sábado, 31 de enero de 2015

¿ESTILO O PATOLOGÍA?


Cómo hacerle frente a la indiferencia de la pareja y no dejarte aplastar por el sufrimiento.

6. ¿ESTILO O PATOLOGÍA?

Una es la persona introvertida que intenta demostrar sus estados emocionales y no puede, que además sufre por ello y le gustaría salir del atolladero de la inhibición, y otra el típico indiferente consuetudinario, a quien no le importa para nada el prójimo, que ignora olímpicamente lo que siente y piensa su pareja y no hace nada para remediarlo.

El introvertido sale adelante con ayuda profesional, la estructura mental está bloqueada y hay que destrabarla para que su capacidad de amar fluya. El indiferente crónico (esquizoide), el egocéntrico narcisista o el psicópata desalmado, sólo por citar algunos, se hallan en una dimensión distinta, requieren muchos años de terapia y la mejoría es dudosa y a veces imposible. Ya ves que no es igual estar en unos brazos que en otros.

ESCLAVOS DE LOS PENSAMIENTOS


NO TIENES QUE JUSTIFICAR TU DOLOR O ALEGRÍA ANTE NADIE


Cómo hacerle frente a la indiferencia de la pareja y no dejarte aplastar por el sufrimiento.

4. NO TIENES QUE JUSTIFICAR TU DOLOR O ALEGRÍA ANTE NADIE

Recuerdo el caso de un paciente que cuando llegaba a su casa preocupado por algún problema del trabajo, su mujer le espetaba: «¿Qué habrás hecho mal?». El hombre, haciendo de tripas corazón y dejando a un lado la rabia que sentía por la falta de solidaridad, trataba de mostrarle las «causas objetivas» de su malestar. Esta curiosa forma de «acreditación amorosa» tenía un mandato subyacente al que él se sometía pasivamente: «¡Pasa al estrado a ver cuánta razón tienes!». Pero la cosa no se quedaba ahí. Una vez el hombre explicaba su «caso», la esposa pasaba a rebatirle los puntos sosteniendo que no eran motivos «reales» o suficientemente «válidos». En realidad terminaba poniéndose siempre de parte del jefe o del tercero en disputa. La premisa de la mujer era muy difícil de congeniar: «Tu dolor no me duele y además me molesta en grado sumo». Un análisis más profundo mostró que no había admiración por parte de ella y que anhelaba tener un marido «más valiente». El desamor era evidente.

He conocido muchas personas que muestran una especie de intolerancia a la debilidad o la fragilidad humana en general y de la pareja en particular: «¡No lloriquees!». Es lo opuesto de la compasión budista o la piedad cristiana: se llama dureza.

OBRA DE ARTE MULTIDIMENSIONAL


viernes, 30 de enero de 2015

REGALOS QUE SE RECHAZAN


Había un profesor comprometido y estricto, pero muy reconocido también por sus alumnos como un hombre justo y comprensivo. Un cierto día, al terminar las clases, y mientras organizaba unos documentos encima de su escritorio, uno de sus alumnos se le acercó y en forma desafiante le dijo: 

—Profesor, lo que más me alegra de haber terminado las clases es que no tendré que escuchar más sus tonterías y podré dejar de ver su fastidiosa cara. 

El alumno estaba erguido y arrogante, esperando que el maestro reaccionara ofendido y descontrolado. El profesor miró de frente al alumno por un instante y en forma muy tranquila le preguntó:
 

—Cuando alguien te ofrece algo que no quieres, ¿lo recibes? 

El alumno quedó desconcertado por la inesperada pregunta y no pudo más que contestar: 

—Por supuesto que no —repuso en forma aprensiva y fría. 

—Bueno —prosiguió el profesor—, cuando alguien intenta ofenderme, o me dice algo desagradable, me está ofreciendo algo (en este caso una emoción de rabia y rencor) que yo puedo decidir aceptar o no aceptar. 

—No entiendo a qué se refiere —replicó el alumno confundido. 

—Muy sencillo —dijo el profesor—: tú me estás ofreciendo rabia y desprecio; y si yo me siento ofendido, o me pongo furioso, estaré aceptando tus emociones como un regalo. Y yo, mi amigo, en verdad prefiero obsequiarme mi propia serenidad. 

Enseguida añadió: 

—Muchacho, tu rabia pasará; pero no trates de dejarla conmigo como si fuera un regalo porque no me interesa guardarla. Yo no puedo controlar lo que tú llevas en tu corazón, pero de mí depende lo que yo cargo en el mío.

¿Somos dueños o esclavos de nuestros sentimientos? 

Cada día, en todo momento, tú puedes escoger qué clase de emociones o sentimientos quieres poner en tu corazón; y lo que elijas lo tendrás, hasta que decidas cambiarlo.

Extracto del libro:
La culpa es de la vaca 2a parte
Lopera y Bernal
Fotografía de Internet
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