Una madre podría amar más a un niño y menos al otro. Hay favoritos, porque la madre también es humana. No puedes esperar que ame de forma absolutamente igual; no es posible.
Los niños son muy perspicaces. De inmediato son capaces de ver que alguien es más o menos querido, y que la pretensión de la madre de amarlos por igual es falsa. Entonces surge un conflicto, una lucha y una ambición internas.
Cada niño es diferente. Alguien tiene mucho talento, otro no. Alguien tiene talento para la música, otro no. Alguien tiene talento para las matemáticas, otro no. Alguien es físicamente más hermoso que el otro o uno posee un determinado encanto de personalidad que al otro le falta. Entonces surgen más y más problemas, y se nos enseña a ser amables, nunca a ser sinceros.
Si a los niños se les enseñara a ser sinceros, lo combatirían luchando, y luchando lo eliminarían. Estarían enfadados, se pelearían y se dirían cosas duras, y entonces habrían terminado, porque los niños se desprenden de las cosas con suma facilidad. Si están enfadados, estarán airados, encendidos, casi volcánicos, pero al siguiente instante se toman de la mano v todo queda olvidado. Son muy sencillos, pero no se les permite esa sencillez. Se les dice que sean amables, a cualquier precio. Se les prohíbe estar enfadados con el otro: «Es tu hermana, es tu hermano. ¿Cómo puedes estar enfadado,».
Esas iras, esos celos y esas mil y una heridas se van acumulando. Pero si puedes enfrentarlo con ira o celos verdaderos y puedes permitirte el expresarlo... inmediatamente después, siguiendo su estela, surgirá un amor v compasión profundos. Y eso será lo auténtico.
Del libro:
DÍA A DÍA
OSHO
Día 85
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