Sin el pensamiento lúdico viviríamos atrapados en la desdicha. El humor obra como un agente de cambio de alto poder porque nos permite satirizar la vida y ver el lado tragicómico de nuestra existencia. Se opone a la solemnidad, la amargura, lo sombrío, lo sesudo, lo aburrido, lo circunspecto, lo encapsulado, lo perfeccionista, lo monótono, lo severo, es decir, a cualquier estilo de vida basado en la formalidad extrema. El pensamiento lúdico es una virtud alegre que siempre acompaña a la sabiduría.
El pensamiento lúdico te permite:
- No tomarte tan en serio a ti mismo y ser menos engreído.
- Vivir más, potenciar tu salud y mejorar tu calidad de vida.
- No caer en la amargura y la monotonía.
- Fomentar tus procesos creativos.
- Incrementar tu curiosidad.
- Disminuir los «debería» y cualquier otra palabra que denote obligación y que te impida vivir alegremente.
- Aprender a tomar distancia de tus problemas personales para verlos desde una nueva perspectiva.
- Ser más optimista y dejar a un lado el pesimismo crónico.
- Vencer el perfeccionismo y superar el miedo a equivocarte.
- Ser más espontáneo y darte permiso para que tu yo se fortalezca.
- Hacer del humor un estilo de vida más libre y satisfactorio.
- Discriminar cuándo algo es verdaderamente importante y cuándo no lo es.
Extracto del libro:
El arte de ser flexible
Walter Riso
Fotografía tomada de internet
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