Si un proyecto laboral, sentimental o incluso existencial fracasa, existe el riesgo de quedarnos paralizados o de que caigamos en las redes de la autocompasión. Para evitarlo, dentro de nuestra planificación conviene contemplar otras salidas y posibilidades a cada situación. Dicho de otro modo: un plan B que nos permita seguir avanzando aunque estemos obligados a variar nuestro rumbo.
Decía el dramaturgo Tom Stoppard que «toda salida es una entrada a otra parte», por lo que a menudo tras una crisis descubrimos que la alternativa que nos hemos visto obligados a tomar es mejor que el punto de partida. Algunos ejemplos:
• Un despido laboral puede promover un cambio de orientación profesional más satisfactorio o incluso una vía hacia el propio negocio.
• Una ruptura sentimental nos obliga a replantearnos qué persona necesitamos como compañero de vida.
• Una enfermedad superada favorece un cambio de hábitos para vivir con más energía, optimismo y vitalidad.
• Una discusión aporta un nuevo enfoque sobre cómo nos relacionamos con los demás.
• Una ruina económica nos enseña un modo diferente y sostenible de llevar nuestras finanzas.
Al final, lo importante no es tanto mantenernos fieles al plan inicial, sino movernos, evolucionar, ganar sabiduría y experiencia, dos divisas que nunca pierden valor.
Ingvar Kamprad: diseño y belleza para todos.
«Nuestra idea es servir a todo el mundo, incluidas las personas con poco dinero.»
Comenzó con la madera, pero para cerillas. De esta forma se iniciaba en el mundo de los negocios el sueco Ingvar Kamprad. Cuando aún era un niño, se dedicaba a comprar cerillas al por mayor en Estocolmo y las vendía en su pueblo a un precio que le permitía obtener el beneficio justo.
Esta mentalidad empresarial y su brillante expediente académico, que propició que su padre le diera una buena cantidad de dinero como recompensa, le llevaron a abrir a la edad de diecisiete años una pequeña tienda de muebles. La llamó IKEA, las iniciales de su nombre y apellido, y las iniciales de la granja donde vivía: Elmtaryd Agunnaryd.
En 1951 lanzó al mercado su primer catálogo. Dos años más tarde organizaba la primera exposición de productos Ikea.
Pero no todo fue sobre ruedas en su carrera profesional. Ante la imparable carrera de Kamprad, el gremio de vendedores de muebles suecos vieron en él una auténtica amenaza, por lo que presionaron a los proveedores para que dejaran de suministrar sus productos a Ikea, con lo que la marca fue excluida de las ferias más importantes del sector.
Fue en esta situación límite cuando el empresario tomó una decisión que cambiaría totalmente Ikea. Decidió diseñar y producir sus propios muebles y dirigirse al exterior tanto para obtener materias primas como para situar nuevos puntos de venta.
Comienza de esta forma el auge imparable de esta tienda de muebles, convertida en un conglomerado con cientos de establecimientos en multitud de países. Actualmente, el dueño de Ikea es una de las personas más ricas del mundo.
Como estamos viendo en este libro, todo éxito empresarial tiene un para qué, un sentido. En el caso de Ikea, una de las claves de su éxito fue la idea innovadora del mueble «listo para llevar». Kamprad pensó que si desmontaba el mueble ocuparía menos espacio, por lo que no era necesario un gran espacio para su almacenamiento. Esto se traducía en un ahorro considerable y, a su vez, en precios más competitivos para sus clientes. Además, el hecho de estar desmontado, permitía al cliente transportar a su casa el mueble recién comprado sin necesidad de que nadie hiciera este trabajo por él, lo que también suponía el ahorro del transporte.
Con su regla de oro «céntimo a céntimo», este empresario ha sabido derribar barreras y hacer frente a todo tipo de situaciones para lograr sacar a flote a su empresa.
No son pocos los que hablan de él como un hombre tacaño al que no le gusta malgastar el dinero, pese a ser una de las personas más ricas del mundo. Y no les falta razón: en su actual lugar de residencia, Suiza, usa el transporte público para desplazarse, cuando no conduce su Volvo de dieciocho años de antigüedad. Realiza los viajes en vuelos de bajo coste y se hospeda en hoteles baratos.
Para Kamprad, el ahorro es fundamental, regla que aplica al cien por cien en su empresa. «La gente comenta que soy tacaño pero no me importa. Sin embargo, me siento muy orgulloso de continuar las normas de nuestra empresa», dijo este singular empresario.
Otro de los rasgos que caracterizan al «Imperio Ikea» es su política de trabajo. Ikea es famoso por tener una política de incentivación del trabajo única. Con trabajadores motivados, la producción será de mucha más calidad.
En este sentido, Kamprad siempre ha admitido que «si hay algo bueno en el liderazgo es dar un buen ejemplo. Tengo que hacerlo por todos los empleados de Ikea».
Es por ello que Kamprad sabe cómo tratar a sus trabajadores y los considera su principal fuente de beneficios. Prueba de ello es que posee seis mandamientos que procura que sus empleados tengan muy en cuenta.
Los seis mandamientos del éxito según Ikea:
1. Sobre los errores: sólo mientras se duerme no se cometen errores.
2. Sobre la utilización del tiempo: divide tu vida en unidades de 10 minutos y sacrifica las menos posibles en actividades insignificantes.
3. Sobre la simplicidad: la burocracia complica y paraliza. La planificación en exceso es la principal causa de «muerte corporativa».
4. Sobre el cumplimiento: el saber que una tarea se ha terminado es la más efectiva pastilla para dormir.
5. Sobre la felicidad: la felicidad no está en alcanzar tu objetivo. La felicidad se encuentra en el camino hacia el objetivo. La palabra «imposible» ha sido borrada de nuestro diccionario.
6. Sobre Ikea: lo que es bueno para nuestros clientes, a largo plazo es bueno para nosotros.
ALGUNAS INSPIRACIONES DE INGVAR KAM PRAD:
«No tengo miedo de sobrepasar los ochenta y tengo muchas cosas que hacer. No tengo tiempo para morirme.»
«Yo soy austero y me siento orgulloso de serlo. La gente de Ikea no conduce coches llamativos ni se hospedan en hoteles lujosos.»
«Todo lo que ganamos lo necesitamos como reserva.»
«Deberíamos tener más mujeres en diversos puestos directivos, porque las mujeres son las que deciden casi todo en el hogar.»
Del libro:
El mapa del tesoro
Álex Rovira/
Francesc Miralles
Fotografía tomada de internet
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