríes, el mundo entero ríe contigo.

Cuando eres desdichado, estás separado de todo lo demás.

La desdicha te separa; la separación te hace desdichado. Ambas cosas van juntas; forman un solo paquete. Siempre que te sientes desdichado, de repente te separas. Por eso el ego no puede permitirse ser feliz, porque si eres feliz el ego deja de existir, dejas de ser alguien aparte. El egoísta no puede permitirse ser extático. ¿Cómo va a permitírselo? Porque en el éxtasis el ego no está. Es demasiado para él.

Prefiere seguir sufriendo. Provocará mil y una desdichas a su alrededor para seguir estando ahí. ¿Lo has observado? Cuando eres realmente feliz, tu ego desaparece. Cuando eres realmente feliz, sientes de repente una profunda unidad con el todo. Cuando eres desdichado quieres estar solo; cuando eres feliz quieres compartir.



Bibliografía: 
Alegría: Osho
Fotografía tomada de internet

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