Ernestina vivía en una granja en el campo.
Un día, su padre le pide que lleve un barril lleno de maíz hasta el granero de una vecina. Ernestina agarra un barril de madera, lo llena de granos hasta el borde, le clava la tapa y se lo ata colgando de los hombros como si fuese una mochila. Una vez afirmadas las correas, Ernestina parte hacia la granja vecina.
En el camino se cruza con varios granjeros. Algunos notan que hay un agujero en su barril y que una hilera de granos cae del tonel sin que Ernestina lo note. Un amigo de su padre comienza a hacerle señas para explicarle el problema, pero ella entiende que es un saludo, así que le sonríe y agita su mano en señal de amistad. De inmediato, los otros granjeros le gritan a coro:
—¡Estás perdiendo el maíz!
Ernestina se da vuelta para ver el camino, pero como los pájaros han estado levantando cada grano perdido casi antes de que tocara el piso, al no ver nada, la niña cree que los vecinos bromean y sigue su camino.
Más adelante, otra vez un granjero le dice:
—¡Ernestina, Ernestina! ¡Estás perdiendo el maíz, los pájaros se lo están comiendo!...
Ernestina se da vuelta y ve los pájaros que revolotean sobre el camino, pero ni un grano de maíz.
Entonces continúa su trayecto con el maíz perdiéndose por el agujero del barril.
Cuando Ernestina llega a su destino y abre el barril, ve que aún está lleno de granos de maíz hasta el mismo borde.
Uno puede pensar que es sólo una parábola para estimular a los mezquinos a dar, para conjurar su temor
al vacío, y que el cuento es sólo una alegoría.
Y sin embargo, respecto del amor, nunca me vacío cuando amo.
Es mentira que por dar demasiado me pueda quedar sin nada.
Es mentira que tenga que tener sobrantes de amor para poder amar.
Ernestina es cada uno de nosotros.
Y este maíz es lo que cada uno de nosotros puede amar.
La inagotable provisión de amor.
Esto es:
No nos vamos a quedar sin maíz para los pájaros si queremos llegar con maíz al granero.
Ni nos vamos a quedar sin maíz para nosotros si les damos a los pájaros.
No nos vamos a quedar sin posibilidad de amar a los otros si nos amamos a nosotros mismos.
En verdad, nosotros tenemos para dar inagotablemente, y nuestro barril está siempre lleno, porque así
funciona nuestro corazón, así funciona nuestro espíritu, así funciona la esencia de cada uno de nosotros.
Sea como fuere, saberme, liberarme y quererme, ¿no me deja al margen de la solidaridad?
Del libro:
El Camino de la Auto-Dependencia
Jorge Bucay
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