viernes, 5 de junio de 2020

ANALIZA TU SUFRIMIENTO


AUTENTICIDAD


Pocos son los que ven con sus propios ojos y sienten con su propio corazón.
(Albert Einstein)

Tener una visión propia es sinónimo de autenticidad, lo cual no está reñido con aprender de los demás y seguir el ejemplo de aquellos a quienes admiramos. Significa vivir conscientemente lo que decidimos y hacemos, así como tomar responsabilidad de las consecuencias.

Según el psiquiatra Enrique Rojas, la persona auténtica es aquella que tiene en sí misma su propio fundamento, que lucha por ser coherente —de pensamiento, palabra y acto—;es decir, que «la persona auténtica vive como piensa: es lo contrario de la doble vida o moral. Es rectitud, vivir con responsabilidad, ser capaz de ir contracorriente cuando el entorno social se vuelve permisivo y asoma el todo vale, el haz lo que quieras, o lo que se expresa en el lenguaje de la calle como “vive el momento y no pienses más”».

Una persona con su propia visión es sencilla y natural, sin trampas ni máscaras, pues se muestra tal como es. Esto no es fácil, puesto que la sencillez es un ejercicio de humildad que requiere esfuerzo y constancia.

Según Enrique Rojas, la autenticidad va ligada a:

  • Ser verdadero con uno mismo. «Su comportamiento es claro, nítido, y cuando dice una cosa dice lo que siente y lo hace siendo responsable de esa afirmación.»
  • Poner la verdad por delante. «El que es auténtico llama a las cosas por su nombre y es capaz de ir contracorriente aunque la mayoría diga otra cosa, evita la mentira y la personalidad múltiple, así como el cambio de chaqueta y la psicología del rumor malintencionado.»
  • Eliminar las contradicciones. «No hay verdadero progreso personal sin lucha, sin esfuerzo por limar y pulir lo que estorba, lo que no va bien. Se tarda en llegar a ser auténtico, no es un camino carretero sino empinado, pero al final del mismo se encuentra la alegría.»
  • Saber hacia dónde vas. «Tiene una orientación general en cada circunstancia para vivir desde sí mismo. Depende poco de lo de fuera y mucho de lo de dentro, de sus propios criterios. La presión externa le influye poco, y no dice que algo es verdad porque lo digan la mayoría o las estadísticas».
  • Ser íntegro. «Huye de la apariencia de dar una imagen hacia fuera y una distinta hacia dentro, sabe defender en cualquier ambiente sus ideas y creencias, aunque caigan mal, o no estén de moda, o no sean políticamente correctas. Esa es su grandeza y también su exigencia.»

Llegar a nuestro propio punto de vista, a la autenticidad a pesar de lo que los demás puedan pensar o decir, es un camino difícil y largo, pero que aporta paz mental, autonomía y la alegría de ser coherentes con nosotros mismos, dedicados a lo que nos da sentido realmente.




Tomado del libro:
Einstein para despistados
Allan Percy
Fotografía de Internet

jueves, 4 de junio de 2020

SOLAMENTE EN ESTE INSTANTE


CONVERTIRSE EN UN INSTRUMENTO PARA SATISFACER A OTROS


El sacrificio que se exige en nombre del amor puede ser una excusa para utilizar al otro para los propios fines. En muchas culturas, el usufructo realizado en nombre del amor ha sido visto como una consecuencia natural del matrimonio: si lo tuyo es mío y lo mío es tuyo, si establecemos una relación sobre la base de la despersonalización y el canibalismo afectivo e intelectual, entonces tu cuerpo es mío, tu mente me pertenece, tu libertad es parte de mi patrimonio, y viceversa. Intercambio de identidades: definitivamente tenebroso.

Tanto los golpes físicos como el maltrato psicológico afectan la dignidad. Sin embargo, mientras que el castigo físico deja marcas y queda registrado en la piel, el maltrato psicológico suele ser invisible para cualquier observador.

Juana se quejaba porque su marido la obligaba a tener relaciones sexuales cuando ella no quería. No le pegaba, sino que la hacía sentir culpable o la amenazaba con que la iba a dejar. En una cita, el esposo me comentó: "Esto no es abuso, ni violación ni nada por el estilo. Simplemente es mi mujer y tengo derechos...". El hombre había perdido el norte. ¡Obviamente era abuso! Al considerar solamente sus "pretendidos" derechos y olvidar los de su pareja, cosificaba a su mujer, la utilizaba como un objeto sexual.


Si dejas que tu pareja se aproveche de ti o te explote en algún sentido, has traspasado los límites del amor digno. Una cosa es decir que vivo con mi pareja (afirmación democrática respetuosa) y otra muy distinta que vivo mediante ella (afirmación utilitarista y manipuladora).

De todas maneras, debemos reconocer que cuando la vida está en juego, no siempre es fácil defender la dignidad, pese a que la historia de la humanidad está repleta de personas que lo arriesgaron todo antes de aceptar un trato indigno. No olvides que nadie puede utilizarte y convertirte en un instrumento sin tu consentimiento.


Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet

miércoles, 3 de junio de 2020

QUÍTATE LA ARMADURA


EXCELENTES HISTORIAS SOBRE EL ABANDONO DEL SUFRIMIENTO



Respuestas a preguntas
Pregunta 9 (continuación):


Un día vino a verme una mujer, la esposa de uno de los hombres más ricos de India, y me dijo:

—Quiero meditar, pero mi marido está en contra.

Yo le pregunté:

—¿Por qué se opone tu marido a la meditación?

Me contestó:

—Porque dice: «Te quiero como eres. No sé qué pasará después de la meditación. Si empiezas a meditar cambiarás, y entonces no sé si seguiré queriéndote, porque serás otra persona».

Yo le dije a esa mujer:

—Tu marido tiene parte de razón… Desde luego que cambiarán las cosas. Tú serás más libre, más independiente. Te sentirás más alegre, y tu marido tendrá que aprender a vivir con una mujer distinta. A lo mejor no le gustas así; quizá empiece a sentirse inferior. Ahora se siente superior a ti.

Y también le dije:

—Tu marido tiene razón. Antes de adentrarte en el camino de la meditación tienes que reflexionar, porque te aguardan muchos peligros.

No me hizo caso; empezó a meditar. Ahora está divorciada. Vino a verme hace unos años y me dijo:

—Tenías razón. Cuanto más silenciosa estaba, más se enfurecía mi marido conmigo. Nunca se había puesto tan violento… Era algo muy raro. Cuanto más silenciosa y tranquila estaba, más agresivo se ponía él.

Estaba en juego su mente machista. Quería destruir la paz y el silencio que vivía la mujer para seguir siendo superior. Y como no salió como él quería se divorció.

¡Qué mundo tan extraño! Si consigues la paz, cambia tu relación con la gente, porque te conviertes en otra persona. Si tu relación era por tu sufrimiento, esa relación puede desaparecer.

Vamos a hablar de un antiguo amigo mío. Era profesor en la misma universidad que yo, y hacía una gran labor social. En India sigue siendo un problema qué hacer con las viudas. Nadie quiere casarse con ellas, ni ellas están muy dispuestas a volver a casarse; parece un pecado. Y este profesor estaba decidido a casarse con una viuda. No le importaba estar enamorado de ella o no; eso era algo secundario, irrelevante; lo único que le importaba es que fuera viuda. Y poco a poco convenció a una mujer para que se casara con él.

Yo le dije a aquel hombre:

—Antes de dar ese paso definitivo, piénsatelo al menos tres días, aíslate para pensarlo. ¿Estás enamorado de esa mujer o se trata de ayudar a la sociedad? —Casarse con una viuda en India se considera algo revolucionario, radical—. ¿Qué quieres, demostrar lo revolucionario que eres? Si lo que intentas es demostrar que eres revolucionario, tendrás problemas… En cuanto te cases con ella dejará de ser viuda y dejará de interesarte.

No me hizo caso. Se casó… y al cabo de seis meses me dijo:

—Tenías razón. No te entendí. Estaba enamorado de su viudez, no de ella, y ha dejado de ser viuda, claro.

Le dije:

—Puedes hacer una cosa. Suicídate, déjala viuda y así darás a otro hombre la oportunidad de ser revolucionario.

¿Qué podía hacer si no?

La mente humana es absurda, inconsciente. Está profundamente dormida, roncando.

No puedes dejar las cosas que te causan sufrimiento porque aún no has visto las inversiones que has realizado, no las has observado en profundidad. No has comprendido que obtienes cierto placer de tu sufrimiento. Tendrás que renunciar a ambas cosas, y entonces desaparecerá el problema. En realidad, el sufrimiento y el placer sólo pueden abandonarse al mismo tiempo, y entonces surge la dicha.

La dicha no es placer. La dicha no es ni siquiera felicidad. La felicidad siempre va unida a la infelicidad, y el placer al dolor. Al renunciar a ambos… Quieres dejar de sufrir para ser feliz; lo enfocas mal. Tienes que dejar ambas cosas. Al ver que van unidos, los dejas; no puedes elegir sólo una parte.

Todo en la vida tiene una unidad orgánica. Dolor y placer no son dos cosas. En realidad, con un lenguaje más científico abandonaríamos esas dos palabras, dolor y placer, para acuñar una sola: placerdolor, felicidadinfelicidad, dianoche, vidamuerte. Son una sola palabra porque son inseparables. Y tú quieres elegir una parte, quieres las rosas pero no las espinas, quieres el día pero no la noche, el amor pero no el odio. Eso no va a ocurrir; las cosas no son así. Tienes que dejar ambas, y así surgirá un mundo completamente distinto, el mundo de la dicha.

La dicha es la paz absoluta, que ni el dolor ni el placer pueden perturbar.

Para celebrar su cuadragésimo aniversario Seymour y Rose volvieron a la habitación de la segunda planta del hotel en la que habían pasado la luna de miel.

—Como esa primera noche, nos desnudamos, nos ponemos en rincones opuestos de la habitación, apagamos la luz y corremos a abrazarnos.

Se desnudaron, se pusieron en rincones opuestos, apagaron la luz y corrieron a abrazarse. Pero su sentido de la dirección se había embotado tras cuarenta años; Seymour pasó junto a Rose y se cayó por la ventana. Aterrizó en el jardín, aturdido. Dio unos golpecitos en la ventana del vestíbulo para llamar la atención del recepcionista.

—Me he caído. Quiero volver a mi habitación pero estoy desnudo.

—No se preocupe —dijo el recepcionista—. No va a verlo nadie.

—¿Se ha vuelto loco? ¡Tengo que pasar por el vestíbulo y voy desnudo!

—No va a verlo nadie —insistió el recepcionista—. Está todo el mundo arriba intentando arrancar a una señora del tirador de una puerta.

¡Qué tonta es la gente! No sólo los más jóvenes; cuanto más viejo, más tonto te pones. Cuanta más experiencia, parece que se acumula más estupidez en la vida. Raramente ocurre que una persona empiece a observar su propia vida.

Observa en qué consiste tu sufrimiento, qué deseos lo causan y por qué sigues aferrado a esos deseos. Y no es la primera vez que te aferras a esos deseos; siempre has vivido así, y no te ha llevado a ninguna parte. Vas trazando círculos, y no logras crecer. Sigues siendo infantil, estúpido. Naces con la inteligencia para llegar a ser un Buda, pero la malgastas en cosas innecesarias.
Un granjero que sólo tenía dos viejos toros impotentes compró uno joven y vigoroso. El semental empezó a cubrir una vaca tras otra en el prado. Tras observar aquello durante una hora, uno de los toros viejos se puso a escarbar con las pezuñas y a resoplar.

—¿Qué te pasa? —le preguntó el otro—. ¿Ideas de juventud?

—No —dijo su compañero—. Pero no quiero que ese jovencito me tome por una vaca.

Los seres humanos siguen con su ego incluso en la vejez. Tienen que fingir, tienen que mantener una pose, y su vida entera no es sino una larga historia de sufrimiento. Siguen defendiéndolo. En lugar de estar dispuestos a cambiarlo, se ponen a la defensiva.

Deja todas las defensas, quítate la armadura. Empieza a observar cómo vives la vida cotidiana, momento a momento. Y hagas lo que hagas, métete en los detalles. No hace falta que vayas a un psicoanalista; tú mismo puedes analizar todas las pautas que marcan tu vida. Es un proceso muy sencillo, Obsérvalo y comprenderás lo que ocurre, lo que ha ocurrido. Siempre has elegido, y en eso consiste el problema, que has elegido una parte en detrimento de la otra, y las dos van unidas. No elijas nada. Limítate a observar y estar atento, y te encontrarás en el paraíso.




Bibliografía: 
Alegría: Osho
Fotografía tomada de internet

martes, 2 de junio de 2020

IDEAS E HISTORIAS SOBRE UN PROBLEMA



ACTO FALLIDO


Un hombre piadoso tenía una mujer muy celosa. Poseía una sirvienta tan hermosa como las huríes. Su mujer, para protegerlo de la tentación, se las arreglaba para no dejarlo nunca solo con ella. Ejercía un control permanente, tanto que estos dos enamorados nunca encontraban un instante propicio para su unión. 

Pero, cuando la voluntad de Dios se manifiesta, las murallas de la razón se derrumban bajo los golpes de la inadvertencia. Cuando la orden de Dios aparece, ¡qué importa la razón! ¡Incluso la luna desaparece! 

Un día, la mujer partió para el baño, acompañada de su sirvienta. Pero, en el camino, se acordó de pronto que había olvidado traer su barreño. Dijo a su sirvienta: 

«¡Corre! ¡Ve como un pájaro a la casa y tráeme mi barreño de plata!». 

La sirvienta se llenó de alegría al ver realizarse su esperanza. Se decía: 

«El amo debe de estar en casa en este momento. Así que podré unirme a él». 

Corrió, pues, hacia la morada de su amo, con la cabeza llena de estos agradables pensamientos. Desde hacía seis años, en efecto, llevaba en su interior este deseo. Vivía con la esperanza de pasar un rato con su amo. Así que no corrió hacia la casa. No, más bien voló hacia ella. Encontró allí a su amo solo. El deseo entre estos dos enamorados era tan intenso que no pensaron siquiera en cerrar la puerta con llave. Se sumergieron así en la embriaguez y mezclaron sus dos almas. 

La mujer, que seguía esperando en el camino del baño, se dio cuenta repentinamente de la situación. 

«¿Cómo he podido enviar a esta sirvienta a la casa? ¿No es esto acercar el fuego a la estopa? ¿O el carnero a la oveja?». 

Corrió hacia su casa. La sirvienta corría bajo el imperio del amor, pero ella corría bajo el imperio del temor. Y es grande la diferencia entre el amor y el temor. En cada aliento el sabio se acerca al trono del sha, pero el hombre piadoso hace en un mes el trayecto de un día. 

La mujer llegó finalmente a la casa y abrió la puerta. El chirrido de los goznes puso término a la felicidad de los enamorados. La sirvienta se levantó de un salto, mientras que el hombre, prosternado, se puso a rezar. Viendo a su sirvienta descompuesta y a su marido en oración, la mujer fue presa de sospechas. Levantó la túnica de su marido y comprobó que su miembro estaba manchado, igual que sus muslos y sus piernas. Se golpeó la cabeza con las manos. 

«¡Oh, imprudente! ¡Así es como rezas! ¡Es digna del estado de oración y de evocación esta suciedad sobre tu cuerpo!». 

Si preguntas a un infiel quién ha creado el universo, te responderá: «¡Dios! Él es quien lo ha creado, como atestigua toda la creación». Pero las obras de los infieles, que sólo son blasfemias y malos pensamientos, no corresponden apenas a esta afirmación, como sucede con el hombre de nuestra historia. 




150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

lunes, 1 de junio de 2020

¿EN REALIDAD ES TAN MALO ESTE MOMENTO?


EL CANTO DEL PÁJARO



Los discípulos tenían multitud de preguntas que hacer acerca de Dios. 

Les dijo el Maestro: «Dios es el Desconocido y el Incognoscible. Cualquier afirmación acerca de Él, cualquier respuesta a vuestras preguntas, no será más que una distorsión de la Verdad». 

Los discípulos quedaron perplejos: «Entonces, ¿por qué hablas sobre Él?». 

«¿Y por qué canta el pájaro?», respondió el Maestro. 

El pájaro no canta porque tenga una afirmación que hacer. Canta porque tiene un canto que expresar. 

Las palabras del alumno tienen que ser entendidas. Las del Maes­tro no tienen que serlo. Tan sólo tienen que ser escuchadas, del mismo modo que uno escucha el viento en los árboles y el rumor del río y el canto del pájaro, que despiertan en quien lo escucha algo que está más allá de todo conocimiento. 



Del libro:
Anthony de Mello 
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet
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