Germán tomaba todos los días el mismo autobús para ir a su trabajo. Una parada después de la suya, siempre subía una anciana y se sentaba al lado de una ventana. La anciana abría una bolsa y durante todo el trayecto iba tirando algo por la ventana.
Como todos los días hacía lo mismo, Germán, muy intrigado, se acercó a ella y le preguntó qué era lo que tiraba por la ventana.
—Son semillas —le dijo la anciana.
—Pero las semillas caen encima del asfalto, las aplastan los coches, se las comen los pájaros... ¿Cree que sus semillas germinarán al lado del camino?
—Seguro que sí. Aunque algunas semillas en efecto se pierdan, algunas más acabarán en la cuneta y, con el tiempo, germinarán.
—Pero tardarán en crecer, necesitan agua...
—replicó Germán.
La anciana siguió con su tarea y Germán se fue a trabajar pensando que la anciana había perdido un poco la cabeza.
Unos meses después, yendo para su oficina, al mirar Germán por la ventana vio todo el camino lleno de flores. Todo lo que veía era un colorido y florido paisaje. Se acordó de la anciana, pero hacía muchos días que no lo había vuelto a ver. Preguntó al conductor: —¿Y la anciana de las semillas?
—Pues ya hace un mes que murió —contestó el chofer.
Germán volvió a su asiento y siguió mirando el paisaje. “Las flores han brotado, se dijo, pero ¿de qué le sirvió a la anciana su trabajo? No ha podido ver su obra”.
De repente, oyó la risa de un pequeño. Era una niña que señalaba entusiasmada las flores.
—¡Mira, papi, cuántas flores bellas!
Dicen que Germán, desde aquel día, hace el viaje desde su casa al trabajo con una bolsa de semillas.
¿No es sembrar flores lo que hacen los educadores? Ellos, los maestros, los profesionales de la enseñanza, no pueden ver cómo crecen las semillas plantadas, las esperanzas diseminadas en el corazón de los adolescentes que llenan sus clases. Pero algo hicieron para ello.
Y como los padres son, o deberían ser, los grandes educadores, también ellos pensarán en el potente significado de esta historia. Porque educar es sembrar caminos.
Extracto del libro:
La culpa es de la vaca 2a parte
Lopera y Bernal
Fotografía de Internet
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