martes, 16 de mayo de 2017

EL SANTO LLUVIÓN


Sombrero en mano, acuden los campesinos a la iglesia donde duerme San Matías.

Las lluvias y los carnavales llegan juntos a las islas Canarias. Cuando las lluvias faltan a la cita, y las tierras se mueren de sed, los campesinos se juntan en la iglesia, se persignan con todo respeto, despiertan al santo dormido y se lo llevan alzado en procesión. A la orilla de un precipicio, lo bambolean:

—O llueves de una vez, o vas a parar al fondo del despeñadero.

Y San Matías llueve sobre los campos.

¿BUSCAS A DIOS?


lunes, 15 de mayo de 2017

ACEPTACIÓN Y RENDICIÓN


LA COMPASIÓN COMO FACTOR LIBERADOR


Cada momento de nuestra vida puede ser un momento de práctica. Aunque estén esperando la comida o en fila para ser contados, siempre pueden practicar inhalar y exhalar conscientemente, y hacerlo sonriendo. No desperdicien ni un momento de su vida cotidiana. Cada momento es una oportunidad para cultivar su solidez, paz, y alegría. Y al cabo de unos días empezarán a comprobar que la gente se beneficia de su presencia. Su presencia puede convertirse en la presencia de un bodhisattva, de un santo. Esto es posible.

Hay un relato que leí cuando tenía siete años. Se trataba de un Jataka, esto es, de un relato sobre una vida pasada del Buda. Este relato trata de una de las vidas pasadas del Buda cuando estaba en el infierno. El guardia que estaba a cargo de las personas recluidas en el infierno no parecía tener ninguna compasión. Llevaba un gran tridente y cada vez que alguien hacía algo prohibido, se lo clavaba en el pecho. Aun cuando este trato hacía sufrir mucho a los reclusos, no podían morir. Este era su castigo; sufrían, pero no morían.

Un día, a los reclusos se les obligó a portar pesadas cargas al hombro. Con tridente en mano el guardia empezó a darles empujones para que se movieran más deprisa. El Buda vio que uno de los reclusos no podía evitar quedarse atrás y que el guardia empezaba a meterse con él, amenazándole con su tridente para que avanzara más deprisa. En ese momento algo nació en la vida pasada del Buda. Quería intervenir, enfrentarse al guarda, aun cuando sabía que se volvería contra él. Si su intervención hubiese resultado en su muerte, habría intervenido de buena gana. Pero el tipo de castigo que podía esperar a cambio no le acarrearía la muerte, sino sólo más sufrimiento. Pese a esto se acercó valerosamente al guarda y le dijo: «¿Acaso no tienes corazón? ¿Por qué no le das tiempo para que lleve su carga?». Nada más oír esto el guarda le clavó el tridente en el pecho del Buda, que murió al instante y volvió a nacer como ser humano.

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