lunes, 31 de octubre de 2022
ELEGIRSE A UNO MISMO
A lo largo de la Historia, Sawai fueron aquellos que se atrevieron a descubrir cómo se pensaban —y por tanto, cómo eran—, que volvieron hacia atrás, para recordarse y conjurar el yo. Aquellos que se atrevieron a salir de su comodidad y se arriesgaron a sentir. Los que por fin se eligieron a sí mismos para ser felices. Pues a menudo ir un paso más allá es dar un paso hacia dentro. Es quererse a uno mismo en un mundo que solo te enseña a querer a los demás y comprender que en nuestras cabezas somos todos iguales.
Porque no es lo mismo estar en la humanidad que sentir que la humanidad está en ti.
Sagar Prakash Khatnani
Extracto del libro:
365 semillas de conciencia para una vida plena
Fotografías tomadas de Internet
domingo, 30 de octubre de 2022
2. EL CAMINO ES PERFECTO.
UNAS CUANTAS COSAS antes de entrar en este sutra de Sosan. En Occidente, hace sólo unos años, hubo un hipnotizador francés, Emile Coué, que redescubrió una de las leyes básicas de la mente humana. La llamó "la ley del efecto contrario"; este es uno de los sutras más antiguos del pensamiento taoísta y del zen. Sosan está hablando de esta ley. Intenta comprenderla, y entonces sus palabras te serán fáciles de entender.
Por ejemplo, si no tienes sueño ¿qué harás? Tratarás de dormirte; harás esfuerzos, harás esto y aquello, pero todo lo que hagas tendrá justo el efecto contrario; no traerá lo que necesitas. Ocurrirá justo lo contrario, porque cualquier actividad, cualquier esfuerzo, irá en contra del sueño. Dormir es una relajación. No puedes provocarlo, no puedes hacer nada para que ocurra; no forma en absoluto parte de tu voluntad. Dormir es entrar en el inconsciente y tu voluntad es simplemente un fragmento de la consciencia. Cuando entras en el inconsciente, en lo profundo, dejas en la superficie la parte que es consciente, el fragmento que es la voluntad. No puedes llevar tu superficie a la profundidad, no puedes llevar tu circunferencia al centro.
Por eso cuando haces esfuerzos para dormir, estás haciendo algo autodestructivo. Estás haciendo algo que se convertirá justo en lo opuesto; te despertarás aún más. La única manera de entrar en el sueño es no hacer nada.
Si no viene, no viene. Espera... ¡No hagas nada! De otra forma lo alejarás aún más y crearás una distancia. Simplemente espera, apaga la luz, cierra los ojos, relájate y espera. Cuando llega, llega. No puedes provocarlo con ningún acto de tu voluntad; la voluntad está en contra del inconsciente.
Y esto ocurre con muchas cosas de la vida: que ocurre justo lo contrario. Si quieres estar en silencio, ¿qué harás?; porque el silencio es como el sueño. No puedes forzarlo. Sólo puedes permitir que ocurra, es un dejarse llevar, pero no hay forma de producirlo. ¿Qué harás si quieres estar en silencio? Si haces algo estarás aún menos en silencio.
Si quieres estar tranquilo, ¿qué harás?; porque quietud significa no-hacer. ¡Solamente flotas, solamente te relajas! Y cuando digo que solamente te relajas, quiero decir solamente. No hay que usar ningún método para relajarse, porque cualquier método significaría de nuevo que estás haciendo algo. Hay un libro que se titula ¡Tienes que relajarte! Y el "tienes que" va justamente en contra de la relajación; el "tienes que" no se debería incorporar, si lo haces así te pondrás más tenso. Esta ley fue descubierta por Emile Coué, quien dijo: "Deja que las cosas ocurran, no las fuerces". Hay cosas que se pueden forzar; todo lo que pertenece a la mente consciente se puede forzar. Pero hay cosas que no: todo lo que pertenece al inconsciente, a tu profundidad, no se puede forzar.
Ocurre muchas veces: intentas recordar un nombre o un rostro y no lo consigues, aunque sientes que lo tienes justo en la punta de la lengua. La sensación es tan intensa que te parece que va a llegar en cualquier momento y tratas de que te venga a la memoria. Y cuanto más lo intentas, menos te viene. Hasta empiezas a sospechar si esta sensación es real. Pero lo sientes; todo tu ser te dice que está ahí, justo en la punta de la lengua. ¿Pero por qué no te viene si está justo ahí? No te saldrá. Hagas lo que hagas, no te saldrá.
Entonces te sientes frustrado, te desesperas y te olvidas del asunto. Sales al jardín y te pones a trabajar en él, o te pones a leer el periódico o enciendes la radio y escuchas música; y de repente te viene a la memoria. ¿Qué ha ocurrido?
Pertenecía al inconsciente, estaba en lo profundo de ti. Y cuanto más lo intentabas, más difícil se hacía; y cuanto más lo intentabas más se perturbaba el inconsciente. Entonces todo se volvió un caos, todo se removió. Estaba ahí, justo en la punta de la lengua, pero al tú estar tan activo intentando recordarlo... estabas usando la voluntad, y la voluntad no puede traer las cosas de tu profundidad. Sólo a través de la rendición puedes hacerlo, sólo cuando te dejas llevar.
Así que cuando te fuiste al jardín, al parque o empezaste a leer el periódico o a cavar un hoyo en el suelo o a escuchar música, te olvidaste completamente del asunto..., y de repente ahí lo tienes. Esta es la ley del efecto contrario. Recuerda, con el inconsciente la voluntad no sirve para nada; no es que no sirva para nada sino que además resulta peligrosa, perjudicial.
Lao Tse, Chuang Tzu, Bodhidharma y Sosan... son los maestros de esta ley del efecto contrario. Y esta es la diferencia entre el yoga y el zen. El yoga hace toda clase de esfuerzos y el zen no hace ninguno; y el zen es más auténtico que cualquier yoga. Pero el yoga te atrae, porque en lo que a ti concierne hacer es fácil; por muy duro que sea, hacer es fácil. No-hacer es difícil. Si alguien dice: "No hagas nada", te sientes perdido. Vuelves a preguntar: "¿Qué es lo que tengo que hacer?". Si alguien dice: "No hagas nada", esto es lo más difícil para ti. Si lo comprendieras, no sería así. No-hacer no requiere cualificación alguna. Puede que el hacer sí, puede que el hacer requiera práctica. No-hacer no requiere práctica alguna. Es por eso que el zen dice que la iluminación puede ocurrir en cualquier momento; porque no es cuestión de cómo alcanzarla, es cuestión de cómo permitirla. Es como el dormir: te relajas y ahí está, te relajas y ocurre. No estás permitiendo que ocurra porque tienes mucha actividad en la superficie.
Del libro:
Hsin Hsin Ming: El libro de la nada
Osho
Fotografía tomada del internet
sábado, 29 de octubre de 2022
GENTE «A RAYAS»
Por lo general dividimos a las personas en dos categorías: la de los santos y la de los pecadores. Pero se trata de una división absolutamente imaginaria. Por una parte, nadie sabe realmente quiénes son los santos y quiénes los pecadores; las apariencias engañan. Por otra, todos nosotros, santos y pecadores, somos pecadores.
En cierta ocasión, un predicador preguntó a un grupo de niños: «Si todas las buenas personas fueran blancas y todas las malas personas fueran negras, ¿de qué color seríais vosotros?».La pequeña Mary Jane respondió «Yo, reverendo, tendría la piel a rayas».
Y así tendría también la piel el Reverendo, y los Mahatmas, y los Papas, y los santos canonizados.
Un hombre buscaba una buena iglesia a la que asistir y sucedió que un día entró en una iglesia en la que toda la gente y el propio sacerdote estaban leyendo el libro de oraciones y decían: «Hemos dejado de hacer cosas que deberíamos haber hecho, y hemos hecho cosas que deberíamos haber dejado de hacer».El hombre se sentó con verdadero alivio en un banco y, tras suspirar profundamente, se dijo a sí mismo: «¡Gracias a Dios, al fin he encontrado a los míos!».
Los intentos de nuestras santas gentes por ocultar su piel rayada muchas veces no tienen éxito y siempre son fraudulentos.
Del libro:
Anthony de Mello
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet
viernes, 28 de octubre de 2022
EL DOLOR DE QUERER SER MEJOR PERSONA
Tratar de ser mejor persona sin antes asumir nuestra imperfección humana, nos impide descubrir nuestra perfección universal.
Cuando estaba a punto de cumplir tres años, nació mi hermano y sentí por primera vez una sensación desconocida hasta ese momento. De repente tenía un competidor ante mí y sentí el deseo de ser mejor. A los cinco años entré en el colegio y pasé a tener cuarenta competidores en mi aula. A pesar del empeño de mis maestros para que fuera mejor persona, éste no daba fruto. Mi cerebro disléxico pasaba desapercibido y nunca tuve la sensación de encajar en un sistema educativo basado en la mejora personal.
Hoy en día me pregunto por qué ser mejor persona sin antes comprenderme, respetarme y aceptarme. De hecho, ¿cómo se llega a eso de ser mejor sin antes estar en paz con uno mismo?¿Por qué debería dejarme guiar por el deseo de ser una mejor persona si ese deseo nace de un autorrechazo?
Nos hemos convencido de que hay un «yo» mejor u otra emoción mejor de la que estamos sintiendo ahora. Pero no es así. En este momento no existe un «tú» mejor que el de este momento. Tampoco hay nada mejor que sentir ahora que lo que estás sintiendo ahora, simplemente porque esto es lo que estás sintiendo ahora.
Para muchas personas esto puede significar hastío, desmotivación o tirar la toalla, pero es justo lo contrario. Es recoger la toalla y empezar a asumir nuestra experiencia tal como es. Lo llaman vivir plenamente y no se enseña en los colegios ni se ve en los mejores cines. Se aprende mirándose uno mismo con una mirada respetuosa y de aceptación.
Estamos viviendo una vida humana que, a fecha de hoy, implica lo que implica. Pero puedo asegurarte que todos disponemos de todo lo que necesitamos para vivirla. Puedo asegurarlo porque me he encontrado con muchas personas con vidas llenas de sufrimiento que hallaron la valentía de vivirlas. Fueron personas que habían sido violadas, otras maltratadas, otras habían perdido a un hijo o se encontraban en fase terminal de una enfermedad.
Estas personas que acudieron a mí para que las ayudara a vivir sus procesos terminaron convirtiéndose en mis maestros. Todas ellas me mostraron que detrás de esa situación estaba su capacidad de vivirla con plenitud. Porque lo único que se nos pide es la decisión de ser honestos con nosotros mismos y abrirnos a un autodescubrimiento que viene dado de forma natural dentro de esas situaciones. Esta decisión de la que hablamos aquí, insisto, no te la puede enseñar nadie. Esta decisión te pertenece a ti descubrirla, llevándola a cabo. Y ¿cómo se lleva a cabo? Decidiendo ser honestos con nosotros mismos y abrirnos a un autodescubrimiento.
Pasar de sufrir a aprender a gozar; lo siento, pero no es cuestión de lo que ocurre en nuestras vidas, sino de nuestra decisión de vivirlas abiertamente. Nos olvidamos de cómo respirar y de cómo asumir las situaciones tal como ocurren, porque estamos dormidos, anestesiados, hipnotizados por el deseo de ser distintos de como nos vemos.
La inseguridad es una de las farsas más grandes que los seres humanos hemos inventado. Hemos convertido la atención natural que surge del ser en una temerosa alerta mental basada en la inseguridad, inseguridad por cómo nos sentimos, inseguridad por cómo nos relacionamos con los demás, inseguridad hacia nuestra vida.
Imagínate un ser viviendo una vida de la cual se siente inseguro. Eso implica un gran caos mental y una gran angustia emocional. Por un lado su ser le pide abrirse a la vida y descubrir que él es la vida y, simultáneamente, la mente le dice que tenga cuidado porque esa vida no se merece su confianza.
La inseguridad es totalmente insoportable. Es tan insoportable que terminamos culpando a todo lo que nos rodea de aquello que sucede en nosotros. Sin embargo, dentro de una lógica universal, nada ni nadie culpa a nadie ni a nada de cómo es su propia existencia.
Muy pocas personas se dan cuenta de que existir como existen es impresionante, y eso ocurre porque estamos habituados a sufrir en lugar de vivir. Apenas nadie es feliz por el hecho de existir. Esto que acabas de leer es suficiente como para sentarse y quedarse mirando esta idea un buen rato.
Permíteme insistir de nuevo. Si tú estás viviendo una vida humana, te aseguro que tienes a tu disposición todo lo que necesitas para vivirla. Ya contienes en ti todo el potencial para vivirla plenamente.
Si yo trato de ser un ser humano perfecto, voy a tener que negar primero mi estado mental de imperfección. Entonces voy a empezar a esconderme, a no mostrarme, para que no vean cuán imperfecto soy. Mientras no deje de temer el mostrar cuán imperfecto soy, no podré ver la perfección que existe detrás de mis creencias.
Vivimos intentando hacer todo bien, cuando en realidad somos pura perfección universal, pero dentro de unas coordenadas espacio-temporales donde aún no se contempla esa perfección. Quizá haya llegado el momento de descansar de esa lucha interior. Quizá es hora de mirar con respeto hacia ti. Quizá te ha llegado el momento de disfrutar de la película, en lugar de tratar de maquillar constantemente al protagonista de las historias proyectadas en una pantalla.
Todo lo que buscamos actualmente se encuentra en la práctica sostenida de contemplar los pensamientos sin creérnoslos a ciegas. Tarde o temprano descubres que te has estado engañando de forma repetida durante toda tu vida, creyendo ser quien piensas que eres en lugar de ser lo que eres en verdad.
Extracto del libro:
¿Me acompañas?
Sergi Torres
Fotografía de Internet
jueves, 27 de octubre de 2022
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