viernes, 15 de noviembre de 2019

ESTADO DE DEPENDENCIA


ALGUNAS PERSONAS QUIEREN ATAJOS


Cuide su virtud como el jardinero cuida a sus plantas. No se apegue a grande o pequeño, importante o insignificante. Algunas personas quieren atajos. Dicen: "Olvídense de la concentración, iremos directamente a la percepción de la naturaleza interior de las cosas; olvídense de la virtud, comenzaremos con la concentración." Tenemos muchas excusas para nuestros apegos...



Extracto del libro:
No Ajahn Chah
Reflexiones
Fotografía de Internet

jueves, 14 de noviembre de 2019

CUANDO NO SIMPATIZAN CON USTED


EL ANDANTE


En la frontera, en Rivera, lo conocí. El estaba llegando o estaba yéndose, que eso nunca se sabía. 

Tampoco se sabía la edad. Mientras nos bajábamos una botella de vino tinto, me confesó noventa años. Algún añito se sacaba, puede ser. Félix Peyrallo Carbajal no tenía documentos: ­Nunca tuve. Por no perderlos ­me dijo, mientras encendía un cigarrillo y echaba unos aritos de humo. 

Sin documentos, y sin más ropa que la que llevaba puesta, había andado de país en país, de pueblo en pueblo, todo a lo largo del siglo y todo a lo ancho del mundo. Don Félix iba dejando, a su paso, relojes de sol. Este raro uruguayo que no era jubilado ni quería serlo, vivía de eso: hacía cuadrantes, relojes sin máquinas, y los ofrecía a las plazas de los pueblos. No por medir el tiempo, costumbre que le parecía un agravio, sino por el puro gusto de revelar los movimientos de la tierra, que se menea como mujer, y por las ganas de adivinar los secretos del cielo. 

Allí, en Rivera, don Félix se estaba sintiendo muy bien, y eso lo tenía preocupado. Ya la tentación de quedarse le estaba dando la orden de irse: ­Lo nuevo, lo nuevo, lo nuevo! ­chilló, golpeteando la mesa con sus manos de niño. 

En esa ciudad, él estaba de paso. En todas partes estaba de paso. Don Félix siempre llegaba para partir. Venía de cien países y de doscientos relojes de sol, y se iba cuando se enamoraba, fugitivo del peligro de echar raíz en una mujer, en una casa o en una mesa de café. 

Para irse, prefería el amanecer. Cuando el sol estaba llegando, él se iba. No bien se abrían las puertas de la estación de autobuses o de trenes, don Félix echaba al mostrador los pocos billetes que había juntado, y mandaba: ­Hasta donde llegue. 




Tomado de:
Cuentos de Galeano en la Jornada
Eduardo Galeano
Fotografía de internet

miércoles, 13 de noviembre de 2019

CRECIMIENTO INTELECTUAL


El crecimiento intelectual debería empezar al nacer y terminar en el momento de la muerte.
(Albert Einstein)

Según un estudio realizado por la Escuela de Medicina Mount Sinai, el estrés es el causante de que las neuronas, en la parte del cerebro encargada del aprendizaje, encojan y pierdan la capacidad para formar sinapsis o conexiones entre ellas.

Ello significa que la pérdida de capacidad de aprender con la edad está directamente relacionada con el estrés. Por esa razón hay personas de más de sesenta años capaces de aprender y de cursar estudios universitarios mientras que otras a los cincuenta sufren demencia senil.

«Suponíamos que estas neuronas se alterarían con la edad, pero la pérdida de plasticidad sináptica en el contexto de la experiencia vital tiene implicaciones profundas para el deterioro cognitivo relacionado con la edad [...] Una de las grandes cosas de la edad es que no pierdes experiencia, pues son conexiones muy estables.»

Es decir, que nuestro cerebro siempre está trabajando, enviando la nueva información recibida, pero nuestra vida y cómo la vivimos es la que determina si esa información nueva se traducirá en nuevas sinapsis.

Estos descubrimientos señalan nuevas vías de estudio para encontrar tratamientos que permitan proteger nuestro cerebro del deterioro y de enfermedades como el Alzheimer.

Por otro lado, en la Universidad de Haifa se han llevado a cabo investigaciones que han concluido que —rompiendo un prejuicio— un adulto es perfectamente capaz de aprender nuevos idiomas, puesto que puede comprender las reglas que rigen el lenguaje, pero que nuestra escasa capacidad para aceptar la crítica y la corrección de errores, la cual crece con la edad, es lo que nos impide aprenderlos con la rapidez con la que lo hacen los niños.


Tomado del libro:
Einstein para despistados
Allan Percy
Fotografía de Internet

DEPENDIENTE DE LOS DEMÁS


martes, 12 de noviembre de 2019

DROGAS: APROBACIÓN, ATENCIÓN, ÉXITO


EL ESPÍRITU


Un día estando sola, María tuvo una aparición extraordinaria, de una radiante belleza, como el sol o como la luna que surge de la tierra. María se puso a temblar porque estaba desnuda, bañándose, como una rosa surgiendo del suelo o un sueño brotando del corazón. Perdió el conocimiento diciéndose:

"¡Me refugio en Dios!"

En efecto, esta piadosa mujer tenía la costumbre de confiar en Dios en cualquier momento, pues sabía que todo en este bajo mundo es inconstante. Y hasta su muerte, deseó que la protección de Dios se alzase, como una fortaleza en el camino de sus enemigos.

El Espíritu santo (Gabriel) le dijo:

"¡No temas nada! Yo soy el ángel y el confidente de Dios. No apartes tus ojos del que Dios ha elevado.

¿Por qué huir de sus íntimos? Tú intentas escapar de mi presencia refugiándote en la nada, pero yo soy el sultán de la nada. ¡De ella procedo y vengo a ti como una imagen!"

¡Oh, María! Cuando una imagen se instala en tu corazón, te dice, dondequiera que estés:

"¡Nunca te dejaré!"

Pero Gabriel no es una imagen como una falsa aurora. No es una imagen que se desvanece, sin consistencia.

Gabriel prosiguió:

"Yo soy el verdadero amanecer de la luz divina. La luz que yo traigo ya no se oscurece. Tú quieres protegerte de mí refugiándote en Dios, pero Dios es también mi refugio. ¡Tú buscas un refugio, pero yo soy ese refugio!"



150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

lunes, 11 de noviembre de 2019

VEINTE HIJOS


Había una mujer que, cada año, daba a luz un hijo. Pero siempre moría el niño al cabo de seis meses, cuando no al cabo de tres. Como su último recién nacido acababa también de morir, dirigió a Dios esta plegaria:

"¡Oh, Dios mío! ¡Este niño es un fardo para mí durante nueve meses y lo pierdo al cabo de tres meses.

Así, los favores que me ofreces se transforman en tormentos!"

La pobre mujer iba también a expresar su pena ante los hombres de Dios:

"Mis veinte hijos han muerto todos, uno tras otro, y el fuego de la separación ha quemado siempre mi corazón."

Pues bien, una noche, tuvo un sueño: vio el paraíso, jardín eterno y perfecto. Digo un jardín a falta de otra palabra. Desde luego, el paraíso es indescriptible, pero el jardín es una imagen suya.

En resumen, esta mujer soñaba con el paraíso. Y allí vio un palacio a la entrada del cual estaba grabado su nombre. Se llenó ella de gozo y oyó una voz que le decía:

"Este palacio se ofrece a quien es capaz de sacrificar su alma a Dios. Para merecer tal favor, hay que servir durante mucho tiempo. Tú empiezas a ser mayor, pero nunca te has refugiado en Dios y por eso es por lo que has sufrido todas estas pruebas."

La mujer dijo entonces:

"¡Oh, señor! ¡Deseo muchos años más como los que he vivido! ¡Que yo me ahogue en la sangre!"

Después paseó por este jardín y, de pronto, encontró allí a sus propios hijos. Entonces gritó:

"¡Oh, Señor! Mis hijos estaban ocultos a mis ojos, pero no a los tuyos. ¡El que no puede ver lo Desconocido no merece ser llamado Hombre!"

Tú no deseas que sangre tu nariz. Sin embargo, sangra y la sangre que corre mejora tu salud. El fruto tiene una piel dura, pero su carne es sabrosa. Sabe que el cuerpo es tu piel. Tu alma, que está encerrada vale mucho más. El interior del hombre es lo más hermoso que hay. Así que ¡busca esa belleza!



150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

INTOXICACIONES


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