martes, 22 de febrero de 2022
33.LAS SUPERSTICIONES I.
Son creencias que las personas razonables consideran hoy infundadas y desmedidas. Son populares y se basan en una tradición pasada boca a boca, utilizada en multitud de circunstancias cotidianas que actúa como guía y orientación sobre lo que se ha de hacer para evitar la mala suerte y conseguir la buena sin justificación ni argumentos científicos o pruebas que sean verificables.
“Las supersticiones son hijas de la ignorancia y madres de las religiones”.
Tales explicaciones populares tienen un origen milenario y proceden de interpretaciones procedentes de la magia, las religiones, la adivinación o la brujería de las que se han nutrido sus profesionales aprovechándose aún hoy de la ingenuidad, la ambición y hasta la mala fe de la gente. El hecho de que tuviera algún sentido imaginativo en tiempos en los que el terror, la indefensión, la sugestionabilidad y los significados sobrenaturales mandaban, nos permite comprenderlo aunque no compartirlo. En todo caso y en la medida en que hoy persisten, incluso siendo motivo para presumir por parte de ignorantes famosos, se manifiesta el grado de evolución y desarrollo mental-cultural del momento.
Como ejemplo, añado en Supersticiones II sólo unas pocas supersticiones que a más de uno le sonarán a conocidas.
Bibliografía:
La luciérnaga ciega: Soko Daido Ubalde
Fotografía tomada de internet
lunes, 21 de febrero de 2022
EL CAMINO DE LA CRUZ
Hay muchos relatos de personas que dicen que han encontrado a Dios a través de un sufrimiento profundo y existe la expresión cristiana "el camino de la cruz", que supongo se refiere a lo mismo.
Eckhart Tolle:
No nos ocupamos de otra cosa aquí. Hablando estrictamente, no encontraron a Dios por medio del sufrimiento, porque el sufrimiento implica resistencia. Encontraron a Dios por medio de la entrega a lo que fueron forzados por su intenso sufrimiento, por medio de la total aceptación de lo que es. Deben haber comprendido en algún nivel que su dolor era creado por ellos mismos.
Pregunta:
¿Cómo se relaciona la entrega con encontrar a Dios?
Eckhart Tolle:
Puesto que la resistencia es inseparable de la mente, el abandono de la resistencia -la entrega- es el fin de la mente como su amo, el impostor que pretende ser "usted", el falso Dios. Todo juicio y toda negatividad se disuelven. El reino del Ser, que había sido oscurecido por la mente, se abre entonces. Súbitamente surge dentro de usted una gran calma, una sensación de paz insondable. Y en esta paz, hay gran alegría. Y en esta alegría, hay amor. Y en el centro más profundo, está lo sagrado, lo inconmensurable, Aquello que no puede ser nombrado.
No hablo de encontrar a Dios, ¿porque cómo puede encontrar aquello que nunca estuvo perdido, la verdadera vida que usted es? La palabra Dios es limitadora, no sólo por miles de años de percepción y uso equivocados, sino también porque implica una entidad diferente de usted. Dios es el mismo Ser, no un ser. No puede haber relación sujeto-objeto aquí, ni dualidad, ni usted y Dios. La comprensión, el descubrimiento de Dios es la cosa más natural que hay. Lo asombroso e incomprensible no es que usted pueda hacerse consciente de Dios sino que no sea consciente de Dios.
El camino de la cruz que usted mencionó es el antiguo camino de la iluminación, y hasta hace poco era el único camino. Pero no lo deseche ni subestime su eficacia. Funciona todavía.
El camino de la cruz es una inversión completa. Quiere decir que lo peor de su vida, su cruz, se convierte en lo mejor que jamás le haya ocurrido, al forzarlo a la entrega, a la "muerte", al obligarlo a convertirse en nada, a volverse Dios, porque Dios también es nada, no-cosa.
En estos tiempos, en lo que se refiere a la mayoría inconsciente de seres humanos, el camino de la cruz es el único camino. Sólo despertarán a través del sufrimiento, y la iluminación como fenómeno colectivo probablemente será precedida de grandes conmociones. Este proceso refleja el funcionamiento de ciertas leyes universales que gobiernan el crecimiento de la conciencia y así fue previsto por algunos videntes. Está descrito, entre otros lugares, en el Libro de la Revelación o Apocalipsis, aunque envuelto en una simbología oscura y a veces impenetrable. Este sufrimiento es infligido no por Dios sino por los seres humanos a sí mismos y unos a otros, así como por ciertas medidas defensivas que la Tierra, que es un organismo vivo, inteligente, va a tomar para protegerse del asalto de la locura humana.
Sin embargo, hay un número creciente de seres humanos hoy en día cuya conciencia está suficientemente evolucionada para no necesitar más sufrimiento antes de la realización de la iluminación. Usted puede ser uno de ellos.
La iluminación a través del sufrimiento -el camino de la cruz- significa ser forzado a entrar en el reino de los cielos gritando y pataleando. Usted finalmente se rinde porque no puede soportar más el dolor, pero el dolor podría continuar por mucho tiempo antes de que ocurra. La iluminación elegida conscientemente significa abandonar su apego al pasado y al futuro y convertir el Ahora en el punto principal de su vida. Significa morar en el estado de presencia más que en el tiempo. Significa decir sí a lo que es. Usted entonces no necesita más el dolor. ¿Cuánto más tiempo cree que necesitará antes de poder decir: "No voy a producir más dolor, más sufrimiento"? ¿Cuánto más dolor necesita antes de tomar esa decisión?
Si usted cree que necesita más tiempo, tendrá más, y más dolor. El tiempo y el dolor son inseparables.
Del libro:
El Poder del Ahora
Eckhart Tolle
Imagen tomada del internet
domingo, 20 de febrero de 2022
ESPACIO Y TIEMPO, LA GRAN PARADOJA EN MOVIMIENTO
Permíteme compartir contigo una posibilidad. Esta posibilidad es parte de mi vivencia como ser humano y, si bien dice mucho de mi ignorancia, también expone mi locura.
De joven, un día, por alguna razón que desconozco, empecé a percibir de forma esporádica que lo que me rodeaba no estaba ahí en verdad. De repente empecé a ver como si una textura se hubiera interpuesto entre mis ojos y lo que veía.
Actualmente son muy conocidos los filtros que añadimos a nuestras fotografías cuando las editamos para que queden mejor. En el caso que menciono en el párrafo anterior fue como si un filtro de sutilidad se hubiera añadido a mi mirada. El resultado era que veía lo que siempre había visto pero sin la densidad o materialidad a la que estaba acostumbrado.
Hoy en día sé que lo que viví en esos tiempos fue justo al revés. Una capa de densidad había sido eliminada de mi mirada. Eso me permitió pensar que la realidad posiblemente era mucho más sutil e inconsistente de lo que yo había llegado a creer. Que la realidad que tanto había tocado, olido, visto, mojado, arrugado, huido e incluso perseguido no era un hecho, sino una imagen en mi mente.
En esos momentos pude ser consciente de que eso que veía, y que yo había llamado durante tantos años realidad, tan sólo era un estado de la mente, y además un estado mental más cercano al sueño que a la vigilia. A pesar de que podía seguir palpándolo e incluso andar por él, su irrealidad era demasiado evidente.
Los seres humanos hemos logrado fabricar un estado de la mente que nos permite andar por mundos mentales autofabricados y vivirlos como realidades incuestionables. Y aquí llegó la palabra clave, «incuestionables». La característica básica de esos estados de la mente es que la mente que los fabrica no los cuestiona, porque cree ser hijo de ese mundo en lugar de ser su creador.
En estos casos, uno no es consciente de que uno mismo no vive dentro de esos mundos, sino que esos mundos existen sólo dentro de él. Ahora imagínate por un momento a un ser que cree vivir separado del resto. Cuando ese ser fabricase una realidad, toda ella sería fabricada bajo esa creencia, de modo que todos los seres de su misma condición también se percibirían separados los unos de los otros.
En ese mundo existirían muchas versiones de ese mismo ser, pero ninguna de esas versiones sería consciente de ser un mismo ser, ni tampoco lo sería de su origen unitario. No resultaría difícil, en ese mundo, encontrar a dos personas que al verse por la calle pensaran que son personas distintas, cuando en realidad serían el mismo ser que fabricó ese mundo desunido.
Como esas dos personas no pensarían más que sus propios pensamientos, jamás podrían comprender la unidad en la que se basa la realidad.
Aquí viene mi ignorancia, no sé cómo todo esto llega a suceder. He olvidado la mecánica de los mundos imaginados, como por ejemplo el nuestro. Es posible, incluso, que nunca lo haya sabido. Pero sí sé que para que exista un mundo así se precisa de una decisión y que, una vez tomada, ésta se desvanezca del recuerdo. Así es como se mantiene en pie el mundo de la imaginación.
Es lo mismo que cuando sueñas un sueño y no recuerdas que estás en la cama soñando ese sueño. Cuando estás dentro del sueño te conviertes en un personaje y no recuerdas que estás en la cama soñándolo; has olvidado al soñador. Al no percibirse, éste queda fuera de su realidad. El personaje soñado no es quien decidió soñar y por esa razón no cree vivir en un mundo soñado.
Aquí viene mi locura, soy consciente de que no existo. ¡Tremenda paradoja! Sergi es el personaje de una mente dormida. Soy consciente de que soy un personaje construido a base de ideas mentales de una mentalidad humana que no existe. Es como si estando soñando, de repente, te dieras cuenta de que estás dentro de tu propio sueño y por lo tanto no existes, que no eres más que un personaje fabricado por una conciencia que está dormida.
Sabiendo esto, empecemos nuestro viaje, pero recuerda que en el fondo de lo que se trata es de despertar y no de llegar a alguna parte.
Extracto del libro:
¿Me acompañas?
Sergi Torres
Fotografía de Internet
sábado, 19 de febrero de 2022
¿ME ACOMPAÑAS?
«He desplegado unas alas de confianza en el espacio y he planeado hacia el infinito, dejando atrás lo que otros se han esforzado por ver desde la distancia. Aquí no había un arriba ni un abajo, ni un límite ni un centro. He visto que el Sol tan sólo era otra estrella y que las estrellas eran otros soles, cada uno de ellos escoltado por otras tierras como la nuestra. La revelación de tal inmensidad fue como enamorarse.»
Giordano Bruno (1548-1600)
A finales del siglo xvi el monje dominico Giordano Bruno tuvo una revelación en la que pudo ver más allá de los establecimientos intelectuales, espirituales y científicos de su época. En un contexto en el que no había libertad de pensamiento y en el que se daba por hecho que la Tierra era el centro del universo, Giordano vio un reino infinito donde nuestro Sol no era más que un sol entre muchos otros y nuestra Tierra no era más que un planeta de entre muchos otros planetas. Giordano terminó su estadía en nuestro mundo quemado en la hoguera por ser fiel a un conocimiento que desafiaba a toda una época. Él simplemente se había enamorado de la libertad.
Todo ser humano consciente o inconscientemente busca paz mental. Esta paz tan anhelada sólo llega hasta este mundo a través de una mente liberada de sus asfixiantes fronteras personales, que aparentan darle cobijo y seguridad. No es real la seguridad que ofrecen los límites de nuestra personalidad.
Todo ser humano que se pregunte, desde lo más profundo de su corazón, por la realidad que existe más allá de su concepción personal de las cosas, tiene derecho a encontrarla. Dicho encuentro, sin embargo, siempre va a desafiar cualquier establecimiento humano de la clase y de la época que sea. De hecho, el cuestionamiento, en sí mismo, ya nos resulta desafiante.
He visto un mundo humano en el que sólo se refleja la unidad de la conciencia universal. Colectivos de personas organizados por la naturaleza de su unidad, inherente a un universo amoroso. Todos al servicio de los demás y cada uno de ellos dentro de un estado de perfecta realización, sin rastro de miedo psicológico. En ese estado, el amor, la paz y la creatividad son los únicos habitantes de la mente, una mente en perfecto equilibrio con el corazón y un corazón que abraza sin miedo nuestras partes más básicas e instintivas.
Giordano Bruno dijo que la revelación de tal inmensidad fue como enamorarse, porque descubrió que el conocimiento y el amor son la misma cosa. Y he aquí nuestra gran ignorancia: el conocimiento y el amor son la misma cosa. Se requiere tan sólo un ser humano para despertar a tu mente de esa ignorancia, y ese ser humano eres tú mismo ejerciendo tu derecho a conocer la verdad que encierras dentro de tu olvido.
Cuando estoy ante audiencias de centenares de personas, me gusta proponerles el siguiente experimento: les invito a levantar un brazo a la cuenta de tres. «Asegúrate de levantar sólo tu brazo», les pido. «Levanta sólo el tuyo», insisto. Cuando se escucha el tres en la sala, el levantamiento del brazo de una persona termina siendo el de todos los centenares de personas que ocupan la sala. Cuando un ser humano decide encontrar la paz en él y sólo en él, encuentra la paz de todos los seres humanos. Sin embargo, raramente somos conscientes de la paz que escondemos dentro de nosotros mismos, detrás de nuestras historias. Cuando alguien me pregunta cómo conseguirlo, le respondo: «No conozco el cómo, pero sí el dónde». ¿Me acompañas?
Extracto del libro:
¿Me acompañas?
Sergi Torres
Fotografía tomada de internet
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