miércoles, 13 de junio de 2018

PLACER, FELICIDAD, ALEGRÍA, DICHA


Busca la dicha; es tu derecho inalienable. No sigas perdido en la  jungla de los placeres; elévate un poco. Ve en busca de la felicidad y después de la dicha. El placer es animal; la felicidad es humana; la dicha, divina. El placer te ata, es una esclavitud, te encadena. La felicidad te afloja un poco la cuerda, te da un poco de libertad, pero sólo un poco. La dicha es la libertad absoluta. Empiezas a avanzar hacia arriba; te da alas. Dejas de formar parte de la grosera tierra; pasas a formar parte del cielo. Te conviertes en luz, en alegría.

El placer depende de los demás. La felicidad no depende de otros, pero de todos modos es algo distinto de ti. La dicha no depende de nada, ni es nada distinto de ti; es tu ser mismo, es tu naturaleza misma.

Buda Gautama dice: «Existe el placer y existe la dicha. Renuncia a lo primero para poseer lo segundo».

Medita sobre esto lo más profundamente posible, porque contiene una de las verdades más fundamentales. Hay que comprender estas cuatro palabras, reflexionar sobre ellas. La primera es placer; la segunda, felicidad; la tercera, alegría, y la cuarta es dicha.

El placer es algo físico, fisiológico. El placer es lo superficial de la vida, la excitación. Puede ser sexual o de otros sentidos; puede convertirse en obsesión con la comida, pero está arraigado en el cuerpo.

El cuerpo es tu periferia, tu circunferencia, no tu centro. Y vivir en la circunferencia significa vivir a merced de toda clase de cosas que suceden a tu alrededor. Quien busque el placer quedará a merced de la casualidad.

INFORMACIÓN Y CONOCIMIENTO PERO SIN CONSCIENCIA


martes, 12 de junio de 2018

EL ELEFANTE SUMISO*


Cuando yo era chico me encantaban los circos. Lo que más me gustaba eran los animales, y mi preferido era el elefante. Durante la función, la enorme bestia impresionaba a todos por su peso, su tamaño y su descomunal fuerza. Pero, después de la actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, uno podía encontrar al elefante detrás de la carpa principal, con una pata encadenada a una pequeña estaca clavada en el suelo. La estaca era sólo un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado superficialmente. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal, capaz de arrancar un árbol de cuajo, podría arrancar la estaca y huir. El misterio era evidente: ¿por qué el elefante no huía, si podría arrancar la estaca con el mismo esfuerzo que yo necesitaría para romper un fósforo? ¿Qué fuerza misteriosa lo mantenía atado?

Tenía 7 u 8 años, y todavía confiaba en la sabiduría de los mayores. Pregunté entonces a mis padres, maestros y tíos, buscando respuesta a ese misterio. No obtuve una coherente. Alguien me explicó que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: “Y si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?” No recuerdo haber recibido ninguna explicación satisfactoria.

Con el tiempo olvidé el misterio del elefante y de la estaca, y sólo lo recordaba cuando me encontraba con personas que me daban respuestas incoherentes, por salir del paso, y, un par de veces, con personas que se habían hecho la misma pregunta. Hasta que hace unos días me encontré con una persona, lo suficientemente sabia, que me dio una respuesta que al fin me satisfizo: el elefante no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño.

Cerré los ojos y me imaginé al elefantito, con solo unos días de nacido, sujeto a la estaca. Estoy seguro de que en aquel momento empujó, jaló y sacudió tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo no pudo hacerlo: la estaca era muy fuerte para él. Podría jurar que el primer día se durmió agotado por el esfuerzo infructuoso, y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al de más allá... Hasta que un día, un terrible día, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Dejó de luchar para liberarse.

Este elefante enorme y poderoso no escapa porque cree que no puede hacerlo. Tiene grabado en la mente el recuerdo de sus inútiles esfuerzos de entonces, y ha dejado de luchar. Nunca más trató de poner a prueba su fuerza. Cada uno de nosotros es un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Creemos que no podemos con un montón de cosas, simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos. Grabamos en nuestra mente esas palabras: no puedo, nunca podré. La única manera de saber cuáles son nuestras limitaciones ahora es intentar de nuevo, poniendo en ello todo el corazón.

__________
* Contribución de Eduardo Bernal, vía Internet.



Extracto del libro:
La culpa es de la vaca 1a parte
Lopera y Bernal
Fotografía de Internet

TIEMPO Y ESPACIO


lunes, 11 de junio de 2018

NO SABEN LO QUE HACEN


EL GURÚ FALAZ


Las lluvias monzónicas habían llegado a la India. Era un día oscuro y llovía torrencialmente. Un discípulo corría para protegerse de la lluvia cuando lo vio su maestro y le increpó: 

--Pero, ¿cómo te atreves a huir de la generosidad del Divino?, ¿por qué osas refugiarte del líquido celestial? Eres un aspirante espiritual y como tal deberías tener muy en cuenta que la lluvia es un precioso obsequio para toda la humanidad. 

El discípulo no pudo por menos que sentirse profundamente avergonzado. 

Comenzó a caminar muy lentamente, calándose hasta los huesos, hasta que al final llegó a su casa. Por culpa de la lluvia cogió un persistente resfriado. 

Transcurrieron los días. Una mañana estaba el discípulo sentado en el porche de su casa leyendo las escrituras. Levantó un momento los ojos y vio a su gurú corriendo tanto como sus piernas se lo permitían, a fin de llegar a algún lugar que lo protegiera de la lluvia. 

--Maestro -le dijo-, ¿por qué huyes de las bendiciones divinas? ¿No eres tú ahora el que desprecias el obsequio divino? ¿Acaso no estás huyendo del agua celestial? 

Y el gurú repuso: 

--¡Oh, ignorante e insensato! ¿No tienes ojos para ver que lo que no quiero es profanarla con los pies? 

***

El Maestro dice: Los que no ejemplifican sus palabras con sus actos siempre encuentran una manera de justificarse.

Tomado del libro:
101 Cuentos clásicos de la India
Recopilación de Ramiro Calle
Fotográfía de Internet

LO SUPREMO


sábado, 9 de junio de 2018

AGENDAS OCULTAS


Hay una diferencia entre el conocimiento y la consciencia, entre la información y la consciencia. Hace poco les dije que no se puede hacer el mal con consciencia. Pero se puede hacer el mal con conocimiento o con información, cuando se sabe que algo es malo. "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen". Yo traduciría esto como: "Ellos no están conscientes de lo que hacen". Pablo dice que él es el mayor de los pecadores porque persiguió a la iglesia de Cristo. Pero agrega que lo hizo inconscientemente. O si ellos hubieran tenido consciencia de que estaban crucificando al Señor de la Gloria, no lo habrían hecho. O: "El día llegará en que os perseguirán y creerán que están sirviendo a Dios". No tienen consciencia. están atrapados en la información y el conocimiento. Tomás de Aquino lo dice con acierto: "Cada vez que alguien peca, peca bajo la apariencia del bien". Están encegueciéndose a sí mismos; están viendo algo como bueno aunque sepan que es malo; están racionalizando porque buscan algo con el pretexto del bien. 

Alguien me habló de dos situaciones en que para ella era difícil estar consciente. Trabajaba en una industria de servicios, en la cual había mucha gente, sonaban muchos teléfonos, y ella estaba sola y había distracciones que provenían de mucha gente tensa y airada. Para ella era muy difícil mantener la serenidad y la calma. La otra situación era cuando estaba conduciendo en medio del tránsito, con las bocinas y la gente que gritaba palabras soeces. Me preguntó si algún día se disiparían los nervios y ella podría permanecer en paz. 

¿Captaron cual era el apego? La paz. Estaba apegada a la paz y a la calma. Decía: "A menos que esté en paz, no seré feliz". ¿Se les ha ocurrido alguna vez que se puede ser feliz en medio de la tensión? Antes de despertar, yo me deprimía; después del despertar sigo deprimido. La relajación y la sensibilidad no se convierten en una meta. ¿Alguna vez ha oído hablar de las personas que se tensionan cuando tratan de relajarse? Si uno está tenso, sencillamente se observa la tensión. Uno nunca se comprenderá a sí mismo si trata de cambiarse. Cuanto más intente cambiarse, más difícil será. Hay que tomar consciencia. capte el sonido desapacible de ese teléfono; capte los nervios en tensión; capte la sensación del timón en el automóvil. En otras palabras, dese cuenta de la realidad, y deje que la tensión o la calma cuiden de sí mismas. En realidad, tendrá que dejar que ellas cuiden de sí mismas porque cuando usted estará demasiado ocupado poniéndose en contacto con la realidad. Paso a paso, deje que lo que ha de suceder suceda. El verdadero cambio se presentará cuando lo cause, no su ego, sino la realidad. La consciencia libera a la realidad para cambiarlo a usted. 
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