miércoles, 30 de marzo de 2022
CUANDO ELIGES DIVIDES
Cuando eliges, divides. Entonces dices: "Esto está bien, esto está mal". Y la vida es una unidad. La existencia no puede dividirse, la existencia es un profundo "unísono". Es unidad. Si dices: "esto es bonito y esto es feo", la mente ha entrado en escena, porque la vida es las dos cosas juntas. Lo bonito se vuelve feo, y lo feo se va haciendo bonito. No hay una línea divisoria; no se les puede poner en compartimentos separados. La vida va fluyendo de esto a aquello. El hombre tiene compartimentos fijos.
La naturaleza de la mente es la fijación, y la fluidez es la naturaleza de la vida. Es por eso que la mente es obsesión; está siempre fija, es sólida. Y la vida no es tan sólida; es fluida, flexible, se mueve hacia lo opuesto. Algo está vivo en este momento y al siguiente está muerto.
Alguien era joven en ese momento, y al siguiente se ha hecho viejo. Esos ojos, que eran tan hermosos, han desaparecido; ahora son sólo ruinas. Ese rostro era tan lozano..., y ahora no queda nada, ni siquiera un fantasma. Lo bonito se vuelve feo, la vida se convierte en muerte, y la muerte vuelve a nacer de nuevo.
¿Qué vas a hacer con la vida? No puedes elegir. Si quieres estar con la vida, con la totalidad, tendrás que vivir sin elegir.
La mente es una elección. Aristóteles hizo de ella la base de su lógica y de su filosofía. No puedes encontrar un hombre más distante de Sosan que Aristóteles, porque Sosan dice: "Ni esto ni aquello, no elijas". Sosan dice: "Vive sin elegir". Sosan dice: "¡No hagas distinciones!". Desde el momento en que haces una sola distinción, desde el momento en que la elección aparece, ya estás dividido, fragmentado; has enfermado, no estás entero.
Recuerda, si le preguntas a un cristiano... Este realmente no sigue a Jesús, sino que básicamente sigue a Aristóteles. El cristianismo está basado más en Aristóteles que en Cristo. Jesús se parecía más a Sosan, pues dice: "¡No juzgues y no serás juzgado!"; dice: "No elijáis. No digáis: ¡Esto es bueno y esto es malo! Eso no os concierne. Dejad que la totalidad decida. No os convirtáis en jueces". Pero el cristianismo no está orientado hacia Jesús. Los fundadores del cristianismo fueron más aristotélicos que cristianos.
No se puede construir una Iglesia basándose en Sosan o en Jesús. ¿Cómo vas a poder levantar una Iglesia sin elegir? Una Iglesia tiene que estar a favor o en contra de algo; tiene que estar a favor de Dios y en contra del diablo. Y en la vida Dios y el diablo no son dos, son uno. El diablo es una cara y Dios es la otra cara de la misma energía; no son dos.
Unas veces se presenta como diablo y otras como Dios. Y si te fijas atentamente, descubrirás que son lo mismo. Unas veces se presenta en forma de ladrón y otras en forma de hombre ejemplar. Unas veces le encontrarás en lugares respetables y otras en lugares de perdición. Se mueve, él es un movimiento. Y para él ninguna costa está demasiado lejos, nadie está fuera de su alcance; se mueve entre todo el mundo.
Jesús no hace distinciones, pero el cristianismo sí, porque una religión tiene que hacerlas; una religión tiene que convertirse en algo moral. Y una vez que una religión se ha vuelto moral ya no es una religión. La religión es la cosa más osada que existe. Se necesita un gran valor para vivir sin elegir, porque la mente dice: "¡Elige!". La mente dice: "¡Di algo!" Esto está mal, esto está bien. Esto es bonito, esto es feo. Amo esto, odio aquello". La mente dice: "¡Decídete!".
La mente tiene la tentación de dividir. Una vez que divides, la mente se encuentra a sus anchas. Si no divides, si dices: "No voy a decir nada. No voy a juzgar", la mente se siente como en su lecho de muerte. Aristóteles dice que A es A y nunca puede ser no-A; los opuestos no se pueden encontrar. Sosan dice que no hay opuestos; que ya se han encontrado, que siempre han estado encontrándose.
Esta es una de las verdades más fundamentales de las que uno tiene que darse cuenta: que los opuestos no son opuestos. Tú eres el que dice que lo son, pero no lo son. Míralo existencialmente y sentirás que son la misma energía.
Tú amas a una persona...
Una mujer vino a verme y me dijo: "He estado casada durante diez años y mi marido y yo jamás hemos discutido por nada. Y ahora de repente, ¿qué es lo que ha pasado? Él me ha abandonado".
Ella pensaba que el hecho de que nunca se hubieran peleado, demostraba que estaban muy enamorados. Eso es absurdo; pero es aristotélico; la mujer es absolutamente lógica.
Ella me dijo: "Hemos estado casados durante diez años. Nunca hemos discutido ni nos hemos enfadado el uno con el otro. Estábamos tan enamorados que nunca nos peleábamos por ninguna razón. No tuvimos ni un sólo momento de disputa. Y en cambio ahora, ¿qué ha ocurrido? ¡De repente me ha dejado! ¿Se ha vuelto loco o qué? Nos adorábamos". Ella se equivoca.
Si el amor es tan grande tiene que haber alguna disputa. Algunas veces os peleareis. Y la lucha no destruirá el amor, sino que lo enriquecerá. Si hay amor, se enriquecerá al pelear; si no hay amor, entonces os alejareis, os separareis. Diez años es mucho tiempo; hasta veinticuatro horas es mucho tiempo para estar constantemente en un estado mental, porque la mente se mueve hacia lo opuesto. Amas a una persona pero a veces te enfadas. En realidad, sólo porque amas te puedes enfadar. ¡A veces odias! Algunas veces te sacrificarías por tu amante, y otras quisieras matarle. Y tú eres ambas cosas.
Que nunca os peleaseis durante esos diez años, sólo significa que no había ningún amor. Significa que no era una relación. Y que teníais mucho miedo a que cualquier enfado, cualquier conflicto, cualquier cosa sin importancia pudiera romperlo todo. Teníais tanto miedo, que nunca discutisteis. Nunca creísteis que el amor pudiera ser más profundo que la disputa, que la pelea pudiera ser momentánea y que después de ella cayerais uno en brazos del otro aún más profundamente. No, nunca confiasteis en eso. Por eso es que os las apañabais para no pelear. Y entonces no hay por qué sorprenderse de que el hombre se haya ido. Yo le dije: "Lo que a mí me sorprende es que haya sido capaz de estar contigo durante todos esos años. ¿Por qué razón?".
Una vez vino un hombre y me dijo: "Algo le pasa a mi hijo. Le conozco muy bien; y siempre ha sido obediente. No se puede encontrar un muchacho mejor que él. Jamás me ha desobedecido, nunca me ha contestado. Y ahora de repente se ha vuelto hippie. Ya no me escucha. Me mira como si ya no fuera su padre. Me mira como a un extraño. Siempre me había obedecido en todo. ¿Qué es lo que le ha ocurrido a mi hijo?".
No le ha ocurrido nada. Esto es lo que se debe esperar, porque si un hijo realmente ama a su padre también le desobedece. ¿A quién si no va a desobedecer? Si un hijo realmente ama a su padre y confía en él, también a veces le tiene que desobedecer; porque sabe que la relación es tan profunda que no se romperá por desobedecer. Por el contrario, se enriquecerá. Los opuestos se enriquecen.
Del libro:
Hsin Hsin Ming: El libro de la nada
Osho
Fotografía tomada del internet
martes, 29 de marzo de 2022
EL ZORRO MUTILADO
Un hombre que paseaba por el bosque vio un zorro que había perdido sus patas, por lo que el hombre se preguntaba cómo podría sobrevivir. Entonces vio llegar a un tigre que llevaba una presa en su boca. El tigre ya se había hartado y dejó el resto de la carne para el zorro.
Al día siguiente Dios volvió a alimentar al zorro por medio del mismo tigre. El comenzó a maravillarse de la inmensa bondad de Dios y se dijo a sí mismo: «Voy también yo a quedarme en un rincón, confiando plenamente en el Señor, y este me dará cuanto necesito».
Así lo hizo durante muchos días; pero no sucedía nada y el pobre hombre estaba casi a las puertas de la muerte cuando oyó una Voz que le decía: «¡Oh, tú, que te hallas en la senda del error, abre tus ojos a la Verdad! Sigue el ejemplo del tigre y deja ya de imitar al pobre zorro mutilado».
Por la calle vi a una niña aterida y tiritando de frío dentro de ligero vestidito y con pocas perspectivas de conseguir una comida decente. Me encolericé y le dije a Dios: «¿Por qué permites estas cosas? ¿Por qué no haces nada para solucionarlo?».
Durante un rato, Dios guardó silencio. Pero aquella noche, de improviso, me respondió: «Ciertamente que he hecho algo. Te he hecho a ti».
Del libro:
Anthony de Mello
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet
lunes, 28 de marzo de 2022
PLAN B: CUANDO LA VIDA NOS OBLIGA A CAMBIAR
Si un proyecto laboral, sentimental o incluso existencial fracasa, existe el riesgo de quedarnos paralizados o de que caigamos en las redes de la autocompasión. Para evitarlo, dentro de nuestra planificación conviene contemplar otras salidas y posibilidades a cada situación. Dicho de otro modo: un plan B que nos permita seguir avanzando aunque estemos obligados a variar nuestro rumbo.
Decía el dramaturgo Tom Stoppard que «toda salida es una entrada a otra parte», por lo que a menudo tras una crisis descubrimos que la alternativa que nos hemos visto obligados a tomar es mejor que el punto de partida. Algunos ejemplos:
• Un despido laboral puede promover un cambio de orientación profesional más satisfactorio o incluso una vía hacia el propio negocio.
• Una ruptura sentimental nos obliga a replantearnos qué persona necesitamos como compañero de vida.
• Una enfermedad superada favorece un cambio de hábitos para vivir con más energía, optimismo y vitalidad.
• Una discusión aporta un nuevo enfoque sobre cómo nos relacionamos con los demás.
• Una ruina económica nos enseña un modo diferente y sostenible de llevar nuestras finanzas.
Al final, lo importante no es tanto mantenernos fieles al plan inicial, sino movernos, evolucionar, ganar sabiduría y experiencia, dos divisas que nunca pierden valor.
Ingvar Kamprad: diseño y belleza para todos.
«Nuestra idea es servir a todo el mundo, incluidas las personas con poco dinero.»
Comenzó con la madera, pero para cerillas. De esta forma se iniciaba en el mundo de los negocios el sueco Ingvar Kamprad. Cuando aún era un niño, se dedicaba a comprar cerillas al por mayor en Estocolmo y las vendía en su pueblo a un precio que le permitía obtener el beneficio justo.
Esta mentalidad empresarial y su brillante expediente académico, que propició que su padre le diera una buena cantidad de dinero como recompensa, le llevaron a abrir a la edad de diecisiete años una pequeña tienda de muebles. La llamó IKEA, las iniciales de su nombre y apellido, y las iniciales de la granja donde vivía: Elmtaryd Agunnaryd.
En 1951 lanzó al mercado su primer catálogo. Dos años más tarde organizaba la primera exposición de productos Ikea.
Pero no todo fue sobre ruedas en su carrera profesional. Ante la imparable carrera de Kamprad, el gremio de vendedores de muebles suecos vieron en él una auténtica amenaza, por lo que presionaron a los proveedores para que dejaran de suministrar sus productos a Ikea, con lo que la marca fue excluida de las ferias más importantes del sector.
Fue en esta situación límite cuando el empresario tomó una decisión que cambiaría totalmente Ikea. Decidió diseñar y producir sus propios muebles y dirigirse al exterior tanto para obtener materias primas como para situar nuevos puntos de venta.
Comienza de esta forma el auge imparable de esta tienda de muebles, convertida en un conglomerado con cientos de establecimientos en multitud de países. Actualmente, el dueño de Ikea es una de las personas más ricas del mundo.
Como estamos viendo en este libro, todo éxito empresarial tiene un para qué, un sentido. En el caso de Ikea, una de las claves de su éxito fue la idea innovadora del mueble «listo para llevar». Kamprad pensó que si desmontaba el mueble ocuparía menos espacio, por lo que no era necesario un gran espacio para su almacenamiento. Esto se traducía en un ahorro considerable y, a su vez, en precios más competitivos para sus clientes. Además, el hecho de estar desmontado, permitía al cliente transportar a su casa el mueble recién comprado sin necesidad de que nadie hiciera este trabajo por él, lo que también suponía el ahorro del transporte.
Con su regla de oro «céntimo a céntimo», este empresario ha sabido derribar barreras y hacer frente a todo tipo de situaciones para lograr sacar a flote a su empresa.
No son pocos los que hablan de él como un hombre tacaño al que no le gusta malgastar el dinero, pese a ser una de las personas más ricas del mundo. Y no les falta razón: en su actual lugar de residencia, Suiza, usa el transporte público para desplazarse, cuando no conduce su Volvo de dieciocho años de antigüedad. Realiza los viajes en vuelos de bajo coste y se hospeda en hoteles baratos.
Para Kamprad, el ahorro es fundamental, regla que aplica al cien por cien en su empresa. «La gente comenta que soy tacaño pero no me importa. Sin embargo, me siento muy orgulloso de continuar las normas de nuestra empresa», dijo este singular empresario.
Otro de los rasgos que caracterizan al «Imperio Ikea» es su política de trabajo. Ikea es famoso por tener una política de incentivación del trabajo única. Con trabajadores motivados, la producción será de mucha más calidad.
En este sentido, Kamprad siempre ha admitido que «si hay algo bueno en el liderazgo es dar un buen ejemplo. Tengo que hacerlo por todos los empleados de Ikea».
Es por ello que Kamprad sabe cómo tratar a sus trabajadores y los considera su principal fuente de beneficios. Prueba de ello es que posee seis mandamientos que procura que sus empleados tengan muy en cuenta.
Los seis mandamientos del éxito según Ikea:
1. Sobre los errores: sólo mientras se duerme no se cometen errores.
2. Sobre la utilización del tiempo: divide tu vida en unidades de 10 minutos y sacrifica las menos posibles en actividades insignificantes.
3. Sobre la simplicidad: la burocracia complica y paraliza. La planificación en exceso es la principal causa de «muerte corporativa».
4. Sobre el cumplimiento: el saber que una tarea se ha terminado es la más efectiva pastilla para dormir.
5. Sobre la felicidad: la felicidad no está en alcanzar tu objetivo. La felicidad se encuentra en el camino hacia el objetivo. La palabra «imposible» ha sido borrada de nuestro diccionario.
6. Sobre Ikea: lo que es bueno para nuestros clientes, a largo plazo es bueno para nosotros.
ALGUNAS INSPIRACIONES DE INGVAR KAM PRAD:
«No tengo miedo de sobrepasar los ochenta y tengo muchas cosas que hacer. No tengo tiempo para morirme.»
«Yo soy austero y me siento orgulloso de serlo. La gente de Ikea no conduce coches llamativos ni se hospedan en hoteles lujosos.»
«Todo lo que ganamos lo necesitamos como reserva.»
«Deberíamos tener más mujeres en diversos puestos directivos, porque las mujeres son las que deciden casi todo en el hogar.»
Del libro:
El mapa del tesoro
Álex Rovira/
Francesc Miralles
Fotografía tomada de internet
domingo, 27 de marzo de 2022
26. DIÁLOGO POR ALOJAMIENTO
Cualquier monje vagabundo puede quedarse en un templo zen siempre que proponga, y gane, un debate sobre budismo con los que viven en él.
En un templo situado al norte de Japón, vivían solos dos hermanos que eran monjes. El mayor era docto, pero el menor era estúpido y le faltaba un ojo.
Un buen día, un monje vagabundo llegó y pidió alojamiento, proponiendo a los hermanos un debate sobre la sublime enseñanza. El hermano mayor, cansado ese día de mucho estudiar, dijo al menor que ocupara su lugar. «Ve y propón que el diálogo se haga en silencio», le advirtió.
De modo que el joven monje y el forastero se dirigieron al oratorio y tomaron asiento.
Poco después, el viajero se levantó y fue hacia donde se encontraba el hermano mayor, al que dijo: «Tu hermano menor es fantástico. Me ha derrotado».
«Cuéntame cómo fue el diálogo», dijo el hermano mayor.
«Bien», explicó el viajero, «primero levanté un dedo, representando a Buda, el iluminado. Él levantó dos dedos, indicando a Buda y a sus enseñanzas. Levanté tres dedos, representando a Buda, sus enseñanzas y sus seguidores, llevando una vida armoniosa. Entonces agitó su puño cerrado frente a mi rostro, indicando que las tres cosas proceden de una realización única. Por tanto, ha ganado y no tengo derecho a quedarme». Tras decir esto, partió.
«¿Dóndes está ese tipo?», preguntó el hermano menor corriendo hacia su hermano mayor.
«Tengo entendido que ganaste el debate».
«No gané nada. Le voy a dar una paliza».
«Cuéntame el tema del debate», pidió el hermano mayor.
«Vaya, en cuanto me vio me levantó un dedo, insultándome al insinuar que tenía un solo ojo. Dado que era un forastero, pensé que debía ser cortés con él, de modo que levanté dos dedos, felicitándole porque tenía dos ojos. Entonces el muy miserable levantó tres dedos sugiriendo que entre los dos sólo teníamos tres ojos. De modo que me enfureció y empecé a darle puñetazos, pero se escapó corriendo y así acabó todo».
Extracto del libro:
Zen flesh. Zen bones
Paul reps y Nyogen senzaki
Fotografía de Internet
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