domingo, 8 de noviembre de 2015

¿CÓMO TE SIENTES AL CULPAR, AL RECHAZAR, AL ODIAR O AL ESTAR INDIGNADO?


En la enseñanza mahayana*1 hay un lema que dice: 

«Dirige toda la culpa hacia ti mismo.» La esencia del lema es: «Si algo me duele mucho es porque me estoy aferrando muy intensamente.» No quiere decir que debamos golpearnos a nosotros mismos, no aboga por el martirio. Lo que el lema indica es que el dolor procede del apego a hacer las cosas a nuestro modo, y que cuando nos sentimos incómodos porque estamos en un lugar o situación en la que no queremos estar, una de las principales salidas que tomamos es culpar a alguien o algo. 

Generalmente erigimos una barrera llamada culpa que nos impide comunicar de manera genuina con los demás, y la fortificamos con nuestras ideas sobre quién tiene razón y quién no. Es algo que hacemos con las personas cercanas, con los sistemas políticos y con todo lo que no nos gusta de nuestros asociados o de la sociedad. Culpar a los demás es una herramienta muy común, antiquísima y muy perfeccionada con la que tratamos de sentirnos mejor. Culpar es una forma de proteger nuestros corazones, de proteger lo suave, lo abierto y lo tierno que hay dentro de nosotros. En lugar de adueñarnos de nuestro propio dolor, lo que hacemos es tratar de ponernos cómodos.

GOTA A GOTA


sábado, 7 de noviembre de 2015

CREAR UNA FUERZA POLICIAL COMPASIVA


Ser bueno no significa ser pasivo, y ser compasivo no significa que te dejes pisotear o destruir. Has de protegerte a ti mismo y a los demás. Si necesitas encarcelar a alguien porque es peligroso, debes hacerlo, pero con compasión. Tu motivación es evitar que esa persona siga su curso de destrucción y alimente su ira.

Para ser compasivo no necesitas ser un monje, puedes ser un policía, un juez o el guardia de una prisión. Pero como policía, juez o guardia de una prisión, necesitamos que seas un Bodhisatva, un ser con una gran, compasión. Aunque tengas que ser muy firme, mantén siempre viva la compasión que hay en ti.

Y si practicas el vivir conscientemente, has de ayudar a que el policía actúe movido por la compasión y no por el miedo. En nuestra época los policías están llenos de miedo, cólera y estrés porque han sido agredidos en muchas ocasiones. La gente que odia a los policías y los insulta, lo hace porque no los comprende. Por la mañana, cuando un policía se pone el uniforme y se ajusta el revólver, no está seguro de si volverá a casa vivo por la noche. Los policías sufren mucho, y sus familias también. No disfrutan pegando a la gente ni disparándole, pero como no saben manejar los bloques de miedo, sufrimiento y violencia que hay en ellos, se convierten en víctimas de la sociedad como les ocurre a otras personas. Si eres un jefe de policía que comprende de verdad la mente y el corazón de la gente que trabaja en la fuerza policial, te prepararás de tal modo que nacerá la compasión y la comprensión en tu corazón. En tal caso, podrás educar y ayudar a los hombres y mujeres policías que han de patrullar por la calle cada mañana y cada noche, para realizar la dura tarea de velar por la paz de la ciudad.

BUSCANDO SEGURIDAD


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