martes, 11 de septiembre de 2018

ARMAR EL MUNDO*


Un científico que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para disminuirlos. Pasaba días enteros en su laboratorio, buscando respuestas para sus dudas. Cierto día, su hijo de 7 años invadió ese santuario con la intención de ayudarlo a trabajar. El científico, nervioso por la interrupción, intentó hacer que el niño fuera a jugar en otro sitio. Viendo que sería imposible sacarlo de allí, procuró distraer su atención. Arrancó la hoja de una revista en la que se representaba el mundo, lo cortó en varios pedazos con unas tijeras y se lo entregó al niño con un rollo de cinta adhesiva, diciéndole:

—¿Te gustan los rompecabezas? Voy a darte el mundo para arreglar. Aquí está, todo roto. ¡Mira si puedes arreglarlo bien!

Calculó que al niño le llevaría días recomponer el mapa. Pocas horas después, oyó que lo llamaba:

—¡Papá, papá, lo hice! ¡Conseguí terminar todo!

Al principio, el científico no dio crédito a las palabras del niño. Era imposible que, a su edad, hubiera recompuesto un mapa que jamás había visto. Entonces levantó los ojos de sus anotaciones, seguro de que vería un trabajo digno de un niño. Para su sorpresa, el mapa estaba completo: todas las piezas estaban en el sitio indicado.

—Tú no sabías cómo es el mundo, hijo, ¿cómo lo conseguiste?

DOGMAS SUPLANTADOS POR DOGMAS


lunes, 10 de septiembre de 2018

LOS ERUDITOS


Iba a celebrarse un congreso sobre la mente al que tenían que asistir un buen número de eruditos especializados en el tema. Para tal fin, un grupo de ellos debía viajar de su ciudad a aquella otra en la que iba a tener lugar el acontecimiento. Para cubrir el trayecto, los eruditos tomaron el tren y consiguieron un compartimiento para ellos solos. Nada más acomodarse en el compartimiento comenzaron a hablar sobre la mente y sus misteriosos mecanismos. El tren se puso en marcha. Todos proporcionaban sus pareceres y llegaron al convencimiento común y compartido de que lo más necesario era cultivar y desarrollar la atención mental. 

--Sí, ya nada hay tan importante como permanecer alerta -declaraba uno de ellos enfáticamente. 

--Se requiere el cultivo metódico de la atención -recalcaba otro. 

--Hay que aplicarse al entrenamiento de la atención; eso es lo esencial -afirmaban algunos. 

Así hablaban y hablaban sin cesar sobre la necesidad de estar atentos, vigilantes y perceptivos; sobre la conveniencia de establecerse en una atención despierta y plena. 

El convoy seguía su monótona marcha. Pero una vía estaba en malas condiciones y descarriló sin que pudiera evitarlo el maquinista. El tren se precipitó por un enorme barranco, dando innumerables vueltas, hasta que al final se detuvo estrellándose en las profundidades del mismo. Los eruditos seguían polemizando acaloradamente, insistiendo en la necesidad de elevar al máximo el umbral de la atención, pero ninguno de ellos se había percatado del accidente. Declaraban que había que tener la mente tan atenta que ni el vuelo de una mosca pasara desapercibido. Seguían apasionadamente debatiendo sobre la mente y la atención, con sus cuerpos amontonados unos sobre otros, todos ellos ignorantes del percance. 

***

El Maestro dice:

LA GENTE AMA LA CELDA


domingo, 9 de septiembre de 2018

EL ORDEN


El capitán Camilo Techera siempre andaba con Dios en la boca, buenos días si Dios quiere, hasta mañana, si Dios quiere. Cuando llegó al cuartel de artillería de Trinidad, decubrió que no había ni un solo soldado que estuviera casado como Dios manda y que todos vivían en pecado, retozando en promiscuidad como las bestias del campo. 

Para acabar con aquel escándalo que ofendía al Señor, el capitán mandó llamar al cura del pueblo. En un solo día, el cura administró a toda la tropa, cada cual con su cada cuala, el santísimo sacramento del matrimonio, en nombre del capitán, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. 

El domingo, todos los soldados fueron maridos. 

El lunes, un soldado dijo: 

—Esa mujer es mía. 

Y clavó el cuchillo en la barriga de un vecino que la estaba mirando. 

El martes, otro soldado dijo: 

—Para que aprendas. 

Y retorció el pescuezo de la mujer que le debía obediencia. 

El miércoles...


Tomado de:
Cuentos de Galeano en la Jornada
Eduardo Galeano
Fotografía de internet
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