martes, 4 de abril de 2023
lunes, 3 de abril de 2023
EL ORIGEN DE LA RELACIÓN
—Jeff, toda esta charla sobre la integridad, la completud, la aceptación profunda y el hecho de que no exista un yo nítidamente definido es realmente preciosa e inspiradora, pero lo que de verdad me interesa es por qué hay tanto conflicto en mis relaciones.
Era una pregunta muy interesante, y hablamos mucho rato sobre la conexión entre el despertar espiritual y las relaciones humanas. ¿Tienen importancia, o incluso relevancia, las relaciones cuando lo que queremos es despertar del sueño de la separación? Si no hay un yo separado, si soy simplemente el gran espacio abierto en el que la vida sucede, ¿son posibles siquiera las relaciones, tal como las conocemos? ¿Puede el espacio abierto estar en relación con el espacio abierto?
Cuando se acercaba el final del retiro, la misma joven se me acercó y me dijo:
—Ahora lo entiendo, Jeff. No estoy buscando la iluminación espiritual, ni riquezas materiales, ni fama, ni éxito. Pero entiendo que, esencialmente, busco lo mismo que la gente que busca esas cosas. Lo que busco es amor, es una pareja que me ame y me complete, que me haga sentirme entera ; y ahora me doy cuenta de que es exactamente la misma búsqueda que impulsa a la gente a vivir en ashrams en la India, a meditar veinticuatro horas al día o a dejarse la vida trabajando para conseguir un ascenso o un coche deportivo que son pura ilusión. Ahora entiendo que estamos todos juntos en el juego de la búsqueda. Todos buscamos completitud..., solo que lo hacemos de maneras distintas. Es una auténtica lección de humildad tener que admitir todo esto.
Durante la mayor parte de la historia humana, las estructuras religiosas tradicionales nos proporcionaron una auténtica sensación de seguridad, de pertenecer a algo más grande que nosotros, y nos ayudaron a lidiar con nuestro vacío interior. Ocurriera lo que ocurriese, siempre podíamos acudir a la Biblia, al anciano de la tribu, al sacerdote, al rabino, al gurú, a la autoridad suprema en busca de consuelo, de sentido, de perspectiva, de sabiduría. Podíamos referirnos a un pasaje de un texto ancestral y decirnos: «Así es como se ha de vivir» o «Este es el sentido de todo». En los tiempos modernos, nuestras posesiones, nuestra profesión, nuestra cuenta bancaria, las corporaciones, el mercado bursátil son nuestros nuevos dioses. Hay más gente que nunca que dice ser atea, agnóstica, humanista, racionalista, escéptica, laicista o «espiritual pero no religiosa». Muchas personas solo están dispuestas a creer en aquello que esté «científicamente demostrado». Pero la ciencia no está, todavía, ni siquiera cerca de descubrir quiénes somos realmente. Cada respuesta científica conduce a un millar de nuevas preguntas. Y, además, en estos últimos años hemos perdido , casi literalmente, la fe en las instituciones financieras, los bancos, las corporaciones y los gobiernos.
Así que a mucha gente, en lo que respecta a encontrar una manera de canalizar sus energías de búsqueda, lo único que le queda son las relaciones románticas. Ni todo el dinero del mundo puede completarme; ni la iglesia, ni la sinagoga, ni el templo, ni la mezquita me ofrecen ya el alivio que anhelo, y la ciencia no está ni siquiera cerca de poder satisfacer mis anhelos más profundos. Pero no todo está perdido. Todavía puedo completarme en la relación con otro ser humano; encontraré a esa persona especial, mi media naranja, mi aliada, mi compañera, y la conservaré, y tendré su amor y sus cuidados el resto de mi vida, en la salud y en la enfermedad. Estaré íntegro. Estaré completo. El amor de esa persona hará desaparecer el vacío, la sensación de «mal-estar» y carencia, la añoranza del hogar que siento en lo más hondo. El amor de esa persona me sanará de mi soledad cósmica.
Sí, nos buscamos unos a otros para tener compañía, para la procreación y para el placer, pero, por encima de todo, nos buscamos para estar completos ; y esta expectativa de que las relaciones nos salvarán de nosotros mismos es la causa de tanta alegría... y de tanta tristeza.
Extracto del libro:
La más profunda aceptación
Jeff Foster
Fotografías tomadas de Internet
domingo, 19 de marzo de 2023
EL CIELO Y EL CUERVO
Una vez volaba un cuervo por el cielo llevando en su pico un trozo de carne. Otros veinte cuervos se pusieron a perseguirle y le atacaron sin piedad.
El cuervo tuvo que acabar por soltar su presa. Entonces, los que le perseguían le dejaron en paz y corrieron, graznando, en pos del trozo de carne.
Y se dijo el cuervo: «¡Qué tranquilidad…! Ahora todo el cielo me pertenece».
Decía un monje Zen:
«Cuando se incendió mi casa pude disfrutar por las noches de una visión sin obstáculos de la luna».
Del libro:
Anthony de Mello
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet
jueves, 23 de febrero de 2023
HOFETZ CHAIM
Y se quedó asombrado al ver que la casa del rabino consistía sencillamente en una habitación atestada de libros. El único mobiliario lo constituían una mesa y una banqueta.
«Rabino, ¿dónde están tus muebles?» preguntó el turista.
«¿Dónde están los tuyos?», replicó Hofetz.
«¿Los míos? Pero si yo solo soy un visitante… Estoy aquí de paso…», dijo el americano.
«Lo mismo que yo», dijo el rabino.
Cuando alguien comienza a vivir más y más profundamente, vive también más sencillamente.
Por desgracia, la vida sencilla no siempre conlleva profundidad.
Del libro:
Anthony de Mello
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet
domingo, 8 de enero de 2023
PARÁBOLA SOBRE LA VIDA MODERNA
Los animales se reunieron en asamblea y comenzaron a quejarse de que los humanos no hacían más que quitarles cosas.
«Se llevan mi leche», dijo la vaca. «Se llevan mis huevos», dijo la gallina. «Se llevan mi carne y mi tocino», dijo el cerdo. «Me persiguen para llevarse mi grasa», dijo la ballena.
Y así sucesivamente.
Por fin habló el caracol: «Yo tengo algo que les gustaría tener más que cualquier otra cosa. Algo que ciertamente me arrebatarían si pudieran: TIEMPO».
Tienes todo el tiempo del mundo. Solo hace falta que quieras tomártelo. ¿Qué te detiene?
Del libro:
Anthony de Mello
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet
martes, 3 de enero de 2023
lunes, 2 de enero de 2023
domingo, 1 de enero de 2023
EL PORQUÉ DE LAS COSAS
La gran zanahoria de los seres humanos, perseguida hasta la saciedad, es el intento frustrado de encontrarle un sentido a las cosas. Lo llamamos el porqué. Por qué me has dejado. Por qué has hecho esto. Por qué llueve hoy. Por qué he enfermado. ¿Sabes cuanta energía usamos en un solo día para intentar comprender lo que sucede?
Cuando sentimos tristeza, ésta no tiene un significado propio hasta que nosotros se lo damos. Al hacerlo, la situación que creíamos ser la causa de nuestra tristeza pasa también a tener un sentido triste. De esta manera encajan y parecen tener lógica y coherencia. Es entonces cuando creo haber comprendido por qué siento tristeza y por qué me ha ocurrido tal situación. Sin embargo, sigo buscando el sentido a todo ello, porque en el fondo sé que sigo sin comprender.
Todo responde a un orden mayor que se nos escapa al mirarlo desde nuestra pequeña perspectiva. Nuestro yo es demasiado joven y limitado en experiencia como para poder concebir lo eterno, lo infinito y sus mecanismos de manifestación dentro de nuestra solitaria percepción de la realidad de la existencia. No podemos comprender del todo ningún acontecimiento de nuestra propia vida si lo interpretamos desde un punto de vista personal, desde el que no somos conscientes de lo eterno e infinito de nuestro ser.
Entretenerse en tratar de comprender lo incomprensible es una pérdida de tiempo para aquellos que lo que quieren con todo su corazón es cruzar el velo de la ignorancia. Sin embargo, parece gustarnos esa manera de vivir la vida. En lugar de vivirla en paz y así comprender qué es la vida, le exigimos una comprensión previa para poder vivirla en paz. La paz nos lleva a la comprensión; sin embargo, preferimos que la incomprensión nos lleve a la comprensión preguntándole a ella el porqué de las cosas.
¿Puedes imaginarte tu estado mental si en lugar de negarte a vivir lo que no comprendes te abrieras a vivirlo? Podemos referirnos aquí a la muerte de un ser querido, a la que nos aferramos con la intención de terminar comprendiendo algún día el porqué de su muerte. Muchas personas soportan este dolor a la espera de comprender el porqué, en lugar de vivirlo y comprenderlo finalmente a través de su vivencia. Es la vida la que nos lleva a la comprensión y no la incertidumbre, ni el miedo, ni el sufrimiento, ni las creencias religiosas o espirituales.
Sólo podemos comprender que la muerte no existe cuando nuestra mente está en paz. Desde la paz podemos, entonces, mirar esa situación desde nuestro corazón, lugar en el que nunca nada empieza ni termina, en el que todo vive unido a todo sin pérdidas ni logros, sólo presencia, sólo xistencia, sólo paz. Nos acercamos a esa claridad cuando nos abrimos a dar la bienvenida a todo lo que ocurre, sin «peros» que valga la pena objetar ni «porqués» que valga la pena cuestionar.
La gran mayoría de las veces, este intento de descubrir un sentido aceptable de la vida lo usamos para esconder nuestro miedo a la ignorancia que tanto nos atemoriza. Lo que sucede a nuestro alrededor no tiene sentido tratar de comprenderlo mientras lo percibamos como algo ajeno a nosotros. Todo ocurre como emanación de nuestro ser o como proyección de nuestros miedos, y en ambos casos si uno no usa esas situaciones para conocerse a sí mismo, se autocondena a vivir en el limbo mental de preguntarle al pasado: «Pasado, ¿por qué has sucedido así?»
Extracto del libro:
¿Me acompañas?
Sergi Torres
Fotografía de Internet
Suscribirse a:
Entradas (Atom)