martes, 30 de junio de 2020

RESPETADOS COMO REYES


LA CAUSA DEL SUFRIMIENTO


Estar vivo en forma humana muchas veces es considerado una experiencia difícil. Luchamos y sufrimos y rara vez nos sentimos bien con el mundo y con nosotros mismos. ¿Qué es esta sensación de dificultad? ¿Qué causa esta sensación de dificultad y dolor? ¿Cuál es la fuente de nuestro sufrimiento? ¿Qué significa sufrir?

Cada momento está lleno de una sinfonía de sensaciones, pensamientos y sentimientos. Tome un momento y note todo lo que sucede ahora mismo: sonidos, sensaciones visuales, táctiles, olores, sensaciones internas, pensamientos, sentimientos, presión, deseos y añoranzas. Es imposible reunir una lista de todo lo que experimenta en cada momento porque son tantas cosas. Y todo ello cambia constantemente, convirtiéndose en una nueva serie de sensaciones, pensamientos y sentimientos.

Las emociones crudas y pensamientos que surgen al azar en cada instante, frecuentemente están acompañadas por una reacción interna ante lo vivido. La mayor parte del tiempo, estamos ocupados internamente intentando rechazar o controlar la experiencia del momento.

Esta actividad interna requiere mucho esfuerzo e involucra una lucha contra algo que experimentamos, ya sea de modo externo o interno.

Este esfuerzo interno es la fuente verdadera de todo nuestro dolor y sufrimiento.

Esta es una buena noticia, ya que significa que ninguna experiencia o sensación por sí sola puede causarnos sufrimiento. Tenemos que resistirla o luchar contra ella para que se torne dolorosa. Si simplemente nos permitimos estar realmente conscientes de la experiencia o de la sensación que experimentamos sin luchar contra ella, el sufrimiento y dolor desaparecen.




Extracto del libro:
Eso es eso
aka Nirmala
Fotografía tomada de internet

lunes, 29 de junio de 2020

CICLOS DE ÉXITO Y DE FRACASO


¿ES QUE NO HA NADA MÁS?


Pregunta 11:
¿Es que no hay nada más?
La vida me parece vacía, sin sentido. No dejo de pensar que tiene que haber algo más. Quiero que haya algo más.

Hay mucho más, infinitamente más, pero tu deseo erige una barrera para que no lo consigas. El deseo es como un muro que te rodea; la ausencia de deseo te abre una puerta.

Ésta es una de las leyes más paradójicas de la vida, pero también una de las más fundamentales: desea algo y lo perderás; no lo desees y lo obtendrás.

Dice Jesucristo: «Busca y hallarás», Buda dice: «No busques, porque no encontrarás». Dice Jesucristo: «Pide y se te concederá». Dice Buda: «No pidas, porque así no te será concedido». Jesucristo dice: «Llama a las puertas, y se te abrirán». Buda dice: «Espera… observa…». Las puertas no están cerradas. Si llamas, el hecho mismo de llamar demuestra que estás llamando a otro sitio —a una pared—, porque las puertas están siempre abiertas.

Jesucristo fue un iluminado, como Buda, ni más ni menos iluminado. Entonces ¿por qué esa diferencia? La diferencia se centra en las personas a las que se dirigía Jesucristo. Se dirigía a personas que no estaban iniciadas, que no estaban iniciadas en los misterios de la vida. Buda se dirige a un grupo de personas completamente distintas, los iniciados, los expertos, quienes pueden comprender lo paradójico. Lo paradójico significa lo misterioso.

Dices: «Mi vida parece vacía, sin sentido…». Te parece tan vacía y absurda porque siempre ansias más y más. Olvídate de esas ansias, y sufrirás una transformación radical. En cuanto dejas de pedir más, desaparece ese vacío. El vacío es un derivado de pedir más y más, una sombra que persigue al deseo de querer más. Deja que desaparezca el deseo y mira hacia atrás: la sombra ya no está ahí.

En eso consiste la mente, en un continuo pedir más y más. No importa que tengas esto o lo otro; la mente pedirá más. Y porque no para de pedir más te sientes vacío, como si estuvieras perdiéndote muchas cosas. Y debes comprender lo siguiente: que el vacío surge porque pides más y más. El vacío no existe, es mentira, pero te parecerá muy real cuando te quedes atrapado en la red del deseo.

Has de comprender que el deseo es la causa de tu vacío. Observa esos deseos, y al observarlos desaparecerán, y el vacío con ello. Entonces te invadirá una profunda satisfacción. Te sientes tan pleno que te desbordas. Tienes tanto que empiezas a compartir, empiezas a dar, a dar por el puro placer de dar, sin ninguna otra razón. Te conviertes en una especie de nube henchida de lluvia: el agua tiene que caer en alguna parte. Caerá incluso sobre las piedras en las que no puede crecer nada; caerá aquí y allá. La nube no va a preguntar si tiene que caer en este sitio o en el otro. Estará tan cargada de lluvia que descargará el agua donde sea.

Cuando desaparece el deseo, tu dicha es tan plena, te sientes tan contento, tan pleno de plenitud, que empiezas a compartir. Sucede porque sí. Y entonces la vida empieza a tener sentido, empieza a tener significado. Entonces surgen la poesía, la belleza, la gracia. Entonces surgen la música, la armonía… Tu vida se convierte en una danza.

Como el vacío y el sinsentido es algo que tú has hecho por ti mismo, también puedes deshacerlo. Dices: «No dejo de pensar que tiene que haber algo más». Eso es lo que crea el problema. Y yo no digo que no haya nada más; desde luego que lo hay, mucho más de lo que te imaginas. Yo lo he visto, lo he oído, lo he experimentado… ¡Hay mucho más, infinitamente mucho más! Pero nunca te pondrás en contacto con ello si tu deseo continúa. El deseo es un muro; el no deseo es un puente. La dicha es un estado de no deseo; el sufrimiento es un estado de deseo.

Dices: «Quiero que haya algo más». Cuanto más quieras más perderás. Tú puedes elegir. Si quieres seguir sufriendo, desea más y más y te perderás más y más. Recuerda que lo eliges tú, que tú eres el responsable. Nadie te obliga. Si realmente quieres ver lo que es, no te preocupes por el futuro, no ansíes algo más. Fíjate únicamente en lo que es.

La mente pide, desea, exige constantemente y crea frustraciones porque vive de expectativas. El mundo entero padece una sensación de sinsentido, por la razón de que el ser humano pide más de lo que ha pedido nunca. Por primera vez el ser humano desea más de lo que ha deseado jamás. La ciencia le ha dado tanta esperanza, lo ha apoyado tanto para que deseara más… A principios del siglo XX reinaba un gran optimismo porque la ciencia estaba abriendo nuevas puertas y todos pensaban: «Ha llegado la era dorada; está a la vuelta de la esquina. Lo hemos conseguido. Nuestros ojos verán el paraíso sobre la tierra». Y naturalmente todo el mundo empezó a desear más y más.

El paraíso no ha descendido a la tierra. Por el contrario, la tierra se ha convertido en un infierno. La ciencia desató vuestros deseos, fomentó vuestros deseos. Fomentó las esperanzas de cumplir esos deseos, con el resultado de que el mundo entero vive sumido en el sufrimiento. Nunca había ocurrido esto. Es muy extraño, porque por primera vez el hombre posee más cosas que nunca. Tiene más seguridad, más tecnología científica, más comodidades que nunca, pero también todo tiene menos sentido. El hombre jamás ha estado tan desesperado, jamás se ha esforzado tan desesperadamente por conseguir más.

La ciencia te da deseos; la meditación te proporciona una compresión del deseo. Esa comprensión te ayuda a dejar de desear. Y de repente algo que hasta ahora estaba oculto se desvela, se manifiesta. Algo brota en tu ser, y se cumple todo lo que habías deseado, y más. Dispones de más de lo que podrías haberte imaginado, de lo que nadie había imaginado. Sobre ti desciende una dicha increíble. Pero prepara el terreno, prepara la tierra adecuada. El no desear es el terreno adecuado.

Mantente en un estado receptivo. Eres agresivo; quieres más, y eso es una agresión sutil. Sé receptivo, abierto, accesible… y tendrás derecho a todos los milagros posibles.




Bibliografía: 
Alegría: Osho
Fotografía tomada de internet

domingo, 28 de junio de 2020

CICLOS DE GANANCIA Y PÉRDIDA DE LA VIDA


IGNORANCIA PREPOTENTE


EL ASNO LASTIMADO


Había un aguador que poseía un asno de carácter desabrido y cansado de la existencia. Los fardos habían lastimado su lomo y éste inconsolable no esperaba ya más que la muerte. La falta de alimento lo hacía sufrir cruelmente y soñaba continuamente con un pienso de paja. El acicate había dejado, además, en sus costados unas llagas dolorosas. 

Ahora bien, el palafrenero jefe del palacio del sultán conocía al propietario de este asno. Un día se cruzó con él en su camino. Lo saludó y, viendo el estado de su asno, se compadeció de él. 

«¿Por qué está este asno tan demacrado? preguntó. 

—La causa es mi pobreza, respondió el hombre. También yo estoy necesitado y mi asno tiene que prescindir de todo alimento». 

El palafrenero le dijo: 

«Confíamelo unos días para que aproveche un poco las ventajas de la cuadra del sultán». 

El hombre le confió, pues, su asno y éste fue instalado en las cuadras del palacio. Allí vio unos caballos árabes, fogosos y lustrosos, provistos de un buen lecho de paja y de abundante alimento. El suelo estaba limpio y aseado. Nunca llegaba a faltar nada. Y viendo que a cada momento los almohazaban, el asno elevó los ojos al cielo y dijo: 

«¡Oh, Dios mío! Aunque sólo sea un asno, soy, de todos modos, una de tus criaturas. ¿Por qué, entonces, tengo que soportar esta miseria y estos tormentos? Paso las noches llamando a la muerte con mi deseo a causa de mi lomo baldado y mi vientre vacío. En comparación, la suerte de estos caballos me parece particularmente envidiable. ¿Es que, por casualidad, me están reservadas estas pruebas a mí solo?». 

Ahora bien, un día estalló la guerra. Los caballos fueron ensillados y partieron al combate. Cuando volvieron a la cuadra, estaban ensangrentados, heridos por todas partes por innumerables lanzazos o flechazos. Los hicieron entrar en la cuadra y los trabaron para que el herrador, provisto de su lanceta, pudiese actuar. Y éste empezó a cortar en las heridas para retirar las puntas de las flechas. Al ver todo esto, el asno se dijo: 

«¡Oh, Dios mío! A fin de cuentas, estoy satisfecho con mi estado de pobreza. Esta abundancia se vuelve pronto muy amarga. ¡Muy poco para mí! Quien busca la salvación no se aficiona a este mundo de aquí abajo. ¡Mi salvación es la pobreza!». 



150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

sábado, 27 de junio de 2020

SOLEDAD ES DEPENDENCIA, ESTAR SOLO ES INDEPENDENCIA


LAS FLORES

IV FLORES

El título de este capítulo representa las cosas del mundo que podemos perseguir despreocupadamente como vanidades incluso mientras nos acechan el tiempo y la muerte, o que podemos conscientemente utilizar constructivamente para embellecer el mundo
si nos damos cuenta de su valor. Mejor incluso que el color y la fragancia mundanas, nos dicen los aforismos, es la bondad de carácter por la cual podemos convertirnos, tal como suele decirse, en un loto exquisito que crece a partir de un montón de polvo.

1. ¿Quién conquistará la tierra
y este mundo de muerte con sus
dioses? ¿Quién reunirá palabras
acertadas llenas de verdad como el
experto que recolecta flores?

2. Será el estudioso el que
conquistará esta tierra y el mundo
de la muerte con sus dioses. Será
el estudioso el que reúna palabras
acertadas llenas de verdad como el
experto recolecta flores.

En este contexto, «estudioso» no indica la sabiduría académica sino la sinceridad y la diligencia en el estudio de lo que es verdadero.

4. La muerte se lleva al
absorto en recoger flores como la
inundación arrasa un pueblo
dormido.
5. La muerte sobrepasa al
absorto en recoger flores antes de
que haya cumplido su objetivo.

Aquí, «recoger flores» significa dedicarse a los objetos de deseo hasta el punto de despreocuparse de la naturaleza objetiva del deseo.

6. Así como la abeja toma el
néctar y se marcha sin dañar el
color o el aroma de las flores, as¡
debería actuar el sabio en un
pueblo.

Esta popular imagen budista se refiere a la vida en el mundo sin obsesiones, sin deformarlo a la fuerza por las actitudes y las conductas agresivas y codiciosas.

7. No mires las faltas de los
demás o lo que los demás han
hecho o dejado de hacer; observa
lo que tú has hecho y has dejado
de hacer.

Dahui, el famoso maestro zen, solía recomendar un proverbio equivalente a éste como medio de llegar al despertar: «No montes el caballo de los demás, no dispares el arco de los demás, no te metas en los asuntos de los demás.»

8. Como bella flor plena de
color pero carente de fragancia, ni
siquiera las palabras bien dichas
dan fruto en aquel que no las pone
en práctica.

9. Como bella flor plena de
color y también fragante, las
palabras bien dichas dan fruto en
aquel que las pone en práctica. 10.
Así como se pueden hacer muchos
tipos de guirnaldas a partir de un
montón de flores, también puede
hacer mucho bien un ser mortal.

Baste con esto para calificar el cliché popular de que el budismo es pesimista, negativo y negador del mundo. El tercer patriarca chino zen escribió: «No desprecies los seis sentidos porque los seis sentidos no son malos; al fin y al cabo, son lo mismo que el auténtico despertar.»

11. El aroma de las flores no
avanza contra el viento; ni el
sándalo ni el áloe**, ni el jazmín.
Pero el aroma del virtuoso sí avanza
contra el viento; la fragancia de su
rectitud perfuma en todas
direcciones.

12. El sándalo, el áloe, el loto
azul, el jazmín de flor grande:
hasta en medio de cosas tan
fragantes la fragancia de la
conducta virtuosa es la mejor de
todas.

13. La fragancia del áloe y del
sándalo es leve; la fragancia de la
gente virtuosa es intensa y llega
incluso hasta los dioses.

La visionaria escritura budista llamada Avatamsaka-sutra está repleta de imágenes de fragancias que simbolizan el «perfume» de la moralidad y de la bondad de carácter.

14. La afección maligna no
tiene cómo acometer a aquellos
que han perfeccionado la conducta
virtuosa, que viven vigilantes y
que se han liberado por medio del
conocimiento auténtico.

** Se trata de la madera del árbol indio Aquilaria agallocha, de carácter resinoso, que se quema para perfumar el ambiente. (N. del T.)

A propósito de la «liberación por medio del conocimiento auténtico» dijo Linji, el maestro zen clásico: «Los que estudian el budismo deberían buscar de momento la percepción y la comprensión verdaderamente auténticas. Si se consiguen la percepción y la comprensión verdaderamente auténticas, entonces el nacimiento y la muerte no nos
afectan; se es libre de marcharse o de quedarse.» Y también: «Es sumamente urgente que busquéis la percepción y la comprensión verdaderamente auténticas, de manera que podáis ser libres en el mundo y que no os confundan los espiritualistas vulgares.»

15-16. Así como el loto
fragante y delicioso crece de un
montón de polvo en el camino, así
en medio de los mortales ciegos,
que tanto se parecen al polvo,
brillan los discípulos de la
auténtica iluminación.

Para describir el viaje mayor se utiliza una imagen similar a ésta de «estar en el mundo pero no ser del mundo»; en ese viaje se «reinvierten» continuamente la liberación y la iluminación individuales en el mundo en beneficio de la gente del mundo.



Extracto del libro:
Dhammapada Buda
Imágenes tomadas de Internet
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