martes, 16 de agosto de 2016

«TODO ES POSIBLE»


Es una variación del punto anterior («YA LO HE DECIDIDO»), una forma de esperanza ilimitada. A pesar de las buenas intenciones, y para desgracia de los fanáticos del optimismo, desear algo con todas las fuerzas no es suficiente para que la realidad cambie, los mares se abran o las manzanas se conviertan en sandías. Podríamos pararnos frente a un camión que se acerca velozmente y desear de todo corazón que no nos atropelle o subirnos a un piso treinta y con todo nuestro ser desear volar antes de lanzarnos, pero es mejor dejarle un espacio al escepticismo. Es mejor no intentarlo. El deseo es un motor importante, no cabe duda, y es el impulso vital que nos mueve hacia nuestros fines más preciados, pero es evidente que no posee el poder sobrenatural que le atribuimos. El deseo puede obrar como profecía autorrealizada; es decir, actuar sobre el medio, casi siempre de manera no consciente, para hacer que nuestras expectativas, positivas o negativas, se cumplan. Pero eso nada tiene que ver con hacer milagros o contrariar las leyes de la naturaleza. Una de las respuestas típicas del dogmático ante una evidencia en contra abrumadora es sacarse de la manga el siguiente pensamiento mágico: «Todo es posible.»

Pero no, no todo es posible. Al menos en esta vida y en este planeta. Y no es pesimismo oscurantista, sino realismo crudo y saludable. Es verdad que hay gente que se cura inexplicablemente de un cáncer, pero hay otras que no. Algunos salen adelante luchando y confiando en que un ser superior los ayudará en su recuperación, pero otros muestran mejorías sustanciales cuando aceptan que lo peor pueda ocurrir. La entrega total y realista al universo, a la divina providencia, o como queramos llamarlo, también puede sacarnos del problema. 

METAS



Tomado del libro:
El Librito Que Fortalece
Proverbios reconfortantesy máximas motivadora
Lucia Canovi
Fotografía extraída de internet

lunes, 15 de agosto de 2016

NO DEJES DE SER AVENTURERO


Nunca dejes de ser aventurero. Ni por un momento olvides que la vida es de aquellos que son exploradores. No pertenece a lo estático, sino a lo que fluye. Nunca te conviertas en una represa, se siempre un río.

La mente no es capaz de enfrentarse a lo nuevo. No puede conjeturar qué es, no puede encajarlo en categorías, no puede etiquetarlo; lo nuevo la desconcierta. La mente pierde toda su eficiencia cuando se enfrenta a algo nuevo.

Con el pasado, con lo viejo, con lo familiar, se encuentra muy a gusto, porque sabe qué es, cómo comportarse, qué hacer, qué no hacer. Es perfecta en lo conocido; se mueve en un territorio bien recorrido. Incluso puede moverse en la oscuridad; la familiaridad ayuda a que la mente no tenga miedo. Pero hay que entender el siguiente problema: como la mente nunca tiene miedo con lo conocido, no te permite crecer. El crecimiento es para lo nuevo, y la mente solo está relajada y sin temor con lo viejo. De manera que se aferra a lo antiguo y evita lo nuevo. Lo viejo parece sinónimo de vida y lo nuevo de muerte; ese es el modo que tiene la mente de contemplar las cosas. Debes hacerla a un lado.

LA PACIENCIA


Tomado del libro:
El Librito Que Fortalece
Proverbios reconfortantesy máximas motivadora
Lucia Canovi
Fotografía extraída de internet

domingo, 14 de agosto de 2016

RAZONAMIENTO EMOCIONAL


Como vimos en el ejemplo de los lápices robados, las personas suelen confundir el sentimiento con la razón. Establecen un nexo directo entre la emoción y los hechos, de tal manera que el sentimiento termina convirtiéndose en criterio de verdad. Por ejemplo: «Si me siento un fracasado, entonces lo soy»; «Me siento estúpido, así que debo serlo»; «Siento que no me quieres; por lo tanto no me quieres». La pregunta que surge de esta manera de pensar es evidente: ¿cómo someter a prueba una creencia o un valor (cómo discutirlo) si su criterio de verdad se basa exclusivamente en el sentimiento? El pensamiento flexible trata de buscar un equilibro razón / emoción: sentir qué pienso y pensar qué siento. 

Cuando el dogmático se siente acorralado, apela al razonamiento emocional: «Para mí es cierto, porque lo siento así.» Y allí ya no hay nada que hacer. La puerta de la comunicación se cierra y el diálogo pasa a ser una herejía.
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