Por los caminos anduvo Isaac Libenson, sin casa ni documentos.
De profesión, justiciero: a su paso iba dejando líos, sindicatos y cooperativas. Nunca salió de pobre, ni le interesó ese asunto.
Una medianoche de 1929, en Buenos Aires, nació su hijo Carlos, así llamado en homenaje a cierto barbudo profeta. Seis años después, cuando las profecías del profeta empezaban a cumplirse y estaba crujiendo el mundo, llegó la hora de enviar al hijo a la escuela:
—Vamos a esperar un poco —dijo Isaac—. El socialismo no puede demorar, y así el pibe recibirá una educación solidaria.
—Prefiero un burro capitalista —decidió la mujer, y al día siguiente envió al hijo a la escuela del barrio.
El socialismo todavía no había llegado un par de años después, cuando Isaac fue expulsado de la Argentina. Entonces se marchó a pelear a la guerra de España, con toda la familia.
Tomado de:
Cuentos de Galeano en la Jornada
Eduardo Galeano
Fotografía de internet
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